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Que día de...

—¡Gracias!— Gritaron los dos muchachos al unísono al ver a los hombres en retirada hacia el hexágono 3.

La cabeza de pirata no respondió las gracias, únicamente miró a Adam unos segundos y desapareció en su estantería.

Adam se quedó unos minutos aturdido por lo que acababa de pasar en los pasillos.El niño no sabía si volver a casa o no, estaba muy asustado por lo de recién, pero Franco pareció agarrar confianza y dijo:

—¡Vamos Adam! ¡Los estudiantes no tenemos nada que temer en este piso!

—¡Pero esos dos casi nos roban!—Gritó Adam, de forma algo inocente porque casi los matan.

—¡Con las estanterías de nuestro lado no se van a animar a tocarnos!—Grito Franco con aún más confianza, infectando un poco a Adam con esas ganas de ir por la aventura— Ya estamos cerca, es por estos pasillos. ¡Solo un par de giros más y lo logramos! ¡No podemos rendirnos estando tan cerca!

—Falta tan poco?—preguntó Adam con dudas.

Si únicamente era dar dos vueltas más, el niño siempre podría correr hacia esta cabeza de pirata. Era bastante cobarde volverse ahora estando a unos pasos.

—¡Si, dos esquinas y lo logramos!— Respondió Franco con felicidad— ¡Ya estoy esperando ver qué tesoro nos toca! ¡Espero que sean uno de esos libros mágicos que te permite lanzar bolas de fuego!

Adam estaba bastante nervioso, incluso dos esquinas en este momento parecía un abismo que no podía cruzar, pero por suerte su amigo lo tomó de la mano y con confianza lo llevó a seguir adelante diciendo:

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—Vamos, Adam. ¡No tengas miedo!

Adam infectado por la confianza de Franco siguió a su amigo que lo tomaba de la mano tirándolo para adelante. La primera esquina se cruzó sin problemas y no parecía haber nadie en el pasillo de estanterías por lo cual Adam sonrió, además esta zona le era conocida.

Era la zona donde vinieron a celebrar las lecturas de sus primeras 30 páginas. Adam pudo reconocer a las 4 estanterías de madera blanca pegadas una a lado de la otra. Pero había una diferencia: ahora las tres primeras estanterías estaban repletas de polvo y solo la última estantería no tenía polvo. Además, esta última estantería parecía tener unos pocos libros restantes en sus estanterías y sus estantes estaban rotos y torcidos.

Adam pasó junto a las 4 estanterías, cuando pasó por la última estantería noto que la cabeza del viejo salió a recibirlo, parecía estar mucho más viejo que antes y con muchas arrugas en su cara y algunas cicatrices. El viejo no dijo nada, únicamente lo miró a él y a franco por un buen rato.

Adam y franco tampoco le dijeron nada al viejo. Adam continuó caminando hacia el destino de la misión, mientras el viejo observaba desde atrás como si estuviera suplicando por ayuda, pero por desgracia Adam era muy joven para entender la mirada y siguió caminando hasta la esquina.

Pero cuando estaba por cruzar la esquina para llegar al pasillo del final de la misión, el viejo que miraba la espalda de los dos jóvenes dijo en una voz autoritaria:

—Mata al orco.

Una de las otras tres estanterías de madera blanca perdió toda su polvo de repente y la cabeza del príncipe encantador salió y miró a la espalda de los dos jóvenes con ojos sedientos de lucha.

Adam y Franco se dieron la vuelta por el ruido provocado.

*Puff* La cabeza de Franco estalló como una sandía y un libro se hallaba en su lugar.

Adam vio con terror la cabeza de su amigo ser reemplazada por un libro. La sangre caliente y viscosa borboteaba del cuello de Franco; manchando la túnica blanca de Adam y su rostro. El niño notó como la ropa de su amigo comenzó a distorsionarse y los libros de las estanterías se movían de forma extraña.

*Puff* Adam cayó desmayado al suelo. Por desgracia su mente joven no pudo tolerar semejante escena ocurrida de imprevisto, por lo cual Adam cayó al suelo, sin poder huir por su vida.