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38 - El Artista

El interior del cajón rebosaba de objetos meticulosamente organizados. A primera vista, Abel pudo distinguir una hilera de lápices de colores de diseño moderno, alineados de mayor a menor tamaño, como si hubieran sido dispuestos según su frecuencia de uso. Además, había pilas de hojas en blanco y cuadernos recién adquiridos, sugiriendo que aquellos eran los instrumentos de trabajo de quien solía utilizar el escritorio.

Abel tomó uno de los cuadernillos del cajón, solo para descubrir que sus páginas permanecían en blanco. De ello dedujo que el propietario del escritorio, probablemente un guía del pueblo con vocación frustrada de artista o aficionado al dibujo, destinaba este cajón para almacenar sus útiles y materiales de trabajo. Aunque esta deducción ofrecía cierta claridad sobre el propósito del escritorio, parecía que las pistas en este cajón habían alcanzado su límite en cuanto a revelaciones. Sin embargo, aún quedaban muchas preguntas sin responder. Por ejemplo, el motivo obvio de por qué alguien dibujaría en un sótano abandonado, prácticamente inaccesible a menos que uno estuviera dispuesto a desgarrarse la piel con las espinas de los arbustos que custodiaban celosamente la entrada.

Lejos de darse por vencido, Abel decidió indagar más y abrió el segundo cajón del mueble en busca de nuevas pistas.

Dentro del cajón derecho, una escena completamente diferente se desplegó ante los ojos del viudo. En su interior encontró una gran cantidad de hojas repletas de dibujos y cuadernillos que mostraban signos evidentes de uso prolongado. Junto a estos hallazgos se encontraba un libro de tapa de cuero negro, carente de cualquier título visible, que emitía una sensación de antigüedad y misterio.

Abel decidió examinar las hojas llenas de dibujos para descubrir el talento oculto de su anterior propietario. Quedó gratamente sorprendido al descubrir la habilidad artística del individuo, plasmada en una variedad de dibujos de plantas y animales que uno podía encontrarse caminando por Golden Valley. Entre la gran colección de dibujos, uno en particular atrajo la mirada de Abel como un imán. En medio de la galería, este dibujo destacaba como una antorcha en la oscuridad, no por su complejidad o significado intrínseco, sino por la extraña sensación de déjà vu que le provocó al verlo.

En él, el mismo pájaro carpintero que había observado la tarde anterior estaba retratado con una precisión asombrosa. Cada pluma, cada detalle de sus colores y su pico, estaba representado con una maestría que desafiaba la realidad misma. Pero lo que realmente lo dejó sin aliento fue el contexto del dibujo.

El pájaro carpintero fue capturado en pleno acto, picoteando el poste de bienvenida al pueblo. El mismo poste que Abel había destruido apenas unas horas atrás. La imagen era tan vívida, tan realista, que casi podía escuchar el eco del golpeteo del pico contra la madera rompiendo el silencio del sótano.

Un escalofrío recorrió la espalda de Abel mientras contemplaba el dibujo. ¿Cómo era posible que este guía hubiera retratado ese momento exacto, con tanto detalle y precisión? ¿Acaso había estado observando desde las sombras, presenciando cada uno de sus actos?

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La sensación de paranoia que lo había estado persiguiendo desde que entró en la mansión se intensificó. ¿Qué más sabía este guía? ¿Y qué significaba ese dibujo en el contexto de los demás?

Abel sintió que se le erizaba el vello de la nuca mientras una oscura sospecha se apoderaba de su mente. Había algo más en juego aquí, algo más profundo y siniestro de lo que había imaginado. Pero rápidamente esas ideas se difuminaron al notar el estado amarillento de la hoja de papel y el dibujo. Era evidente que el pájaro carpintero había sido dibujado hace mucho tiempo, mucho antes de que él pusiera un pie en Golden Valley. Sin embargo, la perturbadora coincidencia de que el mismo pájaro que había visto la tarde anterior estuviera plasmado en este dibujo antiguo, añadía una capa adicional de misterio a la situación. ¿Qué significaba esta conexión entre el pasado y el presente? ¿Y qué oscuros secretos podrían estar ocultos tras esta extraña coincidencia?

Impulsado por la calidad de los dibujos, Abel se sumergió en la colección, dedicando su tiempo a apreciar cada obra maestra. Al llegar al último dibujo, quedó intrigado al ver una representación exacta de la enredadera que adornaba las paredes de la antigua mansión. La tonalidad amarillenta del papel indicaba su antigüedad, sugiriendo que este dibujo podría ser el primero creado por el talentoso artista, quizás décadas atrás.

Después de examinar detenidamente la colección de dibujos de plantas y animales, Abel decidió pasar a revisar los cuadernillos guardados en el cajón. Con delicadeza, los colocó sobre la mesa del escritorio, sintiendo la urgencia de explorar su contenido. Sentándose frente al mueble, el joven se sumergió en la tarea, tomándose el tiempo necesario para absorber cada detalle.

Sin necesidad de abrir los cuadernillos, Abel intuyó que estarían llenos de dibujos. Sin embargo, lo que encontró dentro llamó poderosamente su atención, provocando un sobresalto y palabras reflexivas.

—Se asemeja bastante al estilo de Ana… —Murmuró, sorprendido por la familiaridad de los trazos.

Efectivamente, los cuadernillos estaban repletos de dibujos de naturaleza macabra y grotesca, un estilo que seguramente no sería del agrado de la mayoría. Al completar la exploración del primer cuadernillo, Abel notó un patrón recurrente que seguía el autor en sus creaciones. Todos los dibujos, tanto en los cuadernillos como en las hojas sueltas, seguían un orden meticuloso y obsesivo, hasta el punto de rozar una enfermedad por el orden.

Afortunadamente, los dibujos en los cuadernillos no representaban la muerte o la mutilación de animales o plantas, sino que los protagonistas habían cambiado y todos los dibujos se centraban en figuras humanas como protagonistas. Este patrón repetitivo se manifestaba de manera consistente: cada cuadernillo contenía 100 páginas, divididas en series de dibujos que ocupaban 10 páginas cada una. Por lo que en total, cada cuadernillo albergaba 10 series de dibujos. Dentro de cada serie, un único individuo actuaba como protagonista a lo largo de los 10 dibujos, distribuidos en las 10 páginas de la serie.

La meticulosa obsesión por el orden de los dibujos llamó la atención de Abel, pero fue solo el comienzo de su intriga. Pronto descubrió que incluso dentro de cada serie de dibujos, se repetía un patrón que no podía pasarse por alto.