Con mucho cuidado los niños se internaron en el laberinto.
Tras pasar un tiempo caminando, parecía que Aquiles había hallado lo que vino a buscar porque detuvo su marcha. Adam estaba algo extrañado, el lugar no parecía tener nada de especial y seguían estando en el medio del laberinto, sin llegar a ningún lugar aparentemente importante.
—Llegamos, miren la pared: ¿notan algo?—preguntó murmurando Aquiles señalando una de las paredes del laberinto.
Adam miró la pared, pero solo lograba ver la corteza de árbol. Fue entonces cuando Bianca contestó en voz baja, señalando una esquina de la pared:
—Hay pegatinas acá…
Adam y Franco miraron a la esquina y efectivamente había pegatinas con la forma de animales y personas: eran bastante bonitas y tenían el tamaño de un dedo.
—Muy bien…—Murmuró Aquiles —Eso es un librillo, pueden nadar por las paredes, pero cuando comen muestran su cuerpo en tres dimensiones. ¿Saben que comen?
—Libros— Contestó Franco murmurando, recordaba ver estas pegatinas pegadas en algunas estanterías.
—No,no, no y claro que no—Murmuró Aquiles—Comen el polvo de las estanterías, es decir que ayudan a limpiarlas. Son fundamentales para las estanterías porque los usan de mensajeros y limpiadores.
—¿Por qué hay que hablar en voz baja?— preguntó Adam murmurando, los librillos no parecían muy peligrosos: eran una pegatina pero con vida.
—Porque las estanterías están histéricas…— Murmuró Aquiles—En esta época de guerra los librillos se encargan de un montón de tareas, desde atraer bibliotecarios hasta ayudar de intermediarios en los pactos de no agresión, por eso no hay que molestarlos cuando descansan.
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Aquiles procedió a sacar cuidadosamente la bolsa de su cintura llena de polvo y suciedad, tomó un puñado y lo tiró por el suelo. Acto seguido, un librillo con forma de dinosaurio se deslizó por la pared y luego por el suelo hasta ponerse debajo del polvo. Luego, poco a poco, el librillo empezó a salir del suelo hasta formar un dinosaurio en miniatura de tres dimensiones y empezó a comer el polvo con mucha calma, ignorando a los tres niños que lo miraban con ternura.
—Los librillos en general no se preocupan por los bibliotecarios…—Murmuró Aquiles— La estantería que forjó la escuela, les creó esta casa usando una de las ascensiones de este piso. ¿Para qué creen que lo hizo?
Bianca alzó la mano y murmuró:
—Para cuidarlos porque son chiquitos y algunos bibliotecarios malos pueden lastimarlos.
Al escuchar la respuesta infantil, el dinosaurio en miniatura dejó de comer polvo y alzó la cabeza para mirar a la niña con preocupación, luego el dinosaurio miró la mini cabeza en la frente del profesor Aquiles y volvió a comer polvo con tranquilidad, ignorando a Bianca.
Por otra parte, Aquiles se quedó mirando a la niña por un rato, luego miró a los otros dos niños que también parecían estar de acuerdo con la explicación. El profesor se puso la mano en la frente y la masajeo por un buen rato hasta recordar que sus estudiantes sólo tenían 10 años y con mucha calma explicó en voz baja:
—No, recuerden esto: 'las estanterías nunca actúan desinteresadamente'. Siempre hay un motivo oculto y más cuando involucra algo tan costoso como una ascensión. En este caso, la estantería de este piso, les creó una casa tan espectacular a los librillos para monopolizar el flujo de información de todo los pisos medios; casi todos los librillos de esos pisos se vinieron a vivir acá.
Los tres chicos asintieron algo aturdidos. Aquiles volvió a masajearse la frente, su super-instinto de profesor le gritaba que estos chicos no habían entendido nada y solo estaban asintiendo porque sí. Con mucha calma, el profesor agregó en voz baja:
—Sé que son jóvenes; no obstante, les tocó vivir un periodo complicado para las estanterías, pero muy útil para los bibliotecarios. Por eso hoy les estoy explicando como funciona la red de mensajería de las estanterías, si la entienden, podrían obtener algún provecho y sacar algo útil de todo esto. Recuerden que no solamente aprendiendo idiomas se logra el éxito en la vida.