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Especial 17

Especial 17:  Esclavos de mala calidad

*Escrito en tercera persona*

Era temprano, una mañana fresca.

Aún faltaba tiempo para el otoño, pero el amanecer era fresco todo el año en la región de Goldtree.

Algunas nubes se aproximaban desde el sureste, muy probablemente llovería más tarde o hasta en la noche.

Un hombre vestido con túnicas de algodón esperaba fuera de un gran edificio, ubicado en medio de una plaza donde estaban puestas muchas carpas de gran tamaño, dándole una apariencia de mercado a la plaza.

Y no era solo apariencia, se trataba de un mercado. 

El mercado de esclavos.

Cada carpa era una tienda donde se vendían personas, fueran humanas o de otras razas, habitantes de Eralgia o extranjeros. 

Todo aquel que estaba encadenado o enjaulado era mercancía. 

Los mercados de esclavos son especialmente activos durante la noche, cuando un comprador podía llevarse su mercancía a alguna de las posadas de los alrededores y ‘usarla’ por primera vez. 

Ese no era el único propósito por el que alguien compraba un esclavo, pero si uno de los más comunes; es por eso que los mercaderes sacan a sus mujeres y hombres de mayor atractivo por las noches; y durante el día, todos permanecen en sus jaulas dentro de las tiendas. 

El hombre que esperaba frente al edificio era también un comerciante de esclavos, y por cada minuto que esperaba se le veía más impaciente.

Su nombre era Brunch, un hombre precipitado que era malo haciendo negocios; muchos de sus conocidos afirmaban que él terminaría con el linaje de su familia como vendedores de esclavos por generaciones.

“Ese inútil de Mormin, seguro se le atravesó una taberna, ¿Por qué acepté dejarlo ir por el encargo? Solo espero que no vaya a lastimar a la mercancía.” (Brunch)

Brunch se mordió la uña de uno de sus pulgares y comenzó a caminar de un punto a otro y de regreso. 

“Me gasté la última moneda de oro que tenía por este valioso grupo, no puedo creer que Mormin se lo tome tan a la ligera. Si algo sale mal quedaré en la ruina y él también.” (Brunch)

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Comenzó a asustarse de la idea de perderlo todo, y miró a sus alrededores esperando encontrar a su asistente.

Sus finanzas iban en picada, gastaba más de lo que ganaba vendiendo esclavos; así que como un último esfuerzo, se atrevió a correr un riesgo e invertir en un caro grupo de esclavos provenientes de los países del norte, algunos de los cuales estaban en guerra con Eralgia.

El hombre al que le compró los esclavos le aseguró que eran valiosos y que podría ganar cien veces lo que invirtió por ellos.

El entusiasmo y deseo de no quedar en la calle se apoderaron de Brunch, por lo que aceptó el trato sin dudar.

“Vamos, vamos, ¿Por qué tardas tanto, Mormin?” (Brunch)

Su plan era exhibir a los esclavos en el edificio a sus espaldas esa misma noche. 20 monedas de oro por cada uno de los cinco esclavos como mínimo.

Dicho edificio era una construcción en forma de anfiteatro donde se podía realizar subastas durante el abrigo de la noche…

“¡Al fin!” (Brunch)

El ánimo de Brunch cambió para bien al ver el carruaje que se acercaba, con su asistente conduciéndolo.

Un poco tarde pero todavía tenía tiempo de limpiar a los esclavos y pasearlos por la ciudad para atraer posibles compradores.

Cuando el vehículo se acercó lo suficiente para que Brunch pudiera ver el rostro de Mormin, se dio cuenta por su expresión que traía malas noticias.

“No puede ser, no puede ser, ¿Y ahora qué?” (Brunch)

Corrió hacia el carruaje, el cual se detuvo.

“Mormin, ¿Que ha sucedido?” (Brunch)

“Jefe… Nunca vio la mercancía antes de comprarla, ¿verdad?” (Mormin)

“No lo hice, el hombre que me ofreció el trato me dijo que era mercancía exótica de los países del norte, y se veía como alguien muy confiable.” (Brunch)

“No importa que tan confiable y honrado se vea, debe asegurarse de ver a los esclavos antes de soltar el dinero.” (Mormin)

“¡No me hables con ese tono! No soy ningún idiota.” (Brunch)

“......No es la primera vez que lo engañan…” (Mormin)

“¡Quiero verlos!” (Brunch)

Enojado, Brunch se dirigió a la parte trasera del carruaje. Mormin suspiró fastidiado.

La puerta no tenía candado, solo un seguro en la base; cuando Brunch la abrió y vio dentro del carro, su rostro se llenó de angustia y desesperanza.

Había cinco personas encadenadas, pero incluso sin los amagues no podrían escapar.

Todos estaban en un muy mal estado, sería normal pensar que morirían ese mismo día.

“La orco y la tigresaria tienen muchos de sus huesos fracturados, la mujer humana está llena de golpes y no puede comer, la cíclope tiene una enfermedad respiratoria, y el niño humano no puede recuperar la consciencia… Comprar los medicamentos o contratar a un mago que pueda curarlos será muy costoso, al menos dos monedas de oro.” (Mormin) 

“¿Que voy a hacer ahora?” (Brunch)

“En este estado no podrán ser subastados, tendrá que venderlos en la tienda… Pero a un precio muy bajo.” (Mormin)

“Así no valen ni 50 monedas de metal pobre.” (Brunch)

Era el fin de Brunch.