Después de comenzar a seguirle le preguntó la fecha en la que estaban, y al saberlo, concluyó que estuvo cinco meses y tres semanas en el bosque de hojas azules.
-Veo que hay muchos monjes aquí, ¿con qué objetivo meditan?
-Buscan el gris definitivo.
-¿El gris definitivo?
-Pronto lo sabrás, cuando lleguemos.
-¿A dónde me llevas?
-A la biblioteca de Hydralis, y tu te estás llevando, yo no.
La biblioteca principal del templo de los monjes de Hydralis era un lugar de sabiduría y serenidad, un refugio de conocimiento oculto entre las maravillas arquitectónicas de la ciudad. Situada en una sección tranquila del santuario, la biblioteca era accesible a través de un puente de piedra que cruzaba un arroyo cristalino. Este puente conducía a una entrada imponente, enmarcada por columnas talladas con motivos acuáticos y adornada con relieves de criaturas marinas.
Al entrar, Richard se encontró en un vasto salón cuyas paredes estaban cubiertas de estanterías de madera oscura, llenas de libros antiguos y pergaminos cuidadosamente enrollados. Las estanterías se extendían hasta el techo abovedado, que estaba decorado con frescos de cielos despejados y mares en calma, iluminados por la luz natural que se filtraba a través de vitrales de colores. Estos vitrales representaban escenas de la historia y la mitología de los Aquamoon, con figuras de sabios monjes y guardianes acuáticos.
El suelo de la biblioteca estaba cubierto con alfombras suaves y acogedoras, sus patrones estaban reflejando las corrientes de los ríos y los remolinos del océano. Aquí y allá, pequeñas mesas de lectura estaban dispuestas estratégicamente, cada una acompañada de cómodas sillas acolchadas. Sobre las mesas, lámparas de aceite de cristal proyectaban una luz suave y cálida, creando un ambiente ideal para la concentración y el estudio.
En el centro de la biblioteca se alzaba una fuente de agua, cuya base estaba tallada en mármol blanco y adornada con gemas azules que destellaban a la luz [https://img.wattpad.com/bf60cdd3a79c1d21279b6a793940f6acdaee89d5/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f34367041446c57714f61475255413d3d2d313434393835373531312e3137646266363332366262636435376338323234323833313137302e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]
En el centro de la biblioteca se alzaba una fuente de agua, cuya base estaba tallada en mármol blanco y adornada con gemas azules que destellaban a la luz. El sonido relajante del agua que estaba fluyendo proporcionaba una banda sonora constante que ayudaba a calmar la mente y fomentar la meditación. Alrededor de la fuente, había asientos en forma de bancos curvados, donde los monjes a menudo se sentaban a leer o a contemplar en silencio.
Las secciones de la biblioteca estaban organizadas meticulosamente, con cada estantería etiquetada con placas de bronce que indicaban las temáticas de los textos. Había secciones dedicadas a la historia de Hydralis, tratados sobre la magia del agua, estudios sobre la meditación y el control de las emociones, y escritos sobre la naturaleza y la filosofía de la vida. En una sección más reservada, protegida por barreras mágicas discretas, se guardaban los textos más antiguos y valiosos, incluyendo pergaminos que contenían secretos de la magia y el conocimiento ancestral de los Aquamoon.
Monjes de todas las edades se movían silenciosamente por la biblioteca, algunos consultando textos, otros susurrando entre ellos en conversaciones serenas y reflexivas. La atmósfera era de respeto y veneración por el conocimiento, y cada visitante sentía una profunda conexión con el legado de sabiduría que la biblioteca albergaba. Para Richard, este lugar representaba una oportunidad para encontrar respuestas y guiar su camino en medio de la turbulencia interna que lo aquejaba.
Se sentaron en la mesa más alejada de las estanterías y, al tomar asiento, el muchacho habló.
-Entonces, ¿me dirás qué es ese gris definitivo?
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-El gris definitivo es el equilibrio.
-¿Pero qué? -se exaltó al recibir esa respuesta y se escuchó de lo lejos una llamada de atención pidiéndole que bajara la voz de alguien que no pudo identificar. La mujer estaba riéndose de él muy sutilmente.
-Antes de saber qué es el gris definitivo necesitas comprender dos cosas: no existe la gente totalmente bondadosa, y no existe la gente totalmente malvada.
Richard estuvo en silencio más de cinco minutos, la chica tomaba un libro y comenzaba a leerlo, el tema del libro no era relevante para la conversación, el título era "Espejismos e Ilusiones de los Aquamoon".
-Esta bien ya lo entendí y ¿después qué sigue?
-Aun no.
-¿Qué? -se volvió a exaltar y recibió otra llamada de atención escuchando un ceceo desde lo lejos.
-Yo utilicé la palabra "comprender", no "entender".
-Esta bien, ya lo comprendo.
-No. Entender y comprender no es lo mismo, necesita su tiempo y meditación.
-Y una vez comprendiendo esas dos cosas ¿Qué sigue?
-Comprenderás qué es el gris definitivo. Puedes comenzar a leer los libros de esa estantería, te contará más de las dos cosas que te mencioné.
-Muchas gracias, te lo agradezco mucho.
-Todavía falta tu paga, después nos veremos.
La chica le brindó una sonrisa cálida y con el libro que leía se paró de la mesa en dirección a la salida.
-Espera -la detiene con la voz, exaltándose por tercera vez. Recibió un escarmiento con una vara de membrillo en el hombro por uno de los monjes para que guardara silencio. El muchacho soltó un quejido y susurrando pidió disculpas -. ¿Cuál es tu nombre?
La chica se ríe de Richard y decide responderle. -Meredith.
-Richard.
-Nos vemos, Richard.
La chica dejó la biblioteca.
. . .
Hace cinco meses y tres semanas. La explosión en la biblioteca fue devastadora. Richard, en su intento desesperado por controlar su inestable magia oscura, había liberado una energía inmensa que arrasó con gran parte del majestuoso recinto. El techo abovedado se había derrumbado parcialmente, dejando entrar el frío aire del exterior y permitiendo que la luz del sol, filtrada a través del polvo y los escombros, creara un escenario surrealista y desolador.
Las estanterías, antes ordenadas y llenas de conocimiento, estaban volcadas y rotas, con libros y pergaminos esparcidos por el suelo. Algunos textos ardían lentamente, alimentando pequeñas llamas que crepitaban en silencio. Las mesas de lectura y las cómodas sillas estaban destruidas, algunas reducidas a astillas y otras cubiertas de escombros.
Lia y Kenny, que estaban cerca de Richard en el momento de la explosión, yacían inconscientes entre los escombros. Lia tenía el ojo izquierdo vendado de forma improvisada, con la herida profunda y sangrante, y su piel mostraba cortes y moretones. Su respiración era superficial, pero constante. Kenny, por su parte, presentaba varias heridas menores y una gran contusión en la cabeza, que le había dejado inconsciente pero vivo. Ambos mostraban signos de haber sido golpeados por la onda expansiva, pero sus cuerpos resistentes los habían salvado de heridas mortales.
Lunaris y Gaspar, que habían sido arrojados hacia una pared por la explosión, se encontraban en mejor estado, pero no por mucho. Lunaris tenía el brazo izquierdo roto y sangraba por una herida en la frente, pero estaba consciente y en proceso de levantarse, jadeando de dolor y esfuerzo. Gaspar, aunque anciano, había logrado protegerse parcialmente con un escudo mágico, pero aún así había recibido un fuerte impacto que lo había dejado con costillas rotas y una respiración dificultosa. Estaba sentado, apoyado contra una pared derrumbada, tratando de recuperar el aliento mientras observaba el caos con ojos llenos de dolor y preocupación.
El lugar, una vez un refugio de serenidad y conocimiento, ahora era un campo de batalla devastado, lleno de escombros, fuego y desolación. La atmósfera estaba cargada de polvo y cenizas, y el sonido de la destrucción resonaba en los oídos de los presentes, mezclándose con los gemidos de los heridos y el crepitar de los pequeños fuegos. La biblioteca de Glaciora, que había sido un símbolo de sabiduría, se había transformado en un recordatorio sombrío del poder destructivo de la magia incontrolada y el precio del desespero.
Dos semana después de la explosión, gracias a Dapne, y después de unos días más, también con la ayuda de Maddy, pudieron comenzar con el tratamiento para sanar de los afectados en la biblioteca. Dapne, como responsable, había llenado un informe a Cleir donde especificaba que todo fue por culpa de Gladius, el cual desapareció cumpliendo su objetivo de venganza, ya que él fue el que inestabilizó caóticamente a Richard, y éste último mencionado huyó del lugar. El estado mas crítico era de Gaspar, por su edad, y Luna, por su brazo roto, pero sólo sería cuestión de tiempo para que los dos estén de nuevo sanos totalmente.
Los días habían pasado en un torbellino de caos y esfuerzo mientras Glaciora se recuperaba del ataque. Lía, con un parche negro cubriendo su ojo izquierdo, se preparaba para regresar a la Academia de Magia. Un portalero, había sido llamado por Maddy para facilitar el viaje. La magia que envolvía la creación del portal era densa y luminosa.
Lía se despidió brevemente de los hermanos Icebrook y del equipo de restauración, prometiendo volver pronto. El portal se abrió con un zumbido suave, y con una última mirada al paisaje devastado de Glaciora, Lia atravesó el umbral hacia la Academia de Magia.