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Capitulo 63

Capítulo 63: El encuentro en el mercado de esclavos.

El lugar era mucho más grande de lo que creí.

Una enorme plaza no muy lejos de la zona roja era el lugar donde estaba establecido el lugar para comprar esclavos.

Pensé que se trataría de unos cuantos edificios destinados a la venta de personas, pero de veras que subestimé nuevamente la cultura de Maltras.

Muchas carpas estaban instaladas en el lugar, sus dueños trataban de atraer la atención de la multitud de hombres, mujeres… y niños, que deambulaban en busca de esclavos.

Al ver las carpas llegué a la idea de que yo debía conseguir una… La tienda que teníamos para acampar era insuficiente para dormir junto a todas mis chicas.

“Es bastante pequeño… Pero no hay que perder la esperanza…” (Fortuna)

“¿Esto es… pequeño?” (Aruh)

“Si, el mercado en Silvertha es 30 veces mayor y ocupa toda la zona sur de la ciudad.” (Fortuna)

“Pero aunque es pequeño, cuenta con esclavos de muchos países. Es un buen lugar para buscar.” (Dob)

Vi a Eugene, él miraba en silencio los alrededores, un sentimiento de melancolía se reflejaba en su rostro.

“¿Eugene?” (Aruh)

“Es la primera vez que pongo un pie en un mercado de esclavos como un hombre libre…” (Eugene)

Cerró los ojos y sonrió.

“Mi señor, ¿Es malo que me sienta tan aliviado?” (Eugene)

“No, en lo absoluto.” (Aruh)

Empezamos a buscar en cada una de las tiendas, Eugene era quien estaba a la cabeza del grupo. Se nos presentaron a muchas esclavas y a muchos jóvenes.

“¡Pasen y vean! ¡Tenemos chicas vírgenes de una gran variedad de razas!” (vendedor 1)

“¡Esta chica era una noble de Timancera! ¡Y tiene una belleza sin comparación!” (vendedor 2)

“¡Guerreros lizardones! ¡Son fuertes y darán su vida para protegerlos!” (vendedor 3)

Me sentía muy mal en este lugar, el ver las miradas llenas de deseo en los compradores, de codicia en los vendedores, y de tristeza en los esclavos.

“¡Sea fuerte, joven Hydran! Podrá parecer repugnante, pero la esclavitud es importante para la economía del reino.” (Dob)

Fortuna me tomó del brazo y Eugene apretó sus puños y agachó un poco su cabeza.

“No, me encuentro bien… Sigamos hasta revisar todo el mercado.” (Aruh)

Puse mi mano sobre el hombro de Eugene.

“¡Salvemos a tu familia!” (Aruh)

“Si… Gracias, mi señor.” (Eugene)

Continuamos buscando. El mercado tenía una gran variedad de personas de muchas razas y originarias de distintos países, estuvieran cerca o lejos de Eralgia… Incluso había gente del imperio.

Habían Prentes, una raza grande y narizona

Wivsoynes, personas con una piel que tenía la apariencia de un exoesqueleto.

Jobujs, personas muy peludas y con cuernos.

Trolls, regordetes y de poca inteligencia pero de naturaleza pacífica.

Eran solo algunas de las razas ‘exóticas’ que los mercaderes tenían disponibles, ninguna provenía de algún país alrededor de Eralgia…

Muchos vendedores no solo se dedicaban a tratar de vendernos esclavos, sino que nos estudiaban a Fortuna y a mí.

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“¿Originarios de Summen? Si, tengo unos cuantos.” (vendedor 4)

Gracias a la investigación que realizó Dob, conocíamos de algunas tiendas donde vendieran esclavos provenientes del país de Eugene.

La búsqueda duró varias horas, pero no estaba rindiendo frutos.

“Esas son todas las tiendas donde pude confirmar que había habitantes de Summen… No, de hecho puede que exista una más, pero tiene mala reputación.” (Dob)

“¿Mala reputación?” (Eugene)

“El dueño no es muy confiable y corre rumores falsos sobre sus esclavos… Por eso es poco probable que la información sea creíble.” (Dob)

“Un comerciante hace correr falsos rumores cuando se encuentra muy desesperado porque su negocio está en peligro de caer en la ruina… Pero es una mala técnica y solo los mas torpes la utilizan…... Digo que vayamos.” (Fortuna)

Fortuna lo pensó un poco y nos sugirió ir.

“Ocasionalmente, dichos comerciantes se enfocan en cumplir sus palabras para demostrar que no mentían…” (Fortuna)

“Hay que aprovechar cualquier oportunidad, vayamos entonces.” (Aruh)

La tienda a la que nos llevó Dob era bastante pequeña y estaba un poco escondida, sin ayuda jamás nos hubiéramos dado cuenta de que existía.

“¿Llaman a eso mercancía exótica? ¡Solo es basura!” (cliente)

“ Espere, por favor, ¡Solo considérelo!” (dueño)

Un cliente molesto salió de la carpa y el vendedor salió tras él.

“¡He dicho que no!” (cliente)

Ante la rotunda negativa del cliente, el dueño se tiró de rodillas.

“Lo sabía… Estoy… Arruinado.” (dueño)

“Disculpe… Escuchamos que maneja esclavos de Summen, ¿Es eso cierto?” (Fortuna)

Fortuna le preguntó al hombre sin prestarle atención a lo que acababa de ocurrir.

Al escucharla, el mercader levantó la cabeza, sus ojos brillaban de esperanza.

“Es correcto, tengo esclavos de Summen.” (dueño)

Se levantó y se sacudió la túnica para después extenderle la mano a Fortuna.

“Soy Brunch.” (Brunch)

“Fortuna Dewell. Ahora, me gustaría que nos muestre los esclavos que asegura que son de Summen.” (Fortuna)

“Si, aunque no los tengo de momento en esta tienda… Haré que mi ayudante los traiga… Mientras, pueden pasar a la tienda, no tardará en llover.” (Brunch)

Muy probablemente se trate de un engaño y tenga pensado convencernos de comprar a alguno de los esclavos que tiene dentro.

“Puede ver el resto de mi mercancía en lo que espera a que traigan los esclavos.” (Brunch)

Si, estaba en lo cierto.

“Fortuna, será mejor que nos retiremos.” (Aruh)

“Tienes razón. Lamento las molestias señor Brunch, pero cambiamos de opinión.” (Fortuna)

“¡Esperen! ¡Les estoy diciendo la verdad!... ¡Mormin! ¡Mormin! ¡Ve y trae a los esclavos de Summen” (Brunch)

Un hombre salió de la tienda, se le veía cansado, o más bien, indiferente.

“Jefe… Solo tenemos a estos esclavos con nosotros… No es necesario que mienta.” (Mormin)

“Si-Silencio… Sabes que si los tenemos…” (Brunch)

Brunch regañó a su ayudante y después se dirigió a nosotros.

“Es un ayudante torpe… Yo… Yo mismo iré por los esclavos de Summen, solo esperen un poco aquí.” (Brunch)

“Es suficiente, jefe… Disculpenlo, no es un mal hombre… Solo está desesperado por un mal negocio que hizo.” (Mormin)

“Que sea un buen hombre no le da derecho a querer cometer fraude… Tenemos prisa..” (Aruh)

“Lo siento mucho, no volveremos a darles más problemas… Entremos, jefe” (Mormin)

Asenti a la disculpa del ayudante y nos retiramos.

“No… No es mi culpa que caiga en la quiebra… Compré a los esclavos porque me dijeron que eran de razas exóticas… ¿Como iba a saber que me los entregarían al borde de la muerte?” (Brunch)

Me detuve al escucharlo… No era de mi incumbencia, pero sentí que no podía ignorar tales palabras.

“¿Aruh?” (Fortuna)

“Fortuna, Eugene… Me disculpo, pero… ¿Podría pedirles que esperen por un minuto?” (Aruh)

“Joven Aruh, aún con lo amable que es…” (Dob)

“Muy bien… Yo te acompaño.” (Fortuna)

“Yo también, mi señor.” (Eugene)

“Muchas gracias.” (Aruh)

Mi instinto como médico me llevó a desear ayudar a los esclavos heridos del mercader Brunch.

“Está bien, también lo acompaño… Pero si va a curarlos, comprelos primero.” (Dob)

“Si, concuerdo con Dob. Si algo le ocurre a los esclavos bajo tu cuidado sería responsabilidad tuya y podrían exigir una alta compensación.” (Fortuna)

“El reino lo pagaría por usted, pero quisiera evitar que pase de todas formas.” (Dob)

Acepté la proposición y me dirigí con Brunch y su asistente.

“Después de todo si estoy interesado en ver los esclavos que tiene… Quisiéramos pasar a verlos.” (Aruh)

Los dos hombres pusieron expresiones tontas y de incredulidad a mis palabras; pero volvieron en sí y la esperanza regresó a sus rostros.

“¡Si! ¡Si! ¡Adelante! ¡Vean los maravillosos esclavos que tengo!” (Brunch)

Urgidos por su renovada alegría, Brunch nos condujo hasta el interior de su tienda…

¡Era desolador!

Cinco personas yacían en estados deplorables dentro de jaulas individuales. Sus cuerpos desprendían aromas desagradables.

“Estos son los cinco esclavos que tengo en exhibición… Si, están en mal estado, pero con un poco de inversión en curar los males se haría de muy buena mercancía.” (Brunch)

Un hombre... no, una mujer orco, una mujer humana, una chica tigretaria, otra de raza cíclope, y un niño humano.

Llamar la condición de cada uno solo como mal estado es una mentira absurda; cuando dijo que estaban al borde de la muerte, esa si fue la verdad.

Fortuna, quien venía inmediatamente detrás de mí, retrocedió y regresó afuera.

“El precio por cada uno es de una moneda de oro… Pero dejaré los cinco por solo tres monedas de oro.” (Brunch)

Ignorando la reacción de Fortuna, Brunch me informó del precio.

“¡Debe ser un chiste! ¡Están en terrible estado!” (Fortuna)

Fortuna exclamó furiosa desde el exterior de la tienda.

“Vamos, vamos… Un buen alquimista o curandero podría salvarlos…” (Brunch)

“No intente aprovecharse de la buena voluntad de mi señor y mi señora…” (Eugene)

“Q-Quizas podría rebajarlo hasta una moneda…” (Brunch)

“Incluso yo sé que estas personas no cuestan…” (Eugene)

Cuando Eugene comenzó a mirar a los esclavos mientras le reclamaba a Brunch por intentar estafarnos… cesó de hablar cuando vio a la mujer humana.

“...... ¿Keeva?... ¡Keeva!” (Eugene)

Desesperado, Eugene se lanzó contra la jaula donde se encontraba la mujer, metió sus manos a través de los barrotes y le levantó el mechón de cabello que cubría su rostro.

“Keeva… Eres tú… Keeva…” (Eugene)

Se trataba de su esposa.