Con pasos apresurados pero tranquilos, PT-01 atravesó el pasillo entre cubículos y se acercó a las taquillas en la pared del fondo.
En el exterior, el combate aéreo entre los dos helicópteros continuaba sin tregua. El fragor de las hélices daba repetidas vueltas alrededor de la torre, y se movía arriba y abajo por diferentes flancos, acompañado del fuego de las ametralladoras. Ocasionalmente, los proyectiles pasaban cerca de la oficina donde se encontraba, incluso llegando a hacer estallar algunos de los ventanales.
Nada de ello le impidió mantener la calma. Abrió una de las taquillas y extrajo una voluminosa maleta de su interior. Se agazapó entre los cubículos para estar lo más a cubierto posible, y procedió a extraer sus contenidos.
Los militares se habían metido en un buen follón, aquello se les quedaba grande desde un principio. Cualquier ápice de orden y seguridad se había desmoronado, lo cual resultaba muy conveniente. Nadie iba a permitirse el lujo de investigar aquel lugar e interrumpirle.
Colocó cuidadosamente los componentes del rifle en el suelo, y comenzó el proceso de ensamblaje.
‘¿Sabes, Nyx…? Debería darte las gracias. Al menos, el soplo sobre la Torre Kurtis ha servido de algo.’
¿A quién querían engañar? ZEUS tenía poder, recursos y contactos por todas partes, pero no dejaban de ser un puñado de gilipollas. Nyx era la última bala en su cargador, una bala que sabían que no alcanzaría su objetivo. No con el Dr. Marcus y el Coronel Rowan trabajando en su contra.
‘Me pregunto hace cuánto tiempo decidieron realmente preparar a Hades para la limpieza. Bah, da igual…’
Lo había preparado todo. Había aprovechado la información de Nyx para infiltrarse en la torre y preparar el arma antes de que los militares llegasen a la zona. Había seguido sus órdenes hasta el final, sembrando el caos, iniciando la Convergencia. Todo para que ZEUS continuase con la limpieza según lo planeado, todo para que Hades hiciese acto de presencia.
Todo para ajustar cuentas con aquellos cabrones.
‘Hades…’
¿Cuánto tiempo habían pasado trabajando juntos? Solían ser más, los integrantes del grupo caían como moscas, y todos sabían que les podría llegar la hora en cualquier momento. Sabían en lo que se metían. Ares, Persephone, Hephaestus… Y ahora, Prometheus colgaba de un hilo. Una manada de sucios perros moribundos, que Hades se disponía a rematar por su propia conveniencia.
‘Y una mierda.’
El rifle estaba listo. Un Barrett M82 modificado, aquella bestia era capaz de perforar un pretoriano puro de lado a lado. Serviría.
PT-01 se acercó agachado a la pared exterior. La batalla que tenía lugar en el exterior había dejado un agujero debajo de una de las ventanas. Manteniendo una postura baja, emplazó el rifle en la abertura, y esperó.
El helicóptero de los militares pasó como una exhalación por delante de la torre. Una estela de humo brotaba del rotor trasero; habían recibido daños.
Mantuvo la mirada fija en el panorama. Un par de segundos más tarde, allí estaba, el helicóptero de Hades, sobrevolando la zona a unos metros por debajo de su posición.
Un blanco en movimiento, fuertes vientos en las alturas, interferencias debido a la rotación de las hélices… No era un tiro fácil. Pero quizá no volviese a tener otra oportunidad.
Tomó aire, contuvo la respiración, y hundió todos sus sentidos en la mira del rifle.
…
*¡¡Bang!!*
No podía ver al piloto a través del oscuro cristal para confirmar la baja, pero el repentino cambio de dirección de la aeronave fue toda la confirmación que necesitó. El vehículo se desestabilizó y comenzó a girar en círculos, descendiendo a gran velocidad hacia el suelo.
Antes de que alcanzase las azoteas de los edificios circundantes, pareció estabilizarse. ¿Había el copiloto recuperado el control? PT-01 se preparó para realizar un segundo tiro. Era poco probable que Hades hubiese sido capaz de ubicar su posición exacta.
Centró la mira en la cabina del helicóptero, cuando una ráfaga de balas cayó sobre el vehículo. Dejó a un lado la mira del rifle, y pudo ver con todo lujo de detalles cómo el helicóptero militar aprovechaba aquella oportunidad, acribillando al enemigo con todo lo que tenían a su disposición.
Envueltos en humo e indicios de llamas, Hades se precipitó hacia el vacío. PT-01 se refugió en el interior de la oficina, cerró los ojos, y escuchó con calma el estruendo.
Suspiró.
‘Hasta aquí, pues.’
En cierto modo, se preguntó qué era lo que lo había impulsado a tomar aquella decisión. ¿Honor? ¿A aquellas alturas? ¿Rencor, quizá? Ni lo tenía claro, ni le importaba un bledo. El ajuste de cuentas había concluido.
Se sentó contra la pared y esperó. Esperó a nada en particular. Simplemente esperó.
‘Perro viejo y sarnoso hasta el final, ¿eh? Quizá ya vaya siendo hora de que los perros viejos dejen de mearse en el camino que otros tienen que transitar. Yo he terminado aquí. Ahora buscaos la vida.’
Estaba cansado.
******
“¡Aquí Hawk-01! ¡Estamos secos, repito, estamos secos! ¡¡Regresamos a base!! ¡Cambio!”
“¡Aquí Sparrow-03! ¡El sector 17 está perdido!”
“Aquí Central. A todas las unidades, ¡mantengan la línea!”
¿Mantener la línea? ¿Cómo? La ola avanzaba demasiado rápido. La Torre Kurtis ya estaba a la vista. Y con todas las unidades agotando su munición una tras otra, la resistencia que podían ofrecer era mínima.
El piloto puso el helicóptero en rumbo hacia las celdas exteriores. No les quedaba nada que exprimir, y el combustible bajaba a un ritmo peligroso. Tenían que salir de allí.
Otros miembros del escuadrón se unieron a él.
Cuanto más se alejaban del epicentro de la Convergencia, más densa parecía la ola. Ni siquiera podían ver el asfalto de las carreteras allá abajo, y la bioluminiscencia azul era casi deslumbrante.
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‘Santo cielo… ¿¡De dónde coño salen!? ¿¡Tantos hay!?’
Pasaron varios largos segundos. Le pitaban los oídos, y el corazón le iba a mil.
“Aquí Sparrow-07. Detectamos actividad inusual ahí abajo.” dijo alguien en la radio.
El piloto miró al frente. Algunos miembros de los otros escuadrones se les habían adelantado y lideraban la formación. Sparrow-07 era uno de ellos.
“Aquí Hawk-04. ¿Os referís a los patrones de luz…?”
“Afirmativo, Hawk.”
Miró hacia abajo. Esparcidos por la ola, había puntos cuyo brillo destacaba por encima del resto, y parpadeaban frenéticamente.
“Aquí Sparrow-07. Central, estamos presenciando un fenómeno desconocido. Solicitamos—”
El piloto detectó movimiento. Era rápido, excesivamente rápido. Algo surgió del suelo y se lanzó en dirección al helicóptero Sparrow-07, chocando contra él con una fuerza demoledora. Volvió a ocurrir; esta vez en dirección a otro de los helicópteros.
Algo brillante se aferraba a ellos. Brillante, voluminoso, y con alas similares a las de una cucaracha.
‘¡C-Cristo bendito…! ¿¡¡Guerreros…!!?’
“¡¡A-Aquí Sparrow-07!! ¡¡Hostias…!! ¡¡Nos atacan!! ¡¡C-Casta guerrera!! ¡¡¡Salen de la ola!!!”
“¡¡Aquí Hawk-12!! ¡¡¡E-Está dentro…!!! ¡¡¡Lo tenemos dentro!!! ¡¡¡Solicitamos—Aaaaarghhhh—!!!”
Vio como uno de los helicópteros se sacudía con violencia bajo el salvaje ataque del stinger guerrero y perdía altitud, hasta estrellarse contra los edificios.
“¡Aquí Central! ¿¡Qué está ocurriendo!? ¡Sparrow! ¿¡Nos reciben!? ¿¡Hawk!?”
“¡Aquí Hawk-01! ¡La casta guerrera está en la zona! ¡¡Se están ocultando entre la ola principal de Convergencia!!”
“¡Recibido, Hawk! ¡A todas las unidades! ¡El enemigo está empleando tácticas sin precedentes! ¡Repliéguense al punto de evacuación! ¡Repito, repliéguense al—!”
El piloto dejó de prestar atención a la radio.
La ola de Convergencia se había alzado. Al menos, parte de ella. Un manto de luminosidad azul había levantado vuelo, cubriendo los cielos sobre los helicópteros, eclipsando la luz del sol, tapando el horizonte en todas las direcciones. ¿Cientos? ¿Miles? Daba igual el número exacto. Eran más que suficientes.
El escuadrón no tenía munición con la que luchar, pero el resultado final no habría sido diferente.
El aluvión de stingers alados cayó sobre las indefensas moscas de metal, aferrándose a ellas desde todos los flancos. El piloto ni siquiera trató de realizar maniobras de evasión. Uno de los guerreros se agarró al parabrisas de la cabina, y una de sus zarpas, cuyos dedos parecían más bien cuchillos afilados, penetró sin esfuerzo el cristal reforzado y arrancó al copiloto de su asiento.
Cerró los ojos, y rezó para que fuese rápido.
“¡¡L-Los tenemos encima!! ¡¡Solicitamos refuerzos…!!”
“¡¡¡Estamos cayendo…!!! ¡¡No podemos—Aaaagh!!”
“¡¡P-Perdemos el control…!! ¡¡¡Mayday, mayday—!!!”
******
Sentía dolor. Dolor físico, pero también psicológico. ¿Por qué luchaba contra su propia carne, contra su propia sangre? Cada golpe los salpicaba por docenas, pero seguían viniendo más. Ellos trataban de ignorarle, pero no dudaban en responder al encontrar resistencia. Poco a poco, sus dientes conseguían alcanzarle.
Su armadura comenzaba a desprenderse, le faltaban trozos de carne, y los inevitables signos de fatiga entumecían sus extremidades.
La palabra de la reina era absoluta. Si debía combatir a su propia sangre, los aplastaría sin dudar. Si debía protegerla, lo haría mientras tuviese fuerzas para tenerse en pie, mientras le quedase sangre en las venas, mientras sus músculos siguiesen unidos a los huesos, mientras sus huesos no se quebrasen.
Sin embargo, estaba agotado. Confuso. Perdido. Asustado.
Los pequeños no comprendían su confusión, no podían. Ellos solo tenían oídos para la llamada primordial, que los sumía en una cólera sin fin.
Estaba agotado. Su sangre goteaba sin descanso, cubría el suelo, ensuciaba sus pies.
[Descansa.]
¿Podía? ¿Tenía permiso para descansar?
[Hiciste mucho ya. Duerme.]
…
Ante la compasiva voz de su benevolente reina, el pretoriano descansó.
[Gracias, hermanito.]
******
“¡Aquí el Coronel Rowan! ¡Lucky-02! ¿¡Siguen en la zona!? ¡La torre es segura! ¡Repito, la torre es segura! ¡Cambio!”
Claire sujetó con fuerza la mano de Lilian mientras observaba la escena desde la base de las escaleras que subían al helipuerto.
Aquel hombre había reunido a los pocos supervivientes que quedaban dispersos por las plantas superiores, y ahora gritaba cosas por la radio. Su uniforme, antes impoluto y cubierto de condecoraciones, estaba rasgado y mugriento.
Los cadáveres decoraban toda la azotea. Solo unos pocos civiles seguían con vida. Milagrosamente, Stella y el joven Ethan se habían salvado, junto a unas pocas caras desconocidas. Casi todos los soldados habían muerto. Claire ya no sabía qué pensar. ¿Lo conseguirían? ¿Ocurriría algún nuevo inconveniente, cobrándose aún más vidas?
Miró a la ciudad, más allá del límite de la azotea. El horizonte brillaba en aquel enfermizo tono azul. No sabía qué significaba, pero el fenómeno le encogía el corazón, como si por puro instinto comprendiese que se trataba de un terrible augurio.
Un ligero tumulto vino desde el hueco de las escaleras, segundos antes de que un grupo de soldados emergiese al exterior.
“¡Coronel…! ¡Se encuentra bien!” exclamó el que lideraba al grupo.
“¡Capitán Isaac, me alegro de verle! ¡El helicóptero de rescate está de camino! ¡Que todo el mundo tome posiciones defensivas, tan solo necesitamos unos minutos más! ¡Bloqueen esa puerta!”
“¡Sí señor!” Isaac reparó en los cuerpos que decoraban el suelo. “Un momento… ¿¡Qué ha pasado aquí!? ¿¡Dónde están todos!?” comenzó a correr de lado a lado, buscando signos de vida. “No, no, no, no… ¡Maldita sea, no…!”
“Capitán...” dijo Rowan.
“¿¡Por qué están todos muertos, coronel!?”
“¡Isaac! ¡¡Concéntrese, soldado!! ¿¡Quiere salvar las vidas de los que aún resisten, o quiere ponerles en mayor riesgo!?”
“¡Joder…! ¡¡Joder…!! ¡¡Venga, todo el mundo a trabajar!! ¡¡Subid a los demás supervivientes!! ¡¡Vamos, vamos, vamos!!”
Más gente salió de las escaleras, la mayoría militares, aunque traían consigo a algunos supervivientes. Los ojos de Claire se abrieron de par en par y se humedecieron tan pronto avistó a Nora corriendo en su dirección.
“¡¡N-Nora!!”
Nora se lanzó de cabeza hacia Lilian y la abrazó. La chica se acurrucó en sus brazos y le pellizcó la ropa.
“¡Lilian! ¡¡Lilian, cielo…!!”
Claire les dio unos segundos de respiro antes de abrir la boca. “¿¡Estás bien, Nora!?”
Nora le asintió, con ojos llorosos. Todo su cuerpo temblaba, aunque Claire no estaba segura de si era por la emoción, o por algo más. Una gran marca de un color rojo oscuro decoraba su cuello, y estaba cubierta de sangre.
“E-Estoy bien. ¡Claire… estás herida!”
Nora había reparado en el estado de Claire. El Coronel Rowan le había aplicado primeros auxilios, deteniendo la hemorragia y vendando sus dedos amputados, y entablillando su brazo roto. Dolía como el infierno, pero el dolor era soportable.
“N-No te preocupes por mí, estaré bien.”
William surgió de entre los recién llegados y se les acercó, también hecho polvo, lleno de magulladuras. No dijo nada, pero sus ojos parecían aliviados de verlas con vida. El alivio era mutuo.
La torre volvió a sacudirse, y Claire percibió cómo el suelo bajo sus pies se movía. La inclinación, inicialmente imperceptible, se agravaba por momentos. Un sinfín de chillidos y rugidos subían desde las calles, y algunos sonaban cercanos. Demasiado cercanos.
Un pequeño grupo de caminantes enloquecidos brotaron del hueco de las escaleras, tropezando y cayendo al suelo de forma aparatosa, antes de levantarse de un salto y echar a correr en dirección a los supervivientes.
“¡¡Todo el mundo al helipuerto, deprisa!!” gritó Isaac, mientras los soldados abatían a los caminantes. “¡¡Alpha, tomad posiciones en las escaleras!! ¡¡¡No les dejéis subir!!!”
Los temblores del edificio eran ahora constantes. Uno de los soldados se aproximó al borde de la azotea, miró hacia abajó, y se giró con una expresión horrorizada en su rostro.
“¡¡C-Capitán!! ¡¡¡La ola está aquí!!! ¡¡Han alcanzado la torre!!”
“¡Que no cunda el pánico!” dijo el Coronel Rowan. “¡Allí!”
El coronel señalaba a un punto en el cielo. Una sombra oscura se resaltaba en el panorama, sobre el manto de luz brillante que cubría el horizonte. El sonido de un helicóptero zumbaba en la distancia, cada vez más cercano.
“¡El helicóptero de rescate ya está aquí! ¡¡Mantengan la posición, caballeros!! ¡¡Nos vamos a casa!!”