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52.Cena Y Ansiedad

La cena en la casa de los Icebrook fue una experiencia memorable, llena de sabores frescos y deliciosos que resaltaban los ingredientes locales de Glaciora, y el toque de madre de Brisa.

En el centro de la mesa, se encontraba una gran bandeja de madera llena de pescado fresco, capturado por Kenny durante su día de pesca en los lagos helados cercanos. Había truchas de arroyo y salmones plateados, perfectamente cocidos y sazonados con hierbas y especias locales.

Todos se sentaron alrededor de la mesa, compartiendo sonrisas y conversaciones animadas mientras disfrutaban de la comida.

Lía tomó un trozo de trucha de arroyo con cuidado, vio el color plateado y la frescura del pescado. Con un gesto de agradecimiento, probó un bocado y sus ojos se iluminaron con satisfacción al saborear la delicada carne del pescado, si se tratase de Lía, y quisieras llegar a su hueco donde esta su corazón, sería mediante la comida.

Richard, por su parte, optó por probar el salmón plateado. Tomó un trozo con su tenedor y lo observó con curiosidad antes de llevarlo a la boca. Al morder, su rostro se iluminó con una sonrisa de placer mientras disfrutaba del sabor único y la textura suave del salmón.

Kenny, el orgulloso pescador por hobbie, observó con atención las reacciones de sus amigos mientras probaban su pesca. Sus ojos brillaban con emoción y orgullo mientras observaba cómo disfrutaban de los frutos de su día de trabajo.

Mientras tanto, la madre de los Icebrook, sirvió una variedad de verduras frescas y cocidas al vapor para acompañar el pescado. Había zanahorias glaseadas en miel, judías verdes al vapor y papas asadas con romero y ajo, todas cosechadas de su jardín trasero.

Lunaris, la experta en cocina de la familia, había preparado las verduras con esmero, resaltando su sabor natural y fresco. Mientras probaba las zanahorias glaseadas, Lunaris observaba con ansiedad las reacciones de sus invitados, pero más la de Richard, esperando que disfrutaran de su comida tanto como ella disfrutaba cocinándola.

A medida que avanzaba la cena, el ambiente en la mesa se llenó de risas y conversaciones animadas. Lía estaba contándoles cuando Richard fue detenido en Pyronia por volar en dragon sin permiso y que casi lo encerraban con los Émber, mientras Brisa escuchaba con una sonrisa cariñosa, feliz de ver a su familia y a los amigos de sus hijos disfrutando de la comida que había preparado con tanto amor y cuidado.

Al final de la cena, todos estaban satisfechos y contentos, con corazones llenos y estómagos aún más llenos. Era evidente que la comida había sido un éxito, gracias al esfuerzo y el amor que la Sra. Icebrook y Lunaris habían puesto en ella. Ya en la noche desde el último piso Richard se encontraba cautivado por las auroras boreales que se acostumbraban ver en el pueblo.

Las auroras boreales, conocidas también como las luces del norte, eran un espectáculo impresionante que pintaba el cielo de Glaciora con colores mágicos y vibrantes [https://img.wattpad.com/20dc4a6699dcc7c755a736e8b01abfe6ec0f6228/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f4e4b4449517054497a62534741773d3d2d313434363134393430382e313764333564633962393138646261373530343337353634323738362e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]

Las auroras boreales, conocidas también como las luces del norte, eran un espectáculo impresionante que pintaba el cielo de Glaciora con colores mágicos y vibrantes. A medida que la noche avanzaba y el sol se ponía en el horizonte, las primeras luces del norte comenzaban a asomarse tímidamente por detrás de la gran montaña que se alzaba en el centro de la elementália.

Al principio, eran solo destellos suaves y tenues de luz verde y azul que se filtraban a través de las nubes, pero a medida que la noche avanzaba, las auroras se intensificaban, llenando el cielo con una danza deslumbrante de colores brillantes.

Las luces danzaban y se retorcían en el cielo, formando arcos y espirales hipnóticas que se extendían desde el horizonte hasta lo alto de la montaña. Los tonos verdes, azules y morados se mezclaban y se entrelazaban en un ballet celestial, creando un espectáculo de belleza incomparable.

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La gran montaña, cubierta de nieve y hielo, actuaba como telón de fondo para este increíble espectáculo natural. Las luces del norte se reflejaban en la superficie helada de la montaña, creando un efecto deslumbrante que hacía que pareciera que la montaña misma estaba encendida por dentro.

Richard era el único que estaba fuera, quería respirar un poco de aire fresco, Lía ya estaba por dormirse y Kenny ya dormido en su tercer sueño agotado por su pesca, Luna terminaba de limpiar los últimos platos y por su cabeza rondaba el querer ir a hacerle compañía al chico. El muchacho estaba con mucha nostalgia, recordando el momento cuando Blast estaba sentado en llamas, diciendo que era un hermoso día. Por otra parte, Luna estaba recargada en el lavabo, ya había terminado, y estaba recordando el sentimiento que tuvo cuando vio a Richard irse con una actitud apática e indiferente después de la comida que le había hecho ese día. La chica no pudo contener su curiosidad y decidió antes de entrar, asomar media mirada por la puerta y ver cómo estaba el chico, ya que no quería interrumpir.

Richy estaba recargado en el balcón, la imagen de Blast y la memoria de haber causado dolor a Clara, la familiar de Toru, lo consumían, llenándolo de un dolor que le oprimía el pecho. Luna quería ayudarle con todo su corazón, quería arroparlo con su cariño, apesar de como la trató en la primera cita, a ella le nacía brindarle su cariño. Así que pensó en una rebuscada acción, desde el otro lado de la casa, arrojó escarcha que pronto se convertiría en copos de nieve a lo mas alto que pudo en el cielo.

Cayeron copos de nieve que pronto Richard notó, se limpió un poco las lágrimas y fue cuando entró Luna.

—Ver la aurora tiende a ponerte sensible, lo digo por experiencia.

—¿Y te pasa seguido?

—Más de lo que crees.

Los dos se recargaron en el balcón contemplando la aurora, sintiendo la luz en sus rostros.

—Luna, ¿has visto morir a alguien a lo largo de tu vida?

—Sinseramente no, pero me preparo mentalmente para ello.

Richard sentia que le estaba comenzando a dar ansiedad, su pecho se sentía fresco, su corazón latía más fuerte, y lo empezaba a gobernar un miedo sobre que estaban pasando peligro en ese momento, estaba frotando sus hombros, las manos le comenzaron a sudar.

—¿Qué pasa, Richard? —le preguntaba Lunaris, ella sabía que su respuesta no le había ayudado —. Podemos hablar de ello, si gustas.

—No hace falta, no tengo nada, iré a dormirme —terminó la conversación como si se tratase de una puerta azotándose con fuerza. Dejó a Luna en el balcón y ella comenzó a llorar lentamente, sintiéndose inútil.

Al llegar a su habitación Lía lo esperaba recargada en la puerta, se veía molesta.

—¿Qué acabas de hacer?

—¿Qué? ¿De qué hablas? me siento de la mierda, necesito entrar, solo quiero que ya sea mañana —Richard miraba a los lados y a las zonas ocuras del pasillo ya que seguía con la sensacion de peligro.

Lía soltó un suspiro y abrió la puerta —Ya no te sientas una mierda después de lo de Pyronia, no fue tu culpa, enfócate en la oportunidad que te dio Blast, no en su pérdida, porque si fallas será peor.

El chico se sentó en su cama, se limpió las lágrimas y dejo de temblar —tienes razón —sonrió recordando por última vez a su amigo, y toda esa oscuridad fue reemplazada por una llama de determinación. El chico bostezó y se recostó —ya me dio sueño, hablamos mañana.

—Eres un idiota, ¿sabes?

—Si, si, descansa tu también.

La chica salió de la habitación y sus reflejos la detuvieron en seco, ya que sintió una silueta de una persona muy cerca de ella, era Lunaris.

Las chicas se quedaron paradas en el pasillo, sintiendo un pequeño momento incómodo.

—¿Todo bien, Luna? —preguntó Lía, notando su presencia.

Luna se giró hacia Lía, con una expresión de preocupación en su rostro.

—Lía, ¿crees que Richard esté bien? —preguntó Luna, con un tono lleno de inquietud.

Lía relajó los hombros y con mucha seguridad le respondió.

—Está pasando por un momento difícil, pero creo que se recuperará. Necesita tiempo para procesar todo lo que ha pasado, sin embargo, eso no le quita lo idiota —respondió Lía, intentando tranquilizar a Luna.

Luna asintió lentamente, aún preocupada por el chico.

—Espero que tenga razón. Gracias por cuidarnos, Lía.

La bloodfire le brindó una sonrisa a Luna, sin saber que ella estaba ocultando algo más profundo.

—Todo estará bien, Luna. Vamos a apoyarlo —dijo Lía, tratando de infundirle ánimo.

Luna asintió, sintiendo el consuelo de la amistad de Lía, pero su corazón latía con un secreto que no podía revelar.

—Gracias, Lía. Me siento mejor sabiendo que estás aquí.

Las chicas se dirigieron a su habitación para descansar.

Mientras tanto, Richard yacía en su cama, con los pensamientos dando vueltas en su mente. A pesar de la tristeza que lo había abrumado, una nueva determinación comenzaba a crecer en su interior. Sabía que tenía que seguir adelante, por Blast y por todos los que habían confiado en él. Con esa resolución en mente, cerró los ojos y se sumergió en un profundo sueño.