Novels2Search

E1-87-La llegada del héroe

Cuando llegó al pasillo que daba entrada a la cueva, Adam notó en la distancia que alguien había colocado una alfombra roja en el suelo de madera. Con algo de dudas, Adam pisó la alfombra roja y caminó por la alfombra hasta la estantería del viejo sin ojos.

Tras unos pocos pasos por la alfombra roja, Adam pudo ver como confite salía disparado al cielo desde de las estanterías que rodeaban el pasillo, asustando un poco al ya cansado joven. Acto seguido las estanterías de los costados del pasillo formaron sus cabezas y comenzaron a mover la boca al unísono con alegría, por lo que parecían que le entonaban una canción a Adam.

Pero el muchacho no escuchaba nada, por lo cual sintió mucha vergüenza por no lograr disfrutar el espectacular recibimiento que le habían preparado las estanterías. El joven héroe llegó hasta la estantería del viejo sin ojos y más confite salió disparado por los aires desparramándose por todo el cuerpo de Adam. Acto seguido, la cabeza del viejo sin ojos se formó en la estantería de madera podrida y también comenzó a cantar al unísono junto a las otras estanterías.

Luego de cantar un rato el viejo sin ojos, le dijo unas palabras a Adam, parecía estar muy emocionado y eufórico mientras hablaba. Pero Adam solo se quedó mirándolo de forma aturdida hasta que le dijo con algo de compasión, por la vergüenza ajena que le estaba provocando la escena:

This story has been unlawfully obtained without the author's consent. Report any appearances on Amazon.

—¡No los escucho, estoy sordo!

El viejo sin ojos miró a Adam con sospecha y se percató que las orejas del joven estaban manchadas de sangre seca; no obstante volvió a hablar. Adam se quedó aturdido tratando de leer sus labios del viejo en vano y al ver que el viejo sin ojos parecía comenzar a quejarse, el joven volvió a repetir gritando:

—De verdad no escucho nada: ¡Me dejarías pasar!

El viejo sin ojos miró a sus costados con odio, sobre todo a los hongos que tenían algunas estanterías que parecían estar riéndose de él. El monje al lado suyo directamente se rió tanto que los libros en sus estantes comenzaron a caerse al suelo.

Con incomodidad, el viejo sin ojos abrió la entrada de la cueva de forma violenta; parecía estar muy enojado por la situación.

Adam entró por la entrada y se dirigió casi corriendo hacia el lago. Al llegar el joven se desvistió con apuro y se tiró al agua para recostarse en el lago. El agua comenzó a meterse por los poros del cuerpo de Adam, relajando todos sus músculos y heridas. El joven cansado por la larga mañana cerró los ojos y disfrutó de la sensación de ser curado por el agua mágica de la cueva.

—¿Ya puedes escuchar, muchacho?—preguntó el viejo sin ojos otra vez, había estado haciéndolo por unos cuantos minutos mientras Adam se curaba.

—Si, la verdad fue una gran idea ponerle un efecto curativo al agua—Dijo Adam, todavía con los ojos cerrados disfrutando el agua.

—Por supuesto, me di cuenta de que los héroes duraban poco si no los curaba— Dijo el viejo sin ojos con algo de orgullo—Una pena que haya tirado esos hongos a la basura. Pero el monje me dijo que hubo un doble ascenso y en los pisos de madera es la primera vez que pasa ese evento.