El salón estaba lleno de velas encendidas, con grandes cortinas rojas en los ventanales que daban al exterior; todo el espacio carecía de muebles.
Había dos personas, una corriendo hacia la otra. Una silueta se encontraba en el centro de la estancia sosteniendo un libro.
⎯ ¡No lo hagas, Wilberth! ¡Él solo te utilizará! ⎯el del libro lo veía aproximarse. Su mirada emanaba preocupación y miedo.
⎯Ya es demasiado tarde, Ronald. Tú y el consejo arderán, ¡arderán en el infierno! ⎯una inmensa oscuridad salió de aquel libro, cubrió su mano por completo, subiendo por su piel rápidamente hasta cubrir su brazo⎯. ¡Seré inmortal, Rony! Nadie me podrá deten...
Fue callado por la oscuridad al verse envuelto en ella hasta el rostro.
Soltó el libro y cayó de rodillas. Dolía, dolía bastante. Se agarró la cabeza con ambas manos, intentando calmar el dolor. El viento comenzó a girar en el salón, agitando hasta casi consumir las llamas de las velas.
Fue entonces que una esfera de energía tomó forma, rodeando sin salida al corrompido. Muchos miembros del consejo intentaban abrir las puertas; unos haciendo uso de la fuerza y otros con sus habilidades. Sin embargo, estaba siendo casi imposible, debido al conjuro de absorción de energía sellado en ella.
This tale has been unlawfully lifted from Royal Road. If you spot it on Amazon, please report it.
Ronald usó su brazo para intentar sacar a su compañero de la esfera. Una vez adentrado su brazo en la masa de energía oscura, este se disolvió en una especie de líquido negro muy viscoso. Agarrando y tirando desde el codo con su otra mano, soltó un grito visceral ante la agonía y el esfuerzo por intentar sacarlo. Wilberth, aún consciente, empujaba el brazo de su amigo hacia afuera en afán de ayudarlo, mas no pudo. Bajó la mirada y observó como su pie era lo último que faltaba por ser consumido.
El viento aceleró su giro, formando un ojo de huracán en el centro, mientras todo a su alrededor fue devastado. La esfera hizo succión con ese viento, estallando en todas direcciones. El otro hombre logró huir del lugar, las cuatro paredes de la habitación absorbieron el impacto, los grandes ventanales abrieron de par en par mientras sus cristales se rompían por la presión del brusco movimiento. El gran candelabro del techo cayó al suelo, haciendo que lo poco que quedaba de éste terminara de romperse, abriendo un enorme hueco en el piso, agrietando toda la loza alrededor.
. . .
Wilberth, luego de un rato recobró el conocimiento. Todo a su alrededor estaba completamente destruido. La mesa a su lado apenas era ya solo madera en trozos. No había rastros de su compañero en toda la estancia. Las puertas cedieron un poco debido al daño, alertándolo por milésimas.
Los miembros del consejo, una vez pudieron entrar, no lograron ver más que tierra negra esfumándose del lugar en un débil y suave remolino de viento.