El viejo gateó por el pasillo de tierra por unos cuantos minutos. La oscuridad era absoluta; al punto que el viejo no podía ver sus propias manos tocando la fría y húmeda tierra.
Hacía bastante frío en el pasillo y un viento helado surgía de la espalda del viejo constantemente; lo cual provocaba que el cuerpo del anciano no paraba de temblar, por suerte la cómoda camisa de algodón que vestía el viejo lo ayudaba a combatir un poco con el frío que hacía en el túnel de tierra.
El lugar de donde provenía ese viento siempre fue desconocido para el anciano; dado que el viejo recordaba haber cerrado la puerta en su espalda. Pero el anciano nunca se animó a darse la vuelta en este túnel, por lo que en toda su vida nunca descubrió que pasaba si iba en la dirección donde provenía el viento helado.
Luego de gatear por un rato más por el túnel, el viejo vislumbró que había una fuente de luz en el horizonte: extrañamente uno solo podía ver esa luz si se acercaba lo suficiente. El viejo gateo hacia esa luz con lentitud; el anciano no estaba apurado: él sabía que el tiempo nunca fue un problema del cual preocuparse.
Al llegar hasta la fuente de la luz, el anciano llegó a una bifurcación, por tanto, había dos caminos posibles. Un camino iba hacia la derecha y estaba completamente oscuro. El otro camino iba hacia la izquierda y estaba iluminado por unas flores blancas que crecían en el pasillo.
Las flores eran muy similares a una flor de jazmín y tenían un rico aroma a vainilla. Pero lo más importante de las flores eran que daban luz y eran la fuente de luz que el anciano pudo ver en la distancia.
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Sin mucha duda, el viejo gateo por el túnel con flores. El viejo hace mucho había ido por el camino oscuro, pero el resultado era técnicamente el mismo: ya que el túnel oscuro solo te dirigía a otra bifurcación en donde uno podía ir a la izquierda o a la derecha y uno de los dos caminos estaría iluminado con las mismas flores.
Si elegías el camino oscuro, entonces buscarían otra bifurcación y si eligieras el iluminado, entonces saldrías del túnel.
La razón por la que el resultado era técnicamente el mismo y no exactamente el mismo era porque el viejo nunca salía por el mismo sitio. Por tanto, el resultado final no cambiaba nunca: siempre el anciano tomaría la decisión de elegir entre una salida aleatoria y otra salida aleatoria.
El viejo gateo por el túnel iluminado hasta que pudo observar una puerta manchada con barro y llena de musgo en la distancia. El viejo gateó hasta la puerta y al llegar observó la puerta con cuidado; ya que la puerta nunca era la misma.
Como la puerta estaba muy manchada, el viejo usó las mangas de su camisa para remover el barro y sus dedos para ir sacando el musgo que crecía sobre la puerta. A medida que el viejo trabajaba en remover la suciedad, una puerta de metal comenzó a revelarse en la pared del túnel.
La puerta de metal no estaba oxidada, sino que estaba en perfecto estado a pesar de su suciedad, parecía ser la puerta de una caja fuerte y tenía una rueda de metal similar al timón de un barco en medio de la puerta.
El viejo arrancó algunas flores de la pared del túnel y las usó para iluminar mejor la puerta; no obstante, no había nada más en ella que pudiera llamar la atención del anciano.
Acto seguido, el viejo puso sus dos manos sobre la rueda de metal y comenzó a girar la rueda provocando que la puerta se abriera. Viendo la salida del túnel, el viejo con algo de expectativa salió para encontrarse con lo que había en el otro lado.