Observando su entorno, Abel se percató que las cajas de madera en la habitación estaban en un estado tan bueno como el escritorio, lo que indicaba que el asesino, o alguien más, las había traído al sótano hace no mucho tiempo. Aunque Abel ya había curioseado un poco en las cajas y había encontrado latas de comida, agua y otros productos que los guías reponían regularmente en las casas del pueblo, decidió revisarlas con más detenimiento. Si por casualidad hubiera una sierra de mano o un destornillador que se le haya pasado por alto, le sería muy útil para escapar haciendo el menor ruido posible. Su esperanza era escasa, pero era mejor verificar todo cuidadosamente antes de tomar una decisión drástica como partir la trampilla a golpes.
Abel prendió nuevamente la vela que había apagado. Usando su tenue luz, examinó la primera caja que se cruzó, la cual resultó estar llena de bidones de agua. La caja era bastante grande, y tras revolver y sacar algunos bidones, comprobó que efectivamente sólo había bidones de agua en ella. Con la primera caja verificada, se dirigió a la siguiente, que estaba llena de latas de comida empaquetada. La comida estaba muy bien guardada, por lo que Abel retiró al azar algunas columnas de latas para comprobar que no había nada más escondido en el fondo. Desafortunadamente, su búsqueda fue en vano; no había nada más que comida en esta caja.
El siguiente paso fue investigar una caja llena de trapos y toallas para el baño. Estos trapos estaban en perfecto estado y parecían casi nuevos. Abel los sacó uno a uno, esperando encontrar alguna caja de herramientas moderna escondida en el fondo, pero de nuevo, no encontró nada más que toallas blancas como la nieve hasta el fondo de la caja.
Algo cansado por la repetitiva tarea, Abel se dirigió a la siguiente caja, que contenía una gran pila de leña empaquetada en bolsas de cartón. Esta leña probablemente se usaba para los hornos de leña en la mansión o las chimeneas. Con un poco más de empeño, Abel retiró los paquetes, pero no encontró nada inusual hasta llegar al fondo de la caja.
Fue entonces cuando se dio cuenta de algo extraño, algo que se le había pasado por alto. Aunque no era evidente a simple vista, el fondo de la caja con toallas tenía un color diferente al de las demás cajas con suministros. Con la iluminación de la vela era complicado notar las diferencias, pero ahora, comparando con el fondo de la caja de leña, las diferencias eran muy evidentes.
Abel volvió a la caja de toallas. Como había tirado las toallas al piso del sótano, la tarea de inspeccionar el fondo fue inmediata. Efectivamente, la madera del fondo de esta caja era de un color negro, mientras que la madera del resto de las cajas era de color marrón. Este detalle parecía mera casualidad, pero lo cierto que en una caja de paredes de madera marrón, resaltaba mucho que el fondo estuviera hecho con otro tipo de madera. ¡Había algo oculto en esta caja!
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Con una mezcla de ansiedad y esperanza, Abel inspeccionó más de cerca el fondo negro de la caja. Con sus manos temblorosas, comenzó a golpear suavemente la superficie, buscando algún indicio de un compartimento oculto o una puerta secreta. Su corazón latía con fuerza mientras sus dedos exploraban cada grieta y cada borde, buscando algo que pudiera abrir.
Finalmente, sus dedos encontraron una pequeña hendidura en una esquina. Abel aplicó presión y sintió cómo la madera cedía ligeramente. Con un poco más de esfuerzo, logró levantar una sección del fondo de la caja, revelando un túnel oculto.
—¿A dónde se dirige esto? Una fracción del sótano aislada y secreta es comprensible que haya permanecido oculta tanto tiempo, pero no recuerdo que el sótano tenga dos pisos y dudo mucho poder olvidarme de semejante detalle…—Murmuró Abel, impactado por el descubrimiento.
Tras lo cual continuó retirando los tablones en el fondo de la caja, revelando una escalera envuelta por un túnel de piedra muy antiguo y lleno de musgo, el cual aparentaba tener tantos años como el sótano en cuestión. Mirando el túnel y la escalera con curiosidad, Abel pensó:
“Será un pasillo oculto, una salida de emergencia para escaparse de la mansión en caso de emergencias o tal vez un camino para contrabandear bienes. Aunque estamos en medio del campo, sería algo raro tener semejante túnel bajo tu casa”
Dubitativamente, Abel miró la trampilla en el techo del sótano y luego esta escalera. Incluso si este camino se dirigía nuevamente al interior de la mansión, al viudo no le parecía tan mala opción escapar por las puertas de la mansión a estas horas. Era muy temprano, podría no haber nadie despierto. Revisando rápidamente la hora en su celular, comprobó que eran las 6:00 am y recordó que solo podía confiar en su instinto.
Tomando una decisión, Abel buscó la vela y se aseguró de tener el diario del asesino en su bolsillo. Con todo listo, se metió en la caja y descendió por este misterioso camino. No había dudas de que podía usar su celular para iluminar el oscuro túnel, pero ciertamente, si la vida te hacía meterte por un pasillo oculto en el sótano de una mansión antigua en un pueblo abandonado, y además te otorgaba una caja llena de velas, sería muy idiota no aprovechar la oportunidad para tener una experiencia única explorando semejante lugar usando la siempre misteriosa y exótica luz amarillenta de las velas.
Con cada escalón que descendía, el aire se volvía más frío y húmedo. Los muros de piedra estaban cubiertos de una fina capa de musgo resbaladizo que resbalaba bajo sus dedos mientras se apoyaba firmemente con sus botas para mantener el equilibrio. Al llegar al final de la escalera, Abel se encontró frente a un oscuro y estrecho túnel que se perdía en la penumbra. La luz de la vela proyectaba sombras alargadas y temblorosas en las paredes, dándole al lugar una atmósfera típica de una película de terror.