“¿Estás segura…?” Claire posó su mano sobre el hombro de Nora, frotándolo con suavidad. “¿Es igual que antes…?”
“Sí, estoy segura… Puedo oír su voz otra vez… Es muy distante, débil. Ni siquiera puedo entender lo que intenta decirme. Pero, ¡está ahí…! ¡Y ya puedo sentir cómo se desvanece…! No sé qué está pasando…” dijo Nora, con la cara retorcida de dolor.
William ya había adivinado lo que estaba ocurriendo antes siquiera de poner un pie en la habitación.
Nora todavía no había salido de la cama. Había enviado a Claire, quien dormía con ella en la misma habitación, para que reuniese a todos los demás. Su dolor de cabeza había regresado por un instante, junto a la presencia de Lilian en su mente, para luego empezar a desvanecerse al cabo de un rato.
La primera vez que ocurrió, fue una sorpresa. Una sorpresa confusa. ¿Podían fiarse de una pista tan efímera? Su “habilidad” para sentir a Lilian era rara a base de bien, y que se manifestase de aquella manera para luego desaparecer generaba más preguntas de las que respondía. Podría haber sido, simplemente, una consecuencia impredecible del estrés. Todos, Marcus incluido, se mostraban escépticos.
Pero, ¿tres veces seguidas? ¿A intervalos regulares? ¿Apuntando siempre en dirección al Hospital Saint Marie? Demasiado sospechoso para ser una coincidencia.
Adicionalmente, la gente de Stella había mantenido los alrededores del hospital bajo vigilancia. La multitud de caminantes se había ido. El edificio ya no era inalcanzable.
“Vale… ¿Vamos a hacer algo, entonces? Podría ser cierto que esté en el hospital, ¿no?” preguntó William. “¿Marcus?”
“Sí… Sí, hay una alta probabilidad de que este allí. Aunque algo le debe de estar pasando, eso está claro. Esta… intermitencia… Es antinatural.” las palabras de Marcus salían despacio de sus labios, calculadas con meticulosidad.
Como muchas otras veces antes, parecía saber más de lo que contaba. Algo había cambiado en él desde que habían encontrado la furgoneta siniestrada y habían perdido el rastro de Lilian. Era más cauteloso. Más nervioso que de costumbre.
“Si… si ella está ahí, entonces… ¿Quiere eso decir que Julien y su gente también han llegado al hospital…?” la cara de Claire palideció mientras hablaba. “Y, ¿no dijo Stella que ese lugar es básicamente la guarida de Jacobs a estas alturas? Oh, dios… ¡Tenemos que hacer algo…! ¡Quién sabe lo que—!”
Marcus alzó la mano derecha, solicitando un momento de silencio. No pasó desapercibido para nadie. Le miraron, y esperaron un rato.
…
“Creo que voy a hablar con Stella sobre lo que está ocurriendo. Se lo voy a contar. Acerca de Lilian, acerca de sus captores, todo.”
“¿En serio? No esperaba que fueses tú el que sugeriría revelar secretos a los demás.” dijo William.
“El hospital es una fortaleza. Incluso si tenemos una potencia de fuego superior, ellos tienen una enorme ventaja estratégica, nos superan en número, y tienen un rehén crucial. Un rehén que, por lo que sabemos, podría estar pasando por algo desconocido e impredecible. ¿Hace falta que os recuerde lo que ocurrió en el metro? Llegados a este punto, creo que todos os habréis dado cuenta de que Lilian puede influenciar el comportamiento de los caminantes a su alrededor. Un solo paso en falso, y podría ser el fin.” suspiró. “Seamos sinceros, necesitamos ayuda.”
“Hmm… ¿Y crees que nos ayudará? Estaba bastante cabreada con todos nosotros cuando la encontramos. Y no creo que nos haya cogido mucho cariño estos últimos días.”
“Stella tiene un gran corazón. Su aparente hostilidad es tan solo un mecanismo de defensa. Está decidida a ayudar a la gente que la rodea, tal y como ayudaría a su propia familia. Supongo que, por su bien, ha tenido que endurecerse, no le ha quedado elección. Pero os prometo que no es el tipo de persona que ignoraría algo como esto. No se trata de salvar a unas pocas personas. Lilian podría salvar a todo el mundo. Sé que me escuchará.”
William miró a Nora. Se cubría la frente con el brazo izquierdo, tratando de aliviar el dolor. Ella le miró de vuelta, y asintió. Claire asintió de igual forma.
“Muy bien… Tendremos que contar contigo, pues.” dijo William, dándole a Marcus su aprobación.
“Volveré en un rato.”
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La lluvia era despiadada, y William no lo querría de ninguna otra manera. Estaban a punto de hacer algo de ruido, y el constante martilleo del agua sería la encubierta perfecta.
Claire le siguió al otro lado de la calle, por encima de una valla, escaleras abajo, y alrededor de varios edificios pequeños en el perímetro trasero del hospital. Un minuto después, llegaron al lugar en particular que estaban buscando, una gran estructura conectada directamente a la parte trasera del edificio principal del hospital. Tenía una única puerta, la cual estaba sellada con un cordón de soldadura. Uno de sus laterales tenía ventanas, muy pequeñas y estrechas, cerca del techo, y protegidas por gruesas barras de metal atornilladas a la pared. En general, muy seguro, y muy robusto. Pero tenía un importante punto débil.
[Cuando lleguéis allí, fijaos atentamente en la pared este.]
No le costó demasiado verlas. Una en la parte inferior, y otra en la parte superior de la pared. Rejas de ventilación. La inferior era demasiado estrecha, pero la superior parecía lo bastante grande como para que un humano adulto pudiese atravesarla.
William echó la mano bajo el chubasquero, y cogió la larga y pesada palanca que había amarrado a su cinturón. Metió el extremo plano en la reja, cerca de una las esquinas, y empujó el otro extremo con todas sus fuerzas.
“Mantén los ojos en las ventanas del hospital. No podemos dejar que nos vean aquí.” dijo.
“¡Entendido…!” Claire centró su atención en el imponente edificio, a la espera de cualquier señal de movimiento.
Tras un poco de esfuerzo, la reja comenzó a doblarse y deformarse. Finalmente, la esquina se retorció lo suficiente como para permitirle encajar la palanca justo debajo, donde estaba el tornillo. Empujó.
*¡¡Clang!!*
Con un fuerte estallido, el tornillo se partió, y la reja cedió. La lluvia hizo un gran trabajo ocultando el ruido. El resto de la reja no tardó en caer. Algunos ruidos fuertes más, y el camino estaba despejado.
“Buf… Vale… ¿Puedes trepar al interior?” preguntó William.
“Lo intentaré.”
Claire se quitó la mochila y se la entregó a William. Saltó y se colgó del bordillo del agujero de ventilación. Sus zapatos patinaron un poco sobre la pared húmeda, pero consiguió agarrarse y accedió al interior.
“¿¡Todo bien…!?”
“¡A-Ah…! ¡Sí, sin problema…! ¡Es solo que… está muy oscuro…!” su voz tartamudeaba en ecos a través de la abertura.
“Vale. Cuidado, voy a tirar las mochilas.”
William lanzó ambas mochilas por el agujero, y luego trepó al interior. Estaba apretado, quizá demasiado apretado para él, pero consiguió escurrirse a través del hueco. Sus botas hicieron más ruido del que le hubiera gustado en cuanto volvieron a hacer contacto con el suelo.
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Se giró y sacó la linterna, acción que Claire imitó un instante después. A medida que las movían de lado a lado, la luz revelaba una gran habitación llena de enormes máquinas cilíndricas.
[Estaréis dentro de la sala de calderas del hospital. Está en el sótano. Nadie baja ahí abajo, está completamente sellado. Hasta las escaleras están bloqueadas.]
El bosque de maquinaria y tuberías obstruían la visión y proyectaban sombras sobre las paredes, dando a la habitación una agobiante sensación de claustrofobia. Incluso William se sintió incómodo en aquel lugar. Claire se había acurrucado a su lado, y mantenía los ojos puestos en las sombras con una expresión de preocupación en su rostro.
“Oye, sé que no te gustan ni la oscuridad ni los espacios apretados… Pero esto solo va a ir a peor. Tenemos que aguantarnos y continuar, ¿vale?” en verdad, no estaba tratando de reconfortarla, sino de animarla a armarse de valor.
“Lo sé, lo sé… Estaré bien.”
“De acuerdo. A ver, antes de seguir, tratemos de encontrar algo que podamos colocar debajo de esa abertura, para poder alcanzarla más fácilmente al salir. No debemos meternos en problemas sin una vía de escape rápido…”
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Los pasillos de hormigón del sótano estaban vacíos y libres de amenazas. Sonidos ominosos en la oscuridad distante, el débil zumbido del silencio, y sombras juguetonas eran los únicos habitantes de aquel lugar. Claire apretó con fuerza la linterna, suprimiendo sus inquietantes pensamientos. Le recordaba al nido del metro. Sin embargo, esta vez no era la presencia de los caminantes lo que la preocupaba, sino la potencial amenaza de algo mucho peor.
Arrastró los pies tras William, girando esquinas y merodeando hacia las profundidades del edificio, siguiendo las señales en las paredes. Su objetivo era una habitación muy específica.
A medida que avanzaban, Claire reconoció algunas de las instalaciones con las que se cruzaron. No era en absoluto una experta, pero tenía una leve idea de dónde se encontraban. Una pequeña planta de energía conectada a la sala de calderas, una instalación de tratamiento de agua, unidades de almacenamiento… Habían entrado a través de las instalaciones auxiliares del hospital, que probablemente se extendían a lo largo de casi todo el subsuelo del edificio.
Algunas esquinas después, avistaron su objetivo, tal y como Stella había indicado.
[Llegaréis a un área con los restos de los robots de reparto del hospital. Lo sabréis cuando lo veáis.]
Había una gran abertura en la pared del pasillo, que llevaba a una habitación peculiar. Desordenadas entre estantes y dispositivos eléctricos, el lugar estaba plagado de extrañas máquinas. Parecían Roombas gigantes, y muchas de ellas habían sido despiezadas y hechas añicos para obtener componentes y baterías, dejando atrás los chasis vacíos.
‘Tenían a su disposición todas estas baterías… Y, si no me equivoco, este hospital tiene su propio set de paneles solares en la azotea. No era broma, este sitio realmente tiene todo lo necesario para sustentar una gran comunidad, ¿eh…?’
Una de las paredes de la habitación albergaba un ascensor. A diferencia de la mayoría de ascensores de un hospital, anchos y lo suficientemente espaciosos como para acomodar una camilla y varias personas, aquel era muy pequeño, casi como si hubiera sido diseñado para una única persona.
“Vale, probablemente tengas que ayudarme con esto.” dijo William, mientras encajaba la palanca entre las puertas del ascensor.
“Claro.”
Estaban considerablemente atascadas tras meses de desuso. William tiró de la palanca desde un lado, Claire empujó desde el lado opuesto.
“¡Hhnnnggh…!”
Con un molesto chirrido, las puertas se deslizaron. No se abrieron del todo, pero era suficiente para escurrirse al interior del ascensor, el cual se encontraba inmóvil al fondo del hueco, frente a ellos.
Apuntaron las linternas hacia arriba, hacia el techo, y avistaron una trampilla de emergencia, la cual estaba ya abierta.
“Vale, apóyate en mis hombros y sube ahí.”
Claire alcanzó la abertura con facilidad y trepó encima del ascensor. Le ofreció una mano a William, y lo ayudó a trepar tras ella.
‘¡Ugh…! ¡Pesa…!’
Recuperó el aliento por un instante, y miró a su derecha, hacia el lateral del hueco del ascensor.
[En cuanto estéis dentro del hueco del ascensor, deberíais ver una escalerilla. Este es el único ascensor que la tiene.]
Incrustada en un nicho que llegaba hasta la cima del edificio, había una muy conveniente escalerilla de metal, protegida por una jaula de barras de seguridad.
“De momento bien. Más nos vale que no hayamos alertado a nadie todavía. El sonido de la lluvia de ahí fuera debería ser lo bastante fuerte… En marcha, esto es alto de narices.”
…
Completamente ocupada por unidades de aire acondicionado, el piso superior del hospital no tenía ventanas, y por lo tanto era igual de oscuro que el sótano del que acababan de salir. Sin embargo, entre los huecos de la maquinaria, Claire vio algún tipo de luz emanando de una esquina lejana, seguramente una puerta.
“Vale…” susurró William. “Ahora estamos en terreno peligroso. Mantén los ojos abiertos, y no hagas ni un ruido. Tenemos que averiguar qué está pasando aquí…”
Claire asintió. Según Stella, nadie usaba el piso superior, dado que no tenía luz natural. No deberían toparse con nadie allí arriba. Sin embargo, era incapaz de ignorar la sensación de pavor que le carcomía el subconsciente. Aquellos matones podrían estar cerca. Jacobs podría estar cerca. Julien y Logan podrían estar cerca. Lilian podría estar cerca.
Tragó saliva, y caminó tras William, zigzagueando entre las máquinas y por los pasillos, en dirección a la luz.
…
El corazón de Claire dio un vuelco. Se congeló. William también se detuvo, probablemente igual de sorprendido que ella.
La figura en el marco de la puerta pareció congelarse en el sitio al mismo tiempo que ellos. Con la luz a su espalda, era imposible distinguir sus rasgos. Era, sin embargo, bastante baja.
William espabiló y entró en acción. En un abrir y cerrar de ojos, agarró a la persona misteriosa, tiró de ella hacia la oscuridad, y la aprisionó contra la pared. De debajo del chubasquero, había sacado un cuchillo de combate, que procedió a presionar contra el abdomen del extraño. Su otro brazo le tapó la boca, impidiendo que gritase o pidiese ayuda. Por un instante se oyó un ahogado chillido de pánico, pero se calló en cuanto sintió la presión de la hoja de acero.
“No hagas ni un ruido. O te destripo vivo.” dijo William. Mantuvo la voz baja, pero la amenaza fue alta y clara.
“¡Mmmhh…! ¡¡Hhhhmpf…!!” el extraño farfulló algo ininteligible.
“¡E-Espera…! ¡William, espera…! ¡Esta persona es…!” Claire se les acercó, y apuntó la linterna directamente a la cara del extraño. La luz reveló a un adolescente, el cual llevaba una gorra negra. Sus ojos lloriqueaban, y la situación lo tenía claramente aterrorizado. “¡No es más que un chaval…!”
El chico sujetaba con firmeza una lata de comida, pero sus manos temblaban tanto que parecía que fuese a dejarla caer en cualquier momento. Evitaba el contacto visual con ellos, como si temiese las consecuencias.
“¿Entiendes tu situación? Te lo juro, si levantas la voz, no te va a gustar el resultado.” amenazó William.
“Oye… No queremos hacerte daño, ¡lo prometo!” Claire trató de calmarlo. Aquellos temerosos ojos se cruzaron con los suyos. “Solo queremos hacer algunas preguntas.”
Asintió. William paró de presionar el brazo contra la cara del chico, y retrocedió despacio. El chaval jadeó, y respiró frenéticamente durante varios segundos.
“…q-quién…!?” murmuró. No tenía pinta de que fuese capaz de formar una frase completa.
“Nos envía Stella.” respondió William.
“¿…e-eh…?” el chico le miró, confuso, y giró la cabeza. “N-No sé de quién está hablando, señor…”
Claire y William compartieron una mirada de preocupación. Temían que algo extraño estuviese pasando en el hospital. A lo largo de los días previos, la gente de Stella había informado de varios grupos de personas dirigiéndose al hospital por algún motivo.
‘¿Quizá este chico es uno de los recién llegados…?’
“Oye, ¿cómo te llamas?” preguntó Claire.
“Um… Ethan.”
“Vale, Ethan… ¿Puedes contarnos qué ha estado pasando aquí últimamente?”
“Uh… A ver…”
…
“Vale, esto es completamente diferente a lo que nos dijo Stella. Algo no va bien.” William paseó en círculos mientras divagaba. “¿Comida y bebida abundantes? ¿Pretendes que me crea que la banda de ese lunático se ha convertido en un puñado de samaritanos, así como así? Ni de puta coña. No me trago esa gilipollez.”
“¿Quizá otra persona ha tomado el control…?” sugirió Claire. “Ethan, ¿sabes quién está ahora al mando?”
“No sé. No me preocupo mucho por la gente, solo sé que nos dan las cosas que necesitamos…”
‘Esta situación… Me está dando muy malas vibraciones… ¡Ya he visto esto antes…!’
Claire pensó inmediatamente en Julien. Ya había usado falsa benevolencia y carisma rebosante para ganarse el favor de la gente antes. ¿Qué le impedía volver a hacerlo, siempre que tuviese los recursos necesarios? Era una posibilidad que debían considerar. Tendría a Lilian, tendría su propia fortaleza personal para protegerla, y tendría su propio ejército para asegurarla.
Se estremeció. ¿Estaría dándole demasiadas vueltas…?
“Voy a volver con los demás. Tienen que enterarse de todo esto. Pensaremos cómo proceder.” dijo William. “Tú, mocoso. ¿Es seguro este piso? ¿Sube alguien más aquí, quien sea?”
“N-No, señor… Nunca he visto a nadie más subir esas escaleras…”
“Vale… Claire, tú quédate aquí y asegúrate de que no haga nada raro. No le quites los ojos de encima. Y si puedes averiguar algo más sobre lo que está pasando, hazlo. Pero… por lo que más quieras, no tomes riesgos innecesarios, y no dejes que te vea nadie. ¿¡Entendido!?”
“¡C-Claro…!”
“Bien… Volveré pronto.”