—¿Todavía tienes algo de tiempo?—preguntó Franco con emoción—Me encontré una estantería que necesitaba ayuda. Estoy en el medio de una de sus tareas: ¿Quieres ayudarme a cumplirlas?
—Claro— Contestó Adam con mucha curiosidad acerca de la tarea— Pero deja que le pregunte a mi padrino primero: ¿Cuál es la tarea?
—Tengo que llevar este libro a una estantería—Respondió Franco agitando un libro negro para todos lados.
El libro parecía bastante normal, solo era un libro con tapa negra común y corriente. En su lomo tenía la inscripción: 'Una hora de aventuras'. Adam con mucha anticipación preguntó a su padrino si debía ayudar o no y su padrino respondió:
'Es lo que estábamos esperando… Los protegidos por el barón son transportadores perfectos porque los otros bibliotecarios únicamente te ignoraran. Ve con tu amigo y obtén algún tesoro…'
Adam se entusiasmó, finalmente esperar todos los días dio sus frutos. Con alegría, el niño gritó a su amigo:
—¡Vamos a la aventura!
—¡Vamos!— Gritó Franco agitando el libro con entusiasmo—La estantería está por este piso, en uno de los hexágonos internos de los principales. ¡Sígueme, lideró el camino!
Adam asintió y siguió la espalda de su amigo, en el camino los niños se cruzaban con muchos bibliotecarios que estaban tratando de descubrir los nuevos secretos de las estanterías o probando sus reglas.
La mayoría de bibliotecarios procedía con mucha precaución, por lo que tardaban bastante en tomar sus decisiones, por lo que los dos niños no podían ver los resultados finales, por suerte o por desgracia.
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—Estamos bastante cerca: la estantería está en el hexágono 2— Agregó Franco con alegría.
—¿Esta estantería tiene reglas complicadas?— preguntó Adam en el camino.
Las estanterías estaban por el interior del hexágono principal, por lo que había que atravesar unos cuantos pasillos y estaban algo escondidas.
—No sé, solo tenemos que entregar el libro…—Respondió Franco con preocupación— Por las dudas no tratemos de leer sus libros, podría ser peligroso.
—Si, me parece buena idea— Respondió Adam, no quería meterse en problemas, aún recordaba lo que pasó con la estantería de la viejita, si no fuera porque era de utilidad para ese viejo en harapos, podrían haberlo convertido en un libro.
Los dos chicos entraron en el interior del hexágono 2, pero cuando estaban por meterse en los pasillos internos, dos bibliotecarios con las túnicas negras algo rotas se acercaron a ellos.
Adam se asustó, recordaba lo que le dijo su padrino, pero aún tenía miedo.
—¿Qué hacen dos niños por acá? — pregunto uno de los hombres: tenía una gran barba y una mirada codiciosa en el rostro — ¿Qué tal si nos entregas ese libro negro, chico?
—Sí, será mejor que hagan caso—Respondió el otro hombre acercándose a los chicos—Estos pasillos son muy solitarios. ¡Si desaparecen por acá, solo le echarán la culpa a las estanterías!
Adam estaba por largarse a llorar, según su padrino los bibliotecarios solo deberían ignorarlo, el niño nunca imaginó que esto pudiera pasarle.
Pero cuando los dos hombres estaban a unos pocos pasos de los niños, una cabeza de madera se formó en la estantería que estaba al lado de los chicos y gritó con un acento de pirata algo raro:
—¡Toca al pichón y te mato, lagarto!
Los dos hombres escucharon las reglas y salieron corriendo, parecía que el libro negro no valía tanto.
Adam miró a la cabeza que lo estaba salvando y agradeció en su corazón. La cabeza estaba hecha de madera negra, tenía un parche en el ojo y un sombrero de capitán.
—¡Gracias!— Gritaron los dos muchachos al unísono al ver a los hombres en retirada.