El tiempo pasó de forma lenta, demasiado lenta, pero pasó. Adam tenía 17 años y el día de hoy había terminado de leer las 100 páginas. Mientras que sus compañeros solo habían llegado hasta las 90. Estas últimas páginas eran complicadísimas para todos y lo normal era que un estudiante obtuviera su túnica negra entre los 25-30 años, por lo que el ritmo de Adam estaba siendo anormalmente rápido.
Pero tampoco era sorpresa el hecho de que el joven llegará a las 100 páginas de manera tan rápida. En definitiva, Adam no hacía otra cosa que estudiar el idioma y su único objetivo era obtener la túnica negra en este momento.
En estos dos años y tanto, Adam no había vivido otra aventura y las ovejas aún no habían aparecido. Sin embargo, según el viejo sin ojos, las ovejas se tomarían varios años para comprobar el contenido de la maleta, por lo que faltaba bastante para poder completar el favor.
Como Adam supuso: la bomba no existía y su padrino le había mentido. No obstante, Adam no se sentía molesto por eso, en estos dos años aprendió que su padrino solo quería que sobreviviera a todo y los demás no les importaban.
Pero sobrevivir no era vivir bien y eso Adam lo sabía más que nadie. Estos dos años estudiando como un demente le habían costado toda su juventud. Pero su padrino había sido claro: a partir de los 20 años, cualquier día después de esas fechas tendría que partir sin o con túnica negra, si la purga sucediera.
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Ese fue el regalo de 16 años de Adam por parte de su padrino: enterarse de que los habitantes de los pisos superiores, medios e inferiores serían desplazados de sus casas por otros bibliotecarios.
Por lo cual una guerra se aproximaba para poder evitar ser desplazado. Estudiar ahora era mucho más fácil que en la guerra, por lo cual Adam tenía que aprovechar esta oportunidad a cambio de sacrificar su juventud.
Una vez tuviera la túnica negra, Adam buscaría a su padre y se irían juntos hacia otros pisos más seguros. El joven héroe suplicaba con que el verlo portando la túnica negra provocará un efecto lo suficientemente positivo en su padre para que recuperara algo de su cordura. Según su padrino, una guerra entre bibliotecarios era mucho más violenta y caótica que la guerra entre estanterías, por lo que era una muy mala idea quedar atrapado en el medio.
Ahora mismo, Adam se encontraba celebrando sus 100 páginas, todavía no había ido al colegio para realizar la ceremonia oficial y el joven había decidido faltar a la clase de hoy. Su padrino le había dicho que tenía que hablar con una estantería en específico en este día y solo podía hacerlo este día.
Al parecer las condiciones de la estantería eran llegar a 100 páginas con este idioma en el piso medio. Con condiciones tan específicas, la recompensa debería ser muy buena, en especial pensando que uno debía sacrificar más de 7 años de su vida en aprender un idioma hasta este punto.
Adam estaba bastante emocionado, era la primera vez en tantos años que su padrino le contaba un secreto, por lo que estaba muy expectante de saber que recibiría a cambio de lograr el acertijo de esta estantería.