Un par de hombres corpulentos escoltaron a William a través de los oscuros pasillos, con Claire siguiéndole de cerca en circunstancias similares. Sus manos estaban atadas; sus armas confiscadas. Habían hecho todo lo que habían podido. Y el esfuerzo no parecía haber valido la pena.
Todo lo que él quería era vivir una vida normal. En cuanto dicha vida normal se desmoronó, se concentró en sobrevivir. Cuando sobrevivir demostró ser inútil, tan solo quiso seguir adelante hasta perder las ganas de seguir luchando contra el destino. Y si así era como iba a morir, que así fuese.
Nueva gente se adentró en su vida, gente que le hizo pensar que quizá podría haber merecido la pena intentar sobrevivir un poco más. Y entonces…
[No han secuestrado a Lilian… Y creo que Nora sabe exactamente cómo encontrarla…]
[¿Qué quieres decir? ¿Ha hecho esto antes…?]
[A-Así es…]
Lo sabían, por supuesto que lo sabían. Eran fugitivas, y le habían arrastrado a aquella situación, fuese lo que fuese. Y no estaba seguro de tener la energía para lidiar con ello.
‘Estoy… cansado.’
…
A medida que le llevaban hacia una plataforma de metro distinta, echó un vistazo al lugar. En realidad, no le importaba mucho, pero tenía algunas peculiaridades que le llamaron la atención.
La mayor parte del complejo subterráneo estaba pobremente iluminado con algunas luces rudimentarias esparcidas por ahí, dejando la gran mayoría de los túneles sumidos en las sombras; a excepción de unos pocos claros de luz alrededor de los cuales se apelotonaba toda la actividad. Había al menos un par de docenas de personas viviendo en la zona, y muchos de ellos eran niños y ancianos. William se había imaginado a aquel grupo como nada más que una pandilla de matones, pero lo que vio en aquellos pasillos era una historia muy diferente.
Las condiciones de vida eran nefastas en el mejor de los casos. Aquella gente estaba viviendo en poco más que unos colchones tirados en el suelo. La única cosa a la vista que parecía remotamente mobiliario eran cajas de cartón. Sin orden o estructura alguna, todo daba la impresión de haber sido montado a las prisas.
La mayoría de los habitantes ni siquiera reaccionaron cuando el grupo de William pasó a su lado. Los que sí reaccionaron se limitaron a mirarlos de reojo, tratando de no mantener contacto visual por mucho tiempo. Incluso los niños parecían estar sin energías.
Valía la pena señalar que, dejando de lado la falta de ánimos, los niños tenían buen aspecto. Al contrario que la mayor parte de los adultos. Muchos de ellos parecían malnutridos, la forma de los huesos empezando a asomar bajo su piel, sus labios secos anhelando un sorbo de agua. Aquella gente tenía prioridades en mente. Y nunca era buena señal cuando tales prioridades se convertían en necesidades.
William les observó con indiferencia. Por más necesitada que estuviese aquella gente, no era su problema, y quería que siguiese siendo así. Después de todo, aquel grupo era responsable, de una u otra forma, del desmoronamiento de todo aquello por lo que había luchado desde el inicio de la pandemia.
Por lo que a él le importaba, podían pudrirse todos en el infierno.
******
Al igual que William, Claire no ofreció resistencia mientras el hombre le ataba las manos tras la espalda y las aseguraba a una resistente tubería en la pared. Se veía forzada a sentarse en el suelo, y no conseguía encontrar una posición cómoda que no le provocase tensión en las piernas, pero en realidad le daba igual. Al menos el dolor le daba algo en lo que concentrarse, algo para apartar la atención de sus pensamientos.
En aquel mismo baño oscuro, a un par de metros de distancia, William había sido inmovilizado de forma similar. Evitó conscientemente el contacto visual con él. De ninguna manera podría mirarle a la cara. Siendo sinceros, tenía la intención de hablar con él sobre todo lo que había ocurrido. Pero tal y como habían salido las cosas, ¿cómo se suponía que iba a hacerlo?
‘Así no… Esto no tendría que haber pasado…’ las lágrimas no paraban de acumularse bajo sus ojos, afectando a su visión, pero con las manos atadas no podía limpiárselas.
Los dos hombres terminaron de asegurar sus ataduras y luego salieron de los baños sin mediar palabra. Sin embargo, Claire notó sus miradas cargadas de resentimiento cerniéndose sobre ellos. Se le hizo un nudo en el estómago. Probablemente no habrían ni llegado a aquel baño de una pieza, si aquel tal Marcus no hubiese solicitado su seguridad.
Hablando del rey de Roma.
Marcus entró a la habitación con una lámpara de camping encendida, la cual dejó en el suelo al lado de la entrada, llenando el lugar con la luz que tanto necesitaba. Cerró la puerta tras él y miró a Claire y a William por un rato, con ojos astutos. Parecía tan tranquilo e impasible como lo estaba cuando lo vieron en la plataforma de metro.
“Qué desafortunado. Julien me había hablado sobre la chica resistente que se había dado a la fuga, pero no mencionó que tuviese familia o amigos…” dijo Marcus, observando directamente a Claire.
“No me importa lo que digas… Sois todos iguales… Ve al grano…” respondió ella. Estaba demasiado cansada como para entablar una conversación en condiciones, pero su mente contenía una persistente ira que le impedía mantenerse en silencio.
“Claire, ¿no? Escucha, Claire… No me malentiendas. Entiendo por lo que debes de estar pasando. Todos los obstáculos que debes haber tenido que superar para llegar tan lejos, para que luego vayan y te arrebaten a tu amiga de esta manera… Debe ser duro. Pero por dura que sea, esta pérdida es inevitable. Es algo que—” su discurso fue repentinamente interrumpido por una leve risotada que provenía del otro lado de la habitación.
¿Había sido William? Claire nunca le había oído reír antes. Y desde luego, aquello no había sido una risa auténtica, exudaba sarcasmo de todas las formas posibles. Marcus se giró para encararse a él, casi ladeando la cabeza en lo que parecía ser confusión.
“Creo que no comprendo qué es tan divertido, William. Ah, espero estar acordándome bien de vuestros nombres…”
“Bocazas de mierda.” dijo William, dirigiéndole una mirada desdeñosa. “Oírte hablar sobre pérdidas me da ganas de vomitar.”
“Es natural que estés resentido conmigo.” Marcus se acercó un par de pasos a William. “Soy consciente de lo que Jacobs os hizo a ti y a tu gente.”
“Ah, ¿sí? Apuesto a que te llevaste una buena alegría cuando te enteraste.”
“Te equivocas. Eso fue enteramente su decisión, no la mía. Has visto el tipo de hombre que es. No puedes controlar a alguien así. Es como tratar de domesticar un perro rabioso; morderá la mano que le da de comer.”
Marcus comenzó a andar en círculos por la estancia.
“Fundé esta comunidad porque quería ayudar a la gente, no hacerle daño. Pero frente a individuos como él, no basta con liderazgo y carisma. Le doy la libertad que desea, a cambio de su apoyo. Pero es un balance de poder muy frágil, y es casi garantizado que ocurran accidentes. Y cuanto más tiempo nos quedemos aquí, más probable será que ocurran.”
Dejó de merodear y observó a Claire de nuevo.
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“Lo cual nos lleva de vuelta a ti. O, más específicamente, a la otra chica, Lilian.”
Claire sintió un escalofrío. Sabía lo que estaba a punto de decir. Y no quería oírlo. Pero no tenía elección.
“Estoy seguro de que eres consciente del panorama completo, ¿no es así? Es extremadamente arriesgado para el ejército el adentrarse en esta zona. No arriesgarán sus vidas para salvarnos, no somos nada para ellos bajo estas circunstancias. Todos carecemos de valor, excepto esa chica. Están dispuestos a hacer lo que sea para hacerse con ella.” se agachó a su lado, tratando de ponerse al nivel de sus ojos. De alguna manera, su discurso no sonaba opresivo y arrogante como los de Julien. Aun así, no se fiaba de él ni un pelo. “Continuará atrayendo a más gente, intereses en conflicto se enfrentarán por su custodia, y las calamidades vendrán detrás.”
Tras cavilar por un momento, Marcus se irguió y respiró hondo antes de continuar.
“Cuando Jacobs regresó de vuestro refugio, otro hombre consiguió regresar con él. Su mano tenía una herida de mordedura. Ignorante respecto a la naturaleza de la chica, no le dio demasiadas vueltas. Algo de desinfectante, un par de vendas, y estaría bien… Se convirtió, en mitad de la noche. Mucha gente inocente murió antes de que consiguiéramos contener la ola de caminantes resultante.”
Claire recordó el incidente en los apartamentos. Cuando abrió fuego, el único tipo que no logró alcanzar era probablemente el que Marcus acababa de mencionar. Si hubiese apuntado mejor, ¿se podrían haber prevenido aquellas muertes inocentes? Aquel pensamiento se mantuvo flotando en su subconsciente.
‘¿Soy… de alguna manera, responsable de esto…? ¿También de esto…?’
“Julien también me habló sobre lo ocurrido en vuestro refugio original. No entró en detalles, pero no hace falta ser muy audaz para adivinar que la chica estuvo involucrada de alguna forma. ¿Entiendes a dónde quiero llegar, Claire?”
Claire alzó la vista y cruzó sus ojos con los de Marcus.
“Es un elemento de discordia, un potencial desastre con patas mientras se quede aquí fuera sin la supervisión apropiada. Volverá a ocurrir. La gente luchará por ella. Si otros grupos de supervivientes se enteran de su situación, lo poco que queda de la civilización degradará en una guerra tribal. Vaya a donde vaya, será un mal augurio. Esperar que todo vaya bien no es más que una ilusión.”
Caminó de vuelta a la puerta de entrada y recogió la linterna del suelo.
“De verdad que no quiero alejar a tu amiga de ti, pero esto es algo necesario para el bien común. Y puede que sea la única posibilidad de salvación que nos queda.”
Abrió la puerta y les echó a ambos una última mirada antes de salir.
“¿Por qué…?” preguntó Claire. Marcus se detuvo en el umbral de la puerta y se giró. “¿De qué ha servido…? ¿Por qué has venido aquí…? Vais a hacer lo que os dé la puta gana igualmente. ¿Por qué molestarte con el discurso santurrón…?”
“El hecho de que ambos seguís vivos significa que sois capaces de apañaros bien. Y necesitamos gente así. Tan solo espero alcanzar algún tipo de entendimiento mutuo. Es innegable que tenemos nuestras diferencias, pero debemos hacer todo lo posible por superarlas.”
“Métete la cháchara por el culo. Se te va la olla.” respondió William. Su voz sonaba áspera. “Ve y cuéntales a mis amigos muertos sobre nuestras diferencias, verás qué risas se echan. Reza para que nunca me libere de estas ataduras.”
Marcus no dijo nada más, tan solo suspiró y cerró la puerta, dejándoles una vez más en total oscuridad.
La situación rápidamente se tornó incómoda. Claire podía oír la respiración de William al otro lado de la estancia, pero ninguno de ellos decía nada. No se atrevía a hablarle; no tras lo que había ocurrido. Y era probable que a él tampoco le apeteciese hablar con ella. Se sintió sucia. Sucia, y desesperanzada. Pero no había nada que pudiese hacer para arreglarlo.
Sus piernas se habían entumecido. Con la completa falta de estímulos externos, no había nada que usar para mantenerse ocupada, excepto sus propios pensamientos. Pensamientos culpables, que martilleaban contra su cordura, incesantemente.
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Estaba hecho un manojo de nervios, mientras se escurría por los pasillos, tratando de mantenerse en la oscuridad todo lo posible. No quería llamar la atención de nadie, a poder ser. Por lo general, la gente no se preocupaba mucho por él, pero aun así se mantuvo alerta. Sabía que aquellos tipos no se andaban con tonterías. Si alguien sospechaba que andaba metido en algún asunto turbio, se iba a meter en un lío.
¿Por qué se sentía tan perturbado por lo que había presenciado? Parecía una adolescente normal y corriente, pero había algo en ella que le provocaba ansiedad. ¿Y por qué él? De toda la gente, ¿por qué ella parecía haberlo elegido a él en particular?
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Algo había pasado, aquel tipo de conmoción no era habitual. Los hombres de Marcus habían traído a algunas personas a la estación hacía algunos minutos, pero no pudo ver de quién se trataba. Nadie le dijo nada a él específicamente, y desde luego no iba a meter las narices sin invitación. Se tendría que quedar con las ganas de saber más.
Pero pocas cosas eran tan infrecuentes como ver al propio Marcus escoltando en persona a alguien a aquel vertedero que llamaban refugio. Y una adolescente, para más colmo. Observó en silencio desde su esquina, mientras el grupo de personas marchaba por el pasillo.
Todos parecían asustados de la joven por algún motivo. La mayoría de los matones de Marcus eran maleducados y brutos con cualquiera que no fuese Marcus, pero caminaban a un metro de distancia de ella, como si tuviesen miedo a tocarla. Solo el propio Marcus, junto a un extraño tipo trajeado, se mantenían a una distancia razonable.
El grupo se detuvo repentinamente, y los hombres comenzaron a hablar sobre algo. Los asustadizos lacayos empezaron a dispersarse, atendiendo a nuevas órdenes. Estaban a bastante distancia, lo que complicaba el saber de qué hablaban.
La escena era un tanto perturbadora. La chica estaba visiblemente incómoda, revolviéndose y mirando alrededor con tristeza en sus ojos. Pero, ¿era tristeza de verdad? Su expresión facial era amarga, pero vacía de emoción al mismo tiempo.
Su comportamiento era raro. Empezó a mirar fijamente a la gente a su alrededor, la mayoría de los cuales no prestaban atención alguna. Parecía ladear la cabeza por un momento, lanzaba la mirada a otra persona, y repetía. ¿Estaba buscando a alguien? Siguió observando, pero trató de no darle mucha importancia. A fin de cuentas, no era asunto suyo.
…
‘Ah, ahora me está mirando a mí…’
…
‘O-Oh Dios, ¿¡por qué sigue mirándome…!?’
Podría sentir aquellos ojos penetrándolo desde un kilómetro de distancia. Ojos muy oscuros, casi negro azabache; pero tenían una iluminación propia, un misterioso destello azul, que parpadeaba tímidamente. Se sintió fascinado. Le costó bastante esfuerzo apartar su atención de ella. Fue entonces cuando se percató de por qué le miraba con tantas ganas.
La chica apuntaba con la mano hacia atrás, hacia el pasillo del que había venido, en dirección a la plataforma del metro. La balanceaba ligeramente adelante y atrás, como si tratase de añadir énfasis adicional. Además, sus labios se movían. Era un movimiento muy sutil, pero parecía que estaba tratando de deletrearle algo.
Los hombres concluyeron su conversación y continuaron caminando, arrastrando a la chica por el pasillo adelante. Se le acercaron más y más, pasaron justo por delante de su rincón, y luego desaparecieron en la oscuridad.
Fue allí, cuando la chica se encontró justo frente a él, casi al alcance de la mano, que pudo distinguir lo que trataba de deletrear.
‘¿…porfi…?’
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Los hombres que vigilaban la plataforma se habían ido junto a los demás, probablemente para beber algo. Tan imprudente y estúpido como podría ser el dejar la zona sin vigilancia, estaba agradecido por ello. Tenía que aprovechar aquella oportunidad. Si alguien le pillaba por allí y le interrogaba, no tenía excusas que ofrecer sin parecer sospechoso.
Su mente se sentía pesada, borrosa. La plataforma estaba en silencio, a excepción de los típicos sonidos espeluznantes que provenían de los túneles de las vías. Dio un paso al frente y empezó a merodear, sin saber muy bien qué estaba buscando.
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Amargos sollozos rompieron el silencio en la total oscuridad de los baños. William giró la cabeza ligeramente en dirección al ruido.
“No puedo… Es siempre lo mismo…” dijo Claire, apenas capaz de hablar mientras lloraba. “Tenemos que hacer las cosas por el bien común, y a nadie le importamos una mierda…”
William no dijo nada.
“Si tienen que separarnos, hacernos pedazos… lo harán… ¿Qué podemos hacer, sino correr…? ¿Cómo podemos decir nada, expresar nuestras preocupaciones, pedir ayuda, cuando cualquiera estaría dispuesto a aprovecharse de nuestras circunstancias…?”
Estar dispuesto a hacer todo lo posible por salvar a un amigo, por proteger a un ser querido… Sabía cómo se sentía. Y también conocía el sabor de no conseguirlo. Era una amargura que el tiempo jamás podría curar. Huyendo, desconfiando de todo y de todos, con el mundo entero pisándoles los talones… Se hacía una idea. Estaba cabreado, pero entendía. Al menos, un poco.
“Escucha… Quiero oírla. Ahora mismo.” dijo.
“¿E-Eh…?”
“La historia completa.” añadió, antes de una breve pausa. “Estoy cansado, Claire. Agotado. Me siento como un idiota. Y en cierto modo, os odio a todas.”
“Lo… siento…”
“Una parte de mí quiere rendirse, siente que ya no merece la pena. Pero la otra parte quiere seguir luchando hasta el final. Dame una sola razón para seguir adelante, Claire; una sola razón para que me importe. Por favor.”
Claire hizo lo que pudo para recuperar la compostura y detener sus lágrimas. Tras unos segundos inusualmente largos, sus sollozos se desvanecieron.
“De acuerdo…”
Entonces, empezó a hablar.