Con pasos seguros, Dante subió por las escaleras de la cabaña y se dirigió hasta la puerta de madera. Al abrir la puerta, Dante pudo apreciar el interior de la cabaña.
La habitación era bastante similar a la sala de recepción de la casa donde vivía la familia de Dante: las paredes eran de madera y varias cabezas de animales podían verse colocadas por todas las paredes.
El piso de la habitación estaba cubierto por pieles de animales y varias estatuas de animales exóticos podían verse rodeando un sillón hecho con piel de oso al lado de una mesa de madera. En la mesa de madera había un libro con cubierta peluda cerrado con un cinturón de cuero gastado.
Varias lámparas de aceite estaban colocadas sobre las estatuas de los animales, siendo las lámparas parte de la decoración exótica de la habitación.
—¿Hay alguien?—Gritó Dante tratando de llamar la atención del habitante de esta cabaña.
—Sí...—Comentó una persona con voz ronca en la espalda de Dante.
Dante se dio la vuelta con rapidez y observo a la persona que tenía en su espalda: parecía ser un ser humano, pero sus dedos eran un poco más largos y su piel era blanca como la nieve.
Las principales diferencias con un ser humano normal estaban en su rostro: Su rostro no tenía nariz, ni orejas, sus ojos eran dos orificios negros y en su boca se encontraba una sonrisa con dientes afilados y muy disparejos. La criatura era completamente calva y su piel parecía haber sido pegada con una grapadora, por lo que estaba muy arrugada y llena de estrías.
La criatura estaba vistiendo ropa exageradamente elegante, vistiendo: un traje verde con textura similar a la piel de cocodrilo, unos pantalones verdes de piel de cocodrilo y unos zapatos puntiagudos también de piel de cocodrilo. Un reloj de marfil muy bonito se encontraba en su mano y los botones de la ropa parecían estar hechos de piedras preciosas.
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—Hace tiempo no veo una presa siendo atraída por el camino de piedra—Comentó la criatura con una sonrisa anormalmente amplia en su rostro.
—¿Sabes donde están las escaleras de este sitio?—preguntó Dante con incomodidad por el aliento pútrido que salía de la sonrisa de la otra persona.
—¡Es un observador, Kacper! ¡Aleja a esa plaga de nosotros!—Gritó una cabeza con forma de oso que se encontraba colocada en una de las paredes de la habitación.
La sonrisa en la criatura desapareció y una cara muy preocupada apareció en su rostro, mientras comento:
—Espero que te marches pronto... ¿Por qué usar las escaleras? ¿Siendo un observador no deberías cavar túneles como los topos?
—No aparecen las puertas cuando trato de sacarlas... ¿Sabes el motivo?—preguntó Dante algo emocionado.
—Lógicamente: No—Comentó Kacper mirando con cuidado al observador—Igual que tú no sabes como yo hago mi trabajo de taxidermia.
—¿Cómo saben que soy un observador sólo con verme?—preguntó Dante a la cabeza de oso en la pared—Podría ser una persona
Al parecer siempre pasaba lo mismo y las criaturas de este infierno reconocían a Dante como otra criatura; antes no les creía, pero ahora que vino con su cuerpo original, sus dudas sobre el tema se disiparon y decidió creer que en verdad no era un humano con poderes especiales.
Pero la cabeza no respondió, parecía no querer llamar la atención más de la cuenta por temor a que Dante se obsesionara con ella. Al notar la mirada de Dante sobre sus pertenencias, Kacper respondió con rapidez:
—Porque tienes dos alas hechas de piel en tu espalda; es el rasgo más distintivo de los observadores.
Por las dudas, Dante se tocó la espalda, pero efectivamente no tenía alas.
—No tengo nada en la espalda...—Comentó Dante con aturdimiento
—Ahora estás transformado, payaso...—Comentó Kacper con enojo—Des-transfórmate y tendrás tus alas. Casi todos pueden ver tu verdadera forma si te miran con atención...
—¿Cómo me des-transformó?—preguntó Dante con dudas.
—¡¡La plaga acaba de perder a su obsesión: échalo de nuestra casa, échalo ya!!—Comenzaron a gritar las cabezas en la pared con preocupación; llenando de gritos la habitación.
—Entiendo que estás perdido, pero ¿podríamos hablar afuera de la cabaña?—Comentó Kacper con preocupación mientras tomaba al anciano de la espalda y lo empujaba por la puerta.,