William corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían, saltando sobre obstáculos y girando esquinas mientras se aproximaba rápidamente a la calle que les separaba del edificio de apartamentos, con Nora siguiéndole de cerca. Ella gritaba algo, pero él no la escuchaba, tenía la cabeza en otro sitio. Sabía que se había estado olvidando de algo desde el día anterior, y ahora era tan obvio que se sintió como un imbécil por no haberse dado cuenta antes.
Los hombres que les habían emboscado, los conocía. Para ser exactos, conocía a qué grupo pertenecían. Y tenía un fuerte presentimiento de que lo que fuera que estuviese pasando en el refugio estaba directamente relacionado con aquel encuentro.
Cuando tuvo la calle justo enfrente, se detuvo tras una esquina. Decidió no ponerse al descubierto. Incluso si el tiempo era crucial, apresurarse probablemente sería una mala idea. Además, si sus sospechas eran ciertas, Claire y Lilian deberían seguir con vida.
Nora venía descontroladamente en su dirección, tuvo que agarrarla para impedirle que revelase su posición.
“¡Para…!” dijo, sujetándola con ambas manos.
“¿¡Qué estás haciendo!? ¡¡Suéltame…!! ¡¡Podrían estar en peligro!! ¡¡¡Suéltame!!!” estaba gritando y tratando ferozmente de librarse de él.
“¡¡No pierdas la cabeza, cálmate!! ¡Tenemos que actuar muy cuidadosamente, o acabaremos poniéndolas en más peligro todavía!”
Nora dejó escapar un fuerte resoplido. William entendía su preocupación, pero no podían perder el tiempo hablando. Le hizo una señal con la mano para que se quedase dónde estaba, y luego se asomó por la esquina y echó un vistazo a la calle.
Una gran horda de caminantes se apilaba contra el lateral del edificio de apartamentos. Probablemente se habían visto atraídos por el grito de antes. Los salientes que él y sus viejos compañeros habían construido alrededor de toda la estructura impedían que los caminantes treparan hasta las ventanas de los pisos superiores. Cubrían la mayor parte de la calle en su esfuerzo por llegar al origen del sonido.
Todos los caminantes estaban amontonados en ese punto en particular, lo que solo podía significar que las chicas estaban en algún lugar en ese lado del edificio. El primer, segundo y tercer piso habían sido completamente sellados con paredes de ladrillo y chatarra soldada, esos apartamentos no eran accesibles. Por lo tanto, era muy probable que estuviesen o bien en el cuarto piso, o bien en el último piso.
‘¿Dónde están…?’ entornó los ojos mientras observaba las ventanas, con la esperanza de detectar algún signo de movimiento a través de los huecos entre los tablones que las bloqueaban. Sin embargo, estaba demasiado lejos, y el interior era demasiado oscuro.
‘Maldita sea…’
“¿¡Qué tal…!? ¿¡Ves algo!?” preguntó Nora, impaciente.
“Escucha… Tengo una ligera idea de dónde podrían estar, y creo que sé a qué nos enfrentamos… Pero no hay forma de saber cuántos son. Y están armados, estoy seguro de ello.”
“¿¡Estás seguro de que son gente…!?”
“Sí, estoy seguro. Si esas cosas hubieran conseguido encontrar una forma de entrar, no estarían arrastrando los pies ahí abajo…”
“Oh dios, oh dios…”
“Tengo un plan. Pero no es en absoluto seguro, vamos a tener que tomar muchos riesgos. Puede que muramos todos.”
“¡Dímelo ya…! ¡No puedo dejarlas ahí a su suerte…! ¡Estoy dispuesta a afrontar los riesgos…!”
La cara de Nora se contraía con el miedo y la preocupación, pero había algo que ardía en sus ojos, algo que parecía tanto rabia como pura fuerza de voluntad. William supuso que verdaderamente no iba a tener dudas esta vez, no importaba lo asustada que estuviese. Lo cual eran buenas noticias. No podían permitirse dudar si querían retomar su refugio.
******
Nora esperó impacientemente. El sudor le goteaba de la cara. Podía sentir sus brazos y piernas temblar de los nervios. Miró hacia abajo. Los caminantes estaban ahora directamente debajo de ella, arañando al aire, tratando de alcanzarla. Había hecho aquello antes, en una escalera de incendios similar, justo el día anterior. Y aquella vez había perdido los nervios, pero eso no iba a volver a ocurrir de nuevo. Estaba concentrada en lo que tenía que hacer. Tenía que centrarse, por el bien de Claire y de Lilian.
*¡Riiiiiiiiiiiiiiiiiing!*
La alarma del teléfono estalló a todo volumen, y la horda de caminantes se arrastró lentamente en dirección al sonido. Tal y como William le había dicho, liberó la escalera tan pronto el suelo a sus pies estuvo despejado, descendió, y echó a correr hacia los apartamentos.
Según William, el método de entrada que solían usar era la salida de incendios del propio refugio, pero era engorroso utilizarla en solitario, por lo que se dirigió hacia la única otra opción que tenía disponible. En cuanto giró la esquina del edificio, avistó una puerta un poco más allá. Era una gran puerta de metal, que parecía haber sido reforzada soldando capas de metal adicionales sobre la puerta original.
Nora sintió que la observaban. Era imposible que quien fuera que estuviese dentro del edificio no hubiese oído el sonido de la alarma del teléfono. Y tras haberles alertado, era muy probable que hubiesen puesto sus ojos sobre ella también. Después de todo, un humano corriendo por una calle vacía era bastante fácil de ver.
Giró la manilla de la puerta y empujó. Estaba abierta, pero la puerta apenas se movió. Descansó su hombro sobre ella y empujó más fuerte, con todo su peso. Aquella cosa era increíblemente pesada. Con algo de esfuerzo, consiguió escurrirse dentro y cerrar la puerta de nuevo con más empujones.
[En cuanto estés dentro, cierra la puerta y bloquéala. Yo entraré por otro sitio.]
La puerta contaba con dos soportes metálicos en forma de U a ambos lados. Nora localizó una barra de hierro apoyada contra una pared cercana. Siguió el consejo de William y deslizó la barra sobre los soportes. Luego, se giró.
La habitación estaba muy poco iluminada, pero aun así pudo percibir una escalera similar a la que William le había hecho trepar cuando llegó al edificio dos días antes. Atravesaba el techo y varios de los pisos superiores.
Tragó saliva y empezó a ascender. Sus temblores no paraban, sabía lo que seguramente estaría esperando por ella allí arriba.
Se preguntó si William estaría ya dentro del edificio. Mientras sus pasos hacían eco arriba y abajo en el hueco de la escalera, rezó por la seguridad de los demás. A aquellas alturas ya no le importaba demasiado su propio bienestar, siempre y cuando lo que estaba haciendo pudiese ayudar a salvar a Lilian y a Claire de una u otra forma.
‘Espero que esto funcione… Dios, por favor…’
Cuando alcanzó la parte superior de la escalera, asomó la cabeza durante un rato. Era una sala vacía, con una única puerta que iba a dar a un pasillo. Si había contado correctamente los pisos, aquello debería ser el último piso del edificio. Era el piso donde habían dejado a Claire y a Lilian, pero no podía oír ningún sonido, a excepción de su pesada respiración.
Salió del agujero. Mirando al umbral de la puerta, vacío y oscuro, se le hizo un nudo en el estómago. Dejó escapar un profundo suspiro, y salió al corredor.
Casi de inmediato, fue recibida por algo frío en su cuello. Se congeló. Por el rabillo del ojo, a su derecha, vio una figura sombría, la cual sostenía un cuchillo contra su garganta. Desde las sombras a la izquierda emergieron otras dos figuras.
“¿Dónde está él?” preguntó el hombre a su derecha. “No te andes con gilipolleces y responde con claridad.”
La inseguridad de Nora le hizo morderse los labios por un instante, con tanta fuerza que probablemente estuviese a punto de sangrar. Tenía que decir algo. Si no lo hacía, las cosas no iban a acabar muy bien para ella. Recordó de nuevo las instrucciones de William.
[Si preguntan por mí, diles esto…]
“Está muerto. Le mordieron.”
Los hombres se miraron entre sí por un rato, y luego la miraron a ella de vuelta. Notó como se fijaban en su atuendo. Llevaba puesta una chaqueta hecha jirones de una talla mucho más grande que la suya, junto a dos mochilas, una en la espalda y otra al frente.
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“Ven conmigo, y no hagas ninguna tontería. Vosotros deberíais seguir vigilando esta entrada, por si acaso.” dijo, antes de empezar a empujar a Nora para que caminara por el pasillo, con el cuchillo todavía al cuello.
Mientras estaban a medio camino de las escaleras, Nora escuchó un grito proveniente del piso inferior. La voz parecía la de Claire.
“¡Ah…! ¡¡Claire…!!”
El cuchillo presionó con fuerza contra su piel, amenazando con penetrarla en cualquier momento. “Que ni se te ocurra, o te desuello viva.”
No pudo evitar que las lágrimas fluyeran por sus mejillas, casi hiperventilando debido al repentino estallido de ansiedad.
‘Vamos, William… ¡Por favor, dime que lo has logrado…! ¡Por favor…! ¡¡Deprisa…!!’
******
Un acercamiento frontal por la puerta delantera habría acabado en desastre. Si querían vencer a aquellos bastardos, tendrían que jugar con cabeza. Mientras William navegaba por el oscuro pasaje subterráneo, esperaba que Nora hubiese conseguido llegar a salvo al edificio.
El plan era bastante simple: hacer que pareciese que solo Nora había conseguido regresar. Le había dado su propia chaqueta de cuero y su mochila. Ambas mochilas habrían sido demasiado pesadas para que las hubiese cargado por sí misma, por lo que habían ocultado la mayor parte de los contenidos en un lugar cercano; para hacer el farol más creíble, y para asegurar que pudiesen recuperarlos más tarde.
Si mordían el anzuelo, era factible que hubiesen bajado la guardia. Como mínimo, centrarían su atención en la recién llegada. Cualquier posibilidad de llevar a cabo una emboscada merecía la pena.
El túnel de alcantarillado era estrecho como el demonio. Después de que toda la infraestructura se hubiera caído a pedazos desde el inicio de la pandemia, muchas alcantarillas se habían sobrecargado y taponado, mientras que otras se habían secado por completo. Aquella en particular era una de las que se había secado. Aun así, la humedad era muy elevada, y el lugar era claustrofóbico, olía a mierda, y estaba infestado de ratas y otras alimañas.
Guiado únicamente por su linterna, se apresuró por el túnel, siguiendo un camino que conocía muy bien. Derecha, izquierda, al frente, izquierda, derecha… Ya había hecho aquello muchas veces, especialmente cuando las hordas de caminantes acababan ocupando por completo las calles circundantes al edificio de apartamentos, volviendo imposible el acceso a las mismas.
Al cabo de un rato, se detuvo en una escalera en particular, que ascendía hasta una tapa de alcantarilla. Sujetó la linterna con la boca y empezó a trepar. Con mucho esfuerzo, consiguió abrir la tapa a empujones. La deslizó a un lado, y subió al aparcamiento subterráneo del edificio.
Aquella zona del edificio había sido sellada casi por completo, pero él sabía que se trataba de un punto de acceso válido, usado solo durante emergencias. El acceso habitual desde la calle era una puerta automática que había sido inutilizada mediante un cordón de soldadura. El hueco de la escalera también estaba bloqueado, la mayoría de las escaleras solo tenían acceso a los pisos superiores. La única ruta disponible era el hueco del ascensor.
El ascensor en sí había sido extraído y desmantelado hacía mucho tiempo para obtener materiales, dejando el hueco vacío como el único recuerdo de su existencia. William se aseguró de no apuntar al hueco con la luz, apagó la linterna, y se acercó a él.
Tenues rayos de luz llovían desde arriba, pero en general estaba muy oscuro. Una escalera de cuerda improvisada subía por la pared del hueco, hasta el cuarto piso. Aquello sería su punto de acceso. Sujetó su cuchillo con la boca, se aseguró de que su pistola estuviese segura en la funda en su cintura, y empezó a trepar, tratando de no hacer ruidos innecesarios.
…
Cuando se acercó al cuarto piso, pudo oír a alguien gimoteando, junto a otra voz gritando obscenidades. El ascensor se encontraba en el mismo lado del edificio contra el que la horda de caminantes se había apilado en el exterior, por lo que de momento sus deducciones habían sido correctas. Las chicas estaban probablemente cerca.
Se acercó lo suficiente al suelo del cuarto piso como para asomar la cabeza sobre el bordillo y echar un vistazo al pasillo. Las entradas al hueco del ascensor en cada piso estaban en un pequeño nicho en el pasillo, imposibles de ver a menos que el observador se encontrase justo delante. Siempre y cuando no hubiese nadie en las cercanías inmediatas, debería ser capaz de subir a suelo sólido de forma segura.
Verdaderamente dependía de Nora en ese sentido. Si había conseguido distraer a los invasores con éxito, debería ser menos probable que alguien estuviese merodeando sin rumbo por los pasillos, a no ser que conociesen la existencia de la entrada subterránea. Pero si lo hiciesen, ya la habrían estado vigilando.
William salió del conducto, y se preparó. Cuchillo en la mano izquierda, arma de fuego en la derecha. Casi podía oír su propio corazón latiendo como loco dentro de su cabeza. Agarró las armas con más fuerza, el sudor le provocaba la impresión de que se le podrían escurrir de las manos en cualquier momento.
El ruido provenía de algún lugar en el corredor izquierdo. Sonaba como si estuviese a varios apartamentos de distancia. Mantuvo su espalda contra la pared izquierda, y se acercó a la esquina del pasillo, manteniendo sus ojos fijos en el lateral derecho. Parecía despejado. El pasillo derecho no era demasiado largo, podía ver la pared del fondo. No había nadie.
Volvió a sujetar el cuchillo con la boca, y echó la mano a un bolsillo para sacar el espejo. Se agachó y lo asomó más allá de la esquina, tan cerca del suelo como pudo. Despejado. Todo el pasillo parecía estar vacío.
Devolvió el cuchillo a la mano. Sin perder ni un instante, bordeó la esquina sigilosamente, pistola al frente. Al mirarlo directamente, se percató de algo que no había visto en el espejo. Un par de puertas más adelante, se fijó en la puerta abierta que daba al salón de reuniones. De hecho, casi todas las puertas en aquel pasillo estaban abiertas, pero el salón de reuniones llamó su atención por una razón muy específica.
A pesar de que la iluminación era en general muy débil, pudo distinguir sombras moviéndose. Había alguien en aquella habitación.
‘Bingo… Vale…’
Consciente de lo fácil que sería que alguien le tomara por sorpresa allí en mitad del pasillo, siguió avanzando. El ruido que provenía del salón enmascaraba el sonido de sus pasos. Los llantos y quejidos continuaron, al igual que los demás gritos, pero aún estaban demasiado lejos como para entender bien lo que estaba ocurriendo. Pero no era nada bueno, de eso estaba seguro.
Avanzó con precaución por el pasillo, comprobando las habitaciones a ambos lados cautelosamente, aprovechándose del espejo tanto como pudo. En aquella situación, los puntos ciegos eran inevitables, tendría que arriesgarse.
Por algún milagro, alcanzó el apartamento contiguo al salón sin incidentes. Se apresuró al interior y escuchó. Al fin pudo escuchar lo que sucedía.
“Por… favor… Para…” una débil voz rogaba clemencia.
‘Esa voz… Es la amiga de Nora… ¿Claire, se llamaba? Maldición…’
“Puedo seguir haciendo esto todo el día, mocosa. Me importa una mierda si te mueres.”
Ah, William conocía aquella voz. Por supuesto que la conocía. Le traía demasiados recuerdos dolorosos.
‘Maldita sea… Tenía que ser ese hijo de puta…’
Podía sentir el dedo del gatillo poniéndose nervioso. Estaba deseoso de entrar en acción. Sabía que disparar un arma atraería mucha atención, pero los apartamentos no estarían en demasiado peligro durante el día. No, aquel sería el momento perfecto para un muy necesario ajuste de cuentas.
Entonces, oyó pasos. Alguien se acercaba. Estuvo cerca, había estado a punto de salir de la habitación a toda prisa, arma en mano. Esperó un poco más mientras los pasos se aproximaban.
“¡Camina, perra! Oye, Jacobs, ¿¡estás ahí!? ¡Traigo algo para ti!” William oyó una voz vociferando en el pasillo. Decidió no sacar el espejo, temiendo que alguno de los recién llegados se diese cuenta si lo hiciese. Cualquier reacción podría delatar su posición.
Siguió escuchando, hasta que los pasos llegaron al salón de reuniones.
“¡¡Aaah…!! ¿¡¡Claire…!!? ¡¡¡Lilian!!! ¡¡Oh dios, Claire…!! ¿¡¡Qué te han hecho…!!?” La voz de Nora sonaba terriblemente angustiada. “¡¡Soltadme!! ¡¡Putos… monstruos…!!”
Las quejas de Nora se detuvieron de repente.
“No sé cuál es tu relación con estas dos, pero parece que te importan. Y eso es todo lo que necesito saber.” Jacobs sonaba tan ladino y tan insoportablemente molesto como William recordaba. “Verás, esta de aquí aún está relativamente intacta. Y puedo arreglarlo muy, muy rápido. ¿Ves por dónde van los tiros?”
Hubo una corta pausa.
“Buena chica.”
‘Nora debe de estar cagando ladrillos ahora mismo… Tengo que hacer algo, y rápido, maldita sea… Pero si no encuentro el momento oportuno para hacerlo, las pondré aún más en peligro…’
“Ha dicho que William está muerto.” dijo el hombre que había traído a Nora.
“¿Muerto, dices…?”
Otra pausa corta.
“Habla. Y más te vale que suenes convincente.”
“L-Le mordieron… T-Tras apenas sobrevivir la n-noche, una de esas c-cosas le m-mordió, y se t-tiró él mismo a-al r-río…” Nora prácticamente susurraba, era difícil entender lo que decía.
“Me cuesta creerme algo así. Ese tipo era duro como el demonio, hasta yo lo admito. Pero el único superviviente que vino de vuelta dijo que le habían dejado inconsciente…”
‘¿¡Ayer sobrevivió uno de ellos…!? Joder, tal y como sospechaba… Por eso se precipitaron a por el edificio antes de que tuviéramos la oportunidad de regresar…’
“Entonces, ¿me estás diciendo que ese cabronazo está muerto de verdad…? Y yo que esperaba poder sacarle alguna información jugosa… Bueno, qué se le va a hacer.”
Otro momento de silencio.
“Nos vamos. Volveremos más adelante a encargarnos de sus suministros.”
“¿Por qué no encargarnos de ellos ahora? Aún tenemos tiempo para jodérselos hoy.” preguntó el otro matón, confuso.
“¿¡Eres imbécil!? Cuando robas un banco, no te meas en el dinero. Nos llevaremos todo lo que tienen, poco a poco. En este lugar ya no queda nadie a quien joder.”
“Ah, claro…”
“Bueno, solo queda una cosa de la que encargarse entonces.”
“¡¡Espera…!! ¡¡No…!! ¿¡¡¡Qué estás haciendo…!!!?” Nora empezó a gritar de nuevo.
“Voy a matar a estas dos. ¿Es tan difícil de entender? El único motivo por el que tú vas a sobrevivir es porque quizá podamos sacarte algo útil. Y si no podemos… Bueno, ya encontraremos la forma de darte una utilidad.”
‘¡Ese psicópata…!’
“¡¡Para!! ¡¡¡Nooo, para!!! ¡¡¡Te lo suplico!!!”
“Esta no puede ni hablar, y esa de ahí está tan hecha polvo que estoy convencido de que no sabe una mierda. De hecho, ya supuse hace un rato que no sabía nada, continué por diversión, ¿para qué te voy a mentir? Y ahora estoy un tanto cansado, así que preferiría zanjar las cosas rápido.”
“¡¡Aaaah…!! ¡¡¡Aaaaargh!!! ¡¡¡Noooooo!!!”
‘¡Mierda…!’
William debería haber sabido que Jacobs era capaz de llevar cualquier situación a extremos innecesarios en cuestión de segundos. Rezó para que no fuese demasiado tarde. Solo necesitaba unos segundos.
Como una exhalación, voló por el pasillo e irrumpió en el salón de reuniones.