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Esencias Mágicas [Español]
67.Repudio Sobrehumano

67.Repudio Sobrehumano

"Era un sitio muy próspero, si con prosperidad comprendemos que cada humano nunca esta satisfecho con lo que obtiene y siempre busca más la insatisfacción que la plenitud individual, entonces sí, es muy próspero."

Los alumnos escuchaban a su maestro dar las últimas indicaciones de la tarea. Ya casi atardecía, y los jóvenes saldrían de regreso a sus hogares. El sol llegó a su ángulo y dio la hora de salida, todos abandonaron el lugar, excepto el maestro.

La Diosa Sapientia tenía su bendición en él, dedicaba su vida a compartir conocimiento, y a cambio, el tenía la capacidad de comprender rápido cómo es que funciona el todo. Conocimiento puro junto con su debida comprensión. No se sentía abrumado por todo lo sabido y por saber, lo que le incomodaba al punto de frustración era la ignorancia de los demás. Dedicar tiempo completo, vivir en el mismo edificio de la escuela, utilizar todo su tiempo para sesiones constantes con sus alumnos no bastaban en absoluto. Echaba monedas en un saco roto. -Que ya había nacido roto -esas eran sus conclusiones.

En la ciudad de Damdun, para después ser conocida como la del cambio, la prosperidad era implacable, los habitantes estaban completamente entregados a sus respectivas diosas, y todos tenían un objetivo claro gracias a ello. Fue ahí cuando un jóven, después de ser educado para tener libre albedrío y criterio propio, decidió elegir a la diosa Sapientia. Le fascinaba el conocimiento y tenía madera de líder natural, se le daba y embonaba acorde a lo que sus compañeros requerían. Todo día en el que aprendiera algo nuevo, no importase lo que fuera, era productivo para él.

Damesh era un maestro prometedor, pero su dualidad era radical, tenía demasiada necesidad de querer educar a los hombres y mujeres de Damdun, y al mismo tiempo los repudiaba. Irónicamente la gente era feliz tal y como eran, se resistían a la innovación y cambios a mejora, eran conservadores y obstinados, tenían una interminable discusión sobre qué diosa era la mas útil y cuál era la mas ignorada, eras objetivo de burla y discriminación si pertenecías a las loas con menos seguidores.

No reflexionaban sobre sus comportamientos y el impacto sobre sus familias y parejas, no querían crecer personalmente. Solo tenían compromiso a sus diosas, y no confiaban en las relaciones con los demás, en definitiva no tenían paciencia y se irritaban siempre que no sabían obtener algo, ya que tenía que ser a través de su bendición, cuando necesitaban las bendiciones de los demás se comportaban de manera hipócrita desmedida y cuando obtenían su objetivo desechaban.

Preferían culpar a los demás de sus propios problemas y fracasos, sin asumir responsabilidad de sus acciones, la salida fácil siempre era victimizarse. Sin duda alguna Damesh tenía una lista interminable de lo asqueroso y parásito que es el humano por naturaleza y no lo podía ignorar.

Y su conflicto no era su existencia.

Un día a casi terminar la clase, preguntó las dudas pertinentes. Resultó que los alumnos no habían entendido nada en absoluto de lo que había impartido su clase, no sólo ese día, si no desde que entraron por primera vez.

-¿¡Es que acaso no lo entienden!? ¿¡Su cerebro carece totalmente de raciocinio!? -aventó los libros fuera de su mesa y decidió salir de la habitación, todos los alumnos se quedaron asustados, pensaban que el profesor Damesh era muy tranquilo y paciente. Y definitivamente lo era, pero algo en él comenzó a crecer por frustración propia.

Era la lucha del ser humano por querer ser bondadoso y altruista. Lo identificaba como un tipo máximo de hipocresía. Él sentía todo lo contrario a admiración y reconocimiento cuando los humanos demostraban progreso en determinación y motivación. Para él no tenía sentido resistirse a la naturaleza del hombre siendo un parásito.

Cada que tenía la oportunidad reclutaba personas que seguían su ideología y pensamiento, y al mismo tiempo buscaban obtener altas influencias en la ciudad. El primer hombre en manifestar energía oscura fue aquel que llegó al polo negro lo más lejano que ningún humano pudo llegar, el odio a su raza era lo mas puro que pudo desarrollar, y también su apuro por querer hacer entrar en razón a los que desconocían su causa, estaba convencido de ser absoluta.

La acumulación de todo lo que se odia del humano se apoderó de él, convirtiéndolo en un hechicero temible, dueño y padre de la oscuridad, un Tenebris. La oscuridad con voluntad, desenmascarando a las personas y exponiendo lo que en realidad son.

Su poder fue ascendiendo, no era más que un vórtice que absorbía y emanaba penumbra materializada, enseñándoles el sentimiento de preocupación a las Diosas por primera vez.

-Solo deja que las sombras reclamen lo que les pertenece.

Damesh dejó de existir, para brindarle presencia y vida al nacimiento de el señor del infierno oscuro, Daster.

Con el surgimiento de Daster, la Ciudad del Cambio comenzó a transformarse de manera sombría. El poder oscuro que emanaba de él no solo aterrorizaba a los ciudadanos, sino que también corrompía la esencia misma de la ciudad. Donde antes había prosperidad y luz, ahora había sombras y temor.

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Daster, con su recién adquirido poder, se dedicó a expandir su influencia. Su conocimiento y comprensión del todo, una vez bendición de Sapientia, se volvieron herramientas para manipular y controlar. Empezó a reunir seguidores entre aquellos que compartían su desprecio por la humanidad y sus debilidades. Estos primeros Tenebris, alimentados por la energía oscura de Daster, se convirtieron en una fuerza temible.

La Ciudad del Cambio ya no era reconocible. La devoción a las diosas se desvaneció, reemplazada por el miedo y la sumisión a Daster y sus seguidores. Las diosas, preocupadas por la creciente oscuridad, buscaron maneras de contrarrestar el mal que Daster representaba. Fue en este contexto que surgió la profecía del Lux Carrier, un ser destinado a portar la luz y combatir la oscuridad.

Daster, consciente de la amenaza que representaba el Lux Carrier, intensificó sus esfuerzos para consolidar su poder. La ciudad, ahora un bastión de oscuridad, se convirtió en su centro de operaciones. Desde allí, planeó extender su dominio sobre el mundo, buscando sumergir todo en la penumbra que él personificaba.

El joven Damesh, una vez un prometedor maestro de conocimiento, estaba completamente perdido. En su lugar, Daster reinaba supremo, una entidad de pura oscuridad y odio. Su objetivo era claro: despojar al mundo de la luz, revelar la verdadera naturaleza parasitaria del ser humano, y demostrar que la oscuridad era la única verdad.

La influencia de Daster no solo se limitaba a la Ciudad del Cambio. Su poder se extendió, y las historias de su dominio llegaron a otras tierras, sembrando el terror. Las diosas, ahora conscientes de la magnitud de la amenaza, comenzaron a preparar a sus seguidores para la batalla que se avecinaba.

Mientras tanto, Daster continuó su búsqueda de más poder, siempre vigilante de cualquier señal del Lux Carrier. Su determinación de erradicar la luz y sumergir el mundo en oscuridad lo impulsaba, cada día más fuerte, cada vez más implacable. La lucha entre la luz y la oscuridad había comenzado, y el destino del mundo pendía de un hilo.

Daster, como líder de los Tenebris, instauró un régimen de miedo y opresión. Su habilidad para manipular la energía oscura se perfeccionó, y comenzó a experimentar con nuevas formas de magia oscura. Estas prácticas no solo aumentaban su propio poder, sino que también corrompían a aquellos a su alrededor, convirtiéndolos en leales súbditos de la oscuridad.

Las ciudades vecinas a Damdun pronto sintieron la influencia de Daster. Comerciantes y viajeros trajeron noticias de la corrupción y el miedo que se extendían como una plaga. Los líderes de estas ciudades comenzaron a formar alianzas, conscientes de que necesitarían unir fuerzas para enfrentar la creciente amenaza.

Entre los pueblos, surgieron rumores sobre los Tenebris y su misterioso líder. Historias de terror y desesperación viajaban más rápido que cualquier caravana. La oscuridad parecía invencible, y la esperanza era escasa. Sin embargo, también comenzaron a surgir historias sobre el Lux Carrier, un portador de luz que vendría a desafiar a Daster y sus seguidores.

Las diosas comenzaron a infundir a sus seguidores con poderes especiales, seleccionando a aquellos con el mayor potencial para resistir la influencia de la oscuridad. Estos elegidos fueron entrenados en secreto, preparándose para el día en que el Lux Carrier aparecería y lideraría la lucha contra Daster.

Apesar de ello, el poder no se combate con poder. Los elegidos solo podían limitarse a esquivar ataques y sobrellavar la batalla, no podían hacerle frente a la magia oscura, eran de mente débil. La última mujer de los magos de las diosas estaba por ser asesinada por Daster, quitándole la vida y las esperanzas por su propia mano, Lanzó una ráfaga de energía que se esparcía lejos de la mujer, como si del otro lado el magnetismo ahuyentara la energía oscura, la mujer aterrorizada por lo sucedido levantó la mirada, su hijo de seis años estaba defendiéndola.

El niño no estaba haciendo nada, pero sus ojos... sus ojos eran una manifestación de algo que Daster había olvidado hacía mucho tiempo: la humanidad en su forma más pura y sin pretensiones. No era la ingenuidad lo que el niño mostraba, sino una comprensión innata y una conexión con algo que iba más allá del poder y la magia... su pequeño cuerpo era una barrera inquebrantable, una antítesis de la oscuridad que Daster encarnaba... sabía de las miradas que contenían dolor, sufrimiento, miedo, regocijo, malicia, indecisión, desolación. Las demás miradas eran falsas, fáciles de romper, y doblegar, pero la mirada de ese niño tenía algo que él nunca había visto.

Mientras Daster intentaba intensificar su ataque, su magia oscura se desintegraba ante la luz de la determinación del niño. Cada intento de asalto era rechazado, no por un contrataque físico o mágico, sino por una fuerza espiritual que el hechicero oscuro no podía comprender ni superar.

Daster, enfrentando esta nueva realidad, comenzó a sentir algo extraño dentro de sí. No era miedo ni odio, sino una semilla de duda, una pequeña grieta en la armadura de su oscuridad. ¿Podría ser que este niño, con su inocencia y fuerza de voluntad, fuera la clave para derrotar a la oscuridad? La duda creció, y por un breve momento, Damesh vislumbró la posibilidad de redención, aunque fuera lejana.

La escena se detuvo en un suspendido instante de tiempo, donde la oscuridad y la luz chocaron no con poder, sino con la esencia misma de la humanidad. Y en esa mirada del niño, Daster vio el reflejo de lo que alguna vez fue y lo que podría haber sido, un recordatorio doloroso de su propia humanidad perdida.

Daster dejó de dirigir sus energías al niño, y las acumuló en un grito aberrante de frustración, la magnitud de la energía era abrumante, incluso para los Tenebris que estaban acompañando a su señor, sin embargo, ese energía no explotó, si no que implosionó, para después de unos segundos absorber como un vórtice a la gran mayoría de los Tenebris que estaban en esa guerra.

Las diosas con su régimen de voluntad a través del niño contuvieron toda esa energía oscura hasta que desapareció para jamás volver. O al menos eso se creyó en esa época. Con el pasar de los siglos los tenebris siempre existieron, pero nunca con el gran impacto que tuvieron en Tenebris Tempora.