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35-Arbustos

Dante siguió tomando su bebida con tranquilidad y felicidad, olvidándose de sus problemas actuales y el lugar donde se encontraba. Cuando quiso recordar, el anciano se había quedado dormido en las escaleras de madera de la cabaña. Pasó un tiempo durmiendo y con algo de aturdimiento, Dante abrió los ojos y despertó en un pequeño túnel de tierra iluminado por flores blancas.

—¡Qué mierda ocurrió ahora!—Maldijo Dante mientras se ponía a gatear nuevamente por el túnel.

En el camino Dante trató de recordar como murió, pero solo recordaba haber bebido ese extraño trago azulado, probablemente el trago estaba envenenado por lo que terminó muriendo. Aunque al menos ahora, Dante se sentía con un humor un poco más agradable y con más energías; por lo que el trago había sido de utilidad.

Al salir del túnel, Dante se encontró con que estaba en el medio del bosque. Algo aturdido por la salida extraña, el viejo grito:

—¡Kacper! ¡¿Dónde estás, Kacper?!

—¡Por acá!—Contestó el guardabosques desde atrás de unos arbustos.

Dante atravesó los arbustos con cuidado y se encontró con que la elegante criatura estaba sosteniendo una lámpara de aceite mientras miraba desde la distancia un cadáver lleno de tumores morados.

—¿Qué pasó? ¿Por qué morí?—preguntó Dante mirando su cadáver en la distancia.

—¿Ves la bolsa que carga tu cadáver en su cintura?—Pregunto Kacper—Ahí guardaste los frutos que buscamos, estabas completamente drogado, así que puede ser que no lo recuerdes.

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Dante miró con atención su cadáver y encontró que había una bolsa negra en su cintura. Luego el viejo alzó la mirada y descubrió que su cadáver estaba atorado en un arbusto con hojas rojas y con espinas de color amarillo.

El arbusto era bastante bonito y por sus ramas crecían unos frutos de color amarillento similares a unas canicas. Dichas canicas debían ser los frutos que el cadáver estuvo recolectando.

Al ver la situación, Dante preguntó:

—¿Tengo que evitar que me pinchen las espinas y sacar la bolsa de la cintura del cadáver?

Kacper busco en el bolsillo de su traje y le entregó una hoja de árbol anaranjada a Dante, acto seguido el guardabosques respondió:

—No, con sólo aproximarse a las ramas del arbusto estás muerto, para evitar el dolor tienes que drogarte chupando esa hoja y luego aprovechar los dos minutos que tienes de vida para llenar la bolsa y alejarla del arbusto.

—Supongo que tendré que morir otra vez…—Comentó Dante con hastío, mientras chupaba la hoja anaranjada.

La hoja tenía un sabor horrible, similar al metal. No obstante, no pasó mucho tiempo para que Dante notara que no podía sentir el tacto. Para el viejo era bastante extraño caminar sin poder sentir que tus pies tocaran la tierra.

Dante se acercó a su cadáver y tomó la bolsa con velocidad, luego el viejo continuó llenando la bolsa mientras trataba de ignorar como aparecían tumores violetas por su cuerpo.

Cuando Dante terminó de llenar la bolsa, la tiró hacia los pies de Kacper. Acto seguido, el viejo cayó sin vida al suelo.

Kacper tomó la bolsa con una sonrisa y la guardó con cuidado en su traje, luego miró con atención como Dante lo miraba con aturdimiento.

—¿Supongo que ya podrías decirme como irme?—Comentó Dante.

—Sí, sígueme y te llevaré al árbol en donde se encuentran las escaleras—Comentó Kacper ansioso por deshacerse del observador.

Dante vio como el guardabosques se daba la vuelta y comenzaba a caminar por el bosque.

El viejo vio la lámpara de aceite al lado del primer cadáver atorado en el arbusto. La lámpara se había apagado al caer, pero Dante debería ir a recogerla para volver a prenderla y ver en el bosque oscuro. No obstante, el viejo se negaba a morir otra vez para recuperar su lámpara, por lo que termino siguiendo a Kacper para no quedar en completa oscuridad.