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Especial 12

Especial 12: Sentimientos de las dos esposas (Primera parte)

*Punto de vista de Naku*

Me llamo Nakureshta Snakia, una naga nacida en las montañas de Tulser.

Nací en una familia ordinaria, mi padre y mi madre son agricultores de Korka, uno de los asentamientos más importantes para los naga, ya que se dice que Nagur descansa debajo del pueblo.

Si un joven desea convertirse en centinela de Tulser, el entrenamiento y los votos se hacen aquí, en el templo, para así estar presente a nuestro espíritu protector.

Dichas creencias están cerca de la verdad pero no son totalmente exactas. Nagur de hecho descansa en un lago cerca del pueblo y su presencia se extiende por todas las montañas a travez de los cuerpos de agua.

Sé esto porque yo soy su oráculo y avatar.

Mi vínculo con Nagur es fuerte, puedo estar conectada con su sabiduría y ver las cosas que ocurren o van a ocurrir; sin embargo, la magnitud de un espíritu mayor es tan grande, que me es difícil entender gran parte de lo que me muestra.

Desgraciadamente, mi papel como oráculo no es algo que disfrutaba.

Solo supe de mis padres cuando una de las sacerdotisas me habló de ellos. Ya que desde el momento en que nací, todo naga me ve como un ser supremo y me rinde tributo.

Vine a este mundo sin padres que me amaran como hija.

Y no solo mis padres. Las sacerdotisas que me cuidaban, las personas que me visitaban, los niños y niñas que veía jugar.

Para todos era un objeto.

Pero yo era una persona, incluso con la sabiduría de Nagur quería hacer cosas tontas, cosas divertidas, quería relacionarme con otros, que me vieran como algo mas que un ídolo.

Me volví rebelde y temperamental durante un tiempo.

Comencé a aburrirme.

Descubrí que podía conseguir muchas cosas con mi autoridad, así que exigí que se me enseñara a combatir.

Pero ninguno de los naga se atrevía a entrenar conmigo, así que mis lecciones comenzaron a aburrirme también.

Insistí en un compañero de combate y me trajeron a una mujer humana.

Era bastante atractiva y tenia una personalidad amable.

Ella me enseñó a luchar mas seriamente.

De Nagur pude aprender muchas cosas sobre los distintas razas que cohabitaban con los naga, entre ellas la personalidad de los humanos.

Si había algo que los caracterizara, era su deseo.

Los humanos deseaban muchas cosas en comparación de otras razas.

Deseaban desde que nacían y morían con la pena de no poder tener más.

Me sentí relacionada con los humanos, yo también deseaba muchas cosas.

Pasó poco tiempo para que terminara de aprender todo lo que la mujer humana conocía de combatir, y ella se retiró como mi instructora con la intención de ir con su amado.

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Amor.

Una palabra que me evadía, pero que me llamaba la atención. Cada vez que escuchaba a la mujer hablar del hombre que amaba, comencé a fantasear con tener a alguien así.

Cierto dia recibí un mensaje de Nagur. En un sueño me vi enfrentándome a un ser lleno de malicia, pero yo iba perdiendo, de pronto un hombre envestido y armado de luz plateada, al mando de muchos otros, vino a mi rescate y pudimos vencer al enemigo.

Supe que esa persona sería mi amante.

Inicié una búsqueda para encontrarle, un fuerte sentimiento me llevaba hacia donde estaba.

Creí encontrarlo en una pequeña aldea pionera llamada Alturi.

Se trataba de un niño menor que yo, como de unos seis años.

¡Era demasiado lindo! Al grado de ser un pecado.

En lo personal, mas que los niños yo prefería a las niñas. Sin embargo, esa adorable mirada y forma de caminar, la cautela con la que se movia, y esa peculiar mezcla de inocencia e intelecto que irradiaba, combinadas con su bello rostro lo hacían más atractivo que cualquier niña.

Debí descuidarme, ya que él descubrió donde estaba escondida.

Salí de donde me ocultaba para hablar con él, pero comenzó a titubear en cuanto me vio.

Estaba decepcionada, me había equivocado con él.

Sin embargo, las palabras que me dijo fueron inesperadas.

“B-Bonita…¡Q-Que bonita...!” (Aruh)

¡Me llamo bonita! Su reacción al verme fue porque le parecí bonita.

¡Que alegría! ¡No fue por mi aura!

Me le acerqué y lo acompañé a tomar un baño, su actitud conmigo era formal pero completamente diferente al resto de los naga con los que trataba.

Él también era muy inteligente, y por alguna razón, sentí deseo humano de su interior.

Era muy agradable estar a su lado.

No quería que dejara de verme como a una chica normal y quise alargar ese breve momento de alegría al conocerlo, pero la razón por la que lo había buscado fue por la profecía de Nagur, así que tuve que revelarle mi identidad y propósito…

Pero su forma de tratarme no cambió… De hecho lo hizo, pero en una dirección que provocó que me gustara más, se volvió menos formal y más galante, más atento, y más dulce.

Me fui enamorando cada vez más de Aruh.

Conocí a Fortuna poco tiempo después, una niña humana muy linda que también se sentía atraída por Aruh.

De inmediato sentí que me llevaría bien con ella, teníamos ese sentimiento por él en común.

Al poco tiempo confirmé ese presentimiento, logramos volvernos amigas cercanas.

Las dos eramos felices al lado de Aruh… Y llegamos a la conclusión de que el el futuro habría más mujeres como nosotras.

No nos equivocamos.