Especial 28: Los cazadores de monstruos.
*Punto de vista en tercera persona*
La ciudad de Silvertha, la tercera ciudad más grande del reino.
Un afluente de comerciantes se reúne y vive en esta ciudad, conocida como la ‘Gloria del Mercader’. Aquí, opuesta a la escasez en las fronteras más al sur, la abundancia se hace visible de esquina a esquina…
Carros, hogares, personas, se puede ver el lujo en todo.
El oro, la plata y las gemas mueven a Silvertha… Promesas se hacen de que se encontrarán con solo llegar aquí, pero si eso es cierto, faltará por verlo.
En una de las mansiones de la zona norte, en el barrio de los más ricos entre los ricos, un anfitrión recibía a un grupo de invitados con quienes esperaba ansiosamente encontrarse.
Una exquisita mansión de cantera blanca, tan grande como un castillo, ubicada en un amplio terreno donde otros edificios de tamaño aún más monumental se hallaban construidos, sería el lugar de encuentro de dos amigos.
El dueño de estas fincas y anfitrión, también acababa de llegar hace poco, no se veía muy apegado a esta mansión, pese a que sería la envidia de cuantos la vieran..
“Señor Víctor, hace tiempo que no ve a su majestad, la princesa Karen. ¿No deberíamos preparar un banquete para su llegada?” (mayordomo)
“No, la urgencia con la que me convocó me hace pensar de que está corriendo contra el tiempo… Un evento tal como un banquete no será necesario.” (Victor)
El hombre que esperaba a la llegada de la invitada, la tercera princesa de Eralgia y partidaria de la facción de la Eliminación de los sucios, Diana Karen Viuden, era su amigo Víctor Nauchin, un comerciante de esclavos y organizador de combates... fueran de personas o (su mayor pasión) de monstruos.
“Traje 300 de mis más caros esclavos hasta esta ciudad de decadencia porque ella me prometió que me conseguiría monstruos raros… Como un hobgoblin de piel rosa. Si de verdad es cierto, valdrá la pena haber venido hasta acá.” (Víctor)
“¿El lujo de esta mansión no es suficiente para su adinerado trasero?” (¿?)
Una chica lizardon que cuidaba la entrada de la habitación junto a un musculoso hombre de su misma especie, maldijo entre dientes a Víctor… Pero su voz fue suficientemente audible para él y para su compañero.
Víctor Nauchin miró a la joven lizardon con ojos serios pero sin reflejar mucha emoción en su rostro, cuando se puso de pie, el hombre lizardon reaccionó asustado.
“Espere, mi señor… Mi hermana esta pasando por una etapa agresiva en su crecimiento como todas las hembras de nuestra especie… Le ruego que tenga misericor… gurhhh…” (hombre lizardon)
Tratando de interceder por su insolente hermana, el hombre lizardon dio excusas que no sirvieron de nada. Otros guardias que estaban en la habitación sometieron a ambos con golpes y cuerdas hasta que quedaron de rodillas y a merced de su señor.
Cuando Víctor llegó frente a la chica lizardon, le dio una parada en su rostro.
“¡Darla!” (Hombre lizardon)
La lucha del hombre lizardon para liberarse y ayudar a su hermana no fue suficiente, incluso sus grandes y bien desarrollados músculos no podían contra el número de hombres que lo estaban reteniendo… Él solo podía ver como Víctor golpeaba a su querida familia.
“Tu, maldita lagartija… ¡Eres basura! ¡Un desecho! ¡Una bestia inmunda! ¡¿Te crees graciosa?! ¿Eh? ¿Eres divertida? ¡Eres un chiste! ¡Te mostraré lo que es verdadera diversión! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma!” (Víctor)
Incluso con la fuerza y número de patadas, la joven lizardon apenas se veía lastimada… Incluso sus ojos no mostraban el más mínimo remordimiento por insultar a su señor… Su dueño.
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“Tu madre pagará por tu estupidez.” (Víctor)
“Eres un cobarde… Un sucio cobarde.” (Darla)
“¡Darla, por favor!... Mi señor, yo aceptaré su castigo pero no le haga daño a nuestra madre… ¡Le conseguiré sin falta a esos monstruos!” (hombre lizardon)
“Eso pasará sin dudas, o me desharía de ustedes tres en la hoguera… Cuando regresemos a Mulch los haré presenciar como azoto a su madre… ¡Encierrenlos hasta que llegue la princesa Karen!” (Víctor)
“¡No! ¡Le ruego clemencia, mi señor!” (hombre lizardon)
Las súplicas fueron ignoradas y los dos hermanos fueron sacados de la habitación… La chica lizardon no dijo más, pero en sus ojos brillaba la flama de la rebeldía.
“¡Sucias pestes!” (Víctor)
…
La chica lizardon y su hermano fueron llevados y aprisionados en un calabozo construido debajo de la mansión… Pese a que Víctor Nauchin no visitaba a menudo la ciudad de Silvertha, la mayoría de las jaulas estaban ocupadas por hombres, mujeres y niños de distintas razas, incluidos humanos…
La mayoría eran esclavos que fueron comprados para entretener a las personas que visitaban la arena de combate construida en las inmediaciones de la mansión (y también propiedad de Victor).
Los demás eran bandidos pertenecientes a bandas o ladronzuelos callejeros que robaban para subsistir. También habían algunos enemigos de Víctor y familiares de estos que no habían sido asesinados ya.
“Lo sentimos, Darla, Darwin. Fuimos muy duros sometiéndolos.” (guardia 1)
“No, está bien… Ustedes se tienen que cuidar a sí mismos… La culpa la tuvo mi insensata hermana menor.” (Darwin)
No había enemistad entre el hombre lizardon y los guardias de Víctor que lo escoltaban a él y a su hermana hasta sus celdas.
“Darla… Tienes que cuidar tus palabras… El señor Víctor no dudará en matarlos a ustedes dos y a su madre si vuelves a insultarlo… Lo hubiera hecho de una vez si no fueran tan hábiles guerreros y cazadores de monstruos.” (Guardia 2)
“Ese maldito solo nos tiene bajo control porque tiene a nuestra madre como rehén… Tengo tantos deseos de matarlo y arrancarle la cabeza para exhibirla como trofeo.” (Darla)
“¿Quieres dejar de decir semejantes estupideces de una vez? Solo seguirás metiéndonos en problemas.” (Darwin)
“Que no te escuchen los carceleros, Darla.” (Guardia 1)
“¡Hmp!” (Darla)
“Chicos… Lo que acaba de decir ella…” (Darwin)
“No lo diremos, tranquilo.” (Guardia 1)
“Gracias.” (Darwin)
Los escoltas, que parecían ser amigos cercanos al par de hermanos, los dejaron en manos de un carcelero para que los encerraran y se retiraron de vuelta con su señor con sentimientos de pena en sus corazones.
“Se ven muy tristes por ustedes incluso siendo humanos… ¡Pero yo no! ¡Caminen!” (carcelero)
Aunque no tendrían problemas en matar al carcelero y escapar, habían otros guardias armados con arcos o lanzas… Y estaba el detalle de que su madre era un rehén.
Darla y Darwin, los hermanos lizardon, fueron puestos en pequeñas celdas contiguas donde apenas cabían… Su carcelero y verdugo sonrió satisfecho de verlos incómodos antes de retirarse.
“No ha sido muy distinto su trato con nosotros desde que éramos niños… ¿Por qué te comportas tan rebelde ahora?” (Darwin)
La excusa de que Darla atravesaba por una etapa difícil era una mentira.
“¡Estoy harta!… Harta de sus insultos, harta de sus malos tratos, harta de cómo nos ve como si fuéramos inferiores a él…” (Darla)
“Somos esclavos, es lógico que seamos tratados así…” (Darwin)
“¿No es más bien porque somos lizardones? Muchos de los esclavos humanos son tratados con dignidad.” (Darla)
“Es cierto lo que dices. El señor Víctor tiene vínculos con personas de pensamientos muy radicales, y él mismo lo es… Pero mira a tus alrededores, aquí hay esclavos humanos que también son tratados muy mal.” (Darwin)
Darwin dejó escapar un suspiro viendo que su hermana Darla seguía teniendo una mirada cargada de resentimiento.
“Si quieres culpar a alguien de nuestra situación, culpa a nuestro padre… El fue el que se endeudó con el señor Víctor y nos condenó a una vida de esclavitud.” (Darwin)
“¡No hables mal de papá! ¡Él fue engañado!” (Darla)
“Tal vez, pero sus sueños se volvieron nuestra condena…” (Darwin)
“¿Hasta cuando…? ¿Hasta cuando podremos ser libres? ¿Hasta cuando tendré la oportunidad de matar a ese maldito? ¡Dímelo, hermano!” (Darla)
“............Hasta que deje de tener poder sobre nosotros… Pero sabes lo que ello implica, ¿verdad?” (Darwin)
Hubo silencio como respuesta, Darla sabía que mientras su madre continuara con vida, Víctor tendría poder sobre ellos.
No es raro que un esclavo mate a su amo; aquellos que deseen poseer a otros más fuertes que ellos mismos y darse el lujo de tratarlos mal, deben tener los medios para evitar que eso pase.
Para que los hermanos pudieran rebelarse, su madre necesitaría estar muerta.
Aunque claro, también tendrían que abrirse camino entre los guardaespaldas y demás guardias de Victor para poder matarlo, y aun si lo lograban, quedarían marcados como asesinos y serían perseguidos por los soldados del reino.
No importa que tan mal lo trate su amo, un esclavo será un criminal si lo asesina.
“Tendremos algo de tiempo para que se te enfríe la cabeza… Con suerte, el señor estará tan feliz que perdonará tu afrenta una vez que capturemos los monstruos que desea.” (Darwin)
Los dos pasaron dos días dentro de esas incómodas prisiones… Pero en lugar de que tuviera el efecto deseado, el encierro sólo sirvió para acrecentar el rencor en Darla… Y permitirle relacionarse y confabular con los otros presos del calabozo.
Especialmente con una chica que, como ella, le tenía mucho resentimiento a Víctor Nauchin.