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Esencias Mágicas [Español]
74.El Secreto Del Templo De Los Redimidos

74.El Secreto Del Templo De Los Redimidos

Todo este tiempo Sania estaba supervisando desde la distancia, veía como su desempeño tenía un ángulo ascendente de forma constante, lo veía todos los días levantarse por cuenta propia, salir y meditar, concentrarse en ejercitarse físicamente, dejar que la energía oscura lo consumiera y después mitigarla liberándose de ella. Gritaba por las noches, y salía de su cuarto, constantemente le gritaba a las paredes de su habitación, y era parte de su rutina exigirse mejora constante de una forma física brutal.

Le gustó que un día fue a nutrirse de información en la biblioteca, sabiendo los orígenes del templo, y que gracias al primer redimido, Arion Dubois, esto es posible, sonriendo al libro y distinguiendo una determinación palpable.

El comportamiento de Richard durante esos meses era completamente gris, sus ojos no tenían luz y siempre estaban sumidos en sus parpados, pero era completamente visible para todos un aura dorada que siempre estaba presente, no la irradiaba, pero era notable. Él no se preocupaba por buscar a los compañeros que tenía en el templo, pero si en los pasillos los veía les brindaba una sonrisa amplia y cálida. Sus ojeras eran equivalentes al tiempo que tenía en el templo. Las rutinas en sus noches eran complejas, llenas de gritos que rasgaban su garganta, sollozos inconsolables. Él nunca pidió ayuda, les preguntaba a los demás cómo se sentían y compartían puntos de vista sobre temas filosóficos, de la vida y la muerte, pero no pedía apoyo, su lenguaje corporal daba a entender que se sentía menos, realmente no quería ser una carga para los demás. Cada noche lidiaba con sus peores insultos, que venían desde el lugar mas dulce de su ser, su corazón, criticándose de la forma mas fría y cruel. Se pedía perdón siempre que podía, las paredes de su habitación fueron testigos de sus emociones, sus sentimientos y su dolor. El llanto era incontenible, hasta que, del cansancio, se quedaba dormido. Tenía conversaciones internas, de las que solo la sacerdotisa podía escuchar una sola voz, con sus palabras intentando servir de salvavidas.

Sin exagerar, le sorprendió que después de mucho tiempo pudo desarrollar amistades con los redimidos, y poder aprender y retroalimentarse sobre sus experiencias y errores. Abrazó fraternalmente a muchos, y lloró compartiendo lágrimas con otros.

Lo que la sacerdotisa más le dio reconocimiento a Richard fue su primer día en el templo, su determinación y devoción ante la causa. Ese día cuando le brindaba la bienvenida al templo, se vomitó de los nervios, para al final desmayarse, y decidió llevarlo a su habitación, dejarlo ahí todo el día para que descansara y de no salir a la mañana siguiente, orientarlo un poco, pero no fue así. De una patada abrió la puerta de su habitación, poco después de recostarlo, recuerda muy bien ese estruendoso golpe por que se escuchó en todo el templo, y decidió salir al patio principal a comenzar desde el día uno con su entrenamiento demostrando una impasible disciplina. Se sentía agradecida por presenciar tan poderosa esencia.

El chico por fin aprendió a nadar entre la brea.

Después de dieciocho meses duros y constantes llenos de oscuridad, el hombre que sabía controlar sus poderes de Tenebris, por fin ya estaba listo. Sania tocó el hombro de Richard, despertándolo ya que estaba en su cama durmiendo, le pidió que lo acompañara lo más pronto posible. Se sentaron en la sala principal.

—Estoy orgullosa de tu progreso, Richard.

—¿Ah, si? —preguntaba temeroso.

—Antes de continuar, algo que debes saber sobre la elementália de los Aquamoon es que nada es lo que parece. Los Darkfrost nos brindaron la tarea de redimir a los Tenebris por razones muy obvias que te explicaré a continuación.

Richard aguardaba expectante, estaba notoriamente tranquilo, a comparación de la primera vez en ese lugar.

—Cada elementália tiene sus fortalezas y sus debilidades. Los Aquamoon somos reconocidos por convivir de manera plena con el agua, pero no solamente de forma física haciéndola levitar y manifestándola en una burbuja, también de manera espiritual, ¿sabes qué es lo que sucede cuando ves un charco, un lago, o un estanque?

—¿Agua, los animales, su profundidad?

—Todas son respuestas correctas, sin embargo, lo primero que uno observa es nuestro reflejo. Nada es más competente y pertinente que tu propia mente y reflejo para entrenar contra la magia oscura. Nada es lo que parece y todo resulta lúcido y palpable.

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El muchacho estaba comenzando a quererle dar sentido a lo que le estaban explicando, pero no pudo.

—Discúlpeme, sacerdotisa, pero debo ser sincero, no logro entender lo que me intenta decir.

—Te daré una sutil pista: resulta que en este templo no existe gente con túnicas rojas.

Una vez teniendo en mente el concepto de las técnicas de los Aquamoon para redimir a los Tenebris y añadiendo la pista a la fórmula entendió todo, pero honestamente apenas estaba por comprenderlo. Volteó a los lados buscando gente con túnicas rojas. Y es que Sania tenía razón, Thalos y Elára eran los únicos con túnicas rojas en todo el templo, a los monjes y monjas solo les veía túnicas negras y blancas. Sólo que estaba tan enfocado en su realidad que no quiso analizarlo. Aún así, necesitaba preguntarlo para hacerlo realidad.

—Entonces... Thalos y Elára no...

La mujer asintió con la cabeza comprensivamente.

—Fueron creados a partir de la ilusión de nuestras técnicas, esencias y la energía palpable del templo. Es completamente imposible no sentirse inmerso en la atmosfera, es por eso que nadie sabe el secreto del tembló de los redimidos, y la gente que logra salir, lo comprende y decide aceptarlo.

El chico quedó estupefacto, se sentía en shock mental todavía, podría jurar que todo lo vivido fue real.

—Pero algo si debo fortalecer —añadía la mujer mirándolo fijamente—. Todo lo que sentiste, sanaste y combatiste existe en tu mente y tu corazón, y pudiste darle frente de la forma más determinante nunca antes vista por mis ojos.

El chico sonrió, y bajó la mirada por melancolía. Sania continuó.

—Mucha gente sucumbe ante las sombras y prefiere quitarse la vida, o simplemente amanecen muertos. Es completamente admirable ver a cualquier persona continuar después de tanto tiempo como tú. Lo has logrado, llegaste al gris definitivo.

Al escuchar esas palabras no pudo evitar el soltar lágrimas, y sentir una plenitud estelar, su rostro dibujó una sonrisa satisfecha y orgullosa de lo vivido.

—Estaremos complacidos por recibir en el futuro, si es que lo quieres, todas las visitas que desees. Y creo que está de más, pero... no cuentes el secreto del templo de los redimidos.

El muchacho sintió un enorme honor después de escuchar las palabras de Sania. Se levantó, se despidió dándole un generoso abrazo a la sacerdotisa, y al llegar a la plaza principal sacó a Cloud. que enseguida lo lamió de la emoción. El dragón no sintió el proceso de su dueño, pero al salir percibió que su aura y esencia habían sido fortalecidas de una forma incomparable. Richard se montó en el lomo de su dragón, se despidió de los redimidos y emprendió vuelo, pensando en una sola persona. Meredith.

. . .

Al llegar al templo de los Aquamoon en la ciudad de Hydralis, bajó de su dragón y lo regresó a su cristal, deseó encontrarla en los jardines donde siempre meditaban. Habló con los monjes sobre su paradero, no la encontraba, solo lo recordaban a él siendo un come-libros nato, cada mañana, entonces su corazón se aceleró y fue con los monjes de la entrada principal en la ciudad.

—Buenas tardes Janne, un gusto ver tu rostro de nuevo —Richard en los meses que estuvo con Meredith se hizo mínimamente conocido por la gente de ahí.

—Señor Richard Starlight que agradable esencia esta presente ante mi, debo de brindarle mis felicitaciones por el logro referente al gris definitivo, es un honor.

—Te lo agradezco mucho, me costó —los dos hicieron una reverencia en señal de respeto y regresaron las miradas—. Debo preguntar algo, y seré directo: ¿Este templo en Hydralis también cuenta con ilusiones según sean tus objetivos?

El monje entendió inmediatamente la pregunta.

—Me temo que si, ¿Era un hombre o una mujer?

—Una mujer...

—¿Y fungió como figura materna o amiga?

—Amiga... —aunque también pensó en que tenía ciertos aspectos maternos.

—Realmente nunca se fue. Reside en tu corazón.

—Será difícil asimilarlo. Me retiro, gracias por la aclaración.

Después de su despedida se brindaron una última reverencia y por último el chico caminó por donde mismo cuando visitó por primera vez el templo, llegó al sitio que tenía esferas del tamaño de su mano, y continuó caminando, entonces a su espalda y reflejado en el suelo vio un destello azul, se le hizo familiar y volteo la mirada para observar.

Un hombre se había acercado a las esferas, puso su mano encima de ellas, y al poco rato ocurrió otro segundo destello azul, pero esta vez el hombre veía fijamente a alguien y le hablaba al aire.

—Oh, entonces fue eso...

Descubrió que Meredith fue producto de la ilusión que el templo de Hydralis te brinda para poder alcanzar tus objetivos. Guardó el recuerdo en su corazón para siempre, tal y como dijo Janne.

Antes de irse quiso intentarlo de nuevo. Puso su mano sobre una de las esferas, pero ocurrió algo totalmente inesperado. La luz no fue azul, fue gris. Enseguida recibió aplausos y reverencias de los monjes que estaban cerca, y le hicieron saber, que ya no necesitaba ayuda para cumplir sus objetivos.

Richard sintió una mezcla de sensaciones similar al conjunto de nostalgia, orgullo, felicidad, añoro y un poco de sensación de vacío. Después suspiró, recordó a sus seres queridos, vivos y muertos. Decidió descansar un poco en Hydralis y seguir siendo, como su amigo Lizardi le dijo, un "escarabajo de estiércol".