Adam se asustó, las palabras de su padrino parecían tener bastante sentido. Pero lo que más atemorizó a Adam fue enterarse de que las estanterías también podían mentirle.
Adam miró a la estantería de madera y se alejó lentamente, acercándose a las escaleras y al viejo parado a lado de ellas.
—¿No querías probar mis reglas?— preguntó la vieja aun con una sonrisa amable— Bueno, no importa, si algún día quieres intentar, voy a estar acá para ayudarte.
Adam ignoró a la estantería y se dirigió a la escalera para irse a casa, pero antes de que pudiera irse, el viejo lo detuvo con unas palabras:
—¿Joven, no podrías ayudarme? Necesito llegar a un hexágono, pero ya no puedo ver.
Adam miró al viejo con dudas, si bien no quería seguir a un desconocido, esta persona lo había ayudado con su advertencia, por lo que no le parecía mala persona, así que el niño acepto y preguntó:
—¿A dónde va?
— Hexágono 0 de 18— Respondió el viejo vestido con harapos.
Adam se quedó mirando al viejo unos cuantos minutos de forma aturdida y volvió a preguntar:
—Lo siento, escuché mal , ¿A dónde va, anciano?
— Hexágono ... 0 ... de ... 18— Respondió el viejo con vos robótica.
—Pero no hay nada en el hexágono 0— Dijo Adam mirando al viejo con desconfianza; parecía que le estaban gastando una broma.
—... De 18— agregó el viejo con enojo, como si no estuviera bien decirlo de manera abreviada— Busco algo en sus alrededores, si no quieres ayudarme, puedes irte. No tengo apuro, puedo quedarme esperando en la puerta de las escaleras esperando ayuda de otra persona.
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—Está bien, lo llevaré…— Contestó Adam; no quería que la persona que lo había ayudado tuviera que esperar.
El viejo estiró la mano y tomo el hombro de Adam. No era raro ver ciegos en el piso inferior, muchos eran incluso vecinos de Adam, así que al niño no le pareció raro ayudarlo. Aunque, Adam le incomodaba un poco la apariencia moribunda de las manos del viejo.
El camino no era muy largo, solo había que atravesar el hexágono 3 por la mitad, al fin y al cabo el hexágono 0 siempre estaba en el medio del piso.
Todos los hexágonos que rodeaban al hexágono 0: eran los hexágonos principales del 1-6 y el resto era los secundarios 7-18.
Pero el viejo caminaba de forma muy lenta, por lo cual el recorrido estaba tomando bastante tiempo.
—¿Cuántas páginas lograste leer, chico?—preguntó el viejo, parecía tener ganas de hablar.
—30 páginas— Contestó Adam de forma algo abrupta, sin saber de qué hablar, pero luego recordó que el viejo también tenía túnicas blancas y preguntó lo mismo —¿Cuántas páginas lograste leer, viejo?
—Hace tiempo las leí todas…—Contestó el viejo mientras caminaba con mucha calma y sin apuro.
—¿Por qué vistes túnicas blancas?—preguntó Adam mirando la ropa en harapos del viejo.
El resto de gente los ignoraba por suerte, casi como si no pudieran ver al viejo o como si no quisieran verlo.
—Porque es el principio…—Respondió el viejo con algo melancolía en la voz; cambiando el tono de voz monótona que tenía antes de forma algo abrupta.
Adam no entendía a qué se refería el anciano y continuó su caminata hasta el hexágono 0 sin prestarle mucha atención al anciano, pero el viejo seguía buscando hablar al parecer y preguntó:
—¿Sueles ir hablando con las estanterías de ese modo?— preguntó el viejo con algo de preocupación; probablemente la anterior pregunta solo haya sido para ablandar a Adam y lograr hablar de este tema.
—No, pero justo aprendimos algo en clase acerca de ellas— Contestó Adam, también algo preocupado por el tema
—Deberías mantenerte alejado de las estanterías y de la escuela, niño…— Advirtió el viejo, volviendo a su voz monótona de antes—Al menos ahora que eres joven. Cuando seas grande solo pensaras en las estanterías y en sus libros, hasta que un día te des cuenta de que se te paso la vida leyendo libros…
—Pero no te arrepentirás de eso tampoco…— agregó el viejo mostrando una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.
Adam no contestó, no sabía muy bien qué contestar y ya se podía divisar los alrededores del hexágono 0 en la distancia, así que acompañó al viejo hasta su destino.