Adam entró a la oficina del director: todo parecía igual que cuando vino cuando tenía 10 años, salvo que la gran pila de libros arriba del escritorio del director era un poco más grande. Cesar tiró todos los libros al piso y se sentó sobre su escritorio, mientras invitaba a Adam a sentarse en unos de los sillones.
Algo extrañado por la escena, el joven se sentó en el sillón con algo de recuerdos de su infancia y se percató que el sillón, que en el pasado le parecía inmenso, ahora le quedaba a la altura perfecta para su cuerpo.
La última vez que Adam se había sentado en este sillón, era solo un chico perdido que estaba buscando aprender a leer para cambiar su vida. No obstante, en estos momentos el joven héroe estaba a unos pocos pasos de terminar su aventura para obtener la túnica negra.
César vio que el chico se sentaba y dijo con calma:
—Tu ritmo de lectura es bastante rápido para tus compañeros de clases. Pero muy lento si los comparamos con los chicos especiales como vos. Supongo que habrás recordado un poco de tu anterior vida, pobre de Aquiles: siempre confió en las personas equivocadas de niño y ahora de adulto, parece que su tendencia no ha cambiado mucho.
—No se a que se refiere…— Respondió Adam de forma contundente y con algo de miedo.
—Creciste en esta escuela: eres como un hijo para barón, chico—Le contestó César deduciendo la fuente del problema a la perfección—Es imposible que el barón te convierta en un libro a estas alturas.
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Adam se quedó en silencio, incluso si no pasaba nada prefería no sacar el tema en la escuela, el trauma con lo que pasó con Sofía nunca había desaparecido del todo. El director se percató del silencio del joven y se paró a buscar algo en uno de los cajones de su escritorio, mientras ignora la cuestión y decía con calma:
—Haber llegado a las 100 páginas es algo muy importante: la gran mayoría de libros viejos pueden leerse con esa cantidad de conocimiento, las próximas 40 páginas son un agregado que crearon los antiguos bibliotecarios para lograr transmitir la variación en el lenguaje con el tiempo y darte un mayor dominio del idioma.
Mientras hablaba, Cesar logró encontrar lo que buscaba en su escritorio: parecía ser un archivo muy viejo. El director se acercó a Adam y le dio el archivo viejo, diciendo con una sonrisa amable:
—Para conmemorar que llegaste hasta las 100 páginas, tengo un regalo especial para vos, Adam. Este archivo contiene tu información como estudiante hace 500 años, espero que puedas recordar algo más de tu pasado y así sacarle provecho a tu renacimiento. Si no, las cosas pueden ponerse complicadas…
Adam comprendió a qué se refería el director; ya los guardias dudaban de él también y lo confundieron con una criatura que buscaba atacar los pisos medios. No quería que la gente en el mercado empezará a dudar también. Sería muy engorroso ser atacado cada vez que iba a comprar alguna tontería, pero Adam no tenía forma de solucionarlo y solo podía confiar en que todo se resolvería cuando confirmara su identidad con su dedo.
Adam tomó el archivo con las manos temblorosas, hace tiempo había aceptado que había algo raro con su pasado, pero nunca logró recordar nada y lo más relevante de todo es que su padre lo odiaba por este pasado.
Si el joven lograra entender su pasado, podría lograr ver como volver a acercarse a su padre otra vez. Desde que se fue de su casa, el muchacho sigue añorando el día en que su padre se acerque por su cuenta a la cueva del viejo sin ojos a buscarlo otra vez. Pero los años pasaron y eso nunca ocurrió, tal vez si conociera su pasado sabría el motivo y podría corregir los errores de su anterior vida.