El tiempo pasó de forma cada vez más lenta. Los días eran amargos y las noches largas para el joven héroe. La mente de Adam no paraba de recordar recuerdos horribles de su infancia y los pocos momentos felices que supo tener en la escuela eran tapados por la cara sonriente del profesor Aquiles que el joven ya no podía recordar… o tal vez ya no quería recordar.
Hace años cada vez que Adam veía a su profesor en la escuela solo se encontraba un rostro deforme que había crecido como un parásito sobre el rostro original de Aquiles. El parásito hace tiempo había tomado el control de su cuerpo, dando nacimiento al nuevo profesor “Aquiles”.
No obstante, el profesor parecía seguir vivo porque todos los días, Adam podía observar lágrimas deslizarse por debajo del grano que cubría la cabeza de Aquiles. Incluso si el joven se acercaba lo suficiente a su profesor podía escuchar los mugidos de dolor de Aquiles provenientes de abajo del grano.
Pero nadie en la escuela hacía nada y Adam tampoco buscaba hacer nada para ayudar a su profesor: el joven ya había crecido y ahora era un bibliotecario más del montón.
Hace unos años, sus dos compañeros de clases habían abandonado la escuela y decidieron viajar juntos rumbo a los pisos superiores. Los enamorados ya habían aprendido las 120 páginas del idioma superior hace mucho tiempo, pero se lo ocultaron a todo el mundo, por lo que Adam se sorprendió bastante al enterarse de su decisión el día de la despedida.
El último día que el joven héroe vio a Franco y Bianca, ambos se despidieron de Adam portando las túnicas negras con una gran sonrisa en el rostro. Sus compañeros con amabilidad y cariño le advirtieron sobre el secreto de la escuela y la purga que se aproximaba en los años venideros.
El joven pelirrojo se había quedado con la boca abierta de incredulidad durante toda la despedida. No solo sus compañeros de clase habían logrado obtener la túnica negra antes que él, a pesar de que él malgastó toda su juventud para poder lograr lo que había logrado hasta la fecha. Si no que para colmo Franco y Bianca tuvieron la gentileza de revelarle los secretos que él les estaba ocultando a ellos.
Enterarse de la cruda verdad lejos de ayudar a Adam, únicamente le demostró que también era parte de la sociedad podrida de los bibliotecarios y ya incluso siendo un niño prefería condenar a sus compañeros de clase a la miseria, antes de intentar contarles la verdad y exponerse a las consecuencias.
En la otra vida el joven héroe se había opuesto al sistema y había luchado contra esta sociedad. Pero fracasó en el intento y por consecuencia de ello perdió su oportunidad de aprender a leer, condenándolo a una vida de amarguras donde dependía de intercambiar favores para lograr sobrevivir.
No obstante, en estos 20 años de vida Adam únicamente había sido otro bibliotecario sumiso que escondió la cabeza para salvar su propio cuello de la guillotina, condenando a todo el mundo en el proceso.
Sin embargo, el resultado no había cambiado y el joven héroe no había logrado escapar de su desgracia al igual que en su vida pasada, dado que desde que Adam se enteró de la verdad expuesta por Franco y Bianca, los días del joven habían sido amargos y sus noches tristes por haber descubierto que era el héroe más falso de toda esta historia.
Con el tiempo, Adam aprendió la irónica verdad acerca de que todos los habitantes del piso medio sabían de la purga y que la guerra se aproximaba. No obstante, todos decidieron ocultárselo al joven y Adam se lo ocultó a ellos: salvo sus compañeros de clases, que por ironía de la vida nunca más volvió a ver desde el día que se despidieron tratando de salvar la vida del hombre que había decidido condenarlos a muerte para salvarse a sí mismo en su mente.
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Fue entonces que, en una noche amarga y entre lágrimas, el joven pelirrojo comprendió la verdad de su triste existencia: 'Sus compañeros tenían los corazones de un héroe y la apariencia de bibliotecarios normales, sin embargo, él portaba la máscara de un héroe, mientras ocultaba el corazón de un desgraciado'
Ese día Adam logró comprender completamente por qué el rostro de la estantería enmascarada que simbolizaba el camino de los héroes estaba llorando y era porque nada daba más pena que vivir como un héroe falso.
En el día de hoy, Adam se encontraba sentado en su escritorio, las lágrimas no paraban de salir de su rostro, mientras lloraba sobre la página 120 de su cuaderno amarillo y la chapa de metal que usaba como indicador de páginas. El sonido de Adam llorando y las lágrimas cayendo sobre el papel y el metal de la chapa eran lo único que se escuchaba en la fría y húmeda cueva iluminada con los champiñones azulados.
El día de hoy, Adam había logrado leer 120 páginas de las 140 páginas necesarias para recibir su túnica negra, sin embargo, las lágrimas que salían de su rostro no eran de felicidad sino de tristeza. Porque estás 120 páginas para el joven no eran nada más que un recuerdo de todos los años de su juventud desperdiciada aprendiendo este infernal idioma; un recuerdo de que toda la felicidad de su infancia eran mentiras diseñadas y un recuerdo de que estaba completamente solo en una gran cueva llena de hongos, sin absolutamente nadie que lo felicitará por haber llegado tan lejos.
Estos fueron unos largos y dolorosos 10 años de la vida de Adam para finalmente lograr leer estas exiguas 120 páginas, que eran el único logro en su solitaria vida.
Con únicamente 20 años, Adam era el hombre más rico de todos los pisos medios, sin embargo, acá estaba llorando frente a su cuaderno amarillo sin que nadie viniera a darle unas palabras de aliento.
Con solamente 20 años, Adam había conseguido 4 libros mágicos y no obstante, esos cuatro libros mágicos no eran más que medallas obtenidas por haber logrado sobrevivir una tragedia.
Con exclusivamente 20 años, Adam había obtenido un objeto mágico que era algo con lo que la mayoría de bibliotecarios de estos pisos únicamente podían soñar. Aun así, de nada servía un objeto de lujo más que para dar silenciosa compañía.
El joven lloraba y lloraba porque no había nadie con quien disfrutar todas las cosas que tenía y había conseguido, no había nadie en la vida de Adam: no tenía amigos, no tenía familia, no tenía novia. Adam no tenía absolutamente a nadie en su vida que lo quisiera de verdad: ¡¡Que lo quisiera desinteresadamente!!
Con nada más y nada menos que 20 años, Adam se levantó del escritorio empapado en sus lágrimas, tomó la chapa de metal arriba de su libro de idiomas y se dirigió hasta el lago de la cueva. Se paró sobre el borde del lago y comenzó a mecerse en el borde mientras lloraba.
Acto seguido, el pelirrojo se cortó el cuello con la chapa de metal. Cayó sobre el lago con los brazos abiertos e imploro a los dioses con que esta vez y solo por esta vez, el agua no pudiera curarlo y dejara que todo su sufrimiento terminara.
Una gran vida con riquezas ilimitadas, libros mágicos y un objeto milagroso. Sin duda una vida envidiable: ¡Una vida con un gran futuro por delante!. Y la verdad de esta triste historia era que esta gran vida estaba por terminar el día de hoy. La sangre de Adam se escurría por el lago calentando y abrazando por última vez el cuerpo del joven, mientras los ojos de Adam lentamente se cerraban.
Pero antes de cerrarse por completo, sus ojos miraron con desesperación como el agua de la cueva volvía a curarlo, para que toda esta cruda historia pudiera continuar hasta tener un final feliz. Porque el camino de un héroe no podía acabar así… Al menos no en el libro que Adam había leído durante estos 10 años: al menos no en la historia del héroe descrito en el libro de idiomas. Poco a poco, Adam reflexiono sobre esa infernal historia de heroísmo hasta que finalmente perdió la conciencia.
Mientras la tragedia ocurría, el rostro decrépito de un viejo se asomaba desde una de las esquinas de las cuevas. En el rostro formado con piedras unos ojos podían hallarse un par de ojos los cuales estaban llorando tinta negra mientras miraba la nueva rutina del joven héroe pelirrojo.