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Esencias Mágicas [Español]
4.El Consejo Mundial

4.El Consejo Mundial

Días después, mientras que Richard tenía sus días escolares, alguien llamó al teléfono de la casa de los Bloodfire, el tono se escuchó por toda la sala y fue callado por Lía, contestando desde su habitación, acababa de salir de ducharse y estaba de humor neutro, por suerte, pero al ver esos últimos cuatro números en el identificador, reconoció el contacto, todo cayó a una mala actitud.

—Habla a la casa de los Bloodfire, si el mensaje es urgente favor de dejarlo después del tono —un "beep" algo convincente finalizó su script, hubo silencio y entonces dio inicio una voz de señora adulta, pareciera apurada y de igual manera algo distraída.

—Señorita Lía, ¿Qué son esas formas de contestar?

—Joder, eres buena —la resignación ante su broma fue absoluta y tuvo que preguntarle enseguida a la que llamaba— ¿Qué se le ofrece Madame Lavoice? —la voz aceptó el cumplido y agregó.

—Lo sé, querida, necesito que me digas ¿Cómo va tu progreso personal?, el concejo desea que realices tu presentación lo más pronto posible y poderte dar permiso para ayudar a tus padres—comenzó a titubear, pero ésta toma las riendas de nuevo.

—Oh... con suerte la tendré lista en ocho días...

—¡Espléndido! hace poco que te salvamos de aquel peligroso lugar y se ve que no has desperdiciado tiempo —unas cuantas risitas dieron fin a su comentario, continuó agregando—. En ese caso le diré al portalero que asista a las doce de la mañana un día antes del evento para que se enliste, espero no ser una molestia y muchas gracias por su hospitalidad, hasta entonces —Lía no dijo nada y terminó la llamada.

Unos quejidos de desesperación brotaron y fue cuando se tiró a la cama para anunciar con manos abiertas en movimiento y un acento sarcástico en todo su esplendor.

—¡Con ustedes, mi avance en la disciplina...! —no pudo evitar imaginarse un chico lerdo y confundido, como un ciervo recién nacido tropezar frente al concejo, sonriendo inocentemente. Una palmada cayó en la frente de Lía.

— Tengo que hacer algo...

...

— ¡Tengo que hacer algo! —se gritó exigiéndose fuerza y concentración, Richard se encontraba en los pasillos de la preparatoria.

— ¡Vamos Richy, tú puedes! —Gober le daba ánimos, pero la verdad no servían, el lugar estaba lleno de silencio y solo estaban ellos dos; Gober fulminándolo con su mirada y Richard con los ojos cerrados.

< ¡Guacamayas, frijoles molidos, vacas gordas, anaconda rechoncha! >

— No me jodas Gober ¡Es demasiado! —el ceño, su boca y nariz de Richy se fruncieron.

< ¡Vamos, Richy! esta es la única manera... >

— Dame un maldito respiro, gob —y como él dijo, respiró profundamente, pasó saliva y se dio una sacudida.

— Vamos, comienza de nuevo —Gob lo comenzó a mirar fijamente y no dejaba de verlo por nada, hasta casi no parpadear.

Richard estaba fruncido, abrió lentamente uno de sus ojos y volvió a pedirlo.

— Gober... Te dije que comenzaras... —su amigo le dio palmadas en la espalda de la emoción.

— Lo lograste, socio, ¡ya no me oyes! —terminó con una sonrisa y aplaudiendo.

En ese momento sonó el timbre de salida y las puertas de las aulas vomitaban estudiantes urgidos por querer largarse, había muchas miradas sobre richy y gob, pero lo genial era que solo había eso, y nada más.

— Excelente, gob, ¡ya no los oigo! —sonrió dirigiéndose al muchacho.

—Muy bien Richy, platicamos mañana, "mente-lector" —se alejó y se mezcló entre la gente.

Richy salió en otra dirección riéndose de su amigo, nunca fue bueno dando apodos, pero al menos lo intentaba.

Al llegar a su casa se sintió tranquilo, en estos días ya no sabía lo que era sentir silencio dentro de su cabeza.

Su mamá se encontraba en la cocina lavando los platos, y sin voltear le dijo que viniera a comer. El joven llegó a la mesa, estaba tranquilo.

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—Después de que comas debes subir a tu habitación, la vecina, sobrina de los Bloodfire, se encuentra esperándote, no quiso esperarte a comer, dijo que no tenía hambre.

—¡¿Qué?! ¿Mamá porque la dejaste entrar? —miraba en dirección a las escaleras y bajo su tono de voz—. ¿No vez que nos puede hacer algo, como hacer negativo nuestro Karma o cosas como esas?

Su madre se rio por unos momentos de una manera exagerada y haciendo trompetillas con su boca agregó— no me digas que crees en eso de las energías malas y buenas y el mantra, chacras, talismanes... —hizo una pausa, continuando de espaldas, como es habitual en ella—. Eso es falso, hijo.

Su hijo bajó la cabeza y por esta vez le dio la razón a su madre— si... es muy falso todo —mientras que en su mente recordaba la situación por la que pasó.

— Míralo desde este punto de vista: ahí está una chica, en tu cuarto y es muy linda, deberías ser amable.

Su hijo rodeó la mirada— no mamá, no haré nada de eso con ella, ni siquiera me gusta.

Miró a las escaleras nuevamente y se levantó de la mesa, subió las escaleras y abrió la puerta de su cuarto, Lía se encontraba en la cama, y de alguna manera logró encontrar un álbum viejo de fotos, Richard sintió un escalofrío que lo impulsó a arrebatarle el libro de sus manos.

—¡Hey niña, esto es privado!, ¿Cómo lo encontraste? —la joven levantó su ceja y respondió.

—Todos sabemos que las cosas privadas se encuentran bajo la cama... como sea... ¿Qué hay de nuevo en tu avance?

—Ya no escucho voces, al menos eso creo, ¿hay forma de verificar que ya no escucho nada? —miró a la chica.

Lía pensó en un insulto realmente ofensivo, pero el chico ni se inmutó, se cruzó de brazos retirando la mirada de Richy—. Nop, ya no lees mentes —hizo una pausa para recordar algo que casi se le olvidaba, regresó a su mente y lo sacó— tu papá se ve muy atractivo en aquellas fotos, me es familiar de algún lado, tu mamá me dijo que no supieron la causa de su muerte, ¿nunca supiste cómo fue? —.

El chico bajó la mirada y recordó la herencia que le dejó su padre, ignorando el hecho de saber que había muerto.

— Recuerdo vagamente su funeral, nunca encontramos su cuerpo, lo dimos por muerto, mamá necesitaba darlo por muerto para continuar con su vida, pero curiosamente, nos dejó ese álbum lleno con sus fotos y un collar que tiene mi mamá.

Hubo silencio y la chica agregó mientras se paraba— que lindo detalle, espero acordarme de dónde conozco su rostro... en fin, me retiro. Alerta por si ocurre otra cosa... rara —.

La acompañó a la puerta principal, le arrojó una mirada de ojos levantados embarazosa a su mamá mientras que al verlos salir ella sonreía levantando sus dos pulgares.

Al día siguiente, Richard pasó su mano por su rostro, lo que hizo que llegara a su nariz un olor muy inusual en sus mañanas, limón, confundido observó sus palmas y las identificaba verdes, verdes... limón. Notaba que era una especie de costra, similar a cuando el pegamento con el que te embarrabas en el jardín de niños se secaba en tus manos y necesitabas despegarlo, solo que éste era verde.

—Nuevo poder: fragancia cítrica... qué asco —se levantó y tuvo su rutina típica, sólo que con manos de limón.

—Si dejo mis manos en agua, juro que hago limonada —se retaba a sí mismo y ¿Cómo saber si eso en realidad pasaría? terminó su rutina y subió al autobús, ya no escuchaba voces. Tenía manos diferentes, recordó la fuerza e intentó apretar un tubo del cual se sostenía, la fuerza ya no se sentía.

Al llegar al campus del cole, Gober lo alcanzó y levantó la barbilla— ¿Qué hay, bro? —con las manos en los tirantes de su mochila, Richard levantó las manos mostrándoselas a su amigo.

Encontró la situación curiosamente divertida por lo inusual que era. No pudo evitar preguntar "¿por qué?" mientras levantaba una mano, negaba con la cabeza y levantaba una ceja, mostrando su confusión. Richy, igualmente desconcertado, encogió los hombros. Este intercambio de gestos y preguntas creó un momento muy extraño para ambos.

Fargon los ve de lejos y prepara su primer ataque, corre un poco— ¡buen día tonto uno! —lo decía mientras empujaba a Richy— ¡y buen día a ti también tonto dos! —también terminó empujando a gob.

Los dos tumbados en el césped vieron como Fargon se reía, terminó por alejarse. Richy, boca abajo le comentó.

—Menos cerebro que un perro —los dos se rieron y Richard notó que algo se movía en sus manos.

—¡Gober, mira esto, no inventes! —gob veía sus manos como hacían crecer el pasto, de una forma lenta, pero constante, amable y notoria a la vista, salió un tallo que emanó tres hojas y del mismo brotó el botón, si, una flor.

—Manos de abono... —Gober respondía de la manera más rara ¿y cómo culparlo?, era demasiado inusual.

La flor contemplaba la mano temblorosa de richy, alejó la mano de aquella planta, no tardó en marchitarse tan pronto la flor perdió cercanía.

Richy tuvo un golpetazo de idea en su cabeza, son ese tipo de cosas que necesitas confirmarlas tan pronto entran a tu cerebro.

—¡Gob, vamos al patio de atrás, después te explico! —su amigo se levantó y corriendo los dos llegaron a la parte sola del campus.

Atrás de un árbol, el mismo árbol golpeado por la fuerza pasada de richy, lo tocó y fue una sensación de unión con el señor árbol, el hueco del puño se regeneró, levantó su dedo índice pidiendo atención y levantó sus cejas.

Fue entonces cuando bajó su mano a los pies del árbol e hizo crecer una raíz, al parecer también decidía qué crear, que fuese planta, claro.

La raíz parecía no tener fin y decidió hacer su plan, cerró los ojos y las raíces envolvieron su brazo, después paso por su pecho para cubrir el otro, bajaron por su abdomen alcanzando su barriga, llegaban a la cintura, también sus piernas, para terminar con sus pies, por su cuello se arraigaban haciendo un Richard cubierto de raíces, y aquí venía lo mejor.

Gober estaba asombrado y orgulloso, su amigo dejó de ser un estúpido al menos por 5 minutos.

Cubrió por completo su cuerpo, en la parte de sus ojos, nariz y boca sólo se abrieron huecos de los cuales no se veía más que oscuridad.

— ¡Viejo, pareces un hombre árbol, es impresionante! —Gober quería golpearlo en el hombro en señal de felicitación, pero las espinas le decían que no.

— ¡Desarbolizate! —le pedía Gober, y veía como su amigo se descarapelaba, por primera vez Richard se sintió orgulloso de sí mismo, tuvo una grandiosa idea que resultó bien.

Y si, resultó bien verde, terminó por cambiar no sólo sus manos, toda su piel era verde.