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E1-21-Adam...

Adam volvió a su casa con una caja llena de materiales para estudiar. En el camino, el niño no se cruzó con nadie: por suerte la estantería con hongos y musgos no era muy visitada por los bibliotecarios.

Adam se acercó y tomó uno de sus libros. La cabeza del viejo sin ojos salió con emoción, pero luego miro con algo de desilusión que solo era el muchacho y no un bibliotecario incauto. El viejo parecía querer decirle algo a Adam, pero el pasillo no era el lugar indicado para hablar con el niño, así que la estantería se abstuvo y abrió el pasaje hacia las escaleras de caracol.

Adam bajó las escaleras y se cambió la túnica blanca por otra más vieja. Saltando por las piedras, el niño se dirigió hasta la salida: pero la puerta no se abrió y en su lugar la misma cara del viejo sin ojos salió de la piedra y dijo con su voz ronca:

—¿Cómo te fue en tu aventura, joven héroe?

—Bien—contestó toscamente Adam; algo apurado por hacer la tarea que esta vez sí podía hacer.

—Bibliotecarios, siempre tan apurados— Se quejó el viejo sin ojos—Piensan que la vida se les escapa de las manos, pero lo que se les escapa de las manos son las ganas de vivirla, por estar tan obsesionados con el tiempo ... Incluso a tan joven edad.

Al notar que el viejo quería hablar, Adam soltó la caja con útiles escolares y se sentó en una roca para hablar. El viejo sin ojos con preocupación preguntó:

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—¿Cómo te fue en la escuela? Un librillo de confianza me contó que el barón Muglok volvió a salir en el piso medio 4 de 5, hexágono 8 de 18, deberías andar con cuidado, joven héroe.

Adam únicamente asintió; todavía estaba algo traumado por la escena de hace una semana.

El viejo sin ojos notó que el chico estaba en un estado medio anormal y con mucha emoción preguntó:

—¿No me digas que te cruzaste con el barón?... Pero… ¡Saliste vivo! ¿Lograste engañar al barón? Impresionante Adam, nunca deja de sorprenderme hasta dónde puedes llegar para cambiar tu miserable vida. Pero no tientes a la suerte. Al barón probablemente le gustan los héroes, por eso dudó en convertirte en un libro.

—¿Engañarlo? —preguntó Adam con enojo y miedo— Yo solo seguí a Sofía, no hice nada malo. La cabeza gigante es una estantería mala: no sigue las reglas. Yo no quiero ir más a ese lugar , pero papá me está obligando a ir a la escuela ... ¡No quiero ir, no quiero ser un libro!

—¿Acaso de verdad no recuerdas quien eres, Adam?— preguntó el viejo algo aturdido — O mejor dicho: la persona con la que vives; a la que llamas padre, ¿No te contó quién eres y quién es él? Las reglas del barón son muy conocidas: exclusivamente los niños estudian.

—¡Pero yo soy un niño de 10 años! — Se quejó Adam con enojo.

—No— Contestó toscamente el viejo sin ojos — Tu cuerpo tiene 10 años, tu mente tiene 10 años, pero tu alma no. No sé si es el momento y no soy yo el que deba decírtelo, pero si obtienes la túnica negra y tu padre no te lo dice: prometo decirte la verdad, Adam. ¡Ten cuidado del barón! ¡Y no tengas miedo; porque los héroes no caen tan fácilmente!

Tras decir esas palabras, la cabeza de piedra comenzó a hundirse en la pared de la cueva, mostrando la salida.