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Los dos mundos (15)

Gómez sabía que era el momento de actuar. No podía dejar que Shepherd lo empujara hacia el retiro, y mucho menos dejar que la fundación lo desechara como si fuera un simple peón. Sacrificó 30 años de su vida luchando contra lo paranormal y no lo mandaría todo al carajo por un infeliz como Thomas Smith. Era el momento de lanzar su “bomba de humo” y cambiar el rumbo de la conversación antes de que fuera demasiado tarde.

—Shepherd, con todo respeto —Comenzó Gómez, intentando mantener la calma, aunque el nerviosismo era evidente en su voz, una simulación perfecta—No puedo decirte con certeza por qué maté a Thomas Smith. Todo lo que pasó durante ese interrogatorio fue… extraño, por decirlo de alguna manera. Sé que suena como una excusa barata, pero la situación se salió de control de una manera que no había experimentado antes.

Shepherd entrecerró los ojos, claramente intrigada, pero aún no convencida—¿Qué estás insinuando? —Preguntó, con un tono que sugería que no iba a aceptar ambigüedades.

—Lo que quiero decir es que Thomas me atacó —Respondió Gómez, su voz ganando un poco más de firmeza— No sé cómo lo hizo, pero de alguna manera se liberó de los grilletes. Fue todo muy confuso. No había señales de que fuera capaz de hacerlo, y en un abrir y cerrar de ojos, estaba sobre mí, intentando… no sé, matarme, o algo peor. Todo fue muy rápido. Ni siquiera recuerdo cómo llegamos a ese punto, pero cuando me di cuenta, lo tenía encima, y tuve que actuar. Fue una reacción instintiva, no lo planeé.

Shepherd lo miraba con una mezcla de escepticismo e interés. Era evidente que no estaba completamente convencida, sobre todo pensando que el agente tenía un cuerpo lo suficientemente tonificado para enfrentarse a criaturas sobrehumanas, pero algo en las palabras de Gómez había captado su atención —¿Estás sugiriendo que hubo algún tipo de fenómeno paranormal involucrado? —Preguntó finalmente, inclinándose hacia adelante— ¿Es eso lo que intentas decir?

—No estoy seguro —Admitió, luego de una pausa premeditada, su voz más baja— Pero algo en ese cuarto no estaba bien. No era solo Thomas. Era como si el ambiente hubiera cambiado. Todo se sentía… distorsionado. Como si estuviera bajo el influjo de algo que no podía ver. Sé que suena como una excusa, pero fue lo que viví en ese momento.

Shepherd lo observaba en silencio, sus ojos escudriñando cada detalle de su rostro, buscando alguna señal de mentira o duda. Pero Gómez era un agente, si quería mentir era imposible detectarlo en su mirada.

—Si lo que dices es cierto —Respondió Shepherd, con una voz fría y calculada— Entonces podríamos estar ante una situación mucho más complicada de lo que pensábamos. Sin embargo, eso no cambia el hecho de que rompiste el protocolo al matar a Thomas.

—Lo sé —Admitió Gómez— Y estoy dispuesto a aceptar las consecuencias de mis acciones. Pero si me preguntas si lo volvería a hacer, mi respuesta es sí. En ese momento, sentí que no tenía otra opción.

La atmósfera en la sala de reuniones cambió drásticamente en cuestión de segundos. Marcus, quien hasta ese momento había estado vacilante, casi asustado por el desenlace de la situación, comenzó a hablar con una seriedad inusitada. El cambio en su tono y su lenguaje corporal era evidente; parecía que había decidido cruzar un límite que ninguno de los presentes esperaba.

—Señorita Shepherd, hay algo más que debemos considerar en este caso —Dijo Marcus, mientras sacaba de su bata un pequeño cubo negro que comenzó a manipular meticulosamente— El caso de Thomas Smith está intrínsecamente ligado a las posesiones.

Shepherd frunció el ceño, tratando de mantener la compostura, aunque una leve incomodidad la atravesaba. Le gustaba estar al mando, y en principio, lo estaba, pero era evidente que Marcus estaba buscando tomar control de la situación, de forma para nada discreta, pero efectiva.

Aunque el rostro de Gómez permanecía imperturbable, había una satisfacción apenas contenida en sus ojos. Todo marchaba según su plan. Sabía que el científico Marcus había mordido el anzuelo, creyendo haber identificado los “síntomas” clásicos de una posesión. Había caído justo donde Gómez quería. Ahora, solo era cuestión de tiempo antes de que Marcus siguiera con su pequeño espectáculo, desatando las consecuencias que él mismo no alcanzaba a prever. Lo brillante del plan de Gómez era que no había manera en la que la fundación pudiera descartar la posibilidad de una posesión sin desencadenar una serie de protocolos que pondría este caso nuevamente bajo la lupa de los superiores de los pisos inferiores, saliendo así de las garras del área de recursos humanos. Gómez había logrado plantar la duda, y eso era todo lo que necesitaba. Un pequeño empujón y el caso estaría fuera de las manos de aquellos que querían reemplazarlo. Evidentemente, el examen daría negativo, pero eso ya no importaba. La verdadera jugada consistía en que los que investigarían el caso utilizarían las grabaciones de las declaraciones hechas durante la reunión con recursos humanos. Tomando los primeros fragmentos de las declaraciones de Gómez, sería fácil para esos agentes novatos construir la narrativa de que Gómez había matado a Thomas Smith por mero capricho y frustración. La verdad real quedaría enterrada junto al cadáver de Smith. Así, el caso se cerraría con una conclusión conveniente para los intereses de los novatos deseosos de sacarse el caso de encima, mientras Gómez permanecía en las sombras, habiendo logrado su objetivo. Por otro lado, si por algún motivo asignaban a agentes veteranos para investigar el caso, (algo improbable, ya que no se trataba de un asunto prioritario), estos seguramente notarían que Gómez estaba ocultando algo. Sin embargo, debido a su veteranía y al respeto que le tenían, optarían por seguirle la corriente. Al final, independientemente de lo que ocurriera, Gómez sería suspendido por su superior, y todo concluiría en un final conveniente. Todo estaba fríamente calculado; cada paso, cada mirada, cada palabra había sido orquestada para asegurar que las grabaciones de esta charla permitieran ese resultado.

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—¿Posesiones? —Repitió Shepherd, su voz temblando apenas perceptiblemente. Era la primera señal de vulnerabilidad que mostraba desde que la reunión había comenzado. Trabajar en una agencia tan intrínsecamente ligada a lo paranormal la había curtido en muchos aspectos, pero eso no significaba que estuviera completamente cómoda con lo que sucedía en los laboratorios. Los eventos paranormales fuera de control la aterraban como a cualquier ciudadano normal.

Aprovechando la confusión que flotaba en la sala, Marcus asintió lentamente, con la misma calma con la que un cirujano decide el primer corte en una operación. Su atención seguía clavada en el cubo negro, ahora activando una proyección holográfica. La luz que esta proyectaba sobre su gélido rostro era tenue, pero lo suficientemente perturbadora como para que cualquier persona, incluso alguien tan curtido como Shepherd, sintiera una inquietud profunda.

—Así es…—Continuó Marcus, pero esta vez su tono tenía un matiz conspirativo, casi morboso, como si estuviera revelando un secreto prohibido— Tal vez no lo sepas, Shepherd, pero el caso de Thomas Smith no es tan sencillo como lo pintaron. Fue condenado tras los infames eventos en la secundaria St. Patrick. Seguro te suena, aquella masacre de los niños. Fue una tragedia y mucha gente muy influyente perdió a sus hijos en aquel evento. Con tal trasfondo era evidente que un caso así iba a hacer eco en las noticias de todo Florida.

Shepherd lo miró, intentando mantener la calma, pero algo en la forma en que Marcus hablaba comenzaba a hacer que el nudo en su estómago se tensara aún más. El holograma del cubo mostraba figuras y datos que ella no podía interpretar, pero su sola presencia llenaba la sala de una sensación de inminente catástrofe.

—¿Me estás diciendo que las posesiones masivas en esa escuela están conectadas con Thomas Smith? Conozco el caso, él era un mero profesor, Marcus —Preguntó Shepherd, tratando de no sonar alarmada. Pero lo estaba. En el fondo, intuía que si Marcus llegaba al final de su explicación, perdería el control sobre la situación. No todos los días se tenía la oportunidad de deshacerse de un “dinosaurio” prestigioso como Gómez, y este día parecía el momento perfecto para reemplazarlo. Desde su perspectiva, todos los veteranos que habían trabajado durante la dictadura militar debían ser sustituidos, aunque no podía expresar esta opinión abiertamente, ya que solo era una creencia compartida por los empleados administrativos y los nuevos reclutas de los pisos inferiores. Todavía había muchos que respetaban a las viejas glorias. Sin embargo, los métodos de gente como Gómez eran anticuados, poco convencionales y demasiado poco legales. Este actuar perturbaba constantemente a los nuevos reclutas, creando un ambiente laboral tóxico y lleno de tensión en los niveles inferiores. Como responsable de garantizar un entorno de trabajo armonioso en todas las instalaciones, Shepherd estaba más que lista para empezar a limpiar la casa, reemplazando a los inadaptados con jóvenes de mentalidad más moderna y saludable. Todo parecía encaminarse bien, estaba a punto de jubilar a este dinosaurio, pero Marcus estaba al borde de arruinarlo todo.

—Así es, aunque esa es solo la punta del iceberg —Replicó Marcus, sin dejar de concentrarse en los hologramas proyectados por el cubo negro— Thomas Smith fue condenado por los crímenes que cometió en esa escuela, eso es cierto, pero aquí es donde las cosas se ponen más interesantes —Se giró hacia Shepherd, su rostro iluminado por el resplandor azul del holograma—La verdadera pregunta es: ¿Thomas Smith estaba realmente bajo su control? ¿O fue manipulado por algo más, algo que aún no hemos comprendido del todo?

—¡No me vengas con eso, Marcus! ¡Thomas Smith fue condenado a muerte porque se determinó que no estaba poseído! —Espetó Shepherd, buscando interrumpir el ritmo de la conversación antes de que Marcus pudiera seguir con su teoría— ¡La justicia revisó su caso una y otra vez! No encontraron ni un solo indicio de posesión. Nadie lo habría enviado a nuestras instalaciones si hubiera sido el caso.

Marcus no se inmutó. De hecho, una sonrisa leve, casi imperceptible, se dibujó en su rostro.

—Exactamente, Shepherd. Pero ellos nunca consideraron la opción de una posesión crónica. Y es ahí donde radica el problema.

Shepherd frunció el ceño, pero antes de que pudiera interrumpir, Marcus continuó.

—Ese tipo de posesión es mucho más leve y no deja rastros obvios en la conciencia del individuo. Si la criatura era cautelosa, el parasitado jamás sabría que estaba siendo manipulado. Thomas Smith no sabía que algo lo poseía y nunca dudó de ello. Él atribuyó los eventos trágicos a una suma de pensamientos propiamente inducidos, es decir que se convenció a sí mismo de que él asesinó a esos niños, por qué en el fondo sabía que era capaz de hacerlo si se lo proponía. Por eso, la parte defensora nunca pidió realizar un examen J74.

Shepherd intentó replicar, pero Marcus lo cortó de nuevo, rematando con frialdad:

—Eso significa que nunca se descartó la posibilidad de que Thomas Smith estuviera poseído.

Shepherd intentó intervenir de nuevo, el control se le escapaba de las manos, pero Marcus no la dejó.

—Espera un momento antes de refutar. Te explicaré como funcionan las posesiones crónicas —Dijo, sin apartar los ojos de los hologramas— La razón por la que nadie sospechó de una posesión es simple: la entidad que parasitaba a Thomas no lo controlaba activamente. Era una entidad latente. Dormía en su cuerpo, esperando el momento adecuado para emerger. No necesitaba dirigir cada uno de sus movimientos como ocurre en una posesión clásica. De hecho, podría haber estado allí hace meses, simplemente durmiendo en la comodidad del cuerpo de Smith. Entonces…

—¡Detén lo que estás haciendo, Marcus! —Exigió Shepherd, su voz ganando fuerza a pesar del temor— Si eres tan listo como te jactas de ser, entonces explícanos cómo es que la justicia no se dio cuenta. Eso es lo que no me cierra. ¿Cómo no descubrieron algo tan obvio si en verdad estaba ahí? Todos los niños fueron poseídos, como no dudaron que el profesor también lo fue.

Marcus la miró, como si ella acabara de hacer la pregunta que él había estado esperando todo el tiempo.

—Porque, Shepherd, nadie jamás descubriría la verdad a menos que se realice un examen J74 —Volvió a fijar su atención en el cubo mientras la proyección holográfica cambiaba, mostrando una figura sombría— La criatura que poseyó a Thomas Smith era de tipo fantasmagórico, una “sombra”. Estaba latente. No controlaba sus acciones de manera directa, pero antes de entrar en latencia lo influenció sutilmente para poner al “huésped” en un lugar seguro. Imagínalo como una sombra joven e inexperta, atrapada en el cuerpo de un adulto, incapaz de dominarlo por completo, pero desesperada por salir con vida de la escuela.