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Capitulo 118

Capítulo 118: La entrada a Menat.

*Punto de vista en tercera persona*

Una fila enorme se extendía desde la entrada a la ciudad amurallada de Julcho. Mercaderes, mercenarios, y otros grupos de personas esperaban formados a que fuera el turno para que pudieran ser revisados y entrar.

No había mucha distinción de clase social o de raza, por lo que en una parte de la fila podía verse a un campesino trayendo animales para vender, y detrás de él vendría un burgués en un fino carro de madera construido por algún famoso artesano… Para evitar que ocurrieran rencillas entre las personas, algunos guardias hacían patrullaje; por su equipamiento, un conocedor fácilmente se daría cuenta que eran fuerzas de autodefensa con escasez de entrenamiento y no militares. Pero era mejor que nada.

“Fiuu… ¡Si que es una fila larga! Se hará de noche para cuando logremos entrar.” (Varetsi)

“Quizás Dob pueda echarnos la mano para que nos permitan adelantarnos, je, je.” (Fion)

“De hecho, si puedo.” (Dob)

“¡Waahhh! ¿Nos escuchaste? Es de mal gusto.” (Fion)

“Todas lo hicimos, para tratar de hablar entre ustedes dos, usan una voz muy fuerte.” (Naku)

“Lo sentimos, señorita Naku.” (Varetsi/Fion)

“No pasa nada, es por eso que Dob nos acompaña después de todo.” (Aruh)

Un grupo se acercaba a Julcho, y destacaba mucho. No era especialmente numeroso, pero traían consigo varios vehículos, algunos de los cuales eran de uso militar o solo usado por comerciantes muy ricos.

Sus integrantes eran también muy peculiares, la mayoría eran mujeres y la mayoría estaban usando armaduras de gran calidad o ropa de telas finas y bien bordadas… Si bien, todo eso sería lo último en lo que alguien se fijaria al momento de ver la caravana.

Ante la vista de cualquiera, debía de tratarse del ejército privado de algún personaje importante del comercio, posiblemente un noble o hasta un miembro de la realeza… Teniendo en cuenta que la Menat colindaba con Goldtree a un par de kilómetros al sur, lo más probable es que así fuera.

Un bello carro de madera blanca y pomposos adornos de oro debía ser donde viajaba el dueño.

De este grupo, dos hombres, uno en brillante armadura blanquecina que cubría todo su cuerpo a excepción de la cabeza (aunque llevaba un yelmo colgado de la silla del caballo que montaba), y otro usando ropas de soldado y una distintiva máscara sonriente, venían a la cabeza de la caravana.

“Tiene toda la razón, señor Hydran… Y gracias por confiar en este humilde sirviente del rey.” (Dob)

“Fue una broma, Dob... en parte. Pero bueno, te agradezco la ayuda… Entre más pronto entremos, menos tendrán que sufrir el señor Fint y las demás personas que rescatamos.“ (Aruh)

En el primer carro, uno de carga, de apariencia sencilla, conducido por una pareja de mediana edad venían descansando en el interior.

El joven de armadura brillante, Aruh Hydran, miró de reojo hacia el interior del carro. Su expresión mostraba algo de alivio pero tristeza a la vez… Soltando un ligero suspiro, regresó su mirada hacia adelante.

“El señor Fint y los otros no tendrán problema en reintegrarse en la ciudad… Pero los señores Gulpert, Marto, Konkon y la señora Harube, no… De ser posible, quisiera tener una audiencia con el alcalde de Julcho para que les atiendan y les den alojo en la ciudad…” (Aruh)

“Aruh… Bien podríamos usar la influencia del Señor de la Región, ¿no te parece?” (Naku)

“No deben preocuparse, bastará con una palabra mia y se le concederá, ni quiera deberá mencionar al señor Galustre.” (Dob)

“Si… Gracias, Dob.” (Aruh)

“Solo una cosa…” (Dob)

Dob dio la orden de detener el avance del grupo. Aruh se sintió un poco extrañado por la acción del agente del rey, pero él también dió la señal para detener la marcha… Y fue a él a quien obedecieron.

“Acompañeme solo usted y la señorita oráculo… Que los demás esperen aquí. O mejor, solo sus criaturas.” (Dob)

“Oh, cierto… Lo había olvidado.” (Aruh)

La idea de preguntarle a Dob la razón por la que debían ir solo ellos tres pasó por la cabeza de Aruh, pero de inmediato se percató del porqué…

“¡Guri!” (Arachne)

“No me acordaba de ello dado que no había ocurrido algo similar desde hace tiempo.” (Aruh)

La razón eran los entes. Criaturas de intimidante apariencia y monstruoso poder; eran compañeros de viaje y armas de Aruh y el resto, pero ante los ojos de aquellos que no sabían de esto, eran monstruos.

Arachne y Regis eran los principales afectados por este problema; Barker, aunque de una estatura también de temer, no inspiraba tanto miedo, igual Quetzal, quien ya había alcanzado los dos metros de alto y tenía garras tan largas y afiladas como cuchillos y un hocico lleno de dientes puntiagudos capaces de atravesar una armadura… Quizás por su hermoso plumaje brillante como gemas.

Los lizardones se lanzarian a los pies de Regis, sí, pero el resto de las personas en la fila huirán despavoridas al verlo aproximarse si no tomaban las respectivas precauciones.

“¿Cual es el problema, mi señor?” (Eugene)

Eugene, el hombre que venía conduciendo el carro donde eran transportadas las víctimas traídas de pueblos y aldeas destruidas, bajó del vehículo tras entregarle las riendas a su esposa y fielmente se presentó ante su señor, Aruh. Preocupados por el hecho de que la marcha se detuviera nuevamente, las personas del carro se asomaron.

Siguiendo el ejemplo de Eugene, varias de las hermosas mujeres vistiendo armadura y protegiendo los flancos de la caravana, también se dirigieron hasta donde estaba Aruh.

“Joven Aruh, ¿Que es lo que sucede?” (Alice)

“No es nada grave. Naku Dob y yo nos adelantaremos para contactar a las autoridades de la ciudad. Todas esperen aquí mientras tanto.” (Aruh)

“Ju, ju, ya lo recuerdo… Chicas, Arachne suele asustar a las personas que no la conocen bien. Tú debes recordarlo también, ¿no, Eugene?” (Naku)

“E-Es verdad, mi señora… Es desde Jimama, que Arachne no ha asustado a nadie.” (Eugene)

Arachne escuchó la conversación y se encogió de pena, pero Aruh se apresuró a consolarle.

Las personas formadas no estaban muy contentas de estar esperando; el clima era bastante agradable y el sol no molestaba mucho, pero desperdiciar valioso tiempo que bien podría ser aprovechado haciendo negocios, puso impacientes a más de uno, principalmente a comerciantes y mercenarios.

“La carne de los kolfin que casamos se echará a perder… ¡Tiene un valor de 2 monedas de bronce por presa!” (mercenario 1)

“¿Y eso que? ¡Eso no justifica que intenten adelantarse en la fila!” (mercenario 2)

Dos grupos de mercenarios comenzaron a discutir, llegó un punto en la rencilla en la que ambos líderes se empujaban incitando al otro a pelear.

“¿Crees que tenemos miedo de un gremio de don nadies?” (mercenario 2)

“Quizás deba enseñarte a respetar, mocoso. Es tu castigo por insultar a los ‘Lobos de la Pradera’...” (mercenario 1)

Uno de los líderes puso su mano en la empuñadura de la espada corta que portaba en su cinturón, lo cual desató una reacción en el grupo rival… Y en un instante, la tensión entre ambos gremios estuvo al borde de un enfrentamiento a muerte… Las demás personas en la fila les hicieron espacio, todos con reacciones de miedo o fastidio.

“¡Deténganse todos ustedes!” (guardia)

Un guardia se aproximó a detener la pelea, un enano robusto usando una gran hacha de guerra. Su voz era fuerte e intimidante, lo suficiente para llamar la atención de los revoltosos.

“Tch, tienen suerte, imbéciles.” (mercenario 1)

“Podemos arreglarlo cuando quieras… Don nadie.” (mercenario 2)

Pero los ánimos no se apagaron, al contrario, un simple intercambio de palabras bastó para que la pelea terminara por desatarse pese a la intervención del guardia enano, quien de inmediato llamó a sus compañeros mediante un silbido mientras corría presuroso a interponerse entre ambos gremios.

“¿Podrían dejar a un lado esta sátira, cenutrios? Hacen que la espera aumente de pesadez.” (¿?)

Una mujer llegó al límite de su paciencia al ver el circo que se estaba formando por culpa de los mercenarios. Con calma y un porte elegante, salió de entre las demás personas que habían hecho una distancia para no verse envueltos.

“¡No osen ignorarme! Les estoy hablando a todos ustedes, dúo de bufones…” (mujer)

Ciertamente se veía como una señora de una familia rica, su manera de hablar era refinada pese a que estaba molesta. Tenía también una valentía que muchos juzgarian como estúpida y temeraria, pues no se amedrentó cuando las miradas de todos los integrantes de ambos gremios se posaron en su persona… Miradas tan llenas de sed de sangre que harían que comerciantes como ella se desmayaran en el acto.

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“No te metas si no quieres perder una mano, anciana.” (mercenario 2)

“¡¿Anciana?! La mujer que te crió debio querer tanto un hijo que decidió criar a un goblin que encontró en los bosques… Un hombre civilizado se dirigiria con más respeto hacia una mujer y hacia sus mayores.” (mujer)

El mercenario se mostró confundido por un rato ante los insultos de la mujer, pero la risa de su rival encendió nuevamente su ira, ahora también dirigida hacia la mujer.

Las personas en las cercanías se alejaron un poco más, pero la intervención de la mujer le dio el tiempo necesario al guardia para que pudiera llegar a detener el disturbio. Viendo esto, los demás integrantes de ambos gremios decidieron dejar las cosas por la paz, no así los jefes.

“Todos ustedes van a venir conmigo por causar disturbios en la entrada a la ciudad. Lancen sus armas al suelo ahora mismo.” (guardia)

“No fue culpa nuestra, señor guardia… Estos tipos nos estaban buscando pelea… Y esa mujer salió a burlarse y a reírse de nuestro gremio.” (mercenario 2)

“Escucharemos sus quejas en otro lugar, por ahora tiren sus armas y salgan de la fila.” (guardia)

A regañadientes, todos los revoltosos se despojaron de las armas que llevaban consigo, las demás personas formadas suspiraron de alivio… aunque hubo algunos que chasquearon sus dientes en decepción por no ver un enfrentamiento. El guardia levantó la vista y vió a la mujer que aplazó la pelea, quien satisfecha, le dirigió una sonrisa.

“Usted también, señora… Acompañeme.” (guardia)

“¿Disculpe?” (mujer)

“La vi meterse en la pelea, no se por que lo hizo, pero se unió al disturbio.” (guardia)

Risas vinieron de los alrededores, pero pese a lo indignada que estaba, la mujer se mantuvo tranquila y asintió con orgullo inquebrantable…

“¡Señora Rudieu! ¿Qué fue lo que ocurrió?” (hombre elfo)

Tres personas salieron en defensa de la mujer, edades, sexo y razas variadas: un hombre elfo, una mujer enana y una mujer humana; lo que los tres tenían en común es que iban vestidos igual que mercenarios y también estaban armados. La edad de un elfo y la de un enano eran difíciles de acertar en comparación a un humano, pero la mirada de los dos primeros y la atmósfera que les rodeaba, decía que no tenían muchos años encima.

“¿Por qué salió del carro…?” (hombre elfo)

La presencia de un guardia molesto frente a quien obviamente era su jefa, detuvo en seco a los tres.

“Se-Señora Rudieu…” (hombre elfo)

“Esos hombres estaban actuando de manera primitiva, prontos a desatar un enfrentamiento armado.” (Rudieu)

La mujer respondió tranquilamente

“No debimos dejarla sola…” (mujer enana)

“Chloe se quedó con ella, ¿Porque no la cuidó?” (hombre elfo)

“Debió quedarse dormida… Ya saben como es.” (mujer humana)

Los tres sirvientes de la mujer murmuraron entre sí, hecho que finalmente puso una mueca de enojo en esta.

“¿Son conocidos suyos?” (guardia)

“Si, son empleados de mi esposo… Bueno, lo son mios igualmente.” (Rudieu)

“Dígales que tiren sus armas.” (guardia)

“......Bien. Los tres, obedezcan a este caballero y tiren las armas al suelo… Seguiremos las reglas y aclararemos que se ha cometido un grave malentendido.” (Rudieu)

Más guardias, compañeros del enano, finalmente comenzaron a llegar.

Aruh, Naku y Dob, los tres se acercaron a la fila, pero en lugar de formarse, caminaron a lo largo de ella en dirección a la ciudad.

“Existe demasiada seguridad para entrar en Julcho, no es problemático para los residentes.” (Naku)

“Y no es por la aparición de los devar, o eso creo… En ningún momento recibimos noticia de que la ciudad estuviera enterada de la situación… Las personas que van al norte desaparecen y no hay indicios de que iniciaran una investigación. Ni siquiera hubo respuesta a las cartas de auxilio.” (Aruh)

“En verdad es extraño, incluso si sospechaban de que los responsables eran bandidos, algo debían de hacer…” (Naku)

“No sé a que se deba esa apatía de la ciudad. Concuerdo en que es un caso peculiar, posiblemente no estén enterados de la existencia de los devar por falta de testigos… Pero lo preocupante es lo que usted mencionó, señor Hydran… No hubo respuesta a las cartas.” (Dob)

Desde que se acercaron, rápidamente llamaron la atención de todo aquel que los miraba… La belleza natural de los naga que Naku y Aruh tenían, hizo que muchos se sonrojaran con solo verlos.

“¡Oye! ¡Mira a esos dos!” (hombre 1)

“¡Dioses! ¡Son las criaturas más bellas que haya visto!” (mujer 1)

“Rayos, no parecen ser esclavos… Y aunque lo fueran, dudo que me alcanzaria para comprarlos.” (hombre 2)

Hombres y mujeres por igual discutian en voz baja para evitar ser escuchados. Pese a ser miembros de la raza más famosa de Eralgia, debido a la reclusión de esta en las montañas de Tulser, casi nadie estaba familiarizado con los naga… Habría uno que otro que si los identificaba, pero tampoco podía evitar mirarles con deseo...

“¡Hey! ¡¿Que creen que están haciendo?!” (hombre 3)

“¡Vayan al final! ¡Tienen que esperar como todos!” (mujer 2)

“Regresen a la fila o les daré una lección.” (hombre 4)

Sin embargo, pese a su atractivo, al verlos caminar tan campantes hacia la ciudad, las personas formadas comenzaron a reclamar y a ordenarles que regresaran a ella.

“¡Los ánimos realmente se calentaron!” (Naku)

“Mejor buscamos un guardia, y rápido.” (Aruh)

“¡Oigan! ¿Que hacen? Si quieren entrar a la ciudad tendrán que formarse como todos, sin excepción… ¡Woah! ¡Semejantes bellezas que son!” (guardia delgado)

“Oh, que bien. Aquí hay uno.” (Dob)

Uno de los guardias que patrullaban la fila vio al trío y se acercó a ordenarles que se formaran, de apariencia extremadamente delgada y nariz grande, parecía un goblin tratando de hacerse pasar por hombre… Aunque era un humano auténtico.

“Disculpe por el malentendido. No estamos tratando de escabullirnos, buscábamos el auxilio de las fuerzas de la ciudad.” (Aruh)

“Haberlo dicho antes… Ja, ja, con gusto los ayudaré si están en problemas.” (guardia delgado)

Cambiando por un tono extremadamente amable, el guardia les ofreció su ayuda mientras se frotaba las manos… Fue entonces que Dob decidió intervenir. Su máscara sonriente igual parecía estar cubriendo su propia sonrisa.

“Me alegra que suene gustoso de ayudarnos… Pero vamos a necesitar la intervención de cuantos guardias sean posibles. Estas dos importantes personas tienen prisa, asi que apresurese.” (Dob)

“¿Eh? ¿A que se refiere…?” (guardia delgado)

Apenas el hombre mostró una reacción de disgusto por la orden, Dob sacó un parche con el que se identificaba como agente del rey y se lo mostró al guardia, quien confundido, lo miró por varios segundos… Y al identificar el sello real, pronto adoptó una posición de respeto, saludando como si fuera un militar.

“Señor… ¡Como usted ordene!” (guardia delgado)

Torpemente y con tropiezos debido a la gran prisa que tenía, el guardia fue a localizar a otros para llevar a cabo las órdenes de Dob.

“Disfrutas esto, ¿no?” (Aruh)

“Es una de las cosas que más me gustan de mi posición, señor Hydran.” (Dob)

“Me he puesto a pensarlo… ¿No es malo para un agente llamar tanto la atención?” (Aruh)

“Eso es porque viajo actualmente con ustedes… Normalmente, mi trabajo es pasar desapercibido o adoptar una identidad… Entre nosotros tres, Alexander Arrows también es un personaje que interpreto.” (Dob)

No esperaron mucho, pues el guardia de inmediato encontró a más de los suyos, quienes venían escoltando a un grupo de personas que parecían ser mercenarios.

“Ya encontró refuerzos… Pero parecen estar ocupados.” (Naku)

“Si, quizás son algunos delincuentes que están siendo echados de la ciudad o de la fila. Mmm, como traen carga consigo puede que sea la segunda opción… Si vienen en esta dirección no debe ser nada importante por lo cual arrestarlos. Supongo que solo les darán una advertencia y los regresaran al final de la línea de espera.” (Dob)

“Mercenarios revoltosos, ¿eh?... No, deben ser guardias particulares o algo parecido. No es tan elegante como el del señor Allan, pero el carro que viene es bastante elegante.” (Aruh)

Mientras que el trío hablaba despreocupadamente, vieron como el guardia apuntó hacia donde estaban mientras discutía con sus compañeros… El líder era el enano que venía al frente, quien dió un suspiro de fastidio pero igual asintió.

“Soy Molt Ayolo, sargento suplente de la guardia de Julcho… ¿Cómo podemos servirles?” (Molt)

El guardia enano, llamado Molt, fue el único en acercarse luego de ordenarle a los demás que esperaran donde estaban.

“Necesitamos una escolta para entrar a la ciudad sin causar problemas...“ (Aruh)

“Jovencito, me estaba dirigiendo al señor agente… Es un crimen faltarles al respeto…” (Molt)

“Es una preocupación innecesaria, sargento Molt… El señor Hydran y la señorita ora… Nakureshta, gozan de una posición superior a la mia, ademas, ellos son los que solicitan la ayuda, yo solo vengo a asistir.” (Dob)

“Entiendo, mil disculpas, jóvenes señores.” (Molt)

“No hay cuidado.” (Aruh)

“Entonces, ¿Qué es lo que requiere la participación de tantos guardias? Lamento sonar grosero pero ya tenemos las manos ocupadas con un grupo de tontos problemáticos. Puedo hacer que Cuen y otros dos los acompañen ahora mismo, pero si quieren que vayamos más, tendrán que esperar a que terminemos.” (Molt)

“¿Todos los guardias están lidiando con una rencilla menor? Lo dudo mucho.” (Dob)

“El resto de los muchachos están cuidando la fila. La entrada a la ciudad se volvió más estricta hace un par de días y la gente que quiere entrar se enoja más en consecuencia… Entonces, ¿Les parece bien la oferta?” (Molt)

Aruh y Naku se vieron el uno al otro y asintieron.

“Existe una razón importante por la que debemos entrar rápido y necesitemos de una escolta para ello. La verdad es…” (Aruh)

Cuando Aruh le explicó el motivo, la mueca del guardia se volvió incrédula, casi como si se estuviera burlando del joven naga… Pero no podía ser mentira si un agente del rey lo confirmaba. Comprendiendo que el grupo realmente estaba en una situación de mayor prioridad, Molt accedió a cumplir la orden.

“Está bien, solo denme un segundo para darle una advertencia a esas personas y enseguida vamos con ustedes.” (Molt)

Pese al tono estricto y rudo de su voz, la actitud de Molt se volvió más respetuosa y hasta hizo una ligera reverencia antes de regresar con sus compañeros.

“Es un hombre bastante terco…” (Dob)

“Me recuerda un poco al maestro Fas. Es devoto a su trabajo, más que obstinado.” (Aruh)

“Cierto, ademas de que mostró un poco de sensatez al enterarse de la situación… Gracias por la ayuda, Dob.” (Naku)

“Y así son las cosas… Los dejaremos ir por ahora pero confiscaremos sus armas mientras que estén dentro de la ciudad. Pueden volver a formarse.” (Molt)

“Tiene que ser un chiste… Nos regresaron hasta el final. Tenemos prisa, la carne que nos pidió el cliente se descompondrá si duramos más tiempo esperando.” (Mercenario 1)

Cuando Molt regresó y explico la situación tanto a los otros guardias como a los dos gremios y a los sirvientes de la señora Rudieu, las reacciones de estos tres últimos grupos no fue buena.

“Es culpa de ustedes por causar problemas… Tienen suerte de que no les echemos, pero podemos hacerlo si de verdad así lo desean.” (Molt)

Sin más opción, los mercenarios obedecieron y fueron en dirección a la fila, a ocupar los últimos lugares.

“Cuen, tú ve a vigilarlos para que no causen más problemas…” (Molt)

“Pero, ¿Y esas personas de gran belleza…?” (Cuen)

“Ya me oíste, el resto de nosotros nos encargaremos...” (Molt)

Cabizbajo, el guardia que inicialmente entabló contacto con el grupo de Aruh, fue a cumplir su nueva orden... Pero hubo un grupo de personas que todavía continuaba sin obedecer. Uno de los sirvientes, la mujer humana, le informaba de la situación a su jefa ante la mirada impaciente de los guardias de la ciudad.

“¿Regresar al final de la fila? Es como si estuviéramos aceptando la falla de comportamiento de la que se nos inculpa.” (Rudieu)

“Con todo respeto, deberíamos aceptarlo… Piense en la mercancía, mi señora.” (mujer humana)

“Tienes razón… Además, la reputación de la empresa caería si hago algo que les de más motivo para que me echen de la ciudad. Lo siento por Evan, pero tendrá que esperar más tiempo para que le entreguemos a los esclavos.” (Rudieu)

“No se preocupe, señora Rudieu. Yo le explicaré a Evan para que no haya problemas.” (¿?)

Una chica hermosa y joven, de cabello largo color rubio platino, señaló con voz cansada. Su raza era humana y estaba muy bien vestida, al igual que la señora Rudieu, además de que viajaba con ella en el interior del carro, por lo que su posición debía ser mayor a la de los sirvientes.

“Chloe… Al fin despiertas, jovencita.” (Rudieu)

“Ajum… Fue un viaje pesado hasta aquí… Me desperté para escuchar que nos salvamos gracias a unas personas.” (Chloe)

“Si, fueron aquellos tres…” (mujer humana)

La mirada de Rudieu y de su acompañante se posó en Aruh, Naku y Dob; ambas reaccionaron sorprendidas pero de distinta manera.

“¡Semejantes bellezas! ¡Desde aquí puedo darme cuenta que valdrían al menos unas 500 monedas de oro cada uno! Es imposible que no sean esclavos con esa belleza… Mmm, pero sus vestimentas son exquisitas, son armaduras de combate. Si saben pelear, eso aumentaria su valor.” (Rudieu)

“No se precipite, ese hombre de ahí es un naga… Miré su cabello plateado, si lo vieramos de cerca de seguro podremos apreciar que tiene colmillos y ojos azules.” (Chloe)

“¿Un naga? Es una catástrofe, está prohibida su esclavitud… Ya estaba pensando en como poder negociar su compra… ¿Y la mujer? Ella no tiene el cabello de color plateado.” (Rudieu)

“Lo ignoro… Aunque lo mejor es que no nos relacionemos con ese grupo, podrían traer problemas.” (Chloe)

La mirada de la chica se llenó de malicia hacia Aruh y los demás, algo que Rudieu notó, por lo que con una elegante sonrisa, asintió, aceptando la sugerencia.