La fiesta continuó por unas horas y la gente empezó a impacientarse, por suerte las estanterías también rumoreaban sobre el ascenso por lo que los rumores podrían ser ciertos.
Fue entonces cuando algo muy extraño ocurrió, unos portales chiquitos comenzaron abrirse en los alrededores del hexágono 0 y unas criaturas negras con bolsas blancas corrieron hacia los bibliotecarios.
—Ja, ja, ja los rumores eran ciertos— dijo Aquiles con emoción, mientras corría a buscar dos fuentes con comida, tiró la comida y volvió a correr a donde estaba Adam y le paso la fuente— Ten toma esto, protégete de la patada cuando te den el libro.
Adam miró a la fuente de comida con muchas dudas, pero luego vio que varias personas comenzaron a robarle la idea a su profesor y buscaron algo para protegerse, pero se quedaron expectante de las extrañas criaturas negras que estaban cada vez más cerca.
—¿Qué son esas cosas?— Pregunto Adam
—Son 'Sombrines'—Contestó Aquiles—Son raros, viven por los pasillos de las estanterías. En general uno tiene que tratar de correr a atraparlos cuando los ve. Si logras agarrarlo te darán un libro mágico y una patada. Pero esta vez corren hacia nosotros a darnos el libro ... y la patada.
Como bien explicó su profesor: los Sombrines estaban dándoles a todos un libro que salía de sus bolsas blancas, pero luego buscaban darte una patada y no se detenían hasta dártela. La clave era cansarlos con algún escudo, una vez los Sombrines se cansaran, dejabas que te diera la patada y la criatura desaparecía el aire.
—¿Te duele cuando te patean?— Preguntó Adam con algo de miedo viendo a todos los bibliotecarios ser pateados por la criatura peluda
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—Nunca vi uno, pero no parece, nadie se está quejando— Contestó Aquiles muy emocionado por recibir su primer libro mágico— Pero por las dudas mejor cansarlos.
Finalmente, llegó el turno de Aquiles de recibir su libro. Adam estando tan cerca, pudo apreciar que la criatura negra le llegaba hasta las rodillas al profesor; por lo que no eran muy grandes. Su cuerpo era únicamente pelo, no tenían ojos, ni boca, solo pelo negro y el aspecto de un humano muy chiquito.
Los Sombrines eran bastante adorables, te hablan con un idioma extraño y con un tono muy afinado. Sin embargo, una vez que te daban el libro su actitud daba un giro de 180 grados y por todos los medios buscaban darte una patada.
Llegó el momento de que le tocará el turno a Adam, el Sombrin le tiró un libro al suelo y corrió a patearlo. Adam no tuvo tiempo de ver el libro y únicamente se cubría de las patadas que trataba de darle la extraña criatura peluda, luego de un tiempo la criatura se había cansado y Adam también . El sombrin logró pegarle la patada y desapareció en el aire. Por suerte era un bicho peludo y chiquito; por lo que la patada no dolía casi nada.
Adam se acercó a su libro mágico y lo tomó con cuidado. El libro estaba cubierto por cadenas de metal y su cubierta parecía ser de madera; en su lomo se hallaba la inscripción: 'Verduras doradas' y en su interior parecía haber unas pocas páginas amarillas. Adam no lo abrió, ya que los libros mágicos podían ser peligrosos y también porque no podía leerlos; porque era una de las reglas para entrar en la cueva donde él vivía.
Según el padre de Adam, un libro mágico se diferenciaba de uno no mágico por las habilidades que le producía al lector al leerlo. En general uno aprendía algún poder raro si leía un libro mágico. Por lo tanto, los bibliotecarios no se referían a libros especiales como mágicos. Solo los libros que te dieran algún don raro, eran mágicos.
Tras tomar el libro, Adam decidió irse de la fiesta que se estaba montado.
Él ya estaba muy cansado tras el largo día y según su profesor no había otro regalo para los bibliotecarios además de este libro mágico. Además, la fiesta estaba siendo algo aburrida, únicamente eran unos cuantos viejos y adultos charlando mientras comían, los pocos niños que había se fueron retirando con alguno de sus padres luego de recoger su libro mágico; por lo que Adam no tenía nadie con quien jugar en la fiesta.