A lo largo de los pasillos del santuario, se encontraban restos de esculturas y estatuas que alguna vez adornaron sus paredes. Sin embargo, muchas de ellas estaban rotas y desmoronadas, yacían dispersas por el suelo en pedazos.
El suelo del santuario estaba cubierto de una gruesa capa de hielo y nieve, creando un ambiente frío y resbaladizo. Aquí y allá, pequeñas flores de hielo florecían entre las grietas, un recordatorio de la belleza que alguna vez adornó este lugar sagrado.
A pesar de estar en ruinas, el santuario aún irradiaba una sensación de majestuosidad y misterio. Era como si las paredes mismas estuvieran impregnadas con la esencia divina de la diosa Glacies, recordando a los visitantes la importancia y la antigüedad de este lugar sagrado.
Lia, Richard y Daphne caminaron con reverencia por los pasillos del santuario, reflexionando sobre su significado y su historia. Sabían que este lugar contenía secretos antiguos y poderosos, y estaban decididos a descubrirlos, sin importar los peligros que pudieran enfrentar en el camino.
—Dapne...
—Dime.
Richard volteó con la mujer y con toda seriedad le hace la siguiente pregunta.
—Si el santuario de la diosa Glacies esta presente, entonces ¿existe un santuario de los tenebris...?
Dapne bajó la mirada y la apartó, Lía daba a entender que no estaba prestando atención mientras intentaba traducir las leyendas de las estatuas.
—No sabemos dónde se encuentra, pero confirmo tu pregunta.
Mientras exploraban las ruinas del santuario, una voz familiar resonó entre los pasillos del templo en ruinas.
—¡Lia! ¡Richard! ¿Qué están haciendo aquí? —exclamó una voz emocionada.
Los tres se voltearon para ver a Kenny, el deportista de Fireball, acercándose a ellos, con un par de peces en la mano y un cubo lleno de hielo a su lado. Kenny, el hermano menor, era un joven musculoso con el cabello oscuro rizado y los ojos azules, vestido con ropa abrigada adecuada para el clima frío.
—¡Kenny, qué sorpresa encontrarte aquí! —exclamó Richard con una sonrisa —¿Cómo ha ido la pesca?
—¡Fantástico, como siempre! —respondió Kenny con entusiasmo. —He atrapado un par de truchas de arroyo y algunos salmones plateados. ¡El lago estaba lleno de ellos hoy!
Daphne asintió con agradecimiento —suena delicioso, Kenny, pero creo que preferiríamos no interrumpir tu cena. Tal vez deberíamos volver a la posada.
Kenny sonrió y negó con la cabeza —¡Nada de eso! ¿Por qué no vienen a casa conmigo? Mi mamá preparará una cena increíble con estos peces frescos.
Richard y Lia intercambiaron miradas y la chica le dio el "si" ya que notó mucho entusiasmo en la cara de Richy —¡Suena genial, Kenny! Estaremos encantados de unirnos a ti.
Daphne sonrió y asintió —En ese caso, me despediré aquí y nos vemos mañana. Disfruten de la cena, chicos.
Con eso, Daphne se despidió del grupo y se encaminó de regreso a la posada, mientras Lia, Richard y Kenny se dirigían hacia la casa de los Icebrook, compartiendo historias y risas en el camino.
La casa de los Icebrook se alzaba en el extremo norte del pueblo, cerca del borde del bosque que rodeaba Glaciora. Era una construcción sólida y acogedora, hecha principalmente de madera oscura y piedra, que se mezclaba perfectamente con el paisaje helado que lo rodeaba.
A medida que Lia, Richard y Kenny se acercaban, pudieron ver las luces cálidas que brillaban a través de las ventanas, dándole a la casa un aspecto acogedor y hogareño. El sonido de la risa y el bullicio se filtraba desde el interior, indicando que la familia estaba reunida y disfrutando de su tiempo juntos.
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La entrada de la casa estaba flanqueada por dos grandes árboles de hoja perenne, cuyas ramas se extendían sobre el camino de entrada, creando una especie de túnel natural. Una pequeña terraza de madera se extendía frente a la puerta principal, con algunas sillas y mesas dispuestas estratégicamente para disfrutar de las vistas del paisaje circundante.
Al entrar en la casa, los chicos fueron recibidos por el cálido resplandor de una chimenea encendida en la sala de estar. El ambiente era acogedor y familiar, con muebles cómodos y decoraciones rústicas que reflejaban el amor de la familia por la naturaleza y el hielo.
La sala de estar estaba decorada con tapices y cuadros que representaban paisajes nevados y escenas de la vida en Glaciora. Una estantería llena de libros ocupaba una esquina de la habitación, mientras que una gran alfombra de piel de oso polar cubría el suelo de madera.
En el centro de la sala, una mesa de madera maciza estaba rodeada de sillas cómodas, donde la familia solía reunirse para las comidas y las conversaciones. Un par de lámparas de cristal colgaban del techo, iluminando suavemente el espacio y creando una atmósfera acogedora y tranquila.
Desde la sala de estar, una puerta conducía a la cocina, donde la madre de Kenny y Lunaris, Brisa Icebrook, estaba ocupada preparando la cena. El aroma tentador de pescado fresco y verduras asadas llenaba el aire, haciendo que el estómago de Lia, Richard y Kenny gruñera de anticipación.
La cocina era espaciosa y luminosa, con encimeras de granito y electrodomésticos modernos. Una ventana grande permitía la entrada de la luz natural y ofrecía vistas del jardín trasero, donde Lunaris solía pasar tiempo cultivando plantas y hierbas.
Mientras Brisa terminaba de preparar la cena, Lunaris se unió al grupo con una sonrisa amistosa. Era una joven alta y esbelta, con el cabello plateado recogido en una coleta y los ojos brillantes de curiosidad y determinación.
—¡Bienvenidos a casa! —exclamó Lunaris con entusiasmo—. Espero que tengan hambre, ¡porque la cena está casi lista!
Lía, Richard y Kenny asintieron, compartiendo el ambiente cálido y familiar de la casa de los Icebrook. A medida que se sentaban alrededor de la mesa para disfrutar de la cena, sabían que estaban en el lugar correcto, rodeados de amor y amistad en medio del frío y la nieve de Glaciora.
Evidentemente Lía quería tensar el ambiente con una sola cosa.
—Oye Luna, ¿después del último juego que ganaron regresaron a Glaciora?
—Sip —confirmaba la contraria con toda la ternura que podía.
Luna estaba sospechosamente radiante, se había teñido el cabello de plateado e irradiaba muchas emociones positivas —Y ¿no sales con chicos, quise decir, ¿tienes un novio, no? —después de hacer esa última pregunta Lunaris inmediatamente dividió el plano mental y físico y su mente explotó de molestia exaltándose, pero físicamente respondió de la misma forma serena y brillante que no tenía novio.
Kenny entra en tangente a la conversación —por cierto Richard, no nos haz contado qué te pareció el último juego ¿algún comentario?
—Realmente fue muy divertido, pero me sentí inútil por esa crisis que tuve.
—Nunca digas eso, hombre, honestamente nos fuiste de mucha utilidad en ese partido, los hermanos fueguito solo nos querían molestar por puro ego, ¿a que si, Luna?
—Cierto, cada vez que los enfrentamos les ganamos, debido a que estamos con la mente fría y los témpanos listos.
Lía no se molestó por la interrupción, debido a que logró su cometido, tensar a Lunaris para que presionase a Richard mas tarde.
—Hehe, yo me voy a la cocina a ayudar a Brisa —dijo Lía.
Entonces se quedaron con unos eternos cinco minutos de silencio incómodo para obligar a Richard a iniciar la conversación.
—Quería contarles la razón por la que vinimos a Glaciora...
Los hermanos agradecidos de forma irónica que les pudieran romper el hielo abordan la plática.
—Ah, ¡cuentanos Richy! —respondió Kenny, y Luna prestó atención.
—Hace unos meses detuvimos una bestia extraña que me puso el brazo de esta forma.
Se levantó un poco la manga exponiendo su brazo ante los chicos, inmediatamente los dos se sobre exaltaron.
—¿Qué? pero ¿qué es eso?
—¿Lo puedes mover sin problema?
—Si, estoy sano y no me siento mal, en Pyronia tuvimos que pelear contra un tenebris que hizo que de aquí saliera magia de la que usan ellos, ya saben... magia tenebris. Un amigo que tendré en mi corazón dio su vida para que yo continuara con mi destino y aquí estamos en la elementália de los Darkfrost buscando algunos libros o alguna manera de aprender a utilizar esta magia para que no me utilice a mi o dañe a mis cercanos.
Luna se quedó pasmada si no fuera por que lo estaba viendo en ese momento no lo creería. Kenny se puso más cómodo en el sillón de la sala y propuso algo.
—Nuestro padre prepara un gran banquete cada que la gente de la biblioteca hace reinauguraciones de contenido literario, y a cambio le brindan acceso total a la familia Icebrook a todas sus secciones sin excepción, si les damos indicaciones que te permitan entrar bajo nuestra confianza sin duda podrán permitir investigar la sección que le corresponde a los tenebris.
—Te tomaré la palabra, Kenny, sobre todo porque no quiero depender mucho de Dapne.