En la mañana siguiente Richard tenía que ser puntual para encontrarse con Lunaris, ella le envió un mensaje para verse en la entrada de la academia al medio día, así que tenía toda la mañana para hacer sus pendientes.
Lunaris recibió el mensaje de Richard confirmando y tras la felicitación del juego pasado también recibió dos cajas llenas con cartas de felicitación y admiración por todo su club de fans, sin embargo, por inercia tomó primero el mensaje de Richy, lo terminó de leer y comenzó a hacer sus deberes en la alcoba compartida con su hermano.
Lía subía las escaleras para la entrada principal. Últimamente la chica se sentía sedentaria, tenía meses que no iba al campo de batalla, o entrenar, ya que con Bleysi, su mentora, se veía en la necesidad de ayudarle con papeleo e investigaciones de las artes de los Bloodfire. Esa mañana portaba una gabardina cerrada de cuero roja, con una blusa negra, unas mallas pegadas de vinil mate negras, y unas zapatillas rojas para combinar. Sin duda se veía radiante.
Richard bajó para ver a Lía, ya que tenían un tiempo de no verse y mucho menos hablar, probablemente desde que se graduaron no se habían dirigido palabra, y ni si quiera se despidieron. Lía cruzó mirada con el chico, no se detuvo, siguió su paso.
— Hola.
— Hola.
Fue como si no hubiera necesidad de contarse todo lo que habían tenido de aventuras en el tiempo que no se vieron, hicieron sinergia de nuevo.
— ¿Cómo te fue con Bleysi?
— Bien.
— ¿Aprendiste cosas nuevas?
— Notoriamente.
— ¿Me las mostrarás algún día?
— Innecesario.
La chica le da unas palmadas en el hombro y siguieron caminando a la oficina de Cleir y al abrir la puerta la directora levantó la mirada para ver a la pareja de jóvenes.
— Bienvenida, Lía, cuéntame, ¿qué está pasando con los Bloodfire?
La chica sacó un frasco con arena gris, eran residuos de los hijos de Daster y la puso en la mesa.
— Uno de los hijos de Daster. No lo he enfrentado, aún. Primero vine a informar. No sabemos qué tan fuerte sea, pero con ayuda de Bleysi sería suficiente.
— Será mejor que lo detengan antes de que esto escale a mayores. Confiamos en ti, Lía, estarás a cargo en esta misión.
La chica salió del cuarto y no se despidió de nadie, de nuevo. Richard continuó hablando con Cleir.
— Siento que Lía ya maduró desde que la conocí.
Cleir se ríe de él— es un chiste, ¿cierto? Lía es de las personas más imprudentes y temperamentales que conozco. Le falta mucho camino por recorrer —.
— Me pregunto qué camino me tocará recorrer ahora...
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— Pues el camino que debes recorrer ahora es el camino a la salida de la academia, Lunaris es una chica maravillosa y fantástica, no la hagas esperar.
— ¡Cierto, ya casi es medio día, me voy!
El chico dejó la oficina de inmediato, ya que no quería llegar tarde, y pasó al lado de Lía, llegó a la entrada de la academia y vio una chica recargada en una de las paredes con un vestido rosa pálido con flores pequeñas celeste pastel, el vestido tenía con corte a los hombros y holanes en las mangas, con el cabello chino, suelto, color castaño, unas zapatillas rosas con tacón pequeño, un maquillaje lindo, pero discreto y fuera de la rutina, que hacían notar las pecas que ella siempre tuvo, pero como en los entrenamientos se ensuciaba, no se distinguían.
Richard, en cambio, tenía un pantalón roto color negro de corte recto, unos tenis cómodos de lona planos, con una camisa de botones negra y el collar de Cloud, su cabello ese día estaba más alborotado que de costumbre. Los dos se vieron. Luna sintió un leve golpe en su pecho de la emoción por verlo.
— Hola, Luna.
El corazón de ella estaba acelerado, y comenzaba a sudar de las manos.
— Hola, Richard, pensé que no vendrías.
— ¿Por qué?
— No lo sé, muy bello para ser verdad, digo, ¡pensé en voz alta, lo siento!
Richard no entendía por qué ella le respondió así. En cambio, del otro lado era más que claro las intenciones que había, a Lunaris le gustaba Richy. El chico no sabía qué era lo que sucedía porque el solo veía a una compañera del equipo de Fireball muy buena haciendo su trabajo, tas la ayuda que le dio en el entrenamiento él la reconoció y quería aprender ese ímpetu, ya que tenía muchas cosas que mejorar en muchos aspectos.
— No, no pasa nada, ¿quieres ir a un lugar en específico? o ¿qué tienes planeado?
— Pues para serte sincera solo quería sentarme en un lindo lugar un poco lejos de aquí, no tengo mucho tiempo, así que...
— ¿Tienes poco tiempo? creí que saldríamos a un lugar interior, no exterior o algo parecido, pero está bien.
Luna se comenzó a poner nerviosa y quiso cambiar los planes, pero ya era demasiado tarde.
— Lo siento mucho —dijo Luna, bajando un poco la mirada y con una voz de tono bajo, era la primera vez que se sentía así, no sabía cómo reaccionar, o si lo que hacía era lo correcto.
Los chicos se alejaron de la academia y rodearon el gran bosque de Toru, unos minutos más de caminata llegaron a un sitio agradable con un gran árbol dando sombra, rodeado de lirios y petunias.
— Este promete ser un buen sitio —dijo Luna.
— Eso espero, ya tengo hambre, ¿qué comida trajiste?
La chica sacó un mantel de algodón para tenderlo en el césped, de su mochila agarró unos recipientes de plástico con tapa en los cuales contenían unos pequeños sándwiches de jamón con queso manchego y lechuga, le dio el mantel a Richard y él lo tendió, después se sentaron en el mantel y la chica sacó el resto de las cosas, un manojo de cubiertos, una ensalada de atún con pasta, y un gran termo con capacidad de un galón de agua de limón. Una vez que la chica sacó todo de su mochila le sonrió a Richy y le pidió que probara un triángulo de sándwich haciendo una seña con su mano, el chico tomó un trozo usando dos dedos y probó medio centímetro de una de las puntas. Primer golpe en el pecho de Lunaris.
— ¿Está bueno?
El chico tenía la mirada al suelo, la levantó hacia la chica y sin al terminar de degustar le respondió con tono despectivo.
— Los he hecho mejor, este queso no lo suelo usar en sándwiches, pero saben bien.
Segundo golpe en el pecho de Lunaris.
La chica sonrió porque si le gustaron y ella estiró su brazo para tomar uno para ella. Richard tomó un vaso para que le sirviera agua de limón, a lo que la chica dejó a un lado el sándwich y le comenzó a servir. Estuvieron callados durante toda la comida, Lunaris comenzó a sentirse mal, preguntándose si había hecho algo malo, algún ademán, algún gesto.
Entonces, Richard al terminar se puso de pie de inmediato y volteo la mirada al horizonte.
— Gracias por la comida.
— No-no es nada, Richard.
Lunaris respondió como nunca en su vida, insegura, despreocupada, intentando evitar el agradecimiento, como si hacerle la comida fuera su deber.
— Noto que te levantaste, ¿irás a algún sitio?
— Si, debo ir a alcanzar a Lía, creo que necesitará mi ayuda.
— Oh... pues buena suerte, y ten mucho cuidado.
Luna terminó dándole una amplia sonrisa cálida y Richard no la vio, siguió caminando y se despidió de la chica.
— Chao, Luna.
Y así fue como pasó el tercer y último golpe en el pecho de Lunaris, desintegrando su corazón.