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E1-37-Claro que ese era el motivo, joven inocente.

Adam se encontraba yendo las escaleras del hexágono 3 para dirigirse a la cueva a descansar, pero al llegar a las escaleras el niño se sorprendió porque la entrada de la bajada se encontraba tapada por una cabeza gigante.

La cabeza era de mármol y parecía parecerse a un adulto con una cicatriz en la cara, tenía un cono de sombrero y un silbato de fiesta en la boca. La cabeza de mármol miro como Adam lo miraba con miedo y le dijo con la voz de un militar:

—¡Si sales por mis escaleras no se te permite entrar hasta el siguiente día!

—¿Por qué? ¿Hay reglas para usar las escaleras?—preguntó Adam con algo de miedo .

—¡Todo tiene reglas, muchacho!—Grito la cabeza de mármol con tono de militar—El día cuando se produce una ascensión mis reglas son absolutas: ¡Solo las personas que se encuentran en este piso disfrutarán la fiesta de ascensión!

—Ya disfruté la fiesta, ¿puedo volver a casa?— preguntó Adam por las dudas, quería la confirmación explícita de que no le pasaría nada si bajara.

—Si, buenas noches, joven héroe— Respondió la cabeza de mármol soplando el silbato en su boca.

Acto seguido, el silbato se hundió en el rostro de mármol y la cabeza gigante abrió su boca, mostrando las escaleras de caracol en su interior.

Adam se quedó mirando un rato las escaleras de caracol y por las dudas le pregunto a su padrino; el niño será joven, pero meterse en la boca de una cabeza gigante provocaba las dudas de cualquiera. Su padrino dio el visto bueno y Adam procedió a entrar en la boca de la cabeza gigante.

Por suerte, a Adam no le pasó nada malo tras entrar en la escalera y en el camino el niño se dio cuenta de que todas las entradas estaban tapadas por la cabeza gigante. Al llegar al primer piso del nivel medio, el joven héroe tocó la pared de mármol y la boca que tapaba la puerta volvió a abrirse mostrando la salida.

Al salir, Adam notó que los guardias estacionados en la puerta lo miraron con sospecha, pero no preguntaron nada, así que Adam continuó su camino hasta llegar a la vieja estantería de madera con musgos y hongos. Cuando llegó, Adam gritó con impaciencia:

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—¡Viejo, soy yo, me abres!

La cabeza del viejo sin ojos se formó en la estantería, pero no le abrió y en su lugar preguntó:

—¿No notas algo diferente?

Adam miró a los costados de los pasillos, pero el niño no veía nada raro y todo estaba igual que antes. Al ver al pelirrojo buscando por los pasillos, el viejo sin ojos agregó con orgullo:

—¿No notas algo diferente en mis estanterías?

Adam miró con atención las estanterías del viejo sin ojos. Dado que el viejo sin ojos tenía libros mágicos, eran fáciles de diferenciar los unos de los otros, por lo que Adam no tardó mucho en darse cuenta de que había un libro más en sus estantes. Adam tomó el libro y se dio cuenta de que era idéntico al que le habían regalado.

—Lo duplicaste: ¿puedes duplicar libros?— preguntó Adam con emoción.

—No, pero si el héroe de la cueva obtiene uno, yo también obtengo uno— Agregó el viejo sin ojos con mucho orgullo.

Cada libro era como un hijo para el viejo sin ojos y ahora tenía otro más que lo ayudaría a atrapar a bibliotecarios incautos, por lo que la estantería estaba bastante emocionada y gritó con felicidad:

—¡Te felicitó, héroe, pero recuerda no leerlo hasta que decidas no volver a mi cueva!

—¿Por eso me dejaste vivir en la cueva?—preguntó Adam, mientras volvía a dejar el libro en su lugar.

—En principio la cueva siempre fue un refugio, no una escalera…—Respondió el viejo sin ojos—Pero como tu padre no podía entrar, no tenías otra opción más que vivir afuera.

Adam no dijo nada y se quedó inmóvil recordando el pasado con su padre. El joven recordaba que su padre le había dicho que había leído un libro mágico, por lo cual su padre nunca pudo acompañarlo a los pisos superiores.

Pero el viejo sin ojos volvió a hablar interrumpiendo los pensamientos del niño:

—Se produjo una ascensión: deberías tener cuidado los siguientes días…

—¿Por qué? ¿No eran buenas las ascensiones?—preguntó Adam con preocupación.

—Sí, es bueno para todos: tanto bibliotecarios como estanterías—Contestó el viejo sin ojos con mucha envidia.

El viejo miró con seriedad al joven pelirrojo y agrego:

—Siempre que hay una ascensión: las estanterías se pelean, los bibliotecarios desaparecen o se asesinan entre ellos y las otras criaturas aprovechan el caos. ¡Ten cuidado con las criaturas que se sientan atraídas por la codicia de los bibliotecarios y estanterías!

Adam se asustó por la advertencia, pero por suerte mañana no tenía que ir a clases por la clase especial, así que tendría un poco más de margen para ver si había algo anormal en el piso 4 del nivel medio.