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Wither With Me (Español)
CAPÍTULO 44 – EXTRACCIÓN

CAPÍTULO 44 – EXTRACCIÓN

[Contenta. A salvo. Contenta. A salvo. Contenta. A salvo.]

Nora abrió los ojos y miró hacia abajo, a Lilian, quien descansaba la cabeza sobre su pecho. No estaba segura de cuándo había salido de aquella experiencia de ensueño; la línea entre lo real y lo irreal era fina, casi imperceptible. Podía recordar todas y cada una de las palabras, pero por alguna razón, no se manifestaban en forma de memorias, sino emociones, arraigadas en lo profundo de su corazón.

‘Lilian… No me estoy imaginando cosas, ¿verdad?’

Como si respondiese a sus pensamientos, Lilian abrazó con más fuerza la cintura de Nora, creando una sensación cálida y titilante en su cerebro. Nora sonrió y correspondió el gesto.

‘Entiendo.’

Mientras acariciaba el pelo de su hermana, ojeó el pasillo. La mayor parte del ruido se había ido a lo largo de los últimos minutos. El constante martilleo de los disparos se había reducido a tiros ocasionales, separados por largos periodos de silencio. También notó un ligero olor a humo en el aire.

Había varias caras conocidas por allí, pero Claire y William estaban ausentes. Recordó vagamente a Claire sentada a su lado, y luego diciendo algo y marchándose. La ausencia de William era un misterio.

‘Ay, dios… ¿¡Cuánto tiempo he estado fuera de onda!? Espero que todos estén bien.’

Algo se movió dentro de su visión periférica, llamando su atención. Un grupo de personas se les acercaban.

Entre varias caras desconocidas, reconoció al joven Ethan. Con una expresión retorcida y avanzando a grandes zancadas en su dirección, parecía tanto asustado como aliviado al mismo tiempo. También reconoció a Marcus y a otro de aquellos soldados. Ambos cargaban con una persona aparentemente inconsciente. El corazón de Nora se congeló, sobrecogido por el miedo tan pronto posó los ojos sobre él. Sintió cómo su ritmo cardíaco y su respiración se aceleraban.

‘No… Otra vez no… ¿Por qué? ¿¡Por qué!?’

Algo cálido le tocó la cara. Miró de nueva a Lilian. Su hermana la observaba ahora fijamente, taladrándola con aquellos brillantes ojos negros. La imagen evocó un complejo cúmulo de emociones en su mente, que se manifestaron en forma de palabras.

[Ya no puede hacernos daño.]

Nora respiró hondo y apartó la mirada de Logan. Durante varios segundos, continuó respirando hondo repetidas veces, concentrándose en la presencia de Lilian, aferrándose a ella, dejando que ahuyentase los malos recuerdos.

******

“¡Atención todo el mundo! ¡Prepárense, nos iremos pronto!”

“¡Capitán Isaac!” dijo Jameson. “¡Los stingers han dejado de intentar trepar el edificio, señor!”

“¡Me he dado cuenta! Los he visto saltar por las ventanas. La idea de esa joven ha funcionado; ¡el humo los está expulsando!” Isaac ayudó a Marcus a acostar al hombre inconsciente en el suelo y cogió su radio. “¡Equipo Charlie, aquí el Capitán Isaac del equipo Alpha! ¿¡Me recibís!? ¡Cambio!”

“¡Capitán Isaac, le oímos! ¿¡Cuál es la situación ahí!?”

“Hemos conseguido iniciar un incendio, y el humo está despejando a los stingers del edificio. Sin embargo, ¡aún no estamos a salvo! Si el fuego se apaga, comenzarán a invadir el edificio de nuevo. Si persiste, todo el hospital acabará en llamas. ¿¡Dónde estáis!? ¡Necesitamos una extracción ya!”

“¡Tenemos contacto visual con Saint Marie, pero no podemos acercarnos más! ¡Todos esos stingers se están amontonando en las calles, probablemente haya miles! ¡Central, aquí Charlie! ¿¡Entablamos combate con las hordas!? ¡No tenemos forma de—! ¿¡Eh!?”

La transmisión de Charlie se había interrumpido de forma antinatural, como si algo dentro de su percepción les hubiese sorprendido.

“¿¡Charlie!? ¿¡Qué ocurre!? ¡Responded!”

“¡Algo pasa con el hospital! ¡Mire la calle!”

Isaac se acercó deprisa a la ventana más cercana y echó un vistazo al exterior. Toda la calle estaba llena hasta los topes de stingers, no parecía siquiera posible encajar uno más en ningún sitio. Y estaban confusos. Chillaban al unísono, cayendo en un pánico colectivo cuando se vieron rodeados por lo que brotaba de los pisos inferiores del hospital.

¿Humo? Poco probable. Demasiado oscuro, demasiado denso, y demasiado pesado. La enorme nube de gas negro erupcionó de las ventanas rotas de la planta baja, inundando la calle en cuestión de segundos, y derramándose hacia todas las calles y callejones adyacentes. Se arremolinaba y serpenteaba en patrones hipnotizantes, como si fuese un amorfo organismo viviente.

“¡Central, aquí el Capitán Isaac! ¡Algún tipo de gas negro ha emergido del hospital y está cubriendo las calles! ¿¡Tenemos información al respecto!?”

“Aquí Central. Negativo, Alpha. Proceded con precaución.”

“¡Aquí Charlie! ¡El convoy ha sido alcanzado por el gas…! ¡Huele… acre, parecido al humo! ¡Pero no es humo!”

‘Si no es humo, ¿¡qué es, entonces…!? Y, ¿¡de dónde viene!?’

“¡Capitán Isaac, mire! ¡También está aquí arriba!” dijo Erik, señalando a ambos lados del pasillo.

El oscuro efluvio venía de los pasillos interiores, aunque carecía de la ferocidad y rapidez de la nube que cubría la calle. Una brisa entró por las ventanas, arrastrando el gas hacia el grupo.

“¡Que todo el mundo se cubra la boca y la nariz! ¡No respiren ese gas!” ordenó Isaac.

Si aquella cosa resultaba ser algún tipo de arma química, taparse la boca o la nariz no iba a ser muy efectivo a la hora de impedir que hiciese su trabajo. Tal y como era de esperar, a pesar de estar apretando su mano con fuerza contra su cara, Isaac percibió de inmediato un olor áspero y desagradable. Sin embargo, su cuerpo no pareció mostrar ninguna reacción perceptible. Al menos, no por el momento.

Devolvió la mirada a la calle. El manto de stingers se estaba dispersando. Huían de la zona, pisoteándose unos a otros en un intento de alejarse del gas.

“Charlie, ¿¡estáis bien!? ¿¡Estáis observando las calles!?”

“¡Afirmativo, Alpha! ¡La horda se está alejando!”

“¡Este lugar se va a poner mucho más peligroso, y no sabemos si habrá consecuencias tras la exposición prolongada a este gas! ¡Tenemos que aprovechar esta oportunidad! ¡Comenzad la extracción, Charlie!”

“¡Entendido!”

“¡Vale, atención! ¡Pónganse en fila en la salida! ¡Erik, Jameson, preparaos para contacto en el suelo! ¡Estaréis a cargo de abrir una vía segura hasta el convoy!” dijo Isaac, acercándose a la plataforma de salida.

“¡Sí, señor!”

El elevador tenía un aspecto sorprendentemente sólido, teniendo en cuenta que había sido construido con chatarra y materiales reciclados. Era una plataforma ancha, colgada por numerosos conjuntos de cuerdas y manejada mediante un sistema de poleas, el cual se sujetaba en varios puntos a la fachada exterior del edificio.

Isaac se giró y ojeó al grupo de supervivientes. Estimó que eran aproximadamente unos veinte. ¿Esos eran todos? Muchos debían de haber muerto durante la reyerta inicial, o se habían esparcido por el edificio y habían caído presa del nido de stingers. Quizá algunos de ellos seguían allí dentro, escondidos, a la espera de un rescate que no llegaría.

‘¿¡Esto es todo lo que podemos hacer…!?’

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Estaba tentado. Tentado de dar otra vuelta por el hospital, con la esperanza de salvar siquiera a una persona más. Pero cualquier contratiempo adicional podría ponerles a todos en todavía más peligro. Era poco probable que tuviese lugar una segunda erupción de humo negro que dispersase a las multitudes de nuevo.

“¡No podemos sobrecargar el elevador! Haremos esto en dos viajes. ¡Esa chica y la mujer pelirroja tienen prioridad! ¡Lo mismo va para esa mujer de ahí, su condición es crítica! Respecto a los demás, los heridos bajarán en el primer grupo, todos los demás lo harán en el segundo grupo. ¡Erik, Jameson, vosotros seréis los primeros en tocar la calle, aseguraos de que todos suben a bordo, y de que lo hagan a salvo!”

******

[Olor. Raro.]

Tan pronto el elevador penetró la nube negra, Lilian volvió a aferrarse con fuerza a la cintura de Nora. Nora se percató de sus ojos desconcertados peinando la calle de debajo.

“¿Estás bien…? ¿Huele raro?” susurró.

[No se ve. No se oye. No gusta.]

‘Entiendo… ¿Les pasa lo mismo a esos caminantes? ¿¡Este humo negro les confunde los sentidos!?’

Las masas se habían retirado a otras calles y callejones, buscando refugio del misterioso gas que invadía sus cuerpos y aturdía sus sentidos; pero muchos individuos extraviados se habían quedado atrás, merodeando sin rumbo. Los gemidos y gruñidos se entremezclaban entre ellos, creando un sonido de fondo que penetraba los oídos de los supervivientes, y hacía que el elevador se desbordase con murmullos nerviosos. Nora sintió una creciente ansiedad, más fuerte cuanto más se acercaban a la acera.

Cuando los caminantes empezaban a fijarse en la caja llena de humanos que descendía hasta la calle, un rugido distante disipó la cacofonía de gemidos y se volvió más y más fuerte, como si lo que lo estaba emitiendo se estuviese acercando a una velocidad vertiginosa.

‘¡Ese sonido…! ¿¡Es… un motor!?’

La visibilidad dentro del humo era muy limitada, pero el gas ya había comenzado a asentarse y dispersarse, permitiendo a Nora ver la carretera con cierta claridad. Tres camiones militares emergieron de la negrura de la nube. Atropellando a los caminantes que tenían en medio, se detuvieron directamente en frente del elevador. Una andanada de pequeños objetos cayó alrededor de los vehículos, liberando una cortina de niebla blanca que envolvió al convoy entero.

“¡Vamos, muévanse! ¡Céntrense solo en los vehículos, ignoren todo lo demás! ¡¡Vamos!!” gritó uno de los soldados tan pronto el elevador tocó el suelo.

Ambos soldados salieron con las armas en ristre, y abrieron fuego sobre los caminantes que se acercaban. Atraídos por el ruido que provenía de los camiones, muchos caminantes extraviados mostraron también sumo interés, provocando una lluvia de fuego en respuesta.

Nora sujetó la mano de Lilian y corrió, hacia los violentos y brillantes destellos.

Sin embargo, a pesar de lo alentador que resultaba el finalmente caminar hacia un rayo de esperanza con Lilian a su lado, no podía ignorar el hecho de Claire y William todavía no habían aparecido.

[Vivos.]

‘¿¡Eh!?’

[Sordos. Mudos. Pero vivos.]

******

“¡Venga, vamos! ¡Todo el mundo al elevador, vamos!” dijo Isaac.

Cuando se preparaba para enviarlo de vuelta para abajo, oyó unos pasos agitados.

“¡¡Eeeey!!”

Vio a un hombre de pelo negro que esprintaba por el pasillo en su dirección. Llevaba una niña pequeña en brazos. Estaba sudoroso, y jadeaba mucho.

“¡Deprisa, al elevador, nos vamos ya! ¿¡Hay alguien más!?”

El hombre se detuvo por un momento. Sus ojos daban botes, como si no estuviese seguro de qué decir.

“…no, solo estamos nosotros.” dijo, antes de unirse al resto de los supervivientes en la plataforma.

“¡De acuerdo! ¡Prepárense! ¡Diríjanse al convoy tan pronto toquen el suelo! ¡Déjennos esos monstruos a nosotros!”

Liberó el bloqueo de las poleas y observó cómo el elevador descendía lentamente, hundiéndose en la ya translúcida nube de gas. Podía ver a sus camaradas luchando en la calle. Parecía que el primer grupo de civiles había llegado al convoy con éxito.

“¡Central, aquí el Capitán Isaac! ¡Todos los supervivientes han abandonado el hospital, se encuentran ahora mismo subiendo a bordo del convoy, incluida la reina! ¡Nos enfrentamos a fuerte resistencia stinger! ¡Cambio!”

“Aquí Central. Entendido, Alpha.”

En cuanto vio que el elevador llegaba a nivel de suelo, se agarró a una de sus cuerdas de suspensión y procedió a deslizarse hacia abajo. Fila tras fila de ventanas volaron frente a él mientras sentía el calor acumulándose en sus manos y muslos. Frenó cerca del suelo, saltó de la cuerda, y preparó su arma.

El humo negro se había reducido a una fina niebla. El convoy estaba completamente visible, tanto para humanos como para stingers. Aunque los stingers parecían confundidos por el humo, su vista y oído seguían siendo funcionales. Las hordas regresaban poco a poco a la zona. Los compañeros de Isaac disparaban sus armas sin descanso, comprando tiempo para que los civiles subiesen a bordo.

Eliminó a los tres stingers que bloqueaban su paso hacia el convoy y corrió hacia la parte de atrás del camión del medio.

“¡Capitán!” un soldado le vio venir. “¡Estamos listos para irnos! ¡Suba!”

“¡Esperen…! ¡¡Por favor, esperen!!” la mujer pelirroja de antes, la cual se encontraba en aquel mismo camión, los oyó. “¡M-Mi amiga todavía está ahí, en alguna parte! ¡Sé que sigue viva! ¡¡Por favor!!”

“¡De veras que lo siento, señorita, pero no podemos esperar más!” respondió el soldado. “Incluso si su amiga sigue ahí dentro, ese elevador es la única forma de salir, ¡y ya no queda nadie para manejarlo!”

“¡Se lo suplico! ¡S-Solo un minuto más!”

Varios de los demás civiles la observaban en silencio. Algunos se mostraban entristecidos por sus súplicas, empatizando con su preocupación. Otros parecían molestos, apuñalándola con ojos repletos de desdén. ¿Quizá consideraban que su petición era egoísta? Aquella mujer no sería la única que había tenido que dejar amigos atrás.

“Le estoy diciendo que no pode—”

“¡Capitán Isaac! ¡Aquí Charlie!” el equipo Charlie vociferó en la radio de Isaac. “¿¡Está todavía en la calle!? ¡Mire al hospital, segundo piso, la ventana detrás del elevador de salida!”

Isaac siguió las indicaciones con los ojos, y rápidamente avistó la anomalía. La ventana estaba rota al igual que todas las demás, pero algo colgaba de ella. Una larga cuerda que llegaba hasta la acera, hecha con sábanas entrelazadas. Alguien apareció en la ventana. Un hombre, vestido con atuendo civil, y que parecía estar seriamente magullado. Aunque estaba a bastante distancia, Isaac reconoció su cara.

‘¡Ese es… [Fox]! ¿¡Está vivo!?’

[Fox] comenzó a descender por la cuerda, y una segunda persona se acercó a la ventana, siguiendo sus pasos. Una joven mujer con gafas, que Isaac también reconoció. A nivel de suelo, varios stingers les avistaron y se arremolinaron bajo sus pies.

“¡Charlie, mantened el convoy a salvo un minuto más!”

“¡¡Deprisa!! ¡¡Esto está hasta arriba!!” su transmisión era apenas audible bajo el incesante fuego.

Los cadáveres de los stingers empezaban a formar montículos alrededor de los camiones. Isaac esquivó los cuerpos y esprintó a toda velocidad hacia el hospital. Abrió fuego sobre el grupo de stingers que sitiaban la cuerda.

Una vez despejó la zona, [Fox] completó su descenso.

“¡Capitán Isaac…!” dijo. “¡Mi radio estaba dañada! ¡No podía hablar con nadie, pero podía escuchar vuestras transmisiones!”

“¡Olvídate de explicaciones! ¡Coge mi pistola, rápido! ¿¡Es esa chica la única que te acompaña!?”

“¡Sí, señor!”

“¡Bien, abriremos un camino de vuelta a los camiones! ¡No dejes que estos capullos nos acorralen!” Isaac disparó a más stingers que se acercaban, y luego miró hacia la mujer allá arriba, quien se encontraba a medio camino del suelo. “Señorita, ¿¡puede oírme!? ¡En cuanto toque el suelo, corra como el diablo! ¡¡La cubriremos!!”

“¡¡S-Sí, señor…!!” respondió ella.

Casi de espaldas el uno al otro, Isaac y [Fox] consumieron la munición que les quedaba. Los stingers caían uno tras otro, pero por cada uno que eliminaban, un puñado de siluetas emergían de la niebla.

La chica tocó suelo firme y echó a correr como si la persiguiera el demonio.

“¡[Fox]! ¡¡Vamos!!” dijo Isaac.

El convoy estaba prácticamente rodeado. Cuando se acercaron a él, sus armas se quedaron secas. El fuego del convoy les relevó, brindándoles cobertura. Isaac se fijó en que se veían muchos menos fogonazos que hacía un minuto.

“¡Suba a bordo! ¡¡Rápido!!” saltó dentro del compartimento de atrás del camión y arrastró a la chica con él.

La trató más violentamente de lo que le habría gustado, casi arrojándola al interior, pero no podían malgastar ni un solo segundo. Aquellas armas podrían silenciarse en cualquier momento.

[Fox] se detuvo al lado del camión. Observó cómo la chica subía a bordo, con una expresión de alivio en su rostro, pero él no mostró intenciones de subir.

“[Fox], ¿¡a qué esperas!? ¡¡¡Vamos!!!” gritó Isaac.

“Lo siento, señor.” sacó su identificación de un bolsillo y se la lanzó a Isaac.

Levantó su pernera derecha, revelando una marca de mordedura. Luego, realizó el saludo militar. Su mano derecha todavía sostenía la pistola de Isaac.

“¡Ha sido un honor servir a su lado, señor!”

Durante un instante, Isaac cerró los ojos con fuerza.

‘Mierda. ¡Mierda…! ¡¡Mierda!!’

“¡Aquí el Capitán Isaac transmitiendo a todas las unidades! ¡Todo el mundo está a bordo! ¡¡Larguémonos de aquí!! ¡¡Vamos!! ¡¡¡Moveos, moveos!!!”

Un segundo después, los motores del convoy rugieron al unísono, el grito de guerra de presas acorraladas, luchando contra un enjambre de depredadores. Los camiones se abrieron paso a través de las hordas, cavando un túnel en la niebla hasta que se encontraron de nuevo bañados por la luz del sol.

*¡Bang!*

Se oyó un único disparo, proveniente del hospital.

Muchos stingers colgaban de los laterales de los vehículos, los cuales fueron eliminados con los últimos restos de munición que quedaban. Por primera vez en un largo rato, todo el mundo pudo disfrutar otra vez de un trago de aire fresco.

Sin embargo, para Isaac, cada aliento le dejaba un sabor amargo. Abrió la identificación que sostenía. Oficial Andrew Miles.

‘Entendido.’

¿Cuántos? ¿Con el peso de cuántos nombres cargaba ya? Y, ¿cuántos más estaban de camino? La respuesta lo aterraba.