Pasaron dos semanas enteras, Adam finalmente pudo terminar de leer la macabra frase y el viejo sin ojos volvió a guardar su libro mágico en los estantes. Parecía un chiste, pero Adam comprendió cómo funcionaba la habilidad tras repetir esta frase millones de veces y era aún más triste de lo que parecía: el efecto era increíble, pero requería un tiempo para prepararlo y la forma para prepararlo era aterradora para Adam.
Adam se levantó del asiento del escritorio y comenzó a subir los escalones de la cueva. No obstante, su sombra seguía en el escritorio como si el joven aún estuviera sentado. Cuando Adam llegó a la parte superior de la cueva dijo en voz alta:
—Qué incomodidad, parece ser que se me ha olvidado escribir la historia.
*Puff* Adam desapareció en el aire y volvió a estar sentado en el escritorio en la misma posición que antes. Con felicidad y amargura Adam dijo:
—Si, esto de verdad se siente digno de ser una habilidad mágica. Pero....
Adam volvió a levantarse y la sombra lo acompañó hasta las escaleras, estando en las escaleras Adam repitió en su mente: ''Que incomodidad, parece ser que se me ha olvidado escribir la historia'' Cada vez que la frase era repetida en su mente, su sombra retrocedía un paso, por lo cual Adam se tardaba unos cuantos minutos en lograr llevar su sombra hasta el escritorio. Cuando la sombra llegó hasta el escritorio: Adam subió los escalones y dijo en voz alta:
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—Qué incomodidad, parece ser que se me ha olvidado escribir la historia
*Puff* Adam desapareció y ahora estaba parado en medio de las escaleras. La sombra no permanecía en un lugar, más bien retrocedía un paso cada vez que repetían la frase y luego la sombra te seguía con retraso.
Otra curiosidad que Adam fue aprendiendo con la práctica, era que si ponía un objeto chico en sitio en donde su sombra se paraba y luego Adam se teletransporta hasta su sombra: el objeto se movería por sí mismo para darle sitio a él. Pero si el objeto era muy grande, no se podía mover por sí mismo. Por tanto, lo que ocurría es que no se activaba el efecto y Adam no se teletransporta a ningún lado.
Pero el efecto mágico del libro como tal era muy, muy bueno. El problema era que en una batalla real solo tenía un uso, pero la clave era el ingenio al utilizar dicha carga. La otra criatura o bibliotecario nunca sabría que en realidad Adam había vuelto para atrás, por lo cual únicamente vería que el muchacho desapareció en el aire si usaba su truco mágico en el momento correcto.
Esta era una de las habilidades que le había comentado su padrino: cuanto más la entendiera, más jugo podría sacarle. Luego de un tiempo para descansar, Adam se preparó para leer su siguiente libro mágico, mientras imploraba que no vuelva a ser una tortura como el anterior.
Su cuarto libro mágico: Hormigas y elefantes, era un libro bastante común de cubierta amarilla y únicamente tenía 10 páginas para la felicidad de Adam y lo que más le alegró era que el libro era en realidad una historieta para niños acerca de una niña que se escondía de un bestia por la jungla. Para el joven héroe, luego de repetir una frase millones de veces, no había nada más feliz que descubrir que con unas pocas viñetas leídas lograra aprender su siguiente habilidad mágica.