Se movieron de azotea en azotea, tan rápidamente como se podían permitir sin hacer ruido. William había elegido una ruta muy cuidadosamente planeada, sabía con exactitud a dónde les estaba dirigiendo y qué esperaba encontrar a lo largo del camino. Estaban atravesando la ciudad a través de los bloques de edificios; donde todo estaba tan apretado que los callejones eran lo bastante estrechos como para saltarlos, y las calles se podían cruzar mediante puentes rudimentarios, como tablones, escaleras de mano o cuerdas. Las líneas eléctricas habían muerto hacía tiempo, y ahora se podían usar como tirolinas o agarres. Evitaban las calles grandes en la medida de lo posible. Si una de ellas debía ser atravesada, descendían por un lateral del edificio, típicamente usando una escalera de incendios, y luego ascendían inmediatamente en el otro lado mediante medios similares. Cualquier tipo de entorno interior era evitado a menos que fuese necesario.
Arriba, luego abajo, luego trepar sobre algún obstáculo, luego otra vez abajo, luego otra vez arriba… La fatiga no tardó en aparecer y pasar factura. La cara de Nora empezó a brillar con el sudor, su respiración volviéndose más pesada a medida que pasaba el tiempo. Pero no podía permitirse bajar el ritmo ni un instante, o se convertiría en una carga.
Mientras seguía a William a la vuelta de una esquina, estaba tan concentrada en sus pensamientos que no se percató de su compañero indicándole con la mano que se detuviese, hasta el punto de estremecerse del susto cuando le vio.
“Descansaremos aquí por un rato.” dijo.
Durante los siguientes minutos, Nora tomó un rápido trago de agua de una botella de plástico, y mordisqueó lentamente la comida que habían preparado para el viaje, que no era mucha. Estaba hambrienta, pero sabía que tenían que usar sus recursos con moderación.
No podía evitar percatarse de cómo William la miraba fijamente todo el tiempo. La incomodaba sobremanera.
“Pareces funcionar bien bajo este tipo de estrés. Más allá de tu evidente falta de forma física y de tu ignorancia, no pareces demasiado perturbada por este entorno. Me desconciertas.” Tomó un sorbo de agua antes de continuar. “Soy consciente de lo fuerte que puede ser el deseo de proteger a alguien, pero me pregunto si eso es todo lo que está en juego aquí.”
Por mucho que odiaba admitirlo, William había dado justo en el clavo. Apartó su mirada de él por un momento, antes de formular una respuesta. Realmente no tenía ganas de compartir cosas con él, pero tenía que decir algo.
“He visto muchas cosas en nuestro refugio original. Claire y Lilian se mantenían alejadas de esta realidad en la medida de lo posible, pero yo solía ayudar a los grupos de exploración cuando volvían de sus búsquedas. Ya fuese atendiendo a los heridos, ayudando con la gestión y organización de los suministros…” Suspiró, aún evitando el contacto visual con él. “Siento que he podido ver lo peor de ambos lados. He visto discusiones, peleas estúpidas que acababan en tragedias innecesarias, robo y oportunismo, egoísmo… y también he visto el estado en el que volvían algunos. Heridas horribles, a veces convirtiéndose en el acto…”
Nora se detuvo un momento, y a pesar de que parecía que todavía tenía más cosas que decir, William se levantó y la interrumpió. No parecía demasiado complacido.
“No pretendo faltar al respeto, pero dudo mucho que hayas visto lo peor. De ningún lado.” Empezó a revolver en sus pertenencias y a empacar lo que había sobrado de su comida. “Por supuesto, tampoco pretendo desacreditar tus propias experiencias. Soy muy consciente de que no se puede juzgar un libro por la portada. Y francamente, esa es la única razón por la que sigues viva. No hagas que me arrepienta. Prepara tus cosas, sigamos moviéndonos.”
Nora no dijo nada, aunque quería hacerlo. Lo que William había dicho le sonaba insensible, pero aun así estaba de acuerdo. Incluso en el antiguo mundo era arriesgado confiar en la gente basándose únicamente en las palabras. El nuevo mundo lo había empeorado aún más.
Siendo honestos, la desconfianza era mutua. Claire y Lilian se habían quedado encerradas en el edificio de apartamentos, y tras alejarse tanto de él, Nora dudaba que fuese capaz de volver por su cuenta. Estaban las tres prácticamente secuestradas y a merced de William. A pesar de ello, nadie mostraba indicios de tener malas intenciones. Al menos, eso parecía. Debería ser solo cuestión de ganarse la confianza mutua. Más fácil decirlo que hacerlo, por supuesto.
Nora recogió todas sus cosas y se preparó para continuar. William estaba ya esperándola al otro lado de la azotea, de brazos cruzados. Se apresuró, lo último que quería conseguir era irritarle aún más.
“Al menos has visto cosas. Ya es un buen comienzo.” añadió William, mientras descendía por una escalerilla cercana.
Nora dejó escapar un suspiro de alivio mientras lo seguía por la escalera. Alivio por tener al menos una oportunidad. Dado el estado actual del mundo, tal cosa era probablemente un privilegio.
Siguieron avanzando a lo largo de algunos edificios más, hasta que se detuvieron abruptamente. Nora se aproximó al borde del tejado, al lado de William. Se encontraban frente a un gran espacio abierto.
“Hemos llegado al río. Nuestro destino está al otro lado. Este puente sería nuestra mejor opción, pero…” anunció William.
La ciudad entera se dividía en dos por un gran canal, de aproximadamente cincuenta metros de ancho, con un puente que conectaba ambas orillas. Aquel paisaje era un buen y deprimente resumen del estado deteriorado de la ciudad. Más allá de la línea de edificios ruinosos y deshabitados, cientos de coches se apilaban sobre el puente y sus alrededores. El puente en sí estaba repleto de restos de barricadas militares y policiales, invadidas y destruidas hacía mucho tiempo. Algunas áreas todavía parecían conservar un ligero tinte oscurecido de sangre seca. Un obvio punto caliente durante el comienzo de la epidemia, muy probablemente una trampa mortal mientras la gente trataba de evacuar y ponerse a salvo; ahora permanecía en silencio como un recuerdo del pasado. En silencio, siempre y cuando no fuese perturbado.
Nora miró hacia abajo, y le entraron escalofríos. Era difícil juzgar el número, pero con toda seguridad eran cientos. Completamente quietos, observando el cielo, por todo el puente.
“Agáchate.” William la agarró del hombro y tiró de ella hacia abajo hasta ponerla de rodillas. “No dejes que te vean, su vista es sorprendentemente buena.”
“Me preguntaba por qué las calles han estado casi vacías hasta ahora… P-Pero esto…”
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“¿Realmente no sabes nada acerca de ellos? Dijiste que solías ayudar a los grupos de búsqueda. Les ayudabas, pero, ¿nadie te dijo nada?”
“No… No nos decían muchas cosas.”
William la miró fijamente de nuevo, y suspiró.
“De acuerdo, escucha. Siempre se mueven en hordas. De hecho, en base a lo que he observado hasta ahora, diría que se parece más a una corriente. Parece que toman rutas específicas a lo largo de la ciudad, y fluyen a través de esas rutas. Pero solo lo hacen de noche. Durante el día, todos se detienen y observan el cielo. Ni idea de por qué.”
“¿Qué…? ¿¡No es eso… demasiado organizado!? Quiero decir, ¿no se supone que son zombis descerebrados?”
“Felicidades, acabas de hacerte la pregunta del millón.” William parecía serio, pero aquel comentario había sonado casi como una burla.
Sacó un mapa de la zona, y se rascó la barba, pensativo.
“Maldita sea… Más o menos había predicho que esta horda se habría detenido en esta área, pero no esperaba que estuviesen ocupando el puente directamente. Y no creo que podamos distraerles a todos con una trampa de sonido, no hay garantías de que el sonido alcance el otro lado del puente y aleje a toda la horda. Implica demasiados riesgos…”
“Hmm… ¿Tenemos que usar el puente sí o sí? ¿No hay otra forma de cruzar?”
“Si estás pensando en nadar, eso sería una idea terrible. La corriente es fuerte, mucho más fuerte de lo que parece.” Desvió la mirada a una zona distinta del mapa, río abajo. “Sin embargo… hay otro puente. Tardaremos más en llegar a nuestro destino, pero podría ser nuestra única forma de cruzar.”
A todas luces, aquello deberían ser buenas noticias, pero Nora notó cómo William fruncía el ceño y miraba al cielo, visiblemente preocupado.
“¿Hay algún problema…?”
“No me gusta este cambio de planes. Pero no podemos permitirnos volver con las manos vacías. La cantidad de suministros en los apartamentos es peligrosamente baja, y casi todo en este lado del río ha sido ya saqueado.” Procedió a guardar el mapa en su bolsillo, e indicó a Nora que le siguiera en silencio. “Si nos movemos rápido, deberíamos tener suficiente tiempo para estar de vuelta antes del anochecer. Vamos.”
“¿Es realmente tan peligrosa la noche?”
William se detuvo de repente y se giró hacia ella.
“No te lo cuestiones ni por un momento. No solo se mueven durante la noche, sus sentidos se agudizan. No puedes huir de ellos, no puedes esconderte, ni siquiera puedes defenderte. Recemos para estar de vuelta a tiempo.”
Nora tragó saliva. La noche. Había oído algunas cosas antes, pero nada demasiado específico. En su antiguo refugio, se había dado cuenta de que los grupos de saqueo siempre trabajaban durante el día, y solo durante el día. El edificio se sellaba a cal y canto en cuanto el sol empezaba a ponerse. Aparentemente, había una buena razón de ser para ese protocolo.
******
Si la noche caía sobre ellos, no habría forma de que pudieran garantizar su propia seguridad. Los apartamentos eran relativamente seguros, dado que eran lo bastante grandes como para mantenerles lejos de sus agudos sentidos nocturnos. Pero cualquier otro lugar suponía una sentencia de muerte. William sabía muy bien lo que ocurriría si provocaban una horda rampante durante la noche. Llamarlo desastre sería quedarse corto.
Se movieron de un edificio a otro, siguiendo el curso del río. Casi toda la orilla estaba libre de hordas estacionarias, y solo habitada por un puñado de caminantes dispersos. Aunque la inmensa mayoría de ellos tendía a fluir como una corriente a lo largo de rutas por la ciudad, en ocasiones algunos se apartaban del grupo y vagaban sin rumbo fijo. Por suerte, incluso si alguno de estos solitarios les descubría, no representaban un problema, dado que carecían de la fuerza en números de las hordas.
William estaba sumido en sus pensamientos, como de costumbre. Teniendo que decidir el mejor camino a seguir, contar el paso del tiempo y mantenerse en guardia en todo momento, el tener que vigilar también a Nora estaba demostrando ser un obstáculo adicional en la lista. Le estaba siguiendo bastante bien a pesar de su obvia falta de entrenamiento físico y ejercicio, pero con toda seguridad su ritmo sería más rápido si ella no estuviese allí.
Aproximadamente a mitad de camino, alcanzaron un lugar bastante seguro en una azotea bien oculta entre edificios más altos. A juzgar por la posición del sol, era más o menos mediodía.
“Descansa aquí un rato, recupera el aliento.”
“¿Estás seguro…? Puedo continuar.” respondió ella.
“Tu sudor y tus jadeos dicen lo contrario. Todavía tenemos que volver. Si te agotas por completo ahora, vamos a tener un problema más tarde. Tenemos que racionar la energía adecuadamente, como cualquier otro recurso.”
“De acuerdo… Gracias.”
…
William terminó de echar un vistazo a las calles circundantes, las cuales solo contenían unos pocos caminantes. Memorizó la ruta exacta que tomarían durante el resto del camino hasta el puente, y guardó el mapa. Volvió en dirección a donde se encontraba Nora, justo a tiempo para verla observar un pequeño trozo de papel, el cual escondió de vuelta en su bolsillo en cuanto le vio venir de vuelta. Sospechoso.
“Te he visto. ¿Qué es?”
Nora se sobrecogió y evitó su mirada. “Uh… No, esto es… Um…” Divagaciones nerviosas, pero sin una respuesta clara.
“No me hagas quitártelo.”
Se quedó en silencio por un momento, antes de dejar escapar un profundo suspiro.
“Es… una receta médica. Lilian necesita una cierta medicación. Tiene que tomarla todos los meses, o se arriesga a tener serios problemas de salud… Se nos ha acabado, y necesitará una nueva dosis pronto…”
“¿¡Estás de coña!? ¿¡Y ahora me lo dices!?”
“¡Yo… No pretendía-!”
“Dices que necesita una nueva dosis pronto. ¿¡Cómo de pronto!?”
“…más de un par de días ya sería ponerla en riesgo.”
“¡Esto es para flipar…!”
William caminó en círculos por unos momentos. Sacó un cigarrillo y un mechero de su mochila, lo encendió, y dio una calada. Se encaró de vuelta hacia Nora. Estaba cabreado, no podían permitirse contratiempos en aquel momento. Además, ¿medicación? ¿Con el estado en el que se encontraba el mundo? Aquello era una puta sentencia de muerte, una bomba de relojería a punto de estallar. Si quería lastres, los acababa de encontrar.
“¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijiste antes?”
“¿Y realmente esperabas que lo hiciera…? Sé que no confías en mí; no confías en ninguna de nosotras. ¿Y esperas que te pida por las buenas que vayamos a investigar una farmacia, o un hospital? ¿Estamos acaso en posición de hacer peticiones?” Le estaba taladrando con la mirada, pero sus ojos no eran ni desafiantes ni temerosos, como lo habían sido hasta entonces. En todo caso, parecía cohibida. “Simplemente iba a mantenerme atenta por si pasábamos cerca de una… Y luego preguntar, si surgía la posibilidad. Nada más…”
Tomó otra calada del cigarrillo, y luego respiró profundamente. Cerró los ojos por un instante. Nora tenía razón, aunque aquello no mejoraba mucho la situación. Aun así, discutir no llevaría a ninguna parte. En efecto, si ella hubiera hecho alguna petición, era probable que él no hubiese reaccionado bien. Aquello era tan solo un giro desafortunado de los eventos.
“¿No tuvisteis ninguna oportunidad de obtener estas medicinas antes de llegar a los apartamentos?”
“¿Por qué crees que estábamos completamente secas de combustible cuando llegamos? Lo intenté… Probé en varios sitios, pero todos estaban o infestados de caminantes o saqueados por completo.”
‘Ya veo… Entonces, ella sabía a dónde tenían que llegar, pero lo pospuso todo lo posible para poder buscar las medicinas de su hermana… Y al final, calculó de forma muy ajustada el combustible restante, y acabó dejándolas a todas atrapadas en medio de una horda…’
Asumiendo que su historia fuera cierta y que no le estuviera mintiendo, no tenía motivos para enfadarse con ella. En todo caso, tendría que sentir pena. De todas formas, necesitaba mantenerse analítico. En aquel mundo ya no había lugar para la compasión, siempre que implicase riesgos innecesarios.
“Escucha, voy a ser muy claro. No me desviaré de mi camino para conseguir tus medicinas. Si nos topamos con ellas por casualidad, considérate afortunada. Pero si quieres ir a saquear por tu cuenta, entonces estás enteramente por tu cuenta. Y las otras chicas también. ¿Entendido?”
Nora asintió. Su expresión era amarga, pero William esperó que fuese comprensiva. Por duro que fuera, no había otra opción. No iba a arriesgarse a que lo mataran por alguien en quien no confiaba. Su seguridad estaba primero, le gustase o no.
“Levanta, continuemos.”