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De 18...

El oso se quedó un rato mirando al chico llorando, escribió un par de veces más a su padrino, pero parecía que las respuestas no estaban siendo lo que el niño quería porque no hacía más que llorar y llorar .

Luego de un tiempo, Adam finalmente dejó de llorar y le preguntó al oso en el techo:

—¿Qué tengo que hacer?

—Lo más que evidente—Respondió el oso con voz ronca y algo de apuro—Ve y consigue la piel del cadáver, envuélvelas en las túnicas viejas y nos vamos de acá corriendo.

Adam se quedó mirando al oso, luego miro la biografía de su padrino, las dos páginas abiertas estaban repletas de una sola frase: ' ¡Haz lo que sea necesario, pero consigue los librillos!'

El oso parecía impaciente y apuro al niño:

— ¡Ve, hay un cuchillo en la bañera! ¡No te tomes demasiado tiempo!

Adam con pasos tambaleantes y llorando, se dirigió hacia el baño. El oso miró al chico en un estado tan lamentable y parecería que un pensamiento cruzó por cabeza cuando pregunto:

—¿En qué piso y hexágono estamos, chico?

Adam miró al oso en el techo sin entender por qué preguntar eso y contestó con su voz rota por los llantos.

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—Piso inferior 3 , hexágono 8

—¡Dilo bien ,carajo!. ¿Dónde estamos?—Le gritó el oso del techo, parecía más nervioso que antes.

Adam miró que el oso estaba por tirarle la botella en la cara, parecía apurado por la respuesta por lo que contestó de forma rápida:

—Piso inferior 3 de 5 , hexágono 8 de 18

—Que bueno—Respondió el oso de forma más tranquila y apuntó con su brazo chiquito y peludo al baño— ¡Ve y completa tu tarea!

Adam bastante aturdido, entró al baño, unos ruidos raros, se escucharon y luego de un tiempo volvió por la túnica y se dirigió al baño de nuevo.

El oso seguía en el techo, moviéndose junto al chico y mirándolo todo. Los ojos cada vez más vacíos del chico comenzaron a molestar al oso, por lo que volvió a preguntarle:

—¿En qué piso y hexágono estamos, chico?

Adam miro al oso, no sabía por qué le preguntaba esto cada tanto, pero ya respondía de memoria:

—Piso inferior 3 de 5 , hexágono 8 de 18

—Que bueno—Respondió el oso, pero no parecía muy tranquilo—Pon la piel en la túnica y nos vamos.

Adam obedeció, ya estaba tan deprimido que su cerebro obedecía las órdenes del oso de manera automática, se dirigió hacia la puerta y esperó a que el oso la abriera.

El oso salió por la puerta y volvió a entrar, pero Adam no escuchó el ruido de abrir la puerta. En su lugar el oso se formó en la puerta y le dijo:

—Siempre voy adelante cuando estés afuera, no levantes la cabeza y solo me miras a mí ¡No podemos dejar que los demás te encuentren con lo que tienes escondido en las túnicas!

Adam asintió y escuchó el *Click* de la puerta, al salir se encontró con los mismos pasillos iluminados con la hermosa luz verde de siempre.

Adam caminó por los pasillos hasta acercarse a la puerta, pero en la puerta se detuvo unos segundos porque el oso no avanzaba en su lugar miraba a una dirección del pasillo.