Adam se quedó pensando en las palabras del mago antiguo. Lamentablemente, tantos años viviendo en una cueva en soledad lo habían acostumbrado al silencio, por lo cual no noto que a David dicho silencio lo estaba incomodando por algún motivo.
El mago antiguo se levantó del tronco, interrumpiendo el silencio y dijo con una voz algo animada:
—Bueno, tenemos trabajo por hacer: hay una historia que completar para que puedas obtener tu siguiente habilidad mágica joven mago.
—¿Qué tenemos que hacer?—preguntó Adam con cautela.
—Tú por las dudas no hagas nada—Dijo David con algo de preocupación—Tengo el presentimiento que dentro de poco nos atacaran por la costa de la isla.
—¿Cómo sobrevivimos al ataque?—preguntó Adam con preocupación, él no tenía forma de defenderse más que escapando con su sombra.
Cuando preguntó eso, Adam notó que algo se estaba moviendo por la arena, parecía ser una bola de arena que estaba rodando hacia su dirección, la bola no era muy grande: tenía el tamaño de una pelota de tenis.
La bola rodó hasta golpear el pie del antiguo mago y la arena salió salpicada por el suelo y un mini David apareció en el suelo. El antiguo mago se agachó, agarró su copia en miniatura y la llevó hasta su boca oculta por su barba. El mago se tragó la copia y la masticó por un rato mientras gritos de dolor y odio llegaban de la copia en miniatura muriendo en la boca del mago. Con la barba manchada con sangre y trozos de carne, el mago término de engullir a su copia en miniatura y dijo con felicidad:
—No sobreviviremos al ataque. La clave es morir en él ataque.
— ¿Qué?!—preguntó Adam aturdido por la escena de la persona en miniatura siendo comida y aún más extrañado por la respuesta de su supuesto salvador.
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El mago comenzó a sacarse algunos trozos de carne que se había desparramado por su barba blanca, mientras tanto, con mucha calma explicó:
—Estamos en el pasado, así que moriremos y viajaremos al presente. En el presente tendremos que sobrevivir hasta entender cómo salir vivos. Luego nos mataremos y viajaremos al pasado otra vez. En el pasado usaremos lo aprendido en el presente para salir vivos o eso creo… Estoy algo confundido también… pero debería andar…
Adam miro al viejo mago comiendo los pedacitos de carne que sacaba de su barba como si fuera un demente, lo que dijo David tenía cierta relación con la única pista dada por el libro: es decir, el párrafo inicial. Pero la idea de morir para lograr cumplir los objetivos era imposible de asimilar.
—¿Cómo sabemos que estamos en el pasado?—Dijo Adam con dudas del plan.
—Porque es de noche—Respondió el viejo mago—Además porque el presente, pasado y futuro son la clave del acertijo. Además, hay otra pista, mira toma un poco de arena de la playa y tirarla sobre tu mano.
Adam hizo caso y tomó un puñado de arena del suelo, luego levantó el puño y tiró la arena sobre su mano, pero la arena no caía de su mano, sino que empezó a subir al cielo.
—¿Cómo descubriste esto? ¡No te vi hacer el truco!—Dijo Adam, impactado por el descubrimiento, tenía la cultura general para saber que los relojes de arena funcionaban de manera contraria.
—Los libros mágicos no tratan de matarte con sus desafíos...—Contestó el mago con calma, volviéndose a sentar en el tronco y mirando al fuego, dijo con tono alegre—Solo buscan probarte, por lo que dejan pistas por todos lados, mira al fuego notaras otra pista más.
Adam hizo caso y se acercó a mirar al fuego, al principio no noto nada extraño, pero luego noto que las maderas del fuego no se estaban quemando, sino que parecían como si ya estuvieran quemadas y ahora se estaban regenerando en el fuego.
Incluso podían verse algunas cenizas volviéndose a unir a la madera, mostrando como todo volvía para atrás en el tiempo. El efecto parecía ser obvio, pero el fuego lo ocultaba muy bien, por lo que uno tenía que concentrarse para notarlo.
El viejo mago, al ver que Adam había visto, el efecto dijo con alegría:
—Bueno, ahora que tienes la respuesta correcta trata de ir encontrando más pistas por tu cuenta, tenemos algo de tiempo hasta el ataque.
Al decir eso, el viejo mago, sacó una caja de metal de su traje, la abrió y unos cuantos cigarrillos podían hallarse ordenadamente, con calma, sacó uno y lo prendió en el fuego de la fogata. Adam siguió la indicación del antiguo mago y se puso a buscar pistas por la playa.