Hoy Adam se encontraba caminando rumbo a la escuela, era un día muy especial, había logrado llegar a la marca de 40 páginas e iban a celebrarlo en clases con el profesor. El Aula no estaba decorada porque tampoco se consideraba una celebración oficial, era más una tradición de esta aula en particular celebrar cada 10 páginas.
Adam entró por la puerta y se encontró con sus compañeros de clase, parece ser que por primera vez en mucho tiempo el profesor había llegado tarde. Con muchas dudas Adam preguntó, mientras se sentaba en su pupitre:
—Y el profesor?
—Se fue hace unos minutos— Respondió Bianca mientras trataba de leer las nuevas páginas de su libro de aprendizaje—Tenía que preparar algunas cosas para la celebración de hoy.
—Siguen sin aparecer tus poderes, Adam?— preguntó Franco con algo celos; ellos dos vivían en los pisos superiores por lo que no habían recibido un libro mágico; por lo que tenían algo de envidia.
—No, todavía no sé qué hizo el libro— Respondió Adam, la respuesta que su padrino le había obligado a recitar por estos 5 meses.
Los libros mágicos dados por los Sombrines solo tenían un uso, por lo cual solo un bibliotecario podría aprender la habilidad mágica del libro. Una vez usado el libro desaparecería. En cambio, los libros mágicos de las estanterías son propiedad de las estanterías y podían utilizarse infinidad de veces, pero un bibliotecario no podía sacarlo y quedárselo, a no ser que lo robe para dárselo a otra estantería.
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Es por eso que su padrino tenía miedo a que los demás bibliotecarios se enteraran de que aún conservaba su libro mágico y trataran de robárselo, por lo cual le había obligado a Adam a decir una mentira cada vez que alguien le preguntara sobre el tema.
Pasó un tiempo, los chicos se aburrieron en sus pupitres y finalmente el profesor Aquiles había llegado, pero había una ligera diferencia en su cabeza y era que el rostro de una persona muy chiquito: del tamaño de un ojo, podía hallarse en su frente. Esta era la habilidad mágica que había aprendido del libro, pero el profesor aún no sabía muy bien para qué servía, solo sabía que el rostro podía recomendarle cosas.
—Bueno, ya está todo listo— Dijo el profesor Aquiles— El día de hoy aprenderán un poco acerca de una de las criaturas más frecuentes de esta biblioteca: los Librillos o también conocido como mensajeros.
Los tres chicos se emocionaron, no esperaban otra clase especial como celebración, la anterior fue muy útil y divertida.
—Para eso usaremos los librillos que viven en la escuela—agregó Aquiles— Síganme y los llevaré a conocerlos, pero recuerden no tocarlos o hablar con ellos sin mis instrucciones. De todas formas son bastante inofensivos los librillos, pero las estanterías que los cuidan no lo son, así que no los molesten.
Los niños siguieron atentamente al profesor, Adam estaba algo emocionado, sabía que las estanterías amaban a estas criaturas, pero nunca había visto uno.