Las vistas desde la azotea eran extrañamente pintorescas. Dado que todos los edificios de los alrededores tenían como mucho tres o cuatro plantas, los apartamentos se elevaban por encima de todos ellos, ofreciendo una vista panorámica de toda la zona. El anterior refugio de Nora era un rascacielos en el centro de la ciudad, pero por aquel entonces no había tenido muchas oportunidades de admirar las vistas. Tenía otras cosas en mente.
Durante los últimos seis meses, no se sintió segura ni una sola vez. Sin embargo, a pesar de la alocada sucesión de eventos que había tenido lugar algunos días antes, ahora sentía un atisbo de paz. ¿En serio iba a ir todo bien de allí en adelante? Sabía que no iba a ser tan sencillo. Todo sea dicho, no mucho había cambiado desde que huyeron del centro de la ciudad y llegaron a los apartamentos. Puede que hubiesen encontrado un nuevo aliado, que tuviesen un nuevo refugio; pero lo que había en juego se había mantenido tal cual estaba en el punto de partida. Quizá los riesgos fuesen incluso más altos ahora.
No estaban a salvo. En todo caso, sentía que el mundo les estaba dando una sensación de falsa seguridad. Estaba al acecho, esperando su oportunidad de venirse abajo. Era solo cuestión de tiempo. Nora no podía permitirse bajar la guardia.
Miró al horizonte. La ciudad entera se mantenía inmóvil, como congelada en el tiempo. Ningún movimiento osaba romper la quietud, ningún sonido rompía el silencio.
‘Desde que comenzó todo este lío, nunca me había parado a pensarlo… La ciudad parece tan… triste. ¿Ha sido siempre así…?’
A Nora no le gustaba el antiguo mundo, pero el nuevo era deprimente en un sentido completamente distinto. Dejó escapar un profundo suspiro, y se alejó de la barandilla.
…
William había tratado de mantener el refugio tan funcional como lo era antes de que la comunidad original se disolviese, aunque la falta de personal era evidente. Aun así, menos gente tenía menos necesidades. La supervivencia debería seguir siendo posible con una correcta gestión de las tareas.
Él se encargaba de mantener el edificio en buena forma, realizando mantenimiento tal y como solía hacerlo antes. Nora no entendió realmente por qué el mantenimiento era tan importante hasta la noche anterior. William mencionó que no era una ocurrencia común en aquel distrito, pero una horda rampante pasó por la zona aquella noche. A William le costó mucho tranquilizarla lo suficiente como para que mantuviese la calma, y lo mismo se pudo decir acerca de Claire, quien para aquel entonces había sido trasladada al último piso. Ella nunca antes se había encontrado con una de aquellas hordas, por lo que era natural que se asustase. Irónicamente, Lilian era la única que había permanecido tranquila a lo largo de todo el evento.
Los salientes del edificio habían prevenido que los caminantes trepasen a los pisos superiores, pero las barricadas que rodeaban la planta baja habían sufrido daños notables. La madera se desprendió, el metal se dobló; la horda se había estrellado contra la estructura, y habría inundado los niveles inferiores si hubiesen conseguido entrar. Y aparentemente, si se acercan demasiado a ti, se acabó. Nora lo sabía muy bien.
Las barricadas defensivas eran el único obstáculo que hacía que las hordas nocturnas divergiesen del interior del edificio, y su reparación era algo en lo que solo William tenía experiencia.
Por otra parte, William quería que Claire ayudase con los cultivos del patio interior en cuanto se recuperase de sus heridas. Su condición había mejorado enormemente, pero su pierna izquierda todavía parecía necesitar cuidado y reposo.
Y finalmente, allí estaba ella. Varada en la azotea, dando vueltas todo el día, vigilante. Y no era de extrañar que William quisiera que se quedase allí arriba. Tenían todos los motivos posibles para estar paranoicos ante el peligro inminente.
Nora recordó la conversación que habían tenido el día anterior, cuando todos se reunieron en la habitación de Claire para repartir comida y agua.
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“Esto es todo lo que podemos escatimar por ahora.” dijo William, tras colocar tres latas de comida y dos botellas de agua en la pequeña mesa junto a la entrada al dormitorio. “Mañana vamos a pasar un poco de hambre, pero tenemos que aferrarnos a lo que tenemos en la medida de lo posible. Deberíamos minimizar las salidas de saqueo tanto como podamos.”
Nora estaba sentada en silencio al lado de la cama de Claire, con Lilian de pie a su lado y aferrada a ella como de costumbre.
“Sí, tiene sentido. Lo soportaremos.” respondió.
“¿Cómo se encuentra?”
Nora volvió su atención hacia Claire, quien le devolvió la mirada y luego dirigió los ojos hacia William.
“Estoy… mejor, supongo. Mi pierna todavía duele, pero creo que estaré bien…” Claire frunció el ceño por un momento. “Gracias, por cierto… Por cuidar de mi…” se mordió los labios y apartó la mirada. Era obvio que quería decir algo más, pero por algún motivo dudó. Para Nora, no era una sorpresa. Claire nunca había confiado fácilmente en la gente, y el fin del mundo solo lo había agravado más. Para ella, la amabilidad era una rareza, provocándole nada más que emociones que elegía reprimir, en vez de dejarlas ir.
“No pasa nada. Céntrate en descansar por ahora.” William posó los ojos en la mesita de noche, la cual tenía una pequeña pila de libros encima. “Pero trata también de aprovechar este tiempo si puedes. Tendrás que ser capaz de ayudar en cuanto estés mejor, necesitamos tantas manos como nos sea posible conseguir.”
“¡C-Claro…!”
Se giró y abandonó la habitación, solo para venir de vuelta un par de segundos más tarde.
“De hecho… Hay algo que os debería contar. Especialmente a ti, Nora, dado que eres la que está vigilando.”
“¿A mí…?” Nora tenía la impresión de que ya sabía de qué estaba a punto de hablarles.
“No quiero que estés atenta a los caminantes, quiero que vigiles actividad humana. No importa si parecen hostiles o amistosos, todo el mundo es enemigo. ¿Entendido?”
“¿Tiene esto que ver con la gente que nos atacó el otro día…?” se sintió imbécil por hacer aquella pregunta. Por supuesto que estaba relacionado con ellos. Pero quería oír más detalles.
“Sí. Esos tipos… Los que nos encontramos al otro lado del río, y los que invadieron el refugio, son todos parte del mismo grupo de supervivientes. Nuestra relación con ellos es mala desde hace mucho tiempo, mucho antes de que vosotras llegaseis al edificio.”
“Ya veo… Pero, ¿por qué? ¿Qué es lo que quieren exactamente?”
“Cuando me t-torturaron… no paraban de preguntar acerca de un alijo de armas, o algo así…” añadió Claire con voz temblorosa.
“Hay una comisaría de policía en la zona, no muy lejos de aquí. Bueno, la había; ahora es apenas un edificio en ruinas. Tanto su grupo como el nuestro llegamos allí casi al mismo tiempo, nosotros fuimos ligeramente más rápidos. Se desató una pelea, murió gente… Hicimos enemigos.” explicó. No parecía muy contento de recordar aquellos eventos, sus ojos entrecerrados y su semblante fruncido eran claros signos de ello. “Habían estado operando en los distritos cercanos por un tiempo, probablemente desde el inicio de la pandemia. No sé de dónde salieron o qué tipo de gente son en realidad, pero de momento han estado actuando como animales. Robando lo que pueden, matando a quien les da la gana…”
“Eso es horrible… ¿Por qué están haciendo esto…?” preguntó Nora. “¿No es acaso posible sobrevivir sin recurrir a tales cosas? ¡Este lugar debería ser la prueba de ello…!”
“Ya, y mira cómo ha acabado.”
Un silencio incómodo llenó la habitación.
“¿Posible? Sí, sin duda. Hace falta tolerancia, trabajo en equipo, cooperación y entendimiento mutuo. Todos tienen que trabajar juntos y buscar una meta común. Debería ser, y probablemente es, la solución más eficiente para esta crisis. Pero requiere la creación de una nueva ley, en un mundo sin ley. Entiendes por dónde van los tiros, ¿no?”
“Hmm…”
“No todo el mundo está dispuesto a hacer el esfuerzo. Creo que ya te he dicho esto antes, pero la moral ya no importa una mierda. Si te cargas a alguien, te comes su parte también. Básicamente, así es como funcionan.” William se pasó la mano por el pelo, cerró los ojos, y respiró profundamente. “Es fácil adivinar por qué quieren las armas.”
“¿No podemos simplemente… entregárselas…?” sugirió Claire.
“Eso sería sinónimo de apuntarnos a nuestra propia ejecución. Si consiguen esas armas, estamos acabados, dudo mucho que vayan a perdonar a nadie. Y si no las consiguen, volverán una y otra vez hasta que las consigan. Es un callejón sin salida.”
Nora bajó la vista. En el fondo, había sabido desde el principio que algo no iba bien. Las piezas estaban encajando poco a poco, pero el resultado final no mejoraba. En todo caso, aquel puzle era desalentador, tenía mejor aspecto cuando estaba revuelto y sin resolver.
“Nuestra única posibilidad de salir de ésta es vivir más que ellos, de alguna manera. Rezar para que el karma les pille donde duele, antes de que nos pille a nosotros. Y si queremos conseguirlo siendo tan pocos, no podemos permitirnos ninguna sorpresa desagradable. ¿Lo entiendes, Nora?”
“S-Sí, entiendo…”
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Nora sacudió la cabeza. Tenía que concentrarse. Siguió caminando por la azotea, dando vueltas por el perímetro, esperando ver movimiento en cualquier momento. Según William, este otro grupo de supervivientes era considerablemente más numeroso que ellos. ¿Estaban aguardando a que bajaran la guardia? ¿Estaban lamiéndose las heridas, amedrentados tras perder a varios de los suyos? Cuanto más la observaba, más ominosa se volvía la quietud de la ciudad.
William le había dicho varias veces que los caminantes no eran realmente una amenaza en aquel mundo. Al fin había comprendido por qué. Por mucho que infestasen las calles y corriesen salvajes durante la noche, por muy refinados que fuesen sus sentidos… No eran más que una fuerza de la naturaleza, una lo bastante poderosa como para llevar a la humanidad al borde de la extinción. Y al igual que la mayoría de las fuerzas de la naturaleza, eran predecibles.
Los humanos no lo son.
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Claire miró más allá de las puertas dobles, al patio. Tras varios días de reposo, al fin era capaz de caminar, aunque se ayudaba de una muleta improvisada. Sus piernas todavía se sentían débiles, y tenía una cojera bastante notable.
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Pensó que tendría una oportunidad de acceder al patio e inspeccionarlo en detalle a petición de William, pero la repentina y fuerte lluvia le impidió hacerlo.
“¿Ya puedes caminar?” preguntó William, saliendo de la nada. El estruendo de la lluvia había ahogado el sonido de sus pasos, por lo que no le oyó acercarse. Claire se giró abruptamente, sobresaltada.
“¡Ah…! ¡Por Dios, n-no me asustes así…!” se quejó, alejándose de él un par de pasos tímidos, de forma inconsciente. “Sí, ya puedo caminar. Pronto debería poder volver a funcionar como de costumbre…”
“Ya veo. Me alegro de oírlo.”
William caminó hasta el límite de la puerta de salida, al punto en que la lluvia caía apenas un par de centímetros más allá de sus pies. Observó a las plantas de fuera. Un incómodo momento de silencio prosiguió, interrumpido solo por el ruido del chaparrón.
“E-Entonces… ¿Qué hay plantado ahí fuera exactamente? Aún no he tenido la oportunidad de echarle un ojo…” Claire dijo la primera cosa que se le ocurrió. Estar sola y en silencio con William le producía ansiedad.
“Patatas, zanahorias… La mayor parte de los cultivos son tubérculos, pero hay un par de zonas con legumbres, y también algunas alubias. Aparentemente, muchas de estas cosas pueden crecer con cantidades limitadas de luz solar. Además, aunque algunas de ellas necesitan fertilizantes, la mayor parte deberían poder salir adelante en suelos pobres.”
“Ya veo… No está mal pensado, dadas las circunstancias.”
William sacó un cigarrillo y un mechero de su bolsillo, y empezó a fumar antes de seguir hablando.
“Mi mujer los eligió… De hecho, ella fue la que tuvo en primer lugar la idea de plantar cultivos. Y ciertamente hemos conseguido hacer un par de cosechas en los últimos seis meses, así que supongo que no ha sido una mala idea, a fin de cuentas. No han sido muy abundantes, pero igualmente han merecido la pena.”
William no había hablado demasiado sobre sí mismo. Según Nora, había estado viviendo con más gente en aquellos apartamentos, hasta que un cierto incidente le dejó a él como único superviviente. Lo cual probablemente implicaba que su mujer se había ido. Claire se dio cuenta de que sería una muy mala idea sacar el tema, a menos que él lo hiciese primero.
Pero, ¿qué clase de persona era él en realidad? Claire no lo tenía claro. Hasta aquel momento, casi todo el mundo a su alrededor habían sido unos egoístas de mierda, haciendo todo lo posible por aprovecharse de los demás, asegurando una posición de poder y dejando a los débiles a su suerte. En cierto modo, era de esperar. En un mundo donde todo vestigio de orden había colapsado, la ley del más fuerte era a menudo lo único que quedaba.
Estaba acostumbrada a no confiar en nadie. Pero este hombre la confundía. Se había bajado de su propia posición de poder, arriesgando su vida para salvar las de Claire y compañía. Pero sus intenciones no estaban del todo claras. Claire no estaba segura de que sus acciones estuviesen motivadas por buena fe. Al menos, no solo por buena fe.
“Realmente espero que podamos sacar al menos una cosecha más de estas plantas. La habría hecho muy feliz si lo lográsemos… ¿Puedo contar contigo?” preguntó.
‘¿Es esto… su proceso de luto…? Hmm… Bueno, supongo que la cosecha nos beneficia a todos de una u otra forma…’
“C-Claro, por supuesto. Haré todo lo que pueda.”
“Gracias.”
Aquella última palabra sonó más cálida y más honesta que todas las que la precedieron. La cabeza de Claire estaba repleta de sentimientos encontrados. No quería confiar en él, pero sentía que de momento se había ganado su confianza. Parecía haber una fría barrera emocional que los separaba, pero de alguna manera entendía el dolor por el que debía de estar pasando.
Se quedó inmóvil, sumida en sus pensamientos. Al rato, William terminó su cigarrillo, y empezó a rebuscar algo en su cintura, bajo su chaqueta. Claire no podía ver de qué se trataba.
Algunos segundos después, se giró hacia ella, y sujetaba una pistola. Claire se congeló. Aunque no le estaba apuntando con ella, sentía una extraña aura emanando del arma. ¿Era aquella la misma pistola que había usado días atrás? No estaba segura. Tragó saliva.
“He oído acerca de lo ocurrido.” dijo William.
“¿Q-Qué quieres decir…? ¡N-No sé de qué me hablas…!”
“No te hagas la tonta. Nora me lo ha dicho.”
‘Maldita sea, Nora… ¿¡Por qué…!?’ Claire se mordió los labios y evitó el contacto visual. Claro que sabía de qué estaba hablando.
“¿Y-Y qué…? ¿Qué pasa…?”
Incluso sin mirarle directamente, podía percibir cómo él la taladraba con los ojos.
“Quieres ser capaz de protegerlas, ¿verdad?”
“¿Eh…?” Claire reanudó el contacto visual.
El brazo de William se extendía hacia ella, ofreciéndole la empuñadura de la pistola.
“¿Quieres que te enseñe cómo usarla adecuadamente?”
Estaba asustada.
“¿S-Seguro…? ¿E-Estaría bien…?”
William asintió. El propósito de una pistola es, o bien intimidar, o bien matar. Y ninguna de esas cosas debería estar bien. Una parte de ella estaba dispuesta a llegar a aquellos extremos y más allá para proteger a la gente que le importaba, pero a la otra parte le aterrorizaba el concepto.
Era una decisión difícil de tomar. Así que, ¿por qué? ¿Por qué sujetaba con tanto entusiasmo el arma que le acababan de ofrecer?
…
“Eso es, ahora, alinea las miras como te he enseñado; y aprieta el gatillo.” dijo William.
Era fácil atinar en el blanco, un trozo de cartón con una cruz garabateada, colgando de la pared opuesta de la habitación. De momento, todos los pasos habían sido sencillos. Comprobar el seguro, recargar, descargar… William le había dicho cómo encontrar la mejor postura para disparar, le explicó cómo sujetar correctamente el arma para mejorar la precisión y reducir el retroceso… Hasta allí, todo bien.
¿Por qué era tan complicado el último paso? Solo tenía que apretar el gatillo. Era tan solo un trozo de cartón. No había dudado cuando se había enfrentado a un grupo de potenciales asesinos, pero ¿tenía dudas frente a un objetivo de práctica?
Sus manos empezaron a temblar violentamente. Apartó el dedo del gatillo, temiendo que dispararía por accidente. La mano de William descansó sobre sus propias manos temblorosas.
“Está bien. Cálmate, respira.”
“¿L-Lo está…? ¿En serio está bien…? ¿Cómo lo sabes…? ¿Cómo sabes que está bien…?”
******
Claire no parecía haberse dado cuenta, pero cuando William posó su mano sobre el arma, había activado el seguro manual. Claire empezó a sollozar, y su respiración se volvió rápida y atacada. De ninguna manera quería que disparase un arma en aquel estado.
Se había hecho un manojo de nervios en cuestión de segundos. William se sintió un tanto desconcertado. Sabía que la chica había matado a uno de los invasores, disparándole y luego estrangulándolo hasta la muerte. ¿Era aquella experiencia el origen de aquel ataque de pánico? Tenía el presentimiento de que había algo más.
No escapó a la percepción de William: lo que Nora había descrito como un puntual ataque de rabia era probablemente una fachada, una consecuencia emergente de alguna circunstancia más compleja de la cual no tenía conocimiento.
“¿Estás pensando en lo que hiciste el otro día…?” preguntó. Esperó por una respuesta, pero Claire no dijo nada. Simplemente siguió derramando lágrimas y centrando su mirada en la pistola, como si estuviese hipnotizada. “Escucha… Ya le he dicho esto antes a Nora, pero la primera vez siempre es la más difícil. Luego se vuelve más fácil, y—”
“Mentira.” le interrumpió Claire.
“¿Qué…?”
“No es más fácil, en absoluto… ¡Joder…! ¡No… lo es…! ¡Maldita sea…!” sus rodillas le fallaron, haciendo que se desplomase al suelo. Con dificultades para hablar entre llantos, soltó el arma.
William observó por un rato. Recogió la pistola y la volvió a guardar en su funda.
“Mira, no sé qué es lo que has hecho en el pasado. Pero fuera lo que fuera, tuviste una razón para hacerlo, ¿no?”
Los llantos de Claire se intensificaron. Sí, la tuve. Esas eran las palabras que parecía querer gritar a todo pulmón. William suspiró.
“Mantente fiel a esa razón, y no te dejes llevar por tus emociones. Céntrate en el camino que tienes por delante. Vamos a necesitarte, ¿de acuerdo? Eso es todo el consejo que te puedo dar ahora mismo.”
Echó a andar, dejando a Claire sola para que se tranquilizase en paz.
“Si mañana te sientes mejor, continuaremos esta lección donde la dejamos.”
‘En serio, ¿qué diablos os ha pasado…?’
Si dijese que no tenía curiosidad, sería un sucio mentiroso. Aunque él había compartido algunos detalles dispares sobre sus problemas pasados, apenas sabía nada sobre aquellas tres, aparte del hecho de que venían de otro refugio y que habían escapado después de que los caminantes lo invadiesen. Era muy obvio que había algo serio en sus cabezas. Tanto Nora como Claire evitaban revelar nada al respecto.
Por supuesto, no les iba a preguntar directamente. Al menos, no por el momento. No tenía derecho a meter las narices en sus vidas personales. Aunque, si sus arrebatos emocionales empezaban a convertirse en un obstáculo serio para la supervivencia, tendría que tener una conversación seria con ellas. De momento, habían superado todas las adversidades, pero William no estaba contento con los riesgos que se habían tomado.
De una forma u otra, estaban ocultando algo. Incluso ellas mismas deberían ser perfectamente conscientes de lo obvio que era. William no tenía ni idea de si el secreto que guardaban, fuese lo que fuese, acabaría siendo un problema para él. Tendría que seguir siendo cauteloso con ellas, por si acaso.
……
Los días pasaron sin problemas. Bueno, sin problemas inusuales; eso sería una forma más precisa de describirlo. Y William no se lo tragaba. Nora no informó de ningún indicio de actividad, más allá de caminantes por aquí y por allá o abrazándose a las paredes del edificio. Él tampoco percibió nada extraño.
Sin lugar a dudas, se esperaría que el grupo de Jacobs volviese a tomar represalias en un corto intervalo de tiempo. ¿Había ocurrido algo? ¿Quizá alguna reyerta interna que todavía no habían resuelto? No tenía ni idea, pero la espera le estaba poniendo de los nervios.
Había hecho una breve visita al alijo de armas, y llevaba consigo no solo una pistola, sino también un fusil de combate colgando a su espalda; a todas horas. Claire finalmente se había acostumbrado a una pistola tras algunas lecciones adicionales, y la llevaba con ella para su defensa personal. Nora se había negado a llevar armas de fuego por el momento, y se limitaba a aferrarse al martillo que de alguna forma había conseguido traer de vuelta de su expedición inicial. William supuso que seguiría insistiendo a lo largo del tiempo, y tarde o temprano cedería.
La única que no había sido capaz de armar en absoluto era Lilian. De hecho, ni siquiera podía hablar con ella, cualquier interacción era similar a tratar de hablar con una piedra. La chica le evitaba como a la peste, frunciendo el ceño y haciendo pucheros siempre que le veía venir, y apagándose por completo si se le acercaba más de la cuenta.
Al menos podía ser de utilidad cuando andaba siguiendo a Nora o a Claire. Nora le aseguró que Lilian podía asistir en la vigilancia. Aparentemente, aunque sus habilidades de comunicación estaban un tanto limitadas, sus sentidos eran perfectamente normales, y le avisaba si detectaba algo fuera de lo ordinario. Claire afirmó que la ayudaba cuando tenía que transportar cosas, colocar recipientes para recoger el agua de la lluvia, hacer limpieza, etc.
Por extraño que pareciese, William apenas era capaz de ver nada de aquello. Siempre que la veía, o bien era extremadamente consciente de su presencia y se centraba solo en evitarle, o hacía cosas extrañas, como mirar a la distancia o al cielo.
De todas formas, no se preocupaba demasiado al respecto. Si podía ser útil cuando estaba con las demás, eso ya era más de lo que inicialmente había apostado por ella.
A pesar de que todos estaban tensos, la vida en el refugio parecía seguir adelante. Lo encontró casi nostálgico, ver gente merodeando por el edificio una vez más. Esperaba que las cosas se mantuviesen tal y como estaban en aquel momento, aunque en el fondo, estaba seguro de que más dificultades les esperaban a la vuelta de la esquina.
******
Era temprano por la mañana.
Nora caminó más rápido por el pasillo. Dos apartamentos más allá del suyo, allí era donde se alojaba Claire. Supuso que probablemente no pasaba nada, pero algo acerca de aquella situación no cuadraba. Durante la última semana, ni una sola vez había ocurrido algo así.
Llamó a la puerta, provocando que una voz temblorosa y aturdida respondiese desde el interior. Oyó ruidos extraños provenientes del apartamento, como si alguien estuviese tropezando con cosas en su camino, y entonces la puerta se abrió.
Claire manipulaba sus gafas con torpeza, tratando de ponérselas. Sus párpados se esforzaban por mantenerse abiertos. Su cara denotaba falta de orientación, y su pelo estaba hecho un desastre. Era obvio que acababa de despertarse.
“¿S-Sí…? Ah, ¿Nora…? ¿Qué pasa…?”
“Um, hola Claire. Perdona que te haya despertado tan temprano, pero… ¿Has visto a Lilian?” preguntó Nora. No pudo evitar el tono preocupado y nervioso de su voz.
“¿Eh…? ¿Lilian? ¿No estaba durmiendo contigo?”
“No… No está en mi habitación.”
“Qué raro… Qué habrá—”
Claire paró de hablar en cuanto oyó pasos apresurados que provenían del hueco de la escalera cercano. De repente, William emergió de la oscuridad. No parecía contento. Ojos muy abiertos, sudoroso, ceño fruncido… Parecía muy agitado.
“¿W-William…? ¿¡Ha ocurrido algo...!?” preguntó Nora en cuanto William se detuvo justo a su lado.
“¡¡Tenemos un puto problema…!! ¡La entrada a nivel de suelo estaba abierta! ¡Y joder, estoy seguro de que la dejé cerrada anoche!”
“¿¡Eh…!?”