Le pesaban los párpados. Estaba cansada, tanto física como emocionalmente. Lo único que quería era descansar y dejarse llevar, pero algún tipo de alboroto en su entorno inmediato estimulaba sus sentidos lo suficiente como para impedirle regresar a la inconsciencia.
“¡¡…a bast…!!”
“¡…zo de mier…!”
“¡¡…iam, pa… ya!!”
Le dolía la cabeza. Sabía que acababan de salir recientemente de una situación complicada, pero tenía problemas para recordar los detalles exactos. Se forzó a sí misma a mantener los ojos abiertos, y esperó a que la borrosidad desapareciese.
Nora se vio descansando en lo que parecía ser un sofá, en una sala de estar. Un cielo de un color naranja oscuro era visible a través de las ventanas del lado opuesto. Estaba a punto de oscurecer. La idea hizo que su yo interior se estremeciese, pero su cuerpo no mostró ninguna reacción física.
Había más gente en la habitación con ella. Claire estaba a su izquierda, sentada en el sofá a su lado y sujetando su mano. Parecía asustada por algo. Nora arrastró los ojos por la sala, hasta que avistó a William. Desmond estaba justo frente a él, en el suelo, con la nariz ensangrentada. William le apuntaba a la cabeza con una pistola. Parecía cabreado.
También había otro hombre en la estancia, a quien apenas reconoció. Pelo marrón largo, ojos astutos, de brazos cruzados y observando la escena desde una esquina. Ella hizo lo mismo, observó. No tenía fuerzas para hacer mucho más.
La discusión en curso se volvió coherente y descifrable a medida que su conciencia se recomponía gradualmente.
“Dame una razón, hijo de puta. Una sola razón para no esparcir tus putos sesos por la pared ahora mismo.” dijo William, con tono amenazante.
“¡Aún hay caminantes por la zona! ¡Nos pondrás a todos en peligro si disparas ahora!” Claire trató de razonar con él.
“La chica tiene razón, ¿sabes?” añadió el hombre de la esquina.
“Silencio… ¡Especialmente tú, Marcus! ¡No me digas lo que tengo que hacer! Ni siquiera he empezado contigo todavía…”
“…p-por favor… Te lo explicaré todo, Will… Por favor… Ya no p-puedo más con esto…” Desmond se hizo bola en el suelo y empezó a sollozar.
A William no le impresionó demasiado su reacción. La pistola se acercó aún más a su frente.
“¿Por qué? Joder… ¿¡Por qué!?”
“Antes de unirme a vosotros hace meses, estaba con otra persona… J-Jacobs…”
“¿¡Jacobs…!? ¿Qué coño…?” William miró a Marcus con una expresión inquisitiva en su cara.
“No… sé nada de esto… Hace meses… Esto puede haber ocurrido antes de que yo mismo llegase al refugio…” respondió.
William se encaró a Desmond de nuevo. “Continúa…”
######
“Esos capullos están creciendo rápido, ¿eh…?”
Jacobs jugueteaba con una navaja de bolsillo, sentado en una butaca destartalada en un rincón de la habitación. Todos le observaban en silencio. Sabían que abrir la boca no sería una buena idea, a menos que tuviesen una buena razón para hacerlo.
Desmond no estaba del todo seguro de por qué le habían llamado a aquella “reunión”. Nunca antes habían organizado una reunión. Nadie metía las narices en asuntos ajenos, tan sólo se limitaban a coger las migajas de comida y bebida que Jacobs y sus gorilas dejaban atrás, tratando de no meterse en problemas.
¿Por qué él precisamente? Analizó al resto de la gente que estaba con él en la sala. Ninguno de ellos era de fiar. La mayoría eran matones y delincuentes, reunidos bajo la bandera de Jacobs. Y el propio Jacobs era el peor de todos. Por lo que Desmond sabía, era un convicto que de alguna forma había conseguido escapar tras el inicio de la pandemia.
Desmond no encajaba en aquel grupo, llamaba demasiado la atención.
“Me toca los huevos, ¿sabéis…? Nosotros tenemos que arrastrarnos bajo tierra como ratas, ¿y ellos pueden vivir ahí arriba en su propia fortaleza personal? Además, cuanta más gente tengan, más comida comerán. Y tengo hambre, joder.” tosió y se aclaró la garganta. “¿Alguno de vosotros tiene idea de por qué os he llamado?”
Esperó por un rato, peinando la sala con los ojos. Miró con intensidad a Desmond por un periodo de tiempo particularmente largo.
“¿Nadie…? Da igual, tampoco esperaba una respuesta.” su navaja dio un par de vueltas más alrededor de los dedos de su mano derecha, antes de apuntar directamente a la cara de Desmond. “Tú… No me voy a andar por las ramas. Vas a ir y unirte a su comunidad. Hazte amigo suyo. Familiarízate con la estructura del lugar, sus rutinas, sus costumbres. Te mantendrás en contacto con nosotros, y nos informarás de cualquier acontecimiento significativo. Niégate, y tu mujer e hija pagarán las consecuencias.”
“¿E-Eh…? U-Un momento, ¿qué…?” la mente de Desmond tardó un buen rato en procesar lo que acababa de oír. “N-No, no puedes… ¿¡Eh…!? ¿¡Q-Qué quieres d-decir…!?”
“¿Acaso no he hablado claro? No vales una mierda, y esas dos mujeres tampoco. Pues bien, yo te voy a dar un buen uso. Eres el tipo perfecto para este trabajo: eres flacucho, no destacas, eres fácil de olvidar en todos los aspectos… Y tienes dos hermosos hándicaps colgándote del culo.”
“A-Ah… ¡Aaahh…! ¡P-Por favor…! ¡No les hagas d-daño…! ¡A ellas no…!”
“Por supuesto que no lo haré, siempre que hagas lo que se te pide. De lo contrario, tendré que ponerme… creativo con ellas.”
La respiración de Desmond se aceleró, sus ojos se abrieron de par en par como si fuesen a salírsele de las cuencas.
“…d-de acuerdo…”
“Buen chico.” Jacobs miró a los demás. “Todos vosotros saldréis en la próxima excursión de saqueo. Llevadlo con vosotros y dejadlo en algún sitio cerca de ese edificio de apartamentos. No dejéis que os vean.”
Le dio a la navaja un par de vueltas más alrededor de sus dedos antes de plegarla y meterla de vuelta en un bolsillo. Se levantó y echó a andar hacia la puerta.
“Se lo comieron los zombis. Eso es todo lo que sabéis. Mantened el resto fuera de la historia. En caso de que tengáis dudas al respecto, pensad en ese dulce botín extra llenando vuestros bolsillos. Podríamos acabar ganando el premio gordo con esos tíos.”
######
“Tu mujer y tu hija… ¿Cómo se llaman?” preguntó Marcus.
“A-Alice… y Eleanor…”
“Ya… No estaban aquí hoy. Han sido trasladadas al refugio del hospital en el oeste hace algunas semanas…” Marcus se rascó la barbilla mientras hablaba.
“¿Hospital…? ¿De qué hablas?” dijo William.
“Tal y como dije antes, hemos estado preparando salas y refugios seguros por la zona. Este está situado en el piso superior del Hospital Saint Marie, al oeste de aquí. Está bastante lejos, pero es espacioso, y la zona está repleta de recursos y suministros médicos. Hemos estado moviendo a la gente hacia ese refugio en concreto, y planeábamos mudarnos enteramente cuando… bueno, te haces una idea. Puedo confirmar que su familia ha sido enviada al oeste.” Marcus frunció el ceño. “Si tuviera que adivinar… diría que Jacobs sabía que Desmond se mantendría obediente siempre y cuando no tuviese la oportunidad de reunirse con su familia y planear una huida.”
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La habitación se mantuvo en silencio por un rato, el cual solo se veía interrumpido por los sollozos de Desmond y la respiración de William, que se volvía más y más pesada a cada momento que pasaba.
“¿¡Eso… es todo!? ¿¡Eso es todo!? ¿¡¡Ese fue el motivo!!? ¿¡¡Por eso nos vendiste!!? ¿¡¡Vas y nos dejas a que nos den por culo!!? ¿¡¡A morir!!?”
“¿…y tú q-qué habrías hecho…?” Desmond parecía verdaderamente aterrorizado de alzar la voz.
“¿¡Eh…!?”
“¿…y si A-Amanda hubiese estado en circunstancias similares, Will…? …entonces, ¿qué…?”
“¡No… menciones su nombre…! ¡Tan solo… Ugh…!”
La mano de William temblaba con una ira agonizante; el dedo del gatillo anhelaba descargar el arma entera sobre su objetivo. Tras un corto, tenso periodo de tiempo, su expresión facial se distorsionó por la rabia, y se giró, desahogándose con una mesa cercana.
“¡¡¡Aaaaarrgh!!!”
Su brazo barrió la superficie de la mesa al completo, volcando un sinfín de objetos al suelo y estrellándolos contra la pared.
“¡Joder! ¡Joder! ¡¡Joder!! ¡¡¡Joder!!!” cada grito vino acompañado de un fuerte golpe contra la mesa; con su puño provocando que olas de polvo y suciedad se elevasen y flotasen a lo largo de la habitación. “¡¡Maldita sea!!” agarró el mueble entero y lo volcó, tras lo cual descansó la cabeza contra la pared.
Claire se acurrucó al lado de Nora y cerró los ojos, apretándolos con fuerza, como si tratase de evitar el contacto visual con William a toda costa. No dijo nada. Nadie dijo nada. Nadie se atrevió.
“¿Se supone que tengo que odiarte…? ¿Se supone que tengo que sentir lástima por ti…? ¿Se supone que debo perdonarte…? ¿¡Qué coño se supone que tengo que hacer…!? Puta mierda… Amanda…” el tono de William sonaba distorsionado, retorcido por todas las emociones que le hervían en la cabeza.
Se giró hacia Marcus.
“Tú…” dijo, dando un par de pasos en su dirección y amenazándole con la pistola. “Eres doctor, ¿no…?”
“Sí…” respondió Marcus.
“Iré al grano. Con la ayuda de Lilian, ¿puedes curar esta… enfermedad, sea lo que sea? ¿Puede alguien hacerlo?”
El cuerpo de Nora se estremeció al oír aquellas palabras. Sabía lo que implicaban, y no le traía nada más que angustia. Quería moverse, hablar, pero no podía; estaba todavía al borde de la inconsciencia.
“Esa… no es una pregunta sencilla, ¿sabes…?”
“¡Sencilla o no, piensa en una respuesta…! ¿¡Puede curarse o no!?”
“Puede que sea un doctor, pero esto no es exactamente mi especialidad, no puedo saber si—”
“Miente.” la voz de Claire interrumpió la conversación.
Tanto William como Marcus giraron la cabeza en su dirección. Observaba a Marcus intensamente, con la cara coloreada de arriba abajo de desconfianza. Se llevó la mano a uno de sus bolsillos, sacó un pequeño objeto marrón, y se lo ofreció a William.
“Encontré esto en el nido. He estado esperando por una buena ocasión para enseñártelo…”
William dudó por un instante. Se acercó a ella y cogió el objeto, el cual desdobló para echar un vistazo al interior. Inclinaba la cabeza y entrecerraba los ojos mientras leía el contenido, su boca torciéndose por la incredulidad.
“¡Espera…! ¿¡Qué diablos…!? ¿¡¡No es esto una insignia militar…!!?”
“No es de extrañar que quiera mantener a Lilian a buen recaudo. Es uno de ellos.”
William dejó caer la insignia y se giró de vuelta hacia Marcus, esta vez apuntándole con claras intenciones de matar.
“Vale, se acabó el cuento. Ya estoy hasta los huevos de secretos. ¡¡Más te vale que empieces a hablar…!!”
“Vale, escucha… No soy tu enemigo.” Marcus había empezado a sudar, y dio un paso atrás, colocando su espalda contra la pared.
“Eso no es lo que he preguntado. No esperarás que me crea que no sabes qué está ocurriendo, ¿no? No me gustas. Me resultaste molesto desde que te conocí. Y ahora, ¿esto? ¿Ahora resulta que eres un soldado? ¿Qué es lo siguiente a lo que me van a arrastrar? Mi vida no para de convertirse en una retorcida película de acción, y ya he tenido suficiente. Dame una respuesta clara, o me deshago de ti. Aquí mismo, ahora mismo.”
William parecía frustrado. Y angustiado, y nervioso, y estresado, y cabreado… Su cara era un cuadro, repleto de toda clase de emociones negativas.
“¡No… No puedo decirte nada…! ¡No lo entiendes, no puedo difundir información confidencial así como así…! ¡Ojalá pudiese, mi propio juicio me dice que te ayude, pero tengo un deber que cumplir…!”
“Vale. De acuerdo, lo pillo…” William sujetó la pistola con ambas manos, con el cañón apuntando firmemente a la frente de Marcus. “Que te jodan, pues—”
“¡Espera…! ¡¡Espera!! Quieres una cura, ¿¡no!?”
William se detuvo. Su dedo ya estaba ejerciendo presión sobre el gatillo.
“…”
“Podría ser posible. Pero no podemos saberlo hasta que tengamos una oportunidad de echarle un ojo a la chica. Tenemos… una base de operaciones en la ciudad. Cuenta con un pequeño laboratorio con equipamiento médico. Se dónde está. Si podemos llevar a la chica allí… tendrás las respuestas que buscas.”
“…”
“Esto es todo lo que puedo decirte.”
Tras cavilar durante lo que pareció ser una eternidad, William bajó el arma. Entonces, sin previo aviso, estampó su puño directamente contra la cara de Marcus, derribándolo y haciéndolo sangrar en abundancia por la nariz.
“¡Aggh…!”
William no dijo nada más. Se dio la vuelta y abandonó la habitación, dejando a Desmond y a Marcus en el suelo, con caras sanguinolentas, sumidos en sus pensamientos.
******
Claire no tuvo el coraje para hacer nada excepto mirar cómo se desarrollaba la conversación. La actitud de William la había sembrado de inquietud. Daba la impresión de que ahora estaba decidido a encontrar a Lilian para ponerla bajo la custodia de los militares. ¿No estaba acaso persiguiendo exactamente la misma meta que Julien y Logan?
[Continuará atrayendo a más gente, intereses en conflicto se enfrentarán por su custodia, y las calamidades vendrán detrás.]
La voz de Marcus dio vueltas en sus recuerdos. ¿Era esto a lo que se refería? Quizá él ya lo sabía desde un principio, se esperaba que surgiesen conflictos internos tarde o temprano. Pero, ¿por qué? ¿Por qué William? ¿Qué era lo que impulsaba sus acciones? No tenía pinta de querer usarla como un método para escapar de la ciudad. Quería… ¿una cura?
Los pensamientos de Claire se vieron interrumpidos. Algo apretó su mano. Algo cálido.
“¡Ah…!”
Los ojos de Nora trataban de establecer contacto visual con ella, pero parecían temblorosos, como si no fueran capaces de mantenerse quietos. El resto de su cuerpo permanecía inmóvil. Su mano izquierda apretaba la mano derecha de Claire con toda su fuerza, que no era mucha.
“¡Nora…! ¿¡Estás despierta!? ¡Oye, Nora…! ¿¡¡Puedes oírme…!!?”
“Mmmh… Nnngh…”
“¿Q-Qué pasa…? ¿¡Puedes oírme…!?”
“¿Puedo echarle un ojo…?” preguntó Marcus.
Claire giró la cabeza en su dirección, taladrándolo con ojos rencorosos.
‘No confío en este hombre, me da igual lo que diga… Pero… e-es un doctor… ¿no…?’
“Muy bien… ¡Pero te estoy vigilando…!”
No tenía ningún arma en aquel momento. No se sentía segura. Tan solo esperaba que no fuese a intentar hacer nada malicioso.
“No te preocupes… No tengo motivos para hacerle daño a nadie aquí.” dijo, mientras se acercaba lentamente al sofá.
Se arrodilló al lado de Nora, y empezó a examinarla. Inspeccionó sus ojos con una pequeña linterna que sacó de un bolsillo, le tomó el pulso, comprobó sus articulaciones, sus reacciones y reflejos… Claire le observó en silencio.
“Articulaciones rígidas, ritmo cardíaco anormalmente elevado, nistagmo leve, piel pálida, incapacidad de comunicación verbal… Su sistema nervioso también parece estar mostrando ciertos comportamientos erráticos que no puedo identificar del todo. Me temo que no puedo ofrecer un diagnóstico adecuado con una examinación básica. ¿Sabes si sufre de alguna enfermedad en particular?”
“¿Eh…? N-No… No que yo sepa…” respondió Claire.
“Ya veo… Dejémosla descansar. Quizá solo esté alterada por todo lo que ha pasado hoy. Todos estamos cansados.”
“Y-Ya…”
Aquella declaración no era sincera ni de broma. Marcus se rascó la barbilla otra vez. Parecía tener algo en mente, algo que no era capaz de descifrar del todo. Claire abrazó a Nora. Su amiga la miraba como si le estuviese pidiendo ayuda, pero no había nada que ella pudiese hacer.
…
Minutos después, las dos chicas se habían quedado solas en la sala de estar. Claire no dejó a Nora sola ni por un segundo.
“No te preocupes, Nora. Estoy aquí. No voy a ir a ninguna parte, ¿vale? Vamos a superar esto. Te lo prometo.”
Descansó la cabeza sobre el hombro de Nora, apretándole la mano con suavidad. No pudo ver las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas, fluyendo de sus cansados pero inquietos ojos. Lágrimas que cargaban con todas las emociones conflictivas que se acumulaban en su cuerpo, sin ninguna otra vía por la que salir.
******
Nora se despertó de nuevo. Había estado despertándose y cayendo otra vez dormida incontables veces a lo largo de la noche. Sin embargo, esta vez era por la mañana. Aún no se había movido del sofá.
Todo su cuerpo estaba dolorido. Con mucho esfuerzo, se llevó la mano a la cara y se frotó los ojos.
‘Uggh… Dios, me encuentro fatal…’
Se paró a pensar por un momento.
‘Espera… Puedo moverme.’
Algo voluminoso se movió y se revolvió a su lado, antes de erguirse en el sofá de un salto y dejar escapar un ligero chillido.
“¡A-Ah…! ¿¡Nora…!? ¡Nora! ¿¡Estás bien!?” Claire estaba prácticamente gorjeando, Nora no tenía claro si estaba sorprendida, emocionada, agitada, o todo a la vez.
“¿¡Claire…!? Bueno… ¿sí? ¿Eso creo? Solo estoy… entumecida. Me duele todo el cuerpo…”
“¡Dios mío, menos mal! Creía que—”
Una de las puertas que llevaban a la sala de estar se abrió, cortándoles el diálogo. William entró. Miró a Nora de arriba abajo.
“¿Te encuentras mejor?” preguntó.
“S-Si… Creo que sí.”
“Bien. Nos vamos pronto. Por ahora volveremos a los apartamentos, estaremos más seguros allí. Una vez estemos de vuelta… tenemos que hablar. Hablar en serio.”
“¿Eh…?”
“Y… Hay algo que deberíais ver. Las dos.”