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78.El Gato

Lía cerró los ojos, permitiendo que sus lágrimas fluyeran libremente. Abrazó al gato con más fuerza, sintiendo una pequeña chispa de esperanza en su corazón adolorido. En ese momento, decidió que, aunque el camino sería largo y difícil, estaba dispuesta a intentarlo. No estaba sola, y aunque su compañía era un gato parlante de pelaje cambiante, sentía que por primera vez en mucho tiempo, podía comenzar a sanar.

Llevó al gato a la casa de sus tíos, presentándole el ático y diciéndole que ese será temporalmente su hogar. En resumen el gato aceptó, pero no sin antes tener una charla sobre que merece un trato mejor, debido a que se sentía como la novena maravilla del mundo. Lía decidió, de momento, no contarles a sus tíos, y seguir con su plan de ocultar sus emociones ya que no se le daba nada bien con personas normales, solo con gatos parlantes.

Al día siguiente en la tarde, Lía, con su parche en el ojo izquierdo y su mirada perdida, se sentó en el sofá mientras sus tíos, Tina y Paul, intentaban mantener una conversación ligera, tomando su tradicional té. La tensión en la habitación era palpable, pero Tina y Paul sabían que debían intentar abrir un camino para que Lía pudiera expresarse, aunque fuera de manera indirecta, porque, después de una semana de conversaciones genéricas, sus tíos sabían perfectamente que algo estaba mal con su sobrina. Paul, con una taza de té en la mano, rompió el silencio primero.

—He estado pensando mucho sobre la diferencia entre los gríseos y nosotros. Es curioso, ¿no? Cómo algunas personas viven sus vidas completamente inconscientes de la magia que rodea al universo, como si estuvieran en automático.

Tina, sentada en una silla cercana, asintió y agregó, como si estuviera indignada por el comportamiento de los gríseos.

—Sí, es como si estuvieran atrapados en una especie de rutina, sin darse cuenta de las maravillas y peligros que existen más allá de su comprensión.

Lía, mirando fijamente la taza de té humeante en sus manos, sabía el rumbo de la conversación, pero decidió continuar la plática para que sus tíos no tuvieran que tocar el incómodo tema que tanto estaba procrastinando, respondió con tono formal y directo.

—Viven sin conocer la realidad completa. No son conscientes de los verdaderos peligros que existen, y ni desean saber su existencia. Es una forma de protección, supongo.

Tina miró a Lía con ternura y preocupación, sabiendo que había más detrás de sus palabras.—Quizás, pero también significa que no pueden defenderse adecuadamente cuando esos peligros se vuelven parte de su realidad. Estar consciente de tus actos y de lo que te rodea nos da poder y control sobre cómo reaccionar ante la realidad.

Paul asintió, tomando un sorbo de su té.

—Exactamente. Y esa consciencia también nos permite apreciar la belleza en el mundo, incluso en medio del caos. Los que somos conscientes tenemos la responsabilidad de proteger a los que no lo son.

Lía levantó la mirada, buscando la de su tío, sus ojos estaban reflejando una mezcla de emociones que no podía expresar completamente, pero se resumía a una amalgama de frustración.

—Insinúas que, aparte de tolerar su existencia, ¿hay que protegerlos de lo que no conocen? Ellos no tienen idea de lo que estamos viviendo, y no lo comprenderían, nunca. La consciencia trae dolor. Saber lo que ocurre realmente, lo que los Tenebris son capaces de hacer... es una carga.

Tina, sintiendo el peso de las palabras de Lía, se inclinó hacia adelante, tratando de llegar a ella.—Es cierto, Lía. Pero también trae fuerza. Sabemos lo que enfrentamos y podemos luchar contra ello. Podemos tomar decisiones informadas, y proteger a los que amamos.

Paul agregó, con una voz suave, pero firme, lanzando directamente la primera intensión de la conversación.

—Lía, has pasado por mucho. Perder a tus padres, tu ojo... es un nivel de pérdida que una persona a tu edad pocas veces afronta, pero eres fuerte. Eres consciente de lo que está pasando y eso te hace poderosa.

Lía bajó la mirada, definitivamente se sintió expuesta y débil. Después del argumento que dio, bajó la guardia, sus tíos lanzaron un anzuelo y ella, como un bagre, fue pescada. Su voz apenas era un susurro.

—A veces, desearía no tener tanto conocimiento. Ser como ellos, sin magia, gríseo, inconsciente de todo, ignorante y despreocupado. Sería más fácil, quisiera no saber. Haría las cosas más simples.

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Tina se levantó y se sentó al lado de Lía, poniendo una mano reconfortante en su hombro.

—Es normal sentir eso, Lía, pero recuerda, tu consciencia también te ha permitido sobrevivir. Te ha dado la fuerza para seguir adelante, para luchar.

Paul se acercó también, con su expresión llena de compasión.

—Y no estás sola, Lía, estamos aquí contigo, nadie más que nosotros sabemos el peso de tu pérdida. Tú perdiste a tus padres, nosotros perdimos a nuestros hermanos. Juntos podemos enfrentar lo que venga, conscientes y preparados.

La chica se sorprendió en absoluto, por su bloqueo mental, no le logró pasar por su mente que sus tíos la comprenderían por completo, se dijo a sí misma en la mente "Ellos también perdieron", asintió lentamente, su expresión estaba suavizándose. Aunque no sabía cómo abrirse completamente, la presencia de sus tíos y su conversación habían aliviado un poco la carga que llevaba.

—Gracias... por estar aquí.

Tina le dio un apretón suave en el hombro, su voz estaba llena de amor y apoyo.

—Siempre estaremos aquí para ti, mi niña, pase lo que pase.

Los tres se brindaron una cálida sonrisa reconfortándose. Realmente sus tíos también necesitaban hablar de ese tema con su sobrina, también necesitaban desahogarse. Después de un momento de tranquilidad se escucharon sonidos en el ático, era el gato. Los tres nuevamente se miraron y Lía puso una mirada de nobleza, preparándose para un regaño.

—Quisimos preguntarte, pero él comenzó primero con la interacción.

—¿De qué hablan? —a Lía no le salía fingir demencia.

—De tu familiar.

—¿Mi familiar? —esta vez su expresión de confusión fue auténtica.

—Si, —su tía le respondía mientras se levantaba a servirse más té—. Desde que lo trajiste notamos su presencia.

Su tío tomó la palabra para explicarle —Un familiar es fácil de detectar por gente mágica, su estadía no nos resulta molesta. Y estoy seguro de que él también sabe cómo identificar gente mágica.

—Pero ese gato lo conocí apenas anoche, cuando comencé a interactuar con él su pelaje y ojos cambiaron.

Sus tíos la vieron con asombro, como si hubiera logrado hacer una mortal hacia el frente sin haber entrenado.

—Un familiar es algún tipo de animal, bestia o especie varia, que alcanza el punto máximo de afecto y comprensión con su dueño, normalmente requiere de años cosechar ese sentimiento —dijo Paul.

—Pero ¿Dices que apenas lo conociste a noche? —dijo su tía, asombrada todavía.

—Si, así fue.

—¿Te gustaría presentárnoslo?

—Claro, pero honestamente aun no le pongo nombre.

—¿Qué? —los dos preguntaron alarmantemente después de escuchar ese dato, y se levantaron de sus asientos.

Agrega su tía —Es que es casi imposible, es como si te hubieras ahorrado todo lo que acabamos de decir y te adelantaras a la parte de la interacción afectiva.

—Pues... sucedió —decía Lía, sin conocer alguna explicación del gato. Se levantó y fue a traer al minino a la sala, seguía siendo blanco con ojos rojos.

Una vez el gato en el suelo, comenzaba a bañarse con la lengua y quitarse las telarañas de sus bigotes —Ya era hora de que me sacaran de ahí, tengo hambre, por cierto —tomando toda la iniciativa del mundo, el gato no pidió, exigió que le dieran de comer. Los tíos se rieron del gato mientras que Tina iba a la cocina en búsqueda de comida.

—Creo que le pondré Orión —dijo Lía, decidida y feliz.

El gato al escuchar su nuevo nombre opinó —¡Hey! me gusta, es misterioso, poderoso, majestuoso, incomprensible y también es mi nombre, me agrada. Miau.

Una vez dado su nombre contemplaron a Orión, ya que parecía más perico que gato, porque no cerraba la boca, incluso para darse un tiempo y comer.

Todos comieron un bocadillo mientras ponían al corriente a Orión, contándole que pasó con él y qué es actualmente, también sus tíos se presentaron y le contaron sobre lo básico del mundo mágico. El gato estaba atento, pero en ningún momento brindó gestos de asombro, ya que él era la anomalía más rara: un gato que hablaba.

—¿Y qué tipo de magia podré usar? ¿Congelaré a mis victimas? ¿Haré las cosas flotar? ¿Lanzaré una agua por la boca? —preguntaba presuroso el felino.

—La misma magia que use tu dueño —explicaba Tina.

—Muy bien, entonces ¡seré un felino flamante! —decía Orión, mientras se pavoneaba en medio de la sala, le gustaba ser el centro de atención.

—No tan rápido, —dijo Paul—. Porque la fuente de tu magia provendrá de Lía, así que no podrás ser igual o superior que ella.

El gato ladeó tiernamente su mirada al sofá donde estaba Lía —¿Eres poderosa? —a lo que la chica le responde.

—Si, la magia de los Bloodfire se centra en la confianza, así que sí, pero ese no es el problema, actualmente estamos en el mundo de los gríseos y si nos ven usando magia, o a ti con otro comportamiento ajeno a un gato normal, se asustarán.

Orión volteó la mirada y agregó —. Está bien, pero tendremos que buscar un lugar si quieren que aprenda a usar su magia.

Después de unos segundos de silencio, Tina agrega— Te conviene mucho entrenar con Orión, sobre todo porque hay una técnica exclusiva de los familiares con sus dueños, que es el transferir los sentidos, su vista por ejemplo.

Un destello de emoción recorrió por la piel de Lía, sentiría todo lo que un gato, desde su visión nocturna, oído y reflejos, simplemente fantástico.

—Definitivamente tendré que pedirle un portalero a Cleir, en estos días intentaré comunicarme con ella, gracias, tía —Lía se sentía cálida, ya no le acomplejaba pedir ayuda, porque ahora tenía más propósitos y metas, ella pensaba que con su vista no habría más cosas que superar, que ya no tenía niveles por subir, pero la llegada de Orión fue un milagro.