“Nora, ¿¡seguro que estás bien!?” ¿No estás mareada, ni nada por el estilo?” Claire era incapaz de ocultar su preocupación por su amiga.
“Estoy bien, de verdad. Tan solo me siento cansada, pero creo que ya me voy mejorando.” dijo Nora. Le dio a Claire una pequeña sonrisita. “Gracias por preocuparte. Te lo agradezco.”
“Muy bien… Pero asegúrate de avisarme si vuelves a sentirte rara otra vez. Ayer me tenías muy nerviosa…”
Claire devolvió su atención al enorme vehículo en mitad del aparcamiento. Oculto bajo tierra, con todas las entradas cerradas y aseguradas, Marcus había mantenido un gran camión militar a la espera. Por lo que sabían los demás supervivientes, lo había encontrado abandonado, y se había apropiado de él. Por supuesto, aquello era una mentira descarada. El camión era suyo desde un principio.
Placas acorazadas en todas las direcciones, cristal a prueba de balas, y con un espacioso contenedor de carga en la parte trasera que le permitía transportar tanto suministros como personas. Sería más seguro que cualquier vehículo ordinario, incluso en mitad de una horda de caminantes.
“Entonces… Vamos a ir de vuelta a los apartamentos en esta cosa… Me pregunto si—”
“…Lo siento.” Nora se le acurrucó por detrás, hundiendo la cabeza en su espalda.
“¿¡Eh…!?”
“Aún no he tenido la oportunidad de disculparme… Por marcharme de la forma en que lo hice, por poner a todos en peligro… Debí haber pensado mejor las cosas, más racionalmente…”
“Oye, oye…” Claire se giró hacia Nora, sujetándola por los hombros. Se estaba mordiendo el labio inferior, con el ceño fruncido, decepcionada consigo misma. Sus ojos se habían humedecido. “No has hecho nada malo. Estabas preocupada por Lilian, y estabas desesperada por ayudarla, eso es todo. Cualquiera habría perdido el norte en una situación así…”
“Oh dios, Lilian… ¡Tan solo quiero recuperarla…!” empezó a sollozar. “Sé lo que me vas a decir… No le harán daño, la necesitan… Estará bien… ¿Verdad…? Lo estará, ¿n-no…?” sus llantos se intensificaron, dificultándole el habla. “Por favor… Por favor, dime que estará bien…”
“Culparte y llorar no va a ayudarla, ¿o sí?” la voz de William emergió de debajo del camión.
Claire se encaró al vehículo. No podía verlo, pero sabía que estaba arrastrándose por algún sitio allí debajo. Dado que había sido el propietario de un taller de coches bastante concurrido, no fue demasiado sorprendente que se hubiese ofrecido voluntario a echarle un vistazo al camión y asegurarse de que estaba en condiciones de funcionar.
“Nos prepararemos, y de algún modo la encontraremos. Eso es todo en lo que tienes que centrarte ahora mismo. Mantén tu mente en el objetivo, lo hará todo más fácil.” dijo, medio gruñendo mientras trasteaba con alguna clase de herramienta bajo el camión.
“Um… William, ¿puedo preguntarte algo…?” dijo Claire.
“¿Sí…?”
“Ayer, cuando Lilian desapareció… Tenías muchas dudas a la hora de seguir a Nora, a la hora de ir tras ella… Pero ahora, pareces estar muy de acuerdo con todo esto. ¿A qué se debe…?”
No había sacado el tema antes, pero desde luego que había notado un cambio en el comportamiento de William. Algo en él era diferente, habría que ser un necio para no darse cuenta. El día anterior, su conversación con Marcus había denotado una obsesión agresiva hacia Lilian, hacia la posibilidad de una “cura”. Si ese comportamiento compulsivo se tornaba predatorio…
Curar la enfermedad era lo que los militares buscaban conseguir. El concepto del bien común, a cuenta de unas pocas personas desafortunadas. Pero William no sonaba como si le importase salvar el mundo. Y si no era eso, ¿qué era, entonces?
William siguió cacharreando con la parte inferior del camión por un largo periodo de tiempo antes de dar una respuesta a aquella pregunta.
“Dije que quería tener una charla con vosotras, ¿no? He tomado una decisión respecto a algo. Pero ahora no es el momento. Además, no sé si hablar serviría de mucho… Creo que mejor os lo enseño.”
‘¿Eh…? ¿Mejor nos lo enseña…?’
“Primero pongamos esta cosa en marcha, ¿vale?”
******
El zumbido del motor del camión era en cierto modo reconfortante en oídos de Nora. Últimamente, si no era un silencio ominoso, eran gruñidos, gritos o disparos. El ronroneo monótono de la maquinaria, feo y molesto para otros, era una melodía purificadora para ella.
No soltó el brazo de Claire durante todo el viaje. Su calor corporal la ayudaba a calmar la turbulencia en lo profundo de su mente.
La cabeza le dolía como el diablo. Luego ya no le dolía. Luego le dolía otra vez. Algo no iba bien. Irónicamente, estaba agradecida, porque le impedía concentrarse demasiado en sus pensamientos. Prefería sufrir dolores de cabeza antes que regodearse en su propio pesimismo. Aun así, le recordaba a la extraña experiencia que había vivido el día anterior, justo antes de perder el conocimiento.
¿Estaba aquel fenómeno relacionado? No tenía una explicación lógica que darle, más allá de una retorcida alucinación causada por el estrés. Pero… no podía quitarse de la cabeza la voz de Lilian.
[Por aquí.]
[Por aquí.]
[Por aquí.]
‘¡Oww…! Duele… ¿Seguro que estoy bien…?’
[Por aquí.]
‘Lilian…’
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******
Había encerrado a Desmond y a Marcus en el último piso, junto al resto de los supervivientes. William no se fiaba de ninguno de ellos, y no quería dejarles merodear a sus anchas por el edificio. Al menos, todavía no.
Tenían cosas que hacer. Tenían que equiparse apropiadamente antes de intentar localizar a Lilian, decidir quién iba a ir con ellos, quién se iba a quedar… Pero antes de preocuparse por ninguna de aquellas cosas, había un peso en particular que necesitaba quitarse de encima.
Nora y Claire le siguieron en silencio por los pasillos de alcantarillado. Claire parecía tan incómoda y asustada como la última vez. Nora, en cambio, parecía estar perdida en sus pensamientos, sin importarle la oscuridad, la humedad o el limitado espacio disponible en el túnel.
Las guio esquina tras esquina, intersección tras intersección. Era una ruta que conocía muy bien. Una ruta que se había asegurado de memorizar, por varias buenas razones.
Unos diez minutos de caminata después, su linterna iluminó algo al final del pasillo. Un tramo de escaleras de hormigón, que llevaban a una puerta. Muy oxidada, parecía que había sufrido muchísimo desgaste y degradación a lo largo de los años, probablemente causados por la exposición directa a las propias alcantarillas.
William subió los peldaños, sacó una pequeña llave de un bolsillo, y la metió en la cerradura. Las bisagras emitieron un crujido tosco mientras la puerta se abría. Les hizo a las chicas una señal con la mano, invitándolas a seguirle al interior.
“Um… ¿Dónde estamos…?” preguntó Claire. Sonaba temerosa de alzar mucho la voz.
“Míralo tú misma.” dijo William.
Apuntó su linterna a un pequeño objeto con forma de caja en el suelo. Una batería de coche, conectada a algunos dispositivos y cables eléctricos. Tras la activación de un interruptor, las luces de la habitación se encendieron. Las chicas tuvieron que taparse los ojos por un instante.
“¡¡Ah…!! ¡L-Luz…!”
Sus ceños fruncidos rápidamente se pintaron de asombro cuando posaron los ojos sobre los contenidos de la habitación.
El lugar en sí era el sótano de un edificio destruido. Toda la estructura en la parte superior había colapsado algunos meses atrás por motivos desconocidos, dejando el sótano completamente inaccesible desde la superficie. En su interior, estanterías, mesas y cajas estaban organizadas a lo largo de las paredes y en el centro de la habitación, creando una disposición destinada a propósitos de almacenamiento.
La mayoría de las superficies disponibles estaban cubiertas de armas. Pistolas, rifles de combate, escopetas… Cajas de munición y cargadores llenaban los estantes. Una mesa en concreto exhibía multitud de porras de distintos tamaños, además de otras herramientas y objetos utilitarios. Aquel lugar era básicamente una armería.
“Dios mío… Así que lo del alijo de armas iba en serio…” Claire dio algunos pasos por el lugar, con los ojos saltándole de estante a estante. Parecía tanto asustada como fascinada. “¿Es esto lo que nos querías enseñar?”
“No. Está tras esa puerta.” William señaló a una puerta al fondo del sótano. “Pero antes, necesito confirmar algo. A ver… ¿Nora?”
Nora le miró a los ojos, aunque parecía titubeante. “¿Sí…?”
“No sé si ya te ha informado al respecto, pero hemos hablado de algunas cosas. Me ha dicho lo que ha ocurrido. Conozco tu situación.”
“…sí, lo sé.” se estremeció a medida que aquellas palabras salían de su boca. “Um, yo… … …da igual. ¿De qué quieres hablar?”
William se percató del aspecto apático que tenía. Una expresión vacía, ojos cansados que le miraban como suplicando liberación, anhelando un mísero instante de descanso.
“Es sobre la enfermedad de Lilian… ¿Está empeorando?”
“¡Ah…! B-Bueno… Um…” se vio conmocionada por la pregunta.
“He hablado con Marcus. El muy capullo se niega a decir nada sobre sí mismo, pero al menos pude convencerlo de hablar sobre ella. Hablamos sobre su comportamiento. Le dije las cosas que había visto a lo largo de esta última semana, y en cierto punto de la conversación, mencionó algo que me hizo pensar…” Nora jugueteaba con las manos y evitaba el contacto visual mientras escuchaba. “Resistencia no es lo mismo que inmunidad. Eso fue lo que dijo.”
Claire sujetó el brazo de Nora con ambas manos, acariciándolo con suavidad.
“Nora…” murmuró, mirándola con ojos preocupados.
“Por el amor de dios, sé sincera. Deberías saber de sobra que mentir solo traerá más problemas.” dijo William.
“…al principio… parecía que estaba bien…”
‘Lo sabía.’
“Está empeorando, sí… Lo está…” lágrimas comenzaron a derramarse por su cara y a gotear al suelo, junto a sus pies. “¡No para de agravarse…! Mierda… ¡E-Estaba… t-tan llena de vida…! ¡E-Era… una chica tan d-dulce…!” sus piernas temblaban, y finalmente le fallaron las rodillas, haciéndola caer en el sitio.
“¡Nora…! Oh, Nora…” Claire se agachó a su lado, con ojos llorosos.
“¡M-Me decía a mí misma… que estaría b-bien después de todo…! Pero… ¡Pero…! ¡Aaahh…!” sus sollozos intermitentes se convirtieron en llantos de dolor.
William se le acercó y se arrodilló frente a ella.
“¿Y bien? ¿En serio quieres que siga yendo a peor? ¿En lugar de buscar una solución? ¿Es eso? ¿Ese es tu plan?”
“¡No…! ¡¡Cállate…!! ¡¡Se la llevarán l-lejos de mí…!! ¡¡Dios sabe qué clase de pruebas le harán!! ¡¡Podrían hacerle d-daño…!! ¡¡Matarla…!! ¡¡N-No sé qué le va a pasar…!! ¡¡Y sea lo que sea, una vez ocurra, será demasiado tarde para echarse atrás…!!”
“Te he hecho una pregunta, ¿¡cuál es el plan!? ¡Por dios, Nora! ¡Esta mierda es degenerativa, se la está comiendo por dentro! ¡Está literalmente marchitándose mientras hablamos! ¿¡Y prefieres no hacer nada!? ¡Creía que significaba algo para ti!”
“¡¡Ya basta…!!” Nora se abalanzó hacia delante y empujó a William, haciéndole caer hacia atrás. Se acuclilló a cuatro patas y enterró la cara en el suelo. “¡¡Lo es todo para mí!! ¡¡La quiero con todas mis fuerzas!! ¡¡N-No quiero vivir en un mundo en el que ella no esté…!! ¡¡Si tomar el riesgo significa que podrían quitármela para siempre, prefiero dejar que se marchite junto a mí!!”
…
“Y una mierda.”
“¿¡Q-Qué…!?”
“No tienes ni puta idea de lo que dices.”
William se levantó. Su expresión facial ya no mostraba rabia o frustración; estaba contorsionada por el dolor. Se dio la vuelta y echó a andar hacia la puerta del fondo. Por el camino, cogió una silla cercana, que luego colocó justo delante de la puerta.
Entonces, tras dejar escapar un profundo suspiro, giró el pomo.
******
William tardó varios segundos en sentarse frente a la puerta abierta, encorvado hacia delante, con los codos apoyados en los muslos. Claire soltó a Nora y se levantó. Su vista estaba posada sobre algo en el interior de aquella pequeña habitación. Nora también lo miraba, confundida, pero eligió permanecer en el suelo.
¿Qué era? Había algo allí, una figura sombría, prácticamente inmóvil. Claire se acercó un poco más, para verlo mejor.
Dejó salir un grito ahogado cuando se dio cuenta de lo que era.
Un caminante. Una mujer. Sus tobillos estaban atados. Tenía los brazos inmovilizados a su espalda y encadenados a una tubería en la pared. Vestía un suéter y una falda larga, ambos de color incierto, sucios y descompuestos. Su largo pelo marrón, que en su momento debía de haber lucido suave y vibrante, estaba ahora completamente desordenado, todo enredado y desaliñado. Su rostro huesudo estaba demacrado, con una expresión inexistente oscurecida por el color grisáceo de su piel.
Se encontraba en condiciones similares a los caminantes que Claire había visto hibernando en las alcantarillas. Hambrienta, letárgica.
La imagen le dio escalofríos, sacudiéndola hasta la médula.
“N-Ni de broma… William… No me digas que… ¿E-Esa es…?” farfulló.
Durante un largo minuto, no ocurrió nada. Entonces, William miró a un lado. No estaba haciendo contacto visual con Nora, pero su atención estaba claramente dirigida a ella.
“¿Prefieres dejar que se deteriore? Déjame decirte una cosa: te equivocas.”
Observó a la caminante otra vez.
“Hola, cariño.”