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Adam...

Aquiles volvió a su casa con una caja llena de materiales para estudiar. En el camino no se cruzó nadie y por suerte la estantería con hongos y musgos no era muy visitada por los bibliotecarios.

Adam se acercó y tomó el libro, la cabeza salió con emoción, pero luego miro con algo de desilusión que solo era el muchacho y no un incauto bibliotecario, parecía que quería decirle algo a Adam, pero el pasillo no era el lugar indicado para hablar; así que se obtuvo.

Adam bajó las escaleras y se cambió las túnicas por otras más viejas, con pasos decisivos se dirigió hasta la salida, pero la puerta no se abrió, en su lugar la misma cara del viejo sin ojos salió de la piedra y dijo con su voz ronca de siempre:

—¿Cómo te fue en tu aventura, joven héroe?

—Bien —contestó toscamente Adam; algo apurado por hacer la tarea que esta vez sí podía hacer.

—Bibliotecarios, siempre tan apurados— Se quejó el viejo sin ojos—Piensan que la vida se les escapa de las manos, pero lo que se les escapa de las manos son las ganas de vivirla; por estar tan obsesionados con el tiempo ... Incluso a tan joven edad.

Al notar que el viejo quería hablar, Adam soltó la caja con útiles escolares y se sentó en una roca para hablar. El viejo sin ojos con preocupación preguntó:

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—¿Cómo te fue en la escuela? Un librillo me contó que el barón Muglok volvió a salir en el piso medio 4 de 5, hexágono 8 de 18, deberías andar con cuidado, joven héroe.

Adam únicamente asintió; todavía estaba algo traumado por la escena de hace una semana.

El viejo notó que el chico estaba en un estado medio anormal y con mucha preocupación pregunto:

—No me digas que te los cruzas... Pero… ¡Saliste vivo! ¿Lograste engañar al barón? Impresionante Adam, nunca deja de sorprenderme hasta dónde puedes llegar para cambiar tu destino. Pero no tientes a la suerte. Al barón probablemente le gustan los héroes; por eso dudo en convertirte en un libro.

—¿Engañarlo? —preguntó Adam con enojo y miedo— Yo solo seguí a Sofía, no hice nada malo. Es una librería mala, no sigue las reglas, pero papá me está obligando a ir a la escuela ... ¡No quiero ir, no quiero ser un libro!

—¿Acaso de verdad no recuerdas quien eres, Adam?— preguntó el viejo algo aturdido — O mejor dicho: la persona con la que vives; a la que llamas padre ¿te contó quién eres y quién es él? Las reglas del barón son muy conocidas, exclusivamente los niños estudian.

—¡Pero yo soy un niño de 10 años! — Se quejó Adam con una rabieta.

—No— Contestó toscamente el viejo sin ojos — Tu cuerpo tiene 10 años, tu mente tiene 10 años , pero tu alma no. No sé si es el momento y no soy yo el que deba decírtelo, pero si obtienes la túnica negra y tu padre no te lo dice, prometo decirte la verdad Adam. ¡Ten cuidado del barón! ¡Y no tengas miedo; porque los héroes no caen tan fácilmente!

Tras decir esas palabras la estantería comenzó a hundirse en la pared de la cueva, mostrando la salida.