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Los dos mundos (14)

Shepherd dejó que el silencio se asentara, sus ojos aún fijos en Marcus, como si evaluara cada palabra que acababa de pronunciar. Su postura era firme, y el ambiente en la sala se volvió algo incómodo. Finalmente, su mirada se desvió hacia Gómez, quien hasta el momento había permanecido en silencio, observando cómo Marcus intentaba justificar sus violaciones en el protocolo.

—Gómez —Dijo Shepherd, su tono neutral, pero cargado de expectación— Si Thomas Smith tenía información tan valiosa sobre estos “observadores”, ¿por qué lo mataste?

La pregunta cayó como un rayo sobre la sala. Gómez se cruzó de brazos y exhaló lentamente antes de responder. Su mirada se posó en Shepherd, manteniendo la calma, aunque por dentro sabía que esta era una de esas preguntas en las que una respuesta incorrecta podría significar que lo jubilarán de antemano.

—Con todo respeto, señorita Shepherd, Thomas Smith no tenía realmente la información que Marcus sugiere. Lo que mencionó sobre los observadores durante el interrogatorio no era más que información vaga y sin fundamento, en muchos puntos contradictoria y plagada de inconsistencias sobre lo que conocemos sobre el otro mundo. En resumen: La información era falsa. Él solo conocía el nombre de la criatura: “Observadores”. Eso fue todo lo que nos dio. No tenía detalles, ni pruebas, ni ninguna pista útil que pudiera sostener sus afirmaciones. Desde el principio estaba buscando una manera de manipularnos para ganar su libertad. Lo vi en sus ojos. Quería que creyéramos que tenía algo valioso, algo que lo hiciera indispensable, pero no lo tenía.

Shepherd frunció el ceño levemente, procesando lo que Gómez acababa de decir. La perspectiva de Gómez era muy realista, demasiado para su gusto: le recordaba que ella solo era la gerente de recursos humanos del pequeño laboratorio 32. Por otro lado, la información que Thomas Smith prometía conocer no la manejaban ni los laboratorios más importantes de la humanidad. A pesar de todo, decidió mantenerse firme y continuar con el juego; se sentía algo tonta por haberse ilusionado y no quería mostrarlo.

—Entonces, según usted, Smith inventó toda esta historia sobre los observadores para ganar su libertad —Replicó Shepherd, cruzando las manos sobre la mesa— ¿Qué le hace estar tan seguro?

Gómez inclinó la cabeza ligeramente hacia adelante, manteniendo el contacto visual con Shepherd mientras formulaba su respuesta. La firmeza en sus ojos era algo que solo podía tener un agente veterano que había puesto su vida en riesgo innumerable veces para proteger a la humanidad.

—En mis años como interrogador, he visto a muchos prisioneros intentar lo mismo, señorita. Fabrican historias, inventan detalles, todo con la esperanza de que alguien les dé una oportunidad para escapar. Smith no era diferente. Sabía que estaba acorralado y que su ejecución era inminente. Intentó usar un nombre exótico, algo que sonara lo suficientemente extraño como para despertar nuestro interés, pero era obvio que no tenía nada más que ofrecer. Solo palabras vacías. La fortuna lo ayudó y la palabra “observador” estaba asignada a una criatura exótica.

La sala se quedó en silencio por un momento, y Shepherd miró a Marcus con una ceja levantada, esperando su reacción. Marcus, quien había permanecido impasible mientras Gómez hablaba, finalmente intervino, aunque visiblemente incómodo.

—Mire, es posible que Gómez tenga razón —Admitió Marcus, al fin al cabo él tampoco tenía muchas esperanzas de obtener nada importante— No puedo descartar completamente la idea de que Thomas estuviera inventando algo para salvarse. Sin embargo…—Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—Incluso si eso fuera cierto, Thomas Smith seguía siendo valioso para nosotros. No como fuente de información, sino como sujeto de pruebas. Lo necesitaba vivo y este asesino de sangre fría me lo devolvió muerto, para colmo, sin nada de información útil.

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Gómez observó cómo Marcus trataba de torcer la narrativa nuevamente a su punto de inflación, pero eso era conveniente. Seguir hablando de observadores y de Thomas Smith lo ponía nervioso. Pese a que era un experto en no mostrar sus verdaderas emociones.

Shepherd permaneció en silencio por unos momentos, sopesando la situación. Finalmente, dirigió su mirada nuevamente a Gómez, con una expresión de frialdad que delataba su falta de paciencia. No le quedaba mucho tiempo antes de que revelara la sanción.

—Gómez —Comenzó con un tono que indicaba que no iba a aceptar más evasivas— Tengo que volver a preguntarte. Y espero que esta vez seas completamente honesto. ¿Por qué decidiste matar a Thomas Smith? Sabes perfectamente que, según el nuevo protocolo, eso te pone en una posición en la que podría ordenar tu despido inmediato. De hecho, con tu veteranía, ni siquiera sería un despido: sería una jubilación bastante bien pagada. Por supuesto, todo este trato incluye tu respectiva compensación por trabajo “forzado” durante la dictadura militar. No es un mal trato. ¿Por qué no aceptarlo? Tienes una salida digna, una pensión generosa, y podrías alejarte de todo ese trabajo de mierda en los laboratorios para vivir una excelente vida. Tengo entendido que los agentes tienen una jubilación exageradamente buena y más cuando tienen un historial tan impecable como es tu caso. ¿Por qué no retirarse y vivir en una vida rodeada de lujos y caprichos satisfechos?

El silencio en la sala se volvió casi insoportable. Gómez sabía que estaba caminando en una cuerda floja, y un solo paso en falso podría significar el fin de su carrera en la fundación, algo que no estaba dispuesto a aceptar. Al igual que muchos otros veteranos, Gómez no quería retirarse. El trabajo era su vida, y aunque Shepherd lo enmarcaba como una “jubilación bien pagada”, él lo veía como un destierro. No podía permitirse ese lujo.

Se mantuvo en silencio unos segundos, lo suficiente para que el peso de la pregunta se sintiera aún más aplastante. Pero antes de que pudiera responder, Marcus, visiblemente preocupado, rompió el tenso silencio.

—Señorita Shepherd —Comenzó Marcus, en un tono vacilante, pero claramente asustado por la posibilidad de que Gómez pudiera ser despedido—Creo que deberíamos reconsiderar esto. Gómez es uno de los pocos hombres que realmente trabaja en los pisos inferiores, su historial es impecable. No quiero sonar como si me quejara de los nuevos reclutas, claro está. Pero, seamos honestos, la mayoría de ellos no sabría ni cómo reproducirse si no vieran porno todo el día. No es que no estén capacitados, por supuesto —Agregó rápidamente, dándose cuenta de que había dado a entender justo lo contrario— Simplemente, es una generación que vino medio fallada de fábrica, digo… aún les falta experiencia. Si perdemos a Gómez, nuestros indicadores de eficiencia sufrirían un golpe considerable. Lo que sucedió con Thomas fue desafortunado, no lo niego, pero me parece que una suspensión sería una opción mucho más razonable. Gómez es indispensable para nuestras misiones, y perderlo, especialmente en medio de un recambio generacional, sería un error garrafal para el laboratorio 32.

Marcus estaba desesperado. Aunque intentaba mantener la compostura, era evidente que se sentía nervioso ante la posibilidad de que Gómez fuera despedido. Había trabajado con él en demasiadas ocasiones como para ignorar la importancia que tenía en el equipo. Si Gómez caía, Marcus sabía que él podría ser el siguiente en la línea de fuego, y no estaba dispuesto a permitirlo.

Shepherd levantó una ceja, sorprendida por la inesperada intervención de Marcus. Se había mostrado agresivo durante la mayor parte de la reunión, pero ahora parecía dispuesto a oponerse al despido de Gómez. La tensión en la sala fue creciendo, y todos los ojos estaban puestos en Gómez, quien se había mantenido en silencio durante la última intervención.

Finalmente, Shepherd suspiró y asintió lentamente, como si hubiera llegado a una especie de resolución.

—Entiendo tu preocupación, Marcus —dijo, sin apartar la vista de Gómez— Pero no podemos ignorar que lo que ha hecho Gómez es una violación grave del protocolo. Matar a un prisionero de forma tan estúpida no es algo que podemos permitirnos, especialmente en estos tiempos. Una simple suspensión podría no ser suficiente. Deberá ir a buscar sus cosas.