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100- El viejo

El viejo no movió la boca y lo miró con aturdimiento. Adam recién ahora pudo notar la cara del viejo. La débil luz roja que iluminaba no ayudaba para mirarlo correctamente: pero noto que el viejo tenía pocos dientes en la boca, tenía unos pocos pelos blancos en la cabeza y aun importante pudo ver que los ojos del viejo eran completamente negros, parecían un negro que buscaba chuparte el alma con solo verlo.

Adam se asustó al ver estos ojos y busco la sombra del viejo, por suerte todavía estaba ahí, si no este viejo podría sentirse tentado a atacar por tener karma de caminos opuestos, según había investigado. Mientras aturdía al viejo, Adam se concentró más en sus oídos, por suerte nadie parecía haber escuchado el grito del viejo. Luego de comprobar por un rato, Adam dio la siguiente orden:

—Tomen los libros en el suelo, si no pueden cargarlos póngalos en los bolsillos de mi túnica, mientras miro al viejo, no hagan mucho ruido y déjenme escuchar atentamente.

Los dos niños no dijeron nada y empezaron a llenar los bolsillos de Adam, había 12 libros, por lo que los bolsillos de Adam y de los niños se llenaron y tuvieron que luchar para cargar los otros. Cuando terminaron, Adam le hizo una señal de silencio al viejo mientras volvía a ponerse los anteojos.

—Eres un héroe, que el infinito te abrace—Murmuró el viejo en voz muy baja masajeando su frente, él probablemente supiera que Adam podía escucharlo de esta forma—Sálvame, muchacho, si logro salir por el espejo lograré seguir viviendo. Nos atacaron unos tinteros, tratamos de defendernos pero fallamos.

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El viejo quería seguir convenciendo al joven con túnica blanca, él sabía que tener esa edad y esos ojos era imposible; así que probablemente el héroe pudiera sacarlo con vida de acá. Pero noto que el joven le dijo que se callara con una señal por lo que permaneció en silencio.

Luego de un rato Adam cargo al viejo en su espalda, no fue muy complicado, el joven héroe tenía 20 años, además subía y bajaba 800 escalones como mínimo todos los días para ir al colegio, fuerza no le faltaba a estas alturas.

El viejo agradeció ser cargado por Adam y continuó en silencio, entendió que no tenían que llamar la atención de las criaturas. Miro a los niños, sobre todo a sus túnicas, ese color de túnicas no lo vio hace mucho tiempo, por lo cual se sintió más feliz. A color de túnicas raras: historias complejas, a historias complejas: más probabilidades de sobrevivir.

Adam con sus anteojos siguió avanzando con por los pasillos, en cada esquina procedía con cuidado a asomar la cabeza usando su técnica, las huellas parecían estar aumentando, pero la distancia con el espejo se hacía cada vez más chica.

Una mano de Adam se utilizaba para tomar los tablones y la otra para sostener mejor al viejo. Por lo cual el joven ya no podía tomar a los niños de la mano; lo cual lo incomodaba, porque no solo los niños obtenían valentía al sentirse acompañados.

Cuando solo faltaban unos pocos pasillos para llegar al espejo, Adam notó que la huellas no hacían más que aumentar por lo que murmuro para Apolo y Hermes:

—Recuerden: si les digo que tomen una estantería, agárrala y no la suelten no importa que pase. A este ritmo nos cruzaremos con un tintero sí o sí. Tiren los libros en sus manos al suelo si eso pasa y no se preocupen por ellos, únicamente miren a sus estanterías hasta que yo les diga.