Tenía que admitirlo, la reacción de aquella chica había sido excepcional. La reina estaría muerta de no haberlo sido. Una mancha roja se extendía rápidamente desde su hombro derecho, mientras todo su cuerpo sufría convulsiones. Abría la boca como si quisiera gritar, pero su organismo parecía apagarse en respuesta al dolor, limitando los movimientos de las extremidades y los músculos faciales. A su lado, la chica de gafas gritaba desconsolada.
“¡¡Allí!!”
Una lluvia de balas cayó sobre sus cercanías, forzándole a refugiarse tras un equipo de ventilación. Los militares habían tomado posiciones alrededor del punto de acceso al helipuerto, y no tenía pinta de que fuesen a hacer preguntas hasta que estuviese muerto o incapacitado.
Le superaban en número. Equilibrar la balanza era una necesidad.
Se quitó la sudadera, revelando un chaleco protector con varios bolsillos. Tras comprobar la dirección del viento, extrajo un pequeño objeto metálico de uno de ellos, tiró de la anilla, y lo arrojó por encima de su cabeza, hacia el lugar donde se aglomeraban los soldados.
“¡¡¡Granada!!!”
“¡¡A cubierto!!”
Apenas un segundo después del impacto de la granada contra el suelo, un leve estallido sacudió la azotea. Echó un fugaz vistazo a la posición de los enemigos. Una nube de gas de un enfermizo color amarillento había envuelto la zona. El viento soplaba con fuerza en las alturas, esparciéndola rápidamente hacia el extremo opuesto de la azotea.
Preparó su pistola, se asomó desde su cobertura, y localizó a los soldados. Al menos cuatro a la vista, de rodillas o tirados en el suelo, tosiendo. Uno de ellos se echaba las manos al cuello, con dificultades para respirar. Otro trataba de taparse la nariz y la boca, inútilmente.
*¡Bang!* *¡Bang!* *¡Bang!* *¡Bang!*
No volvieron a moverse.
Entre los cadáveres, ajenos a los disparos, varios civiles corrían sin rumbo aparente. La mayoría habían huido hacia el otro extremo de la azotea en cuanto comenzó el tiroteo, precisamente en la dirección en la que el viento había arrastrado el gas. Presa de fuertes ataques de tos, se tambaleaban de un lado a otro. Ni se molestó en abrir fuego contra ellos.
Encendió su radio. “Aquí Prometheus. Protocolo de limpieza iniciado. Cambio.”
“Aquí [ZEUS]. Recibido, Prometheus.” respondió una voz al otro lado. “Hades está de camino.”
‘…’
Podría haber formulado la pregunta que tenía en mente, pero optó por no hacerlo. La ausencia de nuevas órdenes resultaba inquietante, y PT-01 se imaginaba el motivo.
Algo captó su atención. La reina se había puesto en pie y corría en dirección al hueco de las escaleras. La chica de gafas la seguía de cerca, arrastrando a tirones a una niña pequeña. Alzó su arma, dispuesto a terminar el trabajo, cuando una nueva ráfaga de disparos le obligó a ponerse a cubierto una vez más.
‘¿¡De dónde vienen!?’
Alzó la vista. En la plataforma del helipuerto, dos figuras habían tomado posiciones en el suelo. Uno de ellos era un soldado raso arbitrario. Al otro lo reconoció: el Coronel Rowan.
Volvió a mirar la puerta de las escaleras. Las chicas habían conseguido escabullirse.
‘Con esa herida, la señal de Convergencia debe de estar corriendo como la pólvora. Aun así, preferiría acabar lo empezado…’
Siguiendo los pasos de las chicas, otros supervivientes que habían logrado escapar del gas corrían hacia las escaleras en busca de refugio. Entre ellos se hallaba un hombre esposado y ataviado con un traje harapiento.
‘Julien…’
Le habían monitorizado tanto durante su estancia en Saint Marie que resultaba demasiado predecible. Egoísta, impulsivo, obsesivo. PT-01 no podría alcanzar las escaleras sin llevarse un tiro o dos, pero quizá no tuviese que hacerlo. Se echó la mano izquierda al costado de su chaleco y extrajo una inusual pistola de su funda.
Solo necesitaba un instante. Con su pistola ordinaria preparada, emergió de la cobertura y abrió fuego de supresión sobre el helipuerto, forzando a los militares a agachar la cabeza. En aquel breve momento de respiro, apuntó con la otra arma, y apretó el gatillo.
*¡Tac!*
Un segundo antes de que Julien desapareciese en la oscuridad del interior, un dardo se clavó profundamente en su espalda. PT-01 lo observó doblarse de dolor y echarse las manos hacia atrás, aunque las esposas le impedían alcanzar el dardo. Volvió a retirarse detrás de la maquinaria a tiempo de evitar una nueva lluvia de balas.
‘Hecho.’
Suero inhibidor concentrado, diseñado para la supresión de pretorianos. Aunque era inofensivo para los stingers, las pruebas de ZEUS habían demostrado su toxicidad para el ser humano. Degradación cognitiva, que provocaba una falta de raciocinio y autocontrol, y la potenciación de comportamientos impulsivos. Con una dosis tan elevada, los efectos serían inmediatos.
Si Julien no mataba a la reina, al menos sembraría el caos.
Observó cómo otros dos soldados salían a la azotea a paso ligero y tomaban posiciones cerca de la puerta.
‘Refuerzos, ¿eh? Perro listo.’
Aquellos soldados rasos no le preocupaban demasiado, pero Rowan sí. La reputación del coronel le precedía. Era sabido que tenía amplios años de experiencia a sus espaldas antes de ascender a su posición actual. No sería un oponente fácil.
PT-01 esperó pacientemente a que el enemigo realizase el primer movimiento. Aquella crisis se les quedaba grande. Estaban nerviosos, y más acorralados que él. A fin de cuentas, tenían mucho más que perder.
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Hubo unos largos minutos de calma, pero no de silencio. El atronador retumbar que venía de abajo era un permanente recordatorio de que la cuenta atrás se acercaba a su fin. La chispa se había encendido, y se propagaba más rápido de lo que nadie podría contener.
******
La mujer pelirroja se desplomó en brazos de Isaac en cuanto se cruzó con él en el descansillo de la escalera. Estaba cubierta de mugre y le faltaba el aliento. La reconoció al instante: Nora, la pseudo-reina.
“Eh! ¿¡Se encuentra bien!? ¿¡Qué ha ocurrido!?” preguntó Isaac.
“A-Ah… N-No lo sé…” *cof* *cof* “Una explosión… ¡L-Lilian…!”
“¿¡Y la reina!? ¿¡Dónde está la pequeña!?” la ausencia de la chica era alarmante.
“H-Ha subido… Asustada…” *cof* “A-Ayuda…”
“¡Jameson!”
“¿¡Sí, señor!?”
“¡Escóltala hasta la azotea, y busca a la pequeña! ¡Si encuentras más civiles por el camino, hazte cargo! ¡Y ándate con ojo, ya has oído la transmisión del coronel! ¡También hay problemas allá arriba!”
“¡Entendido, señor!” Jameson se acercó a Nora y le ofreció su hombro como apoyo. “¡Vamos, señorita! ¡Tenemos que movernos!”
“¡Dirígete a las escaleras al otro lado del edificio! ¡No sé qué ha pasado ahí abajo, pero algo me dice que este lado está comprometido…!”
“¡Sí, señor!”
‘Maldita sea, Charlie, ¿¡qué ha sido de vosotros…!?’
“¡Venga, todos los demás conmigo! ¡Manteneos alerta!”
Isaac se precipitó escaleras abajo, con el resto del pelotón siguiéndole los pasos. Tras cada tramo de escaleras que descendía, una nueva bocanada de humo le soplaba en la cara, y un nuevo mal augurio se le venía a la cabeza.
Un enemigo desconocido había iniciado una refriega en la azotea. Había muertos y heridos, pero nadie sabía con certeza quién estaba bien y quién no. Habían perdido la pista de la reina. Charlie y Foxtrot no respondían. Algo había explotado en la calle y sacudido todo el edificio. Se oían los gritos de una multitud enfurecida allá abajo… En minutos, la situación se había descontrolado.
El sofoco le subió de golpe al cerebro y le hizo contener la respiración cuando un abismo se abrió a sus pies. Frente a él, la mitad de la escalera se había desplomado junto a parte de la fachada exterior, ofreciendo una inoportuna vista de la ciudad. La otra mitad estaba cubierta de escombros, entre los cuales asomaba un brazo. A juzgar por la ropa, era un militar.
“¡Joder…! ¡¡Eh, eh!! ¡¡Aguanta!!”
Isaac bajó hasta la pila de escombros y comenzó a desenterrar al soldado, arrojando fragmentos de hormigón y acero al abismo. Logró destapar parcialmente el cuerpo, aunque el torso y la cabeza estaban presionados bajo un voluminoso cascote. Por más que empujó, no se movía ni un milímetro.
Sus compañeros de equipo le observaban, compartiendo miradas incómodas entre ellos.
“C-Capitán…” murmuró uno de ellos.
“Lo sé. ¡Lo sé, joder! ¡Maldita sea…!!”
‘Charlie… Foxtrot…’
Hurgó en el bolsillo del cadáver, y sacó una placa de identificación. Probablemente sería la única que podría recuperar.
‘Soldado Quinn Bennett…’
Propinó un puñetazo a la pared y dejó escapar un grito de frustración.
Un vistazo al exterior le permitió evaluar el alcance de los daños estructurales. Toda la fachada de aquel lateral del edificio se había desprendido, y un infierno de llamas consumía los pisos inferiores, generando una columna de humo y aire caliente que recorría toda la estructura de abajo arriba. Bajo sus pies, el hueco de la escalera era inutilizable, se había derrumbado casi en su totalidad.
Isaac se irguió. Sabía que tenían que irse cuanto antes, cada segundo que pasaban allí suponía un riesgo innecesario. Sin embargo, no podía apartar los ojos de las calles allá abajo. Sabía lo que estaba presenciando. Lo había visto antes.
Sintió que se le caía el alma al suelo.
En contraste con la intensa luz anaranjada que emanaba de la torre, la ciudad palpitaba en aquel enfermizo tono azul que tanto conocía. Miles y miles de puntos brillantes se desplazaban a toda velocidad por calles y callejones, trepando edificios y tirándose desde tejados y ventanas, en una carrera desenfrenada en línea recta hacia la Torre Kurtis.
“Cielo santo…”
Acababa de descubrir a la multitud que emitía aquellos gritos. Pero no era una simple multitud: era la ciudad entera.
“¡Mierda…! ¡Mierda, mierda, mierda! ¡¡Vamos, tenemos que impedir que suban!! ¡¡¡A la otra escalera, moveos!!!”
******
“Um… Aquí Lucky-02. Observamos actividad inusual en tierra. ¿Veis lo mismo que nosotros?”
“Aquí Lucky-03. Afirmativo, 02.”
“¡Aquí Lucky-01! ¡Lo vemos!”
El piloto cambió de frecuencia. “Central, aquí Lucky-02. Tenemos visual del punto de evacuación, contacto estimado en menos de cinco minutos, ¡pero los stingers presentan un nivel de actividad muy inusual…! ¿Tenemos información sobre el estado de nuestros compañeros ahí abajo?”
“Aquí Central. Se nos ha informado de un conflicto activo en la torre, pero desconocemos los detalles. Lucky, ¿cuál es el alcance de la actividad stinger?”
“Toda la ciudad es de un color azul brillante, señor… ¿Cree que…?”
“Recibido, Lucky. Trataremos de reestablecer contacto con el Coronel Rowan y sus hombres para obtener un informe de situación. Todo apunta a que nos enfrentamos a un nuevo evento de Convergencia. Procederemos a movilizar todos nuestros activos aéreos en la zona para ofrecerles apoyo adicional. Dense prisa, Lucky.”
“¡R-Recibido, señor!”
“¡Aquí Jay-01!” dijo otra voz por la radio. El piloto dirigió la mirada al helicóptero de combate que les seguía por el flanco izquierdo. “¿¡He oído bien!? ¡Hostia…! ¿¡Una puta Convergencia!? ¿¡En serio!?”
“¡Aquí Lucky-01! ¿¡No es una oportunidad de oro!? ¡Los chicos no se lo van a creer si sobrevivimos a esta mierda y además salvamos el mundo!”
“Aquí Lucky-03. Procura no cagarte encima de la emoción, 01.”
“Aquí Jay-02. Déjense de gilipolleces y céntrense en la misión. Contacto en tres minutos. Jay-01, mantened los ojos puestos en el suelo, esos putos monstruos estarán trepando por las paredes del edificio. Lucky, prepárense para—”
“¡Aquí Jay-01! ¡Objetos no identificados aproximándose por el flanco este! ¡¡Maniobras de evasión—!!”
El radar no había detectado nada. Guiado únicamente por sus sentidos, el piloto miró al flanco izquierdo, a tiempo de ver varios objetos brillantes que se acercaban a gran velocidad. Jay-01 cayó en picado, liberando tras de sí una nube de bengalas de distracción. El piloto les imitó con manos sudorosas, iniciando un descenso vertiginoso.
Uno de los objetos realizó un impacto directo con Lucky-01. A través del ventanal frontal, observó cómo el helicóptero de transporte era devorado por una bola de fuego. Esquirlas y fragmentos de metal volaron en todas las direcciones, colisionando contra su propia aeronave Lucky-02 y desestabilizándola.
“¡¡Aaaagh…!!” apretó los dientes mientras trataba de mantener el control del vehículo.
“¡¡Aquí Lucky-03!! ¡¡Nos han alcanzado!! ¡¡Repito, nos han alcan—!!”
Mientras el helicóptero daba vueltas sin control una y otra vez, el piloto avistó una nueva explosión sobre uno de los edificios cercanos. Las hélices del helicóptero Lucky-03 se habían esparcido como una bomba de metralla, aniquilando gran parte de la calle, y cascotes en llamas caían sobre la marea de stingers que corría incansable por la carretera.
“¡¡Aquí Jay-01!! ¡¡Central, nos atacan con misiles desde una aeronave no identificada!!”
“¡¡Aquí Jay-02!! ¡¡Lucky-02!! ¿¡¡Estáis bien!!?”
“¡¡Aquí Lucky-02…!!” el helicóptero comenzaba a estabilizarse, peligrosamente cerca de los edificios. “¡Estamos estables!”
“¡¡Tomad cobertura entre los edificios y dirigíos al punto de evacuación!! ¡¡Dad un desvío, manteneos fuera del alcance del enemigo!!”
“¡¡Recibido, Jay!!”
******
“Aquí Hades. Contacto enemigo, iniciando combate. Cambio.”