Adam poco a poco abrió los ojos, estaba en una sala cuadrada formada por madera blanca, la sala estaba completamente vacía salvo por una vela que iluminaba pobremente la sala.
Su cuerpo se encontraba pegado a una silla de madera blanca, parecía que la silla había envuelto sus brazos y piernas para que no pudiera moverlos y en su boca podía encontrarse un trozo de túnica blanca empapada con sangre.
*Mmmm*...*Mmmm* El sabor a sangre y el ambiente terrorífico provocaron que el niño comenzara a llorar, pero solo unos mugidos podían escucharse por el trapo manchado de sangre tapando su boca.
—Parece que despertaste… niño…— Comentó alguien con una voz muy pausada y lenta.
Adam vio hacia esa dirección y una persona formada completamente con madera podía encontrarse. Adam lo reconoció de un vistazo, era el viejo de la estantería de madera blanca. Pero el viejo no parecía tan viejo como antes, no había arrugas en su rostro, ni cicatrices y vestía con un traje, un bastón y un sombrero muy elegante.
*Mmmmmm*... Adam trató de suplicar, mientras lloraba.
Pero al viejo no pareció importarle las súplicas de Adam, mientras ponía el bastón sobre el hombro del niño y decía con una voz pausada:
—Escucha, te salvé la vida y el negocio con mi familia siempre es favor por favor. Me debes un favor y vas a pagarlo.
Adam no entendía las palabras del viejo, únicamente lo miro con mucho miedo, recordaba la cabeza de Franco ser reemplazada por un libro. El viejo notó la mirada del niño y dijo en tono autoritario:
—Hijo, trae al orco.
El príncipe encantador se formó entre la madera, pero esta vez no era solo una cabeza, sino que tenía un cuerpo de madera y estaba vestido con un traje muy elegante. El príncipe encantador traía en sus brazos a un niño envuelto completamente en túnicas blancas manchadas de sangre.
*Mmmmmmm*...*Mmmmmmmm* El miedo en el rostro de Adam no hizo más que crecer, hace mucho había manchado el piso con pis y sus ojos de suerte veían por las lágrimas estrepitosas que caían por su rostro mientras suplicaba por su vida.
El príncipe encantador ignoró la terrible apariencia de Adam y comenzó a desenvolver al niño dentro de las túnicas.
*Mmmm*... Las lágrimas de Adam pararon y miró con asombro el cuerpo en el piso: el cadáver tenía el tamaño de franco y sangre roja, pero su piel era extremadamente blanca y estaba llena de complicados tatuajes azules. No obstante, la cabeza del cadáver había estallado y su cuerpo no era tan diferente al de Franco, por lo que Adam tenía dudas con respecto a que estaba ocurriendo.
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—Esto es un actorino— Comentó el viejo con la misma voz calmada de siempre—Se transforman en bibliotecarios, atraen a sus víctimas y los matan entre los pasillos para devorarlos. ¿Acaso no notaste nada anormal?
Cuando el viejo preguntó, el pedazo de túnica en la boca de Adam fue sacado por el príncipe encantador, permitiendo que el niño pudiera responder.
—No...—dijo Adam temblando de miedo.
El viejo noto la mirada del niño y acercó la mano a una de las paredes, su mano se hundió y el anciano saco un libro amarillo junto a un lápiz de la pared. Mientras le pasaba el libro a Adam, el viejo ordenó con voz autoritaria:
—Pregúntale a tu padrino.
Acto seguido, la silla de madera liberó las manos del niño.
Con temor, Adam tomó la biografía y se predispuso a escribirle a su padrino. El lápiz en la mano de Adam no paraba de temblar y unas cuantas lágrimas cayeron de su rostro manchando la biografía, mientras el niño trataba de explicar lo que ocurría.
El padrino de Adam contestó escribiendo con bastante enojo por la situación: 'No tengo ni puta idea que es un actorino, ¿Pero te parece que puedes negarte a lo que te pidan? ¡¡SIGUE LA CORRIENTE!!'
Adam leyó las palabras de su padrino y miró con cautela a los dos posibles asesinos de Franco o sus salvadores. Ahora, Adam solo podía confiar en el consejo de su padrino y tratar de salir con vida de este cuarto de madera.
—Mira, niño, la situación es bastante simple…— Dijo el viejo con cara seria en el rostro, mientras ponía la mano en el hombro de Adam— Te salvamos la vida y quiero que me devuelvas el favor.
Adam asintió con miedo, porque la mano que le presionaba el hombro le estaba doliendo. El viejo sacó su mano y sonrió mientras explicaba la situación:
—El favor que te pido es bastante fácil, una de mis hijas me dijo que tienes cierta relación con una estantería del piso inferior 5 de 5. Si logras que esa estantería me consiga unos librillos que no estén controlados por el barón, el favor está saldado.
Adam volvió a asentir con la cabeza; el favor no parecía tan complicado, únicamente dependía del viejo sin ojos. El viejo miró a Adam con una sonrisa aún más grande y dijo con felicidad:
—Chico, este es mi quinto ascenso y mis hijos tuvieron unos cuantos más, créeme, puedo pagar algún que otro libro mágico por el contacto con esos librillos. Tú solo dile a esa estantería: que la familia de los Martinelli necesitan este favor y lo haremos participar en la guerra de este ascenso. Verás cómo sus ojos brillan encantados.
Adam asintió como si su vida dependiera de ello. El viejo chistó sus dedos y una puerta con una escalera de caracol apareció en una de las paredes de la habitación. Luego saco de la mano del cadáver un libro negro y se lo entregó a Adam, diciendo:
—Un pequeño adelanto, para que tu negociación se vuelva más fluida.
Adam asintió y tomó el libro. Sus piernas se liberaron de la silla de madera y el joven héroe corrió con toda sus fuerzas hacia la escalera de caracol. Cuando Adam corría, la voz del príncipe encantador llegó desde su espalda gritando:
—¡No falles la misión, chico! ¡Si fallas no saldrás vivo ni escapando por los pisos inferiores!