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Wither With Me (Español)
CAPÍTULO 37 – CARISMA

CAPÍTULO 37 – CARISMA

El proyector se encendió con un sutil zumbido. La gran habitación estaba ocupada por una multitud de personas. Se habían apropiado de todos los asientos disponibles, y no eran suficientes. El ambiente se saturaba con murmullos y susurros ininteligibles.

Algo importante debía de haber ocurrido para que el cabeza del hospital les hubiese reunido a todos de aquella manera. Esperanza, escepticismo, curiosidad… Con una gran variedad de expectativas, todos los ojos se centraron en la pantalla en blanco. Un video comenzó a reproducirse.

******

La cámara parece estar en manos de una mujer no identificada, mientras corre por la calle y zigzaguea entre vehículos parados. La imagen se balancea fuertemente de lado a lado, como si la cámara colgase del cuello de su propietaria.

Un hombre corre delante de ella, agarrándola de la mano y tirando de ella en estado de pánico.

“¡¡Deprisa!! ¡¡¡Deprisa!!!” dice.

“¡¡E-Espera…!! ¡¡Cariño…!! ¿¡¡Q-Qué hay de…!!?”

“¡¡Audrey y Carter estarán bien, olvídate de ellos!! ¡¡Vamos!!”

Puede oírse el sonido de sirenas, gritos y disparos en la distancia.

La pareja sale del atasco de tráfico y se apresura a través de una puerta en un muro de verja. Hay más gente delante de ellos, también corriendo a toda prisa. El suelo está cubierto de cadáveres, muchos de los cuales presentan evidentes heridas de bala. El grupo pasa junto a un cartel:

[CONTROL DE CUARENTENA]

Al otro lado del muro hay un puente. En mitad del puente se alza un segundo muro, fuertemente reforzado y rodeado por alambre de espino. Hay vehículos y equipamiento militar en la zona. Se pueden ver figuras humanas sobre la fortificación, pero están demasiado lejos como para ser identificadas.

“¡¡¡Ahí está!!! ¡¡¡El puesto de control!!!”

“¡¡P-Pero…!! ¡¡Cariño, esto no me gusta…!!”

El grupo pasa sobre más cadáveres.

Cuando los primeros llegan aproximadamente a medio camino del muro exterior, se oyen varios disparos, y caen al suelo.

“¡¡¡Están disparando…!!!”

“¡¡¡Esperad, no estamos infectados!!!”

“¡¡Por favor, no—!!”

Los soldados del muro abren fuego indiscriminadamente. Entre gritos, el resto de supervivientes empiezan a caer uno tras otro. La mujer que sujeta la cámara se libera de su acompañante, y trata de girarse para huir. La imagen se sacude y se voltea antes de estrellarse contra el asfalto de la carretera. Puede oírse a la mujer quejándose de dolor.

El vídeo pasa ahora a cámara rápida, sin mostrar ninguna señal de movimiento durante el transcurso de una hora, hasta que la batería del dispositivo se agota.

El vídeo muestra ahora una escena diferente. Parece haber sido grabada con un teléfono móvil.

El cámara se oculta en un callejón estrecho. Apenas hay ruido. La ciudad parece estar en un severo estado de abandono, lo que significa que estos eventos son muchos más recientes.

A plena vista, en la calle principal, hay un pequeño pelotón de media docena de soldados. Varios cadáveres ensangrentados yacen en el suelo a su alrededor.

Hay un hombre de rodillas frente a uno de los soldados. Están demasiado lejos como para entender lo que dicen, pero está llorando y parece estar rogándole al soldado. El soldado lo ignora y le corta la garganta con un arma de filo. El hombre cae, inmóvil.

El soldado se acerca a uno de los cadáveres. Parece que esta persona todavía sigue viva, y alza los brazos como si tratase de cubrir y proteger su cara. El soldado acaba con el individuo.

El vídeo se corta.

******

Todas las miradas se centraban ahora en Julien. Confusos, nerviosos y agitados por lo que acababan de ver, los murmullos de la multitud se intensificaron.

Julien se aclaró la garganta antes de hablar.

“Damas, caballeros… ¿Qué opinan de esto?” preguntó.

Más susurros.

“¿No era eso… nuestro Ejército?” preguntó un hombre desde la multitud. “¿¡Estaban… matando gente…!?”

“Me temo que el Ejército no tiene intención de salvar a nadie. Lo único que harán será purgar a los supervivientes restantes. Y… es muy probable que sean conscientes de nuestra presencia aquí, en el Hospital Saint Marie.” explicó Julien.

La multitud pronto comenzó a hacer preguntas.

“¿¡Qué!? Entonces, ¿¡¡vendrán a acabar con nosotros también!!?”

‘Probablemente, sí. Estamos en medio.’

“¡¡Ese vídeo tiene que ser falso…!! ¿¡¡Cómo sabemos que es real!!?”

‘¿Falso? No es una posibilidad descabellada… Pero necesito que creáis que es real.’

“¿¡Podemos siquiera confiar en ti!? ¡Es literalmente la primera vez que te vemos, y nos vienes con esta gilipollez!”

‘Astuto.’

“¿¡De dónde ha salido este vídeo!? ¿¡Cómo sabes todo esto!? ¿¡Quién eres!?”

‘Demasiadas preguntas molestas.’

En cuestión de minutos, la multitud entera había perdido la compostura. Gritos, discusiones… Algunos creían que el metraje era real, otros creían que era falso. La mayoría estaban asustados, con el miedo pintado en sus rostros, inseguros de qué hacer con esta nueva información que se les había presentado. Julien estaba seguro de que el único motivo por el cual no le estaban cuestionando mediante métodos menos civilizados eran los hombres armados que lo custodiaban en todo momento. E incluso esos hombres compartían entre ellos miradas nerviosas.

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‘Bien… Se ha sembrado el caos. Hagamos la amenaza más tangible… Vamos, tienes que hablar con convicción. ¡Confianza! ¡Carisma!’

“¿Por qué no ha venido el Ejército a rescatarnos aún? ¿Por qué no han usado su poder y sus recursos para mantener la pandemia bajo control? ¿Conocen ustedes la respuesta? Yo creo que es bastante evidente: poner toda la ciudad bajo cuarentena es mucho más fácil que lidiar directamente con el brote.”

‘Me lo acabo de inventar. Sinceramente, no tengo ni idea de lo que está pasando en realidad… Pero debería sonar bastante convincente.’

“Ponen en cuarentena la ciudad y encierran a todo el mundo dentro, dejan que la tormenta se calme por sí sola, y luego lo limpian todo lenta y sistemáticamente. No se ensucian las manos, no ponen en peligro las vidas de sus hombres, y el problema se soluciona. Unos pocos sacrificios por el bien común. ¿No suena acaso lógico?”

“¡¡P-Pero, entonces… todos los que se quedan dentro mueren…!! ¿¡No deberían estar haciendo todo lo posible por salvar a todo el mundo…!?”

“Así es. Pero, deje de pensar sobre deber o no deber. Abra los ojos y mire a su alrededor. ¿Qué es lo que ve?”

Hubo un largo periodo de silencio. Julien podía ver la duda en sus ojos. No todos se lo creían, un cierto grado de disidencia era inevitable, pero no sería un problema. Lo único que necesitaba era atraer a la mayoría.

“¿Por qué han estado luchando? ¿Familia? ¿Amigos? ¿Ustedes mismos? Si han llegado hasta aquí, deben de tener un propósito, ¿no es así? Algo que les permite seguir adelante, sin rendirse, adversidad tras adversidad. ¿En serio están dispuestos a sentarse de brazos cruzados y dejar que aplasten sus últimas trazas de humanidad? ¿Sus esperanzas?”

Los murmullos reanudaron.

“Piensen en esto como un último desafío. Podemos quedarnos quietos y morir una muerte sin sentido, o luchar para vivir otro día más. No somos animales que se deban exterminar. No somos zombis que se deban purgar. ¡Somos seres humanos! ¡Tenemos una oportunidad de salir de esta, pero tenemos que trabajar juntos para conseguirlo!”

Sinceramente, en lo que se refiere a discursos inspiradores, todo aquello era bastante genérico. Si él hubiese sido la audiencia objetivo, incluso habría volteado los ojos. Un poco cliché, sí. Pero, ¿frente a una amenaza tan inminente e intimidatoria? No necesitaría mucho más.

Sin embargo, seguía teniendo que vigilar a sus “benefactores”. Cuanto más lo pensaba, más se daba cuenta de que se estaba arrastrando más y más hacia una trampa. Y el objetivo no era él, sino Lilian.

Avistó a Donovan entre la muchedumbre. El aura amenazadora que tenía durante su primer encuentro se había ido, reemplazada por la misma estupefacción que se había apoderado del resto de la habitación.

‘Tal cual, peones en un tablero… Si no puedo predecir lo que van a hacer, tengo que asegurarme de que mi plan pone en jaque toda su operación. Y para acabar con su operación… debo tener el control de la pequeña. Solo entonces podré dejar de ser un peón, y convertirme en un jugador más.’

******

Tras esperar durante dos días, ocultos en el sótano del Saint Marie, no habían descubierto gran cosa. Stella había podido confirmar la presencia de Logan en los pisos superiores, así como la de un hombre que coincidía con la descripción de Julien. Sin embargo, no había podido descubrir nada sobre Lilian.

Jacobs también parecía estar desaparecido. Con un poco de suerte, muerto; aunque era poco probable. Mala hierba nunca muere.

Además, el hospital había dejado de enviar mensajes atrayendo a nuevos supervivientes, y los recién llegados estaban siendo rechazados en la puerta, bajo órdenes de Julien. Todo se había estancado.

Sin embargo, en cuento vio a la propia Stella emerger del hueco del ascensor, William intuyó que aquel sentimiento de decepción estaba a punto de terminar. Las cosas tomarían una dirección peligrosa, pero era mejor que nada en absoluto.

“Ha ocurrido algo. Tenemos que hablar. Reúne al resto.”

“¿¡Qué…!? ¡Sucio hipócrita…!” Claire estaba enfurecida tras oír acerca del discurso de Julien. “¡Lo sabía! ¡Sabía que recurriría a este tipo de artimañas otra vez…!”

“Si te soy sincera, sus argumentos fueron bastante sólidos… Si no hubiese oído vuestra historia primero, puede que le hubiese creído.” dijo Stella.

“¿Los otros le creyeron?” preguntó William.

“No, no todos… He tenido una charla con el resto de mi gente ahí arriba. Están con nosotros. Respecto a los demás… Algunos le creen, otros no. Los que le creen se han armado, y están esperando a que los militares nos… ataquen, o algo así. Todos están paranoicos, joder… Marcus, tú… Tú estabas con los militares, ¿no? ¿¡Qué está pasando!?”

“Ese vídeo del que hablas… Es falso, sin duda alguna.” respondió. “Y más o menos confirma mis sospechas acerca de la situación de Julien. No trabaja solo. Alguien más le está apoyando.”

“¿Quién?” William fue directo al grano.

“No estoy seguro, pero no son gente ordinaria, eso está claro. ¿Cómo si no iba a tener acceso a recursos tan abundantes, archivos de vídeo falsificados, e inteligencia acerca de las operaciones que están llevando a cabo los militares?”

“Pero, ¿va a venir el Ejército o no? Deberías saberlo, ¿no? Si el vídeo es falso, ¿significa eso que no van a venir? ¿Es todo una farsa?” Stella empezaba a impacientarse.

“…no tiene por qué ser una farsa. Podrían estar de camino, sí. Pero el contexto de su operación podría no ser lo que creemos. Si tan solo pudiese acceder a la radio y ponerme en contacto con ellos…”

‘Podría esto, podría aquello… ¡Siempre lo mismo, preguntas y más preguntas, pero ni una puta respuesta clara, joder!’

“Deberíamos prepararnos. Si el Ejército realmente aparece, las cosas pueden ponerse feas muy rápido…” dijo Marcus.

******

“Aquí [Fox]. Alpha, ¿me recibes? Cambio.”

“Te recibimos, [Fox]. ¿Cuál es la situación?”

“Puedo confirmar que hay actividades sospechosas teniendo lugar en el Hospital Saint Marie. El hombre a cargo del hospital, un individuo de nombre Julien, nos ha mostrado un metraje que asocia al Ejército con actividades inhumanas, con la intención de reunir una fuerza armada en nuestra contra. Los contenidos del vídeo eran los siguientes…”

“[Fox], ¿todo el hospital ha presenciado este metraje?”

“Afirmativo. Sería prudente esperar resistencia.”

“Entendido. Informaremos a la Central.”

“Hay algo más de lo que debo informar. Tengo pruebas que demuestran que podría haber una persona resistente al Sting aquí, en el hospital.”

“…[Fox], creo que no te he entendido correctamente. ¿Has dicho que podría haber una persona resistente en el hospital?”

“Afirmativo. He conseguido colocar un micrófono oculto en la ropa de uno de los guardaespaldas de Julien, y he capturado una conversación en la cual se menciona este dato en particular. También se refirió constantemente a un grupo de terceros, de identidad desconocida, expresando preocupación. Enviaré la grabación a la Central para su revisión y análisis.”

“Entendido, [Fox]. Buen trabajo. Mantennos informados de cualquier acontecimiento adicional.”

“Sí, señor.”

El hombre cambió a una frecuencia diferente.

“Central, aquí el equipo Alpha, ¿me recibís? Cambio.”

“Te recibimos, Alpha. ¿Cuál es la situación?”

“Tenemos noticias de nuestro oficial encubierto. Tenemos confirmación sobre la presencia de un grupo de terceros moviendo los hilos en el hospital. También tenemos confirmación acerca de un presunto sujeto en el hospital que muestra resistencia al Sting.”

“…entendido. Mantened la posición, Alpha. Recibiréis nuevas órdenes pronto.”

******

Un día entero había transcurrido desde que había mostrado el vídeo a los habitantes del hospital. Julien miró a través de la ventana, mientras los rayos de sol mañaneros le rozaban la cara, torcida por el cansancio.

Tantas noches sin poder dormir, y, ¿para qué? ¿Para ser un títere de otra persona? No, ya no. Había hecho su apuesta. Había mucho en juego. Y la ruleta giraba, rápida e impredecible.

Se percató de un alboroto fuera de su habitación. Parecía una discusión. Se acercó deprisa a la puerta con la intención de abrirla y echar un vistazo fuera. Sin embargo, alguien lo hizo antes de que él tuviese la oportunidad. Sobresaltado, dio un paso atrás cuando un hombre muy alterado irrumpió en su habitación.

“¡¡Jefe!! ¡¡E-Están aquí!!” dijo.

“¿¡Qué…!? ¿¡Q-Quién…!?”

“¡¡Soldados!! ¡¡¡Ahí fuera!!!”